Alégrate María, muchos niños y familias en Santiago de Cuba conocen a tu hijo

Alégrate María, muchos niños y familias en Santiago de Cuba conocen a tu hijo

El la mañana del sábado 26 de noviembre se reunieron en la parroquia María Auxiliadora más de 200 niños entre 9 y 11años de edad con el objetivo de ahondar en un libro especial.

Venidos de 15 comunidades de la ciudad  y de localidades cercanas como El  Cobre, El Crito y San Luis fueron acogidos por los seminaristas y un entusiasta grupo de catequistas. Para la ocasión se unieron dos própositos: introducir a los infantes en el método de oración de la Lectio Divina e iniciar el camino del adviento. El texto bíblico  escogido para acompañar toda la experiencia fue el de “La anunciación”. Su lectura amenizada con actuaciones y la posibilidad de profundizar y reflexionar en grupos más pequeños permitió a los pequeños tallar en las velas de la corona de adviento sus compromisos en preparación  a la venida del Señor Jesús. (more…)

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30 años del Camino Neocatecuamenal en la Arquidiócesis de Santiago de Cuba

30 años del Camino Neocatecuamenal en la Arquidiócesis de Santiago de Cuba

Este 1 de septiembre se cumplieron los 30 años del nacimiento del Camino Neocatecumenal en Cuba en la Parroquia San Joaquín, San Luis de la arquidiócesis de Santiago de Cuba.

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha visitado y redimido a su pueblo suscitándonos una fuerza de salvación… “ (more…)

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Adolescentes de San Joaquín celebran en el Cobre el día del amor y la amistad

Por: María del Pilar Almeida Bárcenas

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, San Luis, 19 de febrero de 2018 / El sábado 10 de febrero una nutrida representación de los adolescentes de la parroquia San Joaquín, de San Luis, partieron muy temprano en la mañana hacia el Santuario de nuestra Madre en el Cobre para celebrar el día de San Valentín.

La comitiva estuvo integrada por 66 adolescentes, incluyendo 14 de la capilla de San Roque, que junto a los 8 animadores del grupo se sentían muy animados y alegres. A nuestros muchachos les correspondió reflejar el amor y la amistad tomando como referencia a los aborígenes cubanos.

Al regreso por la tarde todos manifestaron sentirse muy complacidos con la experiencia vivida, pues además de constituir un momento de sana diversión resultó ser además el marco propicio para la formación de valores en nuestros adolescentes.

Muchas felicidades y nuestro agradecimiento a los gestores de tan loable empeño.

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Las Posadas de Navidad

Las Posadas de Navidad

Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento (Mc 13,33)

Por: María del Pilar Almeida

Fotos: Anabel Rivero                              

Parroquia San Joaquin, San Luis, arquidiócesis de Santiago de Cuba, 19 de diciembre de 2017 / Entre las actividades prácticas que realiza la parroquia San Joaquín para vivir el Adviento y en vigilancia esperar la visita del Señor está la participación en las posadas que se iniciaron el 16 de diciembre a las 4.00 pm en la Casa Misión San Judas Tadeo.

Esta casa misión es de reciente creación y tiene como animadora a Margarita, una jubilada de la educación prescolar y con un carisma especial para guiar a los niños.

El desarrollo de esta posada fue todo un acontecimiento, pues en esta zona del pueblo (Reparto Capitán San Luis), nunca se había realizado una celebración de este tipo perteneciente a la Iglesia Católica, por lo que la misma atrajo la atención de los lugareños, aunque pertenecen la mayoría de ellos a otras denominaciones religiosas. Los vecinos que abrieron sus puertas y ventanas o que se asomaron a los balcones de sus viviendas lo hicieron con mucho recogimiento que denotaba el respeto por el acontecimiento que celebramos.

Al siguiente día la posada se celebró en otra zona periférica, pero con una tradición bien marcada en celebraciones de este tipo. Varias fueron las familias que brindaron sus hogares para que niños y niñas pudieran escenificar el glorioso momento guiados por Yulian, animadora de la Casa Misión La Milagrosa. Yulian es una ingeniera agrónoma que pone cada año su intelecto y su corazón para con alegría anunciarnos el nacimiento del Divino Niño llegado a nuestras vidas para abrirnos las puertas del Cielo y enseñarnos el camino de la vida eterna.

Gracias los niños y niñas, a sus padres, a los animadores de las Casas Misión y a todos los hermanos que brindaron sus hogares, con el deseo de que vivan una Navidad feliz seguros de que Jesús está en medio de nosotros.

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Qué grande es la fe!!!

Qué grande es la fe!!!

Por: María del Pilar Almeida Bárcenas y Nahime Pochat Jorge

Fotos: Anabel Rivero Fernández 

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 16 de septiembre de 2017 / Cuando después de varios días de ausentarme de la parroquia por problemas personales: una mudanza y un accidente de mi hija que pudo ser mortal, recibí una grata sorpresa: Nahime Pochat Jorge, la misionera mexicana con la que conversé tantas veces durante la misión centenaria desarrollada en la parroquia San Joaquín había mandado un correo donde narraba sus impresiones sobre este importante servicio prestado a nuestra comunidad.

Nahime es una mujer increíble, con muchas virtudes, que dejó su país, su casa y sus hijos para compartir con los sanluiseros esta misión centenaria que se desarrolló en la parroquia en conmemoración de los 100 años de la presencia vicentina en nuestro territorio. Como dije anteriormente tuve la oportunidad de conversar con ella muchas veces y en una ocasión le pedí, como miembro de la pastoral de cultura y comunicación, que me diera una entrevista sobre sus expectativas al venir a Cuba, lo que encontró aquí y lo que se llevaría a México al regresar a su patria. Con mucha modestia me narró algunos de los momentos que vivió en San Luis durante la Misión, de su encuentro con el obispo y con el pueblo cubano. Nahime es pediatra, lo cual la hace ser mucho más sensible que otras personas y es una excelente comunicadora. Me habló de su familia, de su pueblo al que ama entrañablemente y le duele la imagen que las novelas venden del hombre y la mujer mexicanas. Es muy modesta y me prometió que iba a responder por escrito a mis interrogantes, pero los días fueron pasando, la misión llegó a su fin y ella regresó a México. Por mi parte ya yo pensaba que había olvidado nuestra conversación y que no podría mandar esta nota a la revista Iglesia en Marcha, por eso fue muy grato constatar que la impresión que me había hecho de Nahime era cierta.

Ahora tengo la oportunidad de presentar este testimonio que en un momento de conversación me impresionó tanto pues su autora me lo ofreció con lágrimas en los ojos y una emoción evidente para mí que fui testigo excepcional de sus palabras.

¿Cómo llegué, qué viví y con qué me quedó de la experiencia de la Misión Popular Vicentina en Cuba. 

Aún recuerdo cuando el padre Servando comentó que, si nos gustaría ir a Cuba, a una Misión Popular Vicentina. Recuerdo que mi esposo contesto rápidamente:” Claro que sí Padre” y yo pensé “Ay estos hombres tan impulsivos…” 

No me veía saliendo del país a una Misión, por muchas razones, casi todas del mundo. ¿Pero en mi interior pensé “será posible?”. 

Pues así transcurrió el tiempo, seguíamos apoyando en la misión en México cuando nos era posible y cuando me di cuenta, ¡Ya teníamos la fecha y los boletos del avión! Y fue cuando me dije: ¡Vamos ir a Cuba! Empecé a leer y a buscar cómo era la situación de la Fe y de la Iglesia Católica en Cuba, con mucho pesar tengo que reconocer que no sabía nada, ni tenía idea de lo que ahora con dolor en el corazón aprendí. 

Leí el Plan Pastoral de Cuba, de los Obispos “por el camino de Emaús” y me encantó, en los correos previos a la venida, nos habían dicho que no eran comunes ni los rosarios ni congregarse a celebrar la fe. 

Yo pensé “estamos en el marco de los 100 años de la Virgen de Fátima” deberíamos de rezar más el Rosario y me di a la tarea de conseguir más rosarios para llevar y folletos sencillos que incluyeran las oraciones de Fátima, que más pensaba que encomendarnos a la Misma Madre de Dios para esta Misión. 

Días antes de salir de México, pasamos por problemas familiares muy fuertes y contratiempos, al punto que mi esposo dijo “Yo no voy, ve tú, yo me hago cargo aquí de los problemas y tu ve a la Misión, ya tenemos ese compromiso, no queremos fallar.” Yo pensé: “No deberíamos ir los dos”. Los problemas nos abrumaban mucho, no teníamos paz, pensé: “¿Cómo podemos ir así? ¡Qué vamos a hacer allá!

Un día antes de abordar el avión pensé: “La Misión será hermosa!, son demasiadas las contrariedades y los dolores para ir”.  Ya me habían dicho que “no hay proyecto de Dios que no lleve la Cruz de Cristo en el Centro”. Y entonces fue cuando dije: “Si tú así lo quieres Señor, hágase a ejemplo de mi madre Santísima”, Y le dije a mi esposo: ¡Sí, vamos!, yo sabía que él también quería hacer esto. 

Cuando llegamos al aeropuerto algo en mi interior se transformó, era una inmensa Alegría, por pensar que “¡Estaba haciendo la voluntad de Dios!”, entendiera yo o no estaba ahí con mi esposo, cumpliendo un sueño, porque así Dios lo había permitido. Llegar y compartir con los Padres y misioneros, sentir el espíritu Vicentino, traía a mi corazón mucha emoción expectante, mucha alegría y muy dispuesta, dócil y abierta a la voluntad de Dios. 

La acogida del pueblo de San Luis fue maravillosa, el día que fuimos a conocer a Nuestra Señora de la Caridad de Cobre, oré mucho por la misión, puse en sus manos este trabajo misionero y oré por los sacerdotes que nos dirigían y puse nuestros problemas familiares a sus pies, y así me abandoné a la voluntad de Dios. 

Aun no tenía idea de lo que íbamos hacer o como lo haríamos. El señor Obispo, monseñor Dionisio fue la Luz y la guía clave, cuando nos dijo “¡Díganle a mi Pueblo que Dios lo ama”!  y eso se guardó en mi corazón como un mandato de nuestro Señor Jesucristo. 

Y así sencillamente iniciamos el recorrido, casa por casa, organizadamente con la misma gente del pueblo, bajo la dirección de los Padres Paules, el padre Arturo oraba con nosotros y por nosotros antes de salir a cada casa cada día, en lo personal entré a más de 200 casas con mi equipo de misión, en el tiempo programado para eso. Cada casa era una historia diferente, unas en situación complicada, o algún enfermo en cama o mucha soledad o mucho dolor por los que se han ido, o situaciones de pobreza extrema, pero tenían en común algo hermoso, ¡hambre de Dios!, hambre de ser escuchados y muy sorprendidos de que la Iglesia católica fuera a tocar la puerta de su casa. 

Nos recibieron con mucha amabilidad, con mucha atención compartimos la fe, como lo hacemos en México, nos persignamos, nos pusimos en la presencia de Dios (porque donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy en medio de ellos, Mt 18,20), los escuchamos, platicamos, compartimos, rezamos juntos el Padre Nuestro y el Ave María y nos abrazamos, ese abrazo fraterno que sólo el amor de Dios nos hace vivir. Recibieron con mucho cariño el afiche de Nuestro Señor Jesucristo, y las oraciones que se le dieron de regalo, y al final dimos gracias a Dios por permitirnos compartir la fe. Hubo muy pocas casas que no quisieron recibirnos y aun con los hermanos evangélicos y bautistas, compartimos con algunos la fe en Jesucristo que es lo que nos une y rezamos el Padre Nuestro juntos. 

Muchas personas marcaron profundamente mi corazón, podría escribir muchas historias, pero hubo una casa, que solo Dios sabe todo lo que íbamos a vivir ahí, llegamos y en la entrada un Señor que ya iba saliendo nos dijo sin abrir su puerta, “aquí no creemos en nada”. Pasamos a la siguiente casa y la vecina nos dijo, “ahí vive una señora ya mayor enferma que sí cree en Dios”.

Regresamos con la vecina y tocamos la puerta y la hija de la señora enferma nos dijo “Aquí no creemos en nada”. “Mi mamá está enferma en cama y no reconoce a nadie y casi no habla”.  Dios obró en su corazón porque nos dejó entrar. 

Cuando llegamos a su habitación, vimos una señora mayor hermosa, en cama, enfermita muy cuidada y muy limpia, su mirada era hacia la pared. Lo primero que pensé “¿por qué no venía el Padre con nosotros en ese momento?”, pregunté si querían que fuera el padre y me dijo su hija que NO. Entonces pensé “Señor tú me enviaste a esta misión, ¡ayúdanos! Nos acercamos a ella, y le dijimos que veníamos de la iglesia católica a hacer una oración por ella y con ella, se volteó y ¡sonrió! Y trató de enderezarse un poco, y cuando nos persignamos, ella con su manita débil, se persignó… en el nombre del Padre, Del hijo y del Espíritu Santo, le pedimos a Dios por su salud, por su fortaleza, por su paz interior, por su familia que la cuida y oramos con ella el Padre Nuestro y el Ave María, la cual recordó y recitó completa con su voz débil y nos sonrió agradecida. 

Cuando salimos su hija estaba conmovida y llorando, Y le dije que “entendía su cansancio y su dolor que yo había cuidado a mis padres”. Que Dios le siga dando la fortaleza y el amor con que estaba cuidando a su mama y nos abrazamos y sé que compartimos el Amor de Dios en ese abrazo. 

Me quedó, con una enseñanza muy grande como misionera, creerle al Señor, cuando nos dice en su Palabra que “el actúa en nosotros” al ser enviados. (Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes y el Señor actuaba con ellos Mc 16,20). Me llevo en el corazón las palabras del Señor Obispo “Dios ama profundamente a su pueblo”. Sus promesas se cumplen, todo pasará, todo es perecedero pero su Amor, su Fidelidad y su presencia en el ser humano, durará eternamente. 

Sueño con un mundo donde los seres humanos no pongamos límites territoriales ni de ideales ni de creencias que nos lleven a la división. Sueño con un mundo donde Dios more en el corazón del hombre, donde el Reino que nuestro Señor Jesucristo vino a instaurar y sus valores sean los que nos guíen. 

Me llevo un compromiso muy grande por orar por el pueblo de Cuba, por orar incesantemente por nuestros niños y jóvenes en el mundo entero, porque en México también lo necesitamos.

Doy profundamente Gracias a Dios por esta herencia que nos dejó San Vicente de Paul y Santa Luisa en el carisma Vicentino que sin merecerlo recibo y acojo con toda mi alma y doy Gracias porque me permito compartir el Rosario y meditar en los misterios del mismo con la enseñanza de Fátima. Y Doy Gracias infinitas por permitirme compartir esta hermosa experiencia con mi Esposo, Toda la Gloria a Nuestro Señor y a mi Madre Santísima por esta Santa Misión Popular en San Joaquín, San Luis. Santiago de Cuba. 

 ¡Hermoso y profundo! ¿Verdad? ¡Qué grande es la fe!

 

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La historia de la parroquia San Joaquín a 100 años de la presencia vicentina

Por: María del Pilar Almeida Bárcenas

Fotografía: Anabel Rivero Almeida 

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 16 de agosto de 2017 / El 15 de agosto fue un día vivido con mucha intensidad en la parroquia San Joaquín. A las 9.00 a.m. dio inicio la exposición oral de la historia de la parroquia y de la presencia de los padres paúles en ella durante 100 años, que contó con la participación especial de la historiadora Melba Pérez, la cual mantuvo la atención de los presentes con su maestría y poder comunicativo.

Para los sanluiseros que allí estábamos resultó doblemente interesante, porque hablar de la historia de la Iglesia católica de San Luis, es hablar de la historia de nuestro pueblo por lo trascendental que ha resultado siempre el accionar de los católicos en el desarrollo social y cultural de estas tierras tan queridas.

La conferencia que contó también con la ponencia de Rosa Amnelis López, fue seguida de una exposición fotográfica que sirvió para patentizar lo antes dicho por las ponentes.

Para los misioneros llegados de otras tierras resultó muy interesante, pues al decir de ellos tanto la exposición de la historia parroquial como la exposición fotográfica sirvió para corroborar lo que ya venían observando desde el 28 de agosto cuando llegaron a San Luis: el fuerte trabajo de los laicos sanluiseros en el trabajo de su parroquia.

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