Una condición que engrandece nuestro compromiso
Por: Dunia Pascaud Rodríguez
Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 20 de diciembre de 2018 / Cristo Rey del Universo es la fiesta que pone fin al año litúrgico; para los que vivimos en El Cristo, la celebración es doble por ser también la Fiesta Patronal. La conmemoración principal, este año, fue antecedida por un triduo donde cada día se nos recordó, que Jesús vino a servir, a ofrecerse como regalo de vida eterna.
El compromiso como cristianos es mayor porque al asumir la comunión con Jesús, tenemos que ir tras sus huellas, sirviendo y amando al prójimo como Él lo hizo durante todo el tiempo en que nos mostró cómo es su reinado (Mt. 20, 22), mirándonos a los ojos y tocando muy profundo nuestro corazón. La fórmula para lograrlo está en la entrega solícita, la palabra exacta y la escucha atenta, hechos concretos en la vida cotidiana, no actos sobrehumanos de un día.
El padre Nelson Santana sj, en una de las homilías nos dijo que tenemos el privilegio de ser de Cristo dos veces: primero por la fe que profesamos, segundo porque vivimos en el poblado que lleva Su nombre. Esto es un desafío para cada uno de nosotros, pues la llamada a ser “levadura en la masa” se hace muy fuerte.
Como muestra de nuestro caminar comunitario tras las huellas del Maestro -sin hacer mucho ruido- nuestra comunidad se fortalece y unifica con la reanimación de las distintas pastorales: la Catequesis cuenta con grupos de niños, adolescentes y adultos. Cáritas continúa su labor, llevando, junto a lo material su sentido humanitario. La Pastoral Familiar ha renacido, demostrando que la Familia tal como Dios la creó (Gén, 1, 27-28) está llamada, aún más en estos tiempos, a cumplir con su misión cristiana y social. Lo novedoso de los encuentros de esta Pastoral es que se realizan en los hogares de cada matrimonio.
Los visitadores de enfermos, miembros de la Pastoral de la salud trasmiten junto al consuelo y el aliento, la fortaleza de la oración, acompañando al padre Nelson sj, cada jueves, en la administración del sacramento de la Unción. Los “jóvenes” de la tercera Edad, reverdecen con cada encuentro bimensual, ahora apoyados por el Centro Loyola, siendo ejemplo de vida para los que todavía no han llegado allá.
Marchan con buen ritmo los encuentros del GDH “Sonrisas de Esperanza” y los repasos escolares. Una vez al mes se consolidan los encuentros con misioneros y miembros de las comunidades de misión, para profundizar en la riqueza de los Evangelios.
Las tres comunidades de misión: Carretera de las Minas, Toldera y Central Salvador Rosales, han pasado al cuidado acompañamiento de nuestra comunidad, otro desafío a enfrentar, para poco a poco ir logrando la integración armoniosa con la comunidad Madre. Una iniciativa se realizó en el tiempo del Adviento: cada sábado una pastoral celebró en una de las comunidades, para preparar la Navidad.
Paso a paso la comunidad de El Cristo, va obrando con disponibilidad y esperanza, dejando que la calidez del Espíritu Santo, anime e impulse nuestro actuar. Aún dentro del quehacer cotidiano digamos “Si” al Señor siendo servidores de Cristo en El Cristo.