Por: Katerine Savón
Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 17 de abril de 2017 / En la mañana del 13 de abril los misioneros recorrieron el poblado de Sigua de un extremo al otro, llevando la cruz de Cristo y acompañando en un breve momento de oración a las familias en sus alegrías y penas. El camino largo bajo el sol, estuvo lleno de oasis de ternuras y amor de Dios. Fue consolador encontrar a Iluminada, madre de Dagami Mulén Salgado animadora en la comunidad de Cazonal, quien nos llevó corriendo a la casa de sus otros dos hijos para que allí hiciéramos una estación del Viacrucis.
De camino encontramos también a Juan Antonio un joven con discapacidad intelectual y física y a Jansel otro joven ciego que dedicó un canto a María, muchas puertas se nos abrieron incluso las de aquellos que no participan de la comunidad, ni comprendían muy bien lo que celebrábamos. Cristo fue saludado por un campesino que con sus instrumentos en la mano iba a labrar la tierra. Para muchos fue experiencia del límite y vivencia actual de la pasión de Jesús.
En la tarde celebramos la Cena del Señor con los hermanos de la Nuestra Señora de la Caridad, (Verraco), Nuestra Señora del Pilar (La Punta), San Juan Bautista (Sigua), Espíritu Santo (Cazonal), Dolores Sopeña (Baconao) y María del Pilar. Fue una gran fiesta de familia presidida por nuestro arzobispo Mons. Dionisio García Ibáñez.
Una vez más repetimos los siempre inquietantes gestos de Jesús, lavar los pies y partir el pan. Actualizar el amor desbordante y sin límites de Jesús que no se guarda nada para sí mismo. El paisaje y todos los animales de la casa se hicieron presentes, armonizando con los cantos y los momentos de adoración.
La reserva de Jesús sacramentado se expuso para unos minutos de adoración y posteriormente fue trasladada a la capilla de las Hermanas Sopeña para ser expuesta el Viernes Santo en Nuestra Señora del Pilar (La Punta) donde celebramos la Pasión del Señor.