Por: Katerine Savón
Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 17 de abril de 2017 / Acompañados por las Catequistas Sopeñas, un grupo de quince misioneros desde los más jóvenes (12 años de edad) hasta los de cierta (…) edad durante Lunes, Martes, Miércoles y Jueves Santo en la mañana han llevado el amor de Cristo derramado en la cruz hasta las comunidades de María del Pilar, Espíritu Santo en Cazonal, Dolores Sopeña en Baconao y San Juan Bautista en Sigua. Saliendo desde las 7:30 am en el camión de Fredy y hasta las 6:00 pm han visitado a las familias llevando un mensaje de consolación y esperanza en medio de las rutinarias alegrías y sufrimientos.
A través del Viacrucis Misionero no solo compartimos la Palabra de Dios y rememoramos los dolorosos momentos de la pasión y muerte y Resurrección de Jesucristo; sino que respetando y reconociendo la semilla de fe en cada una de las personas a cuyas puertas tocamos, hicimos presente al Señor en los cantos, peticiones y acciones de gracias. Cada familia que aceptaba hacer en su hogar una estación del Viacrucis y luego seguía el camino por poco o mucho que entendiera lo que hacía estaba diciendo Sí a Jesús, te amo, eres importante en mi vida. La semilla ha sido esparcida y según la gratitud y generosidad de la tierra así serán los frutos a cosechar. Lo cierto es que es estos poblados nadie quedó sin enterarse celebrábamos la Semana Santa.
A continuación algunos testimonios de los misioneros.
Maxi: “Para mí fue especial ver esta pareja que llevaba unida 36 años y que ahora al recibir el sacramento del matrimonio se seguían amando con tanta fuerza. Estaban muy felices”.
Aldo: “No voy a olvidar a aquella mujer lloró de emoción al ver que los misioneros estaban en su casa haciendo el viacrucis ni a aquella otra que fue a buscarnos a la casa de su vecina para que lo hiciéramos también en la suya”.
Adrian: “Me impresionó que las casas a las que llegamos encontramos personas impedidas, por ejemplo, Jansel es un joven ciego que siempre asiste a la comunidad. Él no sabe leer ni escribir pero conoce perfectamente los cantos y oraciones de la Iglesia. Despidió la séptima estación del viacrucis cantando la Salve”.
Karelia: Me causó mucho dolor ver como las personas viven en realidades de pecado y que van contra la dignidad de la persona como si fuera algo normal. La Iglesia tiene un gran trabajo que hacer con los niños para que no crezcan repitiendo estos comportamientos.
Patricia: He aprendido con los niños que debo tener más paciencia para acompañarlos y educarlos.
Carmen: “He aprendido con los niños que en ocasiones soy rígida para aceptar que ellos se comportan inadecuadamente porque no entienden lo que sucede. Sin embargo, en Baconao, su participación cuantiosa me hizo caer en la cuenta de que ellos son el relevo de nuestras comunidades y la esperanza de que siempre la Palabra permanecerá”.
Ana Gloria: “Me conmovió reencontrarme con las personas que siempre asistían a la comunidad y que ahora por la vejez y la enfermedad no pueden hacerlo. Se llenaron de alegría y agradecimiento con la visita de los misioneros”.
Verónica: “Me dio mucha alegría encontrar una señora que sostuvo durante toda la primera estación una estampita pequeña con el Cristo crucificado. Este hecho me recordó que todo lo que uno hace y entrega en las visitas a las casas no queda en el vacío; ella lo conservaba como recuerdo de los primeros misioneros que la visitaron hacía más de 8 años”.
Personalmente me impresionó mucho aquella anciana que apenas se comunica y que se echó llorar, “inexplicablemente”, mientras orábamos la estación en la que Jesús muere en la cruz.