Por: Rosario de la Caridad Vázquez Fernández, Cristo Rey
Fotos: Oscar Parada
Los jóvenes santiagueros nos acercamos este 7 de septiembre, como cada año, a la Casa de la Virgen de la Caridad del Cobre, Nuestra Madre y Patrona; para presentarle nuestras intenciones y ofrecerle toda nuestra vida y que así la lleve a Jesús, su Hijo.
Desde las 10:30pm, los peregrinos, reunidos en la parroquia San Francisco de Asís tuvieron un pequeño encuentro de oración que los dispuso y animó para caminar durante cinco horas hacia el Santuario Nacional de Nuestra de la Caridad del Cobre; así como las palabras de envío de Monseñor Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba.
Durante el trayecto los jóvenes rezaron los misterios gozosos del Santo Rosario, para presentarle a Jesús mediante su amada Madre sus miedos, alegrías, la realidad cubana que les rodea, sus familias, sus estudios y trabajo, su salud y pidieron también por todos los hermanos cubanos donde quiera que se encuentren. Un momento hermoso fue el último tramo de la peregrinación: donde los jóvenes iluminaron el camino hacia el Santuario con velas, cantos y oración. Mientras se podía divisar, más cercana la Casa de la Madre, majestuosa y aparentemente rodeada del mismo cielo. El cansancio no hizo que perdieran la alegría ni el ánimo de cantar o bailar.
Los pejoteros, ofrecieron a los pies de la Virgencita toda la esperanza y compromiso que requiere el proceso JMJ que está viviendo nuestra Arquidiócesis, que exige jóvenes cada vez más serviciales y dispuestos a amar al prójimo. Además, presentaron la Cruz de las Jornadas Juveniles Cubanas, como súplica nuestra de su maternal compañía; especialmente por cada hijo alejado de la Iglesia. Igualmente, las banderas de Cuba y del Vaticano que acompañaron la peregrinación y que son muestra de la identidad del joven católico cubano: amantes de su tierra y confiados en la Iglesia.
La celebración Eucarística fue el resumen de una noche de caminar juntos como hermanos hacia el lugar donde siempre nos espera la Madre de todos los cubanos. Al amanecer, regresábamos con la certeza de que María, la siempre joven María, desde su Santuario nos guía en el amor y la verdad.