Irradia, emisión del 17 de septiembre de 2023

Irradia, emisión del 17 de septiembre de 2023

Irradia, emisión del 17 de septiembre de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XXIV del Tiempo Ordinario

“El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” Salmo 102

(Música, 70 veces 7, Alfareros)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, 70 veces 7, Alfareros)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

Concede Señor la paz a los que esperan en ti y cumple así las palabras de tus profetas, escucha las plegarias de tu siervo y de tu pueblo Israel. Señor Dios, Creador y Soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos y concede que te sirvamos de todo corazón para que experimentemos los efectos de tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, una alegría y un gozo como siempre poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, de este vigésimo cuarto domingo del Tiempo Ordinario, y compartir la Palabra de Dios, la Palabra de Dios que hoy de manera particular nos invita al perdón, a la reconciliación, algo tan importante en este mundo de hoy. Entonces, pues, escuchemos con atención el mensaje del Señor.

La vida común está fundada en la ayuda mutua y en el perdón, esto es lo que recuerda Jesús y para ilustrar su enseñanza nos relata la parábola del deudor implacable. Esta parábola tiene un eco en el Antiguo Testamento que nos dice, perdona la ofensa a tu prójimo y así cuando pidas perdón, se te perdonarán tus pecados. En la primera lectura tomada del libro de Sirácides en el Antiguo Testamento; ya en el Nuevo Testamento san Pablo nos pide que no vivamos para nosotros mismos si no para el Señor a quien pertenecemos.

El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Mateo, en el capítulo 18 versículos del 21 al 35. (more…)

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Eucaristía Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, 17 de septiembre de 2023

Eucaristía Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, 17 de septiembre de 2023

Eucaristía Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, 17 de septiembre de 2023
Desde la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre

“El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” Salmo 102

Transmisión de la Eucaristía por el canal de YouTube de la Parroquia del Cobre, desde la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, presidida por Mons. Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba, y el P. Fidel Eugenio Castellanos Pesantes, Rector de la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad.

Agradecemos a todos los que hacen posible esta transmisión, a los que ponen su trabajo y talento al servicio de la comunidad.

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Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. 20

Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. 20

Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. 20
El Beato José Gregorio Hernández Cisneros, médico de los pobres y apóstol de paz

PAPA FRANCISCO, AUDIENCIA GENERAL, Plaza de San Pedro, miércoles, 13 de septiembre de 2023

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

En nuestras catequesis, seguimos encontrando testigos apasionados del anuncio del Evangelio. Recordamos que esta es una serie de catequesis sobre el celo apostólico, sobre la voluntad y también el ardor interior para llevar adelante el Evangelio. Hoy vamos a América Latina, precisamente a Venezuela, para conocer la figura de un laico, el beato José Gregorio Hernández Cisneros. Nació en 1864 y aprendió la fe sobre todo de su madre, como contó: «Mi madre, que me amaba, desde la cuna, me enseñó la virtud, me crió en la ciencia de Dios y me puso por guía la santa caridad». Estemos atentos: son las madres las que transmiten la fe. La fe se transmite en dialecto, es decir con el lenguaje de las madres, ese dialecto que las madres saben hablar con los hijos. Y a vosotras madres: estad atentas en el transmitir la fe en ese dialecto materno. 

Verdaderamente la caridad fue la estrella polar que orientó la existencia del beato José Gregorio: persona buena y solar, de carácter alegre, estaba dotado de una fuerte inteligencia; se hizo médico, profesor universitario y científico. Pero sobre todo fue un doctor cercano a los más débiles, tanto para ser conocido en la patria como “el médico de los pobres”. Cuidaba a los pobres, siempre. A la riqueza del dinero prefirió la del Evangelio, gastando su existencia para socorrer a los necesitados. En los pobres, en los enfermos, en los migrantes, en los que sufren, José Gregorio veía a Jesús. Y el éxito que nunca buscó en el mundo lo recibió, y sigue recibiéndolo, de la gente, que lo llama “santo del pueblo”, “apóstol de la caridad”, “misionero de la esperanza”. Bonitos nombres: “Santo del pueblo”, “apóstol de la cridad”, “misionero de la esperanza”. 

José Gregorio era un hombre humilde, un hombre gentil y disponible. Y al mismo tiempo estaba movido por un fuego interior, por el deseo de vivir al servicio de Dios y del prójimo. Impulsado por este ardor, en varias ocasiones trató de hacerse religioso y sacerdote, pero varios problemas de salud se lo impidieron. Pero la fragilidad física no lo llevó a cerrarse en sí mismo, sino a convertirse en un médico aún más sensible a las necesidades de los demás; se aferró a la providencia y, fortalecido por el alma, fue más a lo esencial. Este es el celo apostólico: no sigue las propias aspiraciones, sino la disponibilidad a los diseños de Dios. Y así el beato comprendió que, a través del cuidado de los enfermos, pondría en práctica la voluntad de Dios, socorriendo a los que sufren, dando esperanza a los pobres, testimoniando la fe no de palabra sino con el ejemplo. Llegó así – por este camino interior – a acoger la medicina como un sacerdocio: «el sacerdocio del dolor humano» (M. Yaber, José Gregorio Hernández: Médico de los Pobres, Apóstol de la Justicia Social, Misionero de las Esperanzas, 2004, 107). Qué importante es no padecer pasivamente las cosas, sino, como dice la Escritura, hacer cada cosa con buen ánimo, para servir al Señor (cfr Col 3,23).

Pero preguntémonos: ¿de dónde le venía a José Gregorio todo este entusiasmo, todo este celo? Venía de una certeza y de una fuerza. La certeza era la gracia de Dios. Él escribió que «si en el mundo hay buenos y malos, los malos lo son porque ellos mismos se han hecho malos: pero los buenos no lo son sino con la ayuda de Dios» (27 de mayo 1914). Y él era el primero en sentir la necesidad de gracia, que mendigaba en las calles y tenía necesidad extrema del amor. Y esta es la fuerza a la que recurría: la intimidad con Dios. Era un hombre de oración – está la gracia de Dios y la intimidad con el Señor – era un hombre de oración que participaba en la misa.

Y en contacto con Jesús, que se ofrece en el altar por todos, José Gregorio se sentía llamado a ofrecer su vida por la paz. El primer conflicto mundial estaba ocurriendo. Llegamos así al 29 de junio de 1919: un amigo le visita y le encuentra muy feliz. José Gregorio se había enterado de que se había firmado el tratado que pone fin a la guerra. Su ofrenda de paz ha sido acogida, y es como si él presagia que su tarea en la tierra se ha terminado. Esa mañana, como era habitual, había ido a misa y entonces baja por la calle para llevar una medicina a un enfermo. Pero mientras atraviesa la calle, es atropellado por un vehículo; llevado al hospital, muere pronunciando el nombre de la Virgen. Su camino terreno concluye así, en una calle mientras realiza una obra de misericordia, y en un hospital, donde había hecho de su trabajo una obra maestra como médico.

Hermanos, hermanas, ante este testigo preguntémonos: yo, delante de Dios presente en los pobres cerca de mí, frente a quien en el mundo sufre más, ¿cómo reacciono? ¿Y el ejemplo de José Gregorio cómo me toca? Él nos estimula en el compromiso delante de las grandes cuestiones sociales, económicas y políticas de hoy. Muchos hablan, muchos hablan mal, muchos critican y dicen que todo va mal. Pero el cristiano no está llamado a esto, sino a ocuparse, a ensuciarse las manos: sobre todo, como nos ha dicho san Pablo, a rezar (cfr 1 Tm 2,1-4), y después a comprometerse no en chismorreos – el chismorreo es una peste – sino a promover el bien y a construir la paz y la justicia en la verdad. También esto es celo apostólico, es anuncio del Evangelio, y esto es bienaventuranza cristiana: «bienaventurados los que trabajan por la paz» (Mt 5,9). Vamos adelante en el camino del beato Gregorio: un laico, un médico, un hombre de trabajo cotidiano que el celo apostólico ha impulsado a vivir haciendo la caridad durante toda la vida. 

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Irradia, emisión del 10 de septiembre de 2023

Irradia, emisión del 10 de septiembre de 2023

Irradia, emisión del 10 de septiembre de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XXIII del Tiempo Ordinario

“Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera” Rom 13, 10

(Música, Donde Dos o Tres, Intérprete DR)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Donde Dos o Tres, Intérprete DR)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

Eres justo Señor y rectos son tus mandamientos, muéstrate bondadoso con tu siervo. Señor Dios de quien nos viene la redención y a quien debemos la filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas, para que todos los que creemos en Cristo, obtengamos la verdadera libertad y la herencia eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches donde quiera que se encuentren, una alegría y un gozo poder compartir este pedacito de domingo con ustedes y compartir la Palabra de Dios. Y compartir la alegría de lo que acabamos de celebrar, porque el viernes tuvimos la fiesta de Nuestra Madre y Patrona, la Virgen de la Caridad con sus celebraciones en todas las comunidades, grandes, pequeñas, con la alegría de las de las procesiones en tantos pueblos, en tantos lugares, y aquí en la ciudad de Santiago de Cuba, acompañando a nuestra Madre desde el Arzobispado hasta la Catedral.

Y realmente eso nos llena el corazón, celebrar a la Madre siempre llena el corazón de alegría y de gozo, y eso nos acompaña, así que tenemos muchas razones para darle gracias a Dios por esta semana que termina y encomendarle la semana por supuesto que comienza, es lo que hacemos cada domingo. Dar gracias al Señor por todo lo que hemos recibido, por su fuerza, por su gracia, porque va siempre a nuestro lado cada día y encomendarle esta nueva semana que vamos a comenzar. (more…)

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Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, 10 de septiembre de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, 10 de septiembre de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, 10 de septiembre de 2023

“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mateo 18, 20

Hermanos,

En los domingos anteriores hemos estado hablando del encuentro con el Señor, de la fe, de aquella fe de la cananea, de que la fe de Pedro un poco frágil débil, la seguridad de Pedro tú eres el Hijo de Dios, es decir que lo proclama con fe porque dice el señor, eso no te lo ha revelado la carne sino el Espíritu de mi Padre Dios mismo. Hoy el tema que nos toca es mi relación con los demás.

Y en la relación con los demás, siempre nosotros cuando mencionamos esa famosa expresión, que es propia de casi todas las religiones, de una manera u otra la expresan, porque entra a formar parte de la lógica, de la razón, y por eso es que Jesús lo dice, porque no hay contradicción entre lo que Jesús expresa y lo que es la razón. Es evidente, nunca puede haber contradicción. Ama a Dios por sobre todas las cosas y trata a los demás como a ti mismo.

El amar a Dios por sobre todas las cosas eso es fe. La lógica nos dice que Dios ha creado todo, pero amar a Dios, eso nos lo da la fe y la fe nos dice, que los que tenemos fe experimentamos el amor de Dios en nuestras vidas, el amor generoso y gratuito de Dios en nuestra vida. (more…)

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Eucaristía Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, 10 de septiembre de 2023

Eucaristía Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, 10 de septiembre de 2023
Desde la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre

“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mateo 18, 20

Transmisión de la Eucaristía por el canal de YouTube de la Parroquia del Cobre, desde la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, presidida por Mons. Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba.

Agradecemos a todos los que hacen posible esta transmisión, a los que ponen su trabajo y talento al servicio de la comunidad.

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Homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba, Solemnidad de Nuestra Señora de la Caridad, 8 de septiembre de 2023, 9.30 am

Homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba, Solemnidad de Nuestra Señora de la Caridad, 8 de septiembre de 2023, 9.30 am

Homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Solemnidad de Nuestra Señora de la Caridad, 8 de septiembre de 2023, 9.30 am

“Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es Santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación” Lucas 1, 48-50

Hermanos,

Un año más venimos al Cobre, o en nuestras casas, en nuestros templos en nuestros pueblos, con nosotros en una estampita en el bolsillo, una cadena, una medalla, en el corazón seguro. Hemos venido al Cobre a venerar a la Virgen, a expresar, públicamente nuestra devoción a la Virgen, nuestro deseo de que Dios intervenga en nuestra vida. Esa es la oración, para eso la comunidad se reúne. Los que creemos en Dios, los cristianos y los que tienen otras religiones, nos unimos para expresar nuestra fe, y porque queremos que Dios intervenga en nuestras vidas.

Los cristianos, que creemos que hay un solo Dios, creemos que nuestro único Salvador es Jesucristo, que creemos que no hay más sacrificios que el sacrificio de Cristo en la cruz, por eso es que la imagen de Cristo preside nuestros templos y también el altar. Nosotros creemos, queremos que Cristo interviene en nuestra vida y por lo tanto, lo que nos lleva es a pedirlo por un lado y a ser fieles por otro lado.

Creo que siempre uno tiene que ser justo y darle lo que le corresponde a cada uno, según su naturaleza, su persona. Entonces hermanos hemos venido desde lejos, todos ustedes, yo desde Santiago, hemos venido a encontrarnos con Dios en el templo que los cubanos le hemos levantado a la Virgen de la Caridad. Lo que está sucediendo aquí ahora es que venimos a orar al Señor, pero esto vamos a llamarle con el nombre de un encuentro; en este momento aquí se está realizando un encuentro y ustedes saben bien que los encuentros se necesitan dos partes, que se encuentran, que se ven, que se miran, que hablan, que comparten, que planifican, por eso nos encontramos. (more…)

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Crean en la Buena Noticia, Mensaje de los Obispos de Cuba, 8 de septiembre de 2023

Crean en la Buena Noticia, Mensaje de los Obispos de Cuba, 8 de septiembre de 2023

Crean en la Buena Noticia
Mensaje de los Obispos de Cuba, 8 de septiembre de 2023

  1. “Crean en la Buena Noticia” (Mc 1,15) es la invitación que hace Jesús a los hombres al inicio de su misión en nuestra tierra. Ante la cercanía del Reino de Dios, que Jesús encarna y trae hasta nosotros, la llamada que Él nos hace es a creer, esto es, a recibir con fe la Buena Noticia que el propio Jesús es. En efecto, Jesús es el Hijo Eterno de Dios que se hizo hombre en el seno de la Virgen María. Al ser Dios como su Padre, nos comunica la vida y la verdad de Dios. Al ser hombre como nosotros, nos las hace asequibles, familiares. En la Persona de Jesús vemos todo lo que Dios es y hace por nosotros. Él mismo dijo: “Nadie va al Padre sino por Mí (…) Quien me ha visto a Mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 6. 9).
  2. Hace 30 años, los obispos de entonces publicaron un mensaje titulado “El Amor todo lo espera” y 20 años después, otro con el título “La Esperanza no defrauda”. Sería útil volverlos a leer en el contexto actual para redescubrir la vigencia de tantos análisis y propuestas que ellos contienen. Sin embargo, para nosotros los cristianos, el amor y la esperanza no son principalmente disposiciones o sentimientos humanos, sino que provienen de la fe y junto a ella, se reciben como dones de Dios. La esperanza es hija y hermana de la fe. El amor es el fruto más pleno de ambas. Sin fe, la esperanza es débil y el amor es precario. La vivencia y el testimonio de la fe, la esperanza y el amor pueden definirse como la vida e identidad del cristiano.

La fe nos une a Cristo y nos da una nueva vida

  1. El autor de la carta a los Hebreos nos dice que “La fe es garantía de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve” (Hb 11,1). San Marcos, en su Evangelio, nos presenta la fe como la respuesta humana ante la persona de Jesús y sus propuestas. Quienes se acercan a Jesús y le manifiestan su fe humilde y confiada son transformados, experimentan sanación, se llenan de alegría y dan gloria a Dios.
  2. Los obispos católicos de Cuba queremos hacer resonar para este pueblo, también hoy, esa invitación de Jesús a creer en Él, a aceptar su persona y sus enseñanzas. Recibir a Cristo y dejar que Él nos cambie, nos ayuda a sanar el corazón, nos llena de su vida y su amor, y nos permite mirar el mundo con esperanza. Así nuestras personas, transformadas por Él, renovarán siempre más nuestras familias, nuestras relaciones cotidianas, nuestro modo de ser pueblo.
  3. La verdadera fe hace que el discípulo de Cristo termine viviendo con y como Cristo, lo cual se traduce en mirar a los demás, servir, perdonar, sonreír, acariciar, sufrir, entregar la vida y amar al estilo de Jesús.
  4. Nos dirigimos a los cubanos bautizados en la fe de la Iglesia, pero también a aquellos que sin estar bautizados, creen que Jesucristo es el Hijo de Dios y que tienen a bien frecuentar nuestros templos para pedir el bautizo de sus hijos, orar por sus difuntos o participar de la celebración de la fiesta de algún santo o aquellos días significativos que marcan la vida de la Iglesia.
  5. Nuestro saludo va también ahora a los adolescentes, jóvenes o adultos, que se han acercado a la Iglesia recientemente y han pedido el bautismo, o han hecho su primera comunión o la confirmación, o se están preparando para acceder a alguno de estos sacramentos. Nuestra felicitación especial para los que han celebrado su matrimonio ante el Señor o se están formando para ello. ¡Déjense renovar por Jesucristo! ¡No tengan miedo de vivir una fe coherente! ¡En la oración y los sacramentos encontrarán la fuerza para ser fieles! ¡En la comunidad cristiana hallarán una nueva familia donde experimentarán el gozo de creer! ¡Tengan el coraje de ser como Cristo Jesús!
  6. Agradecemos a todos aquellos que han transmitido y cuidado la fe del pueblo, incluso en medio de persecución y rechazo. Pensamos ahora en los papás, abuelos, catequistas, misioneros, visitadores de enfermos, responsables de algún servicio de Cáritas, profesores de nuestros centros de formación, diáconos permanentes, religiosas y religiosos, seminaristas y sacerdotes. Igualmente llevamos en el corazón a todos los que, en un tiempo atrás, dieron tanto por la Iglesia y por Cuba, y hoy están alejados de la comunidad por diversos motivos, a los que residen en otras partes del mundo y muy especialmente a los que ahora están enfermos en sus casas o acogidos en hogares de ancianos, imposibilitados de ir a la Misa, pero ofreciendo sus cruces por la evangelización, por el bien de las familias, por el Papa y la Iglesia, por las vocaciones sacerdotales y religiosas, por el progreso material y espiritual de Cuba. A esos que cada día anuncian a Jesucristo al pueblo, con su testimonio, con sus oraciones, con sus ofrendas y con su palabra, toda la gratitud, el reconocimiento y el cariño de sus obispos. ¡No se cansen de dar testimonio de su fe!

La fe ayuda a vivir cada acontecimiento con la Presencia de Cristo

  1. Jesucristo nos dice: “Yo he venido para que tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Él, con su muerte redentora y su resurrección gloriosa, y con el envío del Espíritu Santo ha destruido el poder de la muerte y del mal. Y al unirnos a Él por el bautismo, nos ha dado su vida abundante.
  2. En múltiples pasajes del Evangelio, la fe se muestra como una ayuda a vivir una vida más plena y feliz. Cuando Jesús devuelve la vista a los ciegos, nos dice que la fe es luz que hace ver el mundo y nuestras propias realidades de manera nueva y clara (cf. Mt 20, 29-34; Lc 18, 35-43). Los encuentros de Jesús con paralíticos, lisiados y cojos, nos dicen que la fe es fuerza que capacita para caminar, para andar por la vida con ánimos nuevos (cf. Lc 5, 17-26; Jn 5, 1-18; Hch 3, 1-5). La fe es también poder que cura lo más profundo de la persona y expulsa del corazón humano las secuelas del pecado, la tristeza y el desánimo. (cf. Lc 8, 26-39)

11.La falta o ausencia de la fe cierra las puertas al obrar de Dios y obstaculiza su acción revitalizadora y sanadora. Un día le llevaron a Jesús un niño enfermo, hijo único, que sus discípulos no lograron curar. Y Jesús pronunció una palabra fortísima y desconcertante: “¡Qué generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos?” (Lc. 9. 41). Y en otra ocasión, por el contrario, nos aseveró: “Tengan fe en Dios. Les aseguro que si uno, sin dudar en su corazón, sino creyendo que se cumplirá lo que dice, manda a esa montaña que se quite de ahí y se tire al mar, lo conseguirá” (Mc 11,22).

  1. La fe nos ayuda a descubrir el sentido y el cómo enfrentar aquellas situaciones fuertes, contradictorias y hasta antagónicas que se presentan en la cotidianidad.
  2. Por la fe el discípulo de Cristo aprende a asumir con amor todas esas realidades difíciles y adversas que a diario tenemos que afrontar. Es la fe la que nos impide perder las esperanzas de un mañana mejor a pesar de todas las dificultades tan presentes entre nosotros, asociadas a la escasez de bienes materiales y otros males sociales, acrecentados en lo que estamos viviendo. Es la fe en Cristo la que nos va a permitir hoy, a pesar de la emigración de nuestros seres queridos, el aumento de la pobreza, el deterioro social y tanto sufrimiento, vivir confiados en que el futuro será luminoso, porque el futuro del hombre es Cristo y Cristo es la Luz del mundo.
  3. La fe en Dios nos lleva a vivir en esta tierra como peregrinos, caminantes con esperanza, trabajando por un mundo mejor, pero con la mirada puesta en el cielo, en la vida eterna. Cuando Jesús llegó al lugar donde habían enterrado a su gran amigo Lázaro, dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que crea en Mí, aunque muera, vivirá; y el que está vivo y cree en Mí, no morirá para siempre” (Jn 11, 25). El anuncio de que Cristo ha resucitado es el núcleo de la fe en Él. Creer en Jesucristo es creer que Él está vivo, nos acompaña en cada momento de nuestra vida, nos comunica su vida en los sacramentos de la Iglesia; está presente entre nosotros, especialmente en los más débiles y necesitados (cf. Mt 25, 31ss) y nos aguarda en la casa del Padre, donde ya Él ha ido a prepararnos un lugar (cf. Jn 14, 1-4).
  4. Por esta fe nos consuela celebrar la Misa y orar en favor de las almas de nuestros difuntos. Con estas súplicas, damos gracias a Dios por el bien que hicieron y ofrecemos el sacrificio salvador de Cristo por el perdón de sus pecados. Nos anima la esperanza de volvernos a encontrar en el hogar del Cielo.
  5. En el Credo, compendio de nuestra fe, anunciamos: “Creo en la comunión de los santos”. Santos son aquellos cristianos que por su vida de fe, esperanza y caridad están en comunión con Cristo Resucitado. Los que ya han fallecido y que la Iglesia reconoce están en el cielo, nos acompañan con sus oraciones y ejemplo. Ellos nos indican que el ideal de la santidad es posible, siempre que nos dejemos transformar por la gracia de Dios.
  6. Los obispos vemos con agrado la devoción de ustedes, pueblo de Dios, a María Santísima y a tantos santos y santas del Señor que, con su testimonio de vida, nos ayudan a acercarnos más a Cristo. Los invitamos a imitarlos en su desempeño como discípulos de Jesús y a aspirar a ser santos como ellos.

Cristo único Salvador

  1. Para acoger la fe y dejar que ella transforme nuestra vida, necesitamos ser salvados por Cristo con la firme convicción que “ningún otro puede salvar; bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos” (Hch 4, 12).
  2. Quizás no tenemos claro en qué consiste la salvación y de qué necesitamos ser salvados. A veces creemos que la salvación sería lograr una vida mejor en el orden material e incluso conseguir avances en el campo de la medicina para paliar el dolor y encontrar los remedios necesarios a enfermedades que nos afligen. En efecto, para algunos la salvación tendría que venir de la ciencia, de la invención y aplicación de nuevas tecnologías. Dios no es enemigo del progreso integral del ser humano. Pero sabemos que ninguna aportación científica o técnica puede enseñarnos a amar, librarnos de la soledad, capacitarnos para superar los vicios, hacernos felices o darnos la vida eterna.
  3. La salvación tampoco se encuentra en cualquier experiencia religiosa. Cuando se parte del temor y se nutre de él, se hace negocio económico con el sufrimiento humano y no hay compromiso ético de mejorar la vida y hacer el bien, esa religión deshumaniza al hombre y lo convierte en esclavo del miedo, de tabúes y de supersticiones. El ideal del hombre religioso tampoco es alcanzar una especie de autocontrol, serenidad o equilibrio psicológico; sino la unión con Dios que se manifiesta en el amor concreto y servicial al prójimo.
  4. La verdadera salvación es la liberación del mal, del poder del pecado, que esclaviza física y espiritualmente. Es una transformación integral del hombre, cuerpo y alma. La verdadera salvación es participación en la vida de Cristo y por eso mismo, participar de la vida eterna, vida que por la gracia empezamos a tener ya en esta tierra desde el momento del bautismo, pero que se hará plena y definitiva en la comunión perfecta con Dios en el cielo[1].
  5. Esa salvación acogida en la fe y recibida en los sacramentos de la Iglesia, produce alegría en los discípulos de Cristo. Y como sucede siempre cuando estamos alegres, queremos compartir esa dicha con los demás. Por eso, la fe genera en nosotros un dinamismo misionero. No se concibe un verdadero cristiano que no comparta su fe con los otros: familia, amistades, vecinos, compañeros de trabajo o estudio.
  6. La fe cristiana es también esencialmente comunitaria. No se vive la fe en Cristo en solitario, sino en el seno de la familia de los hijos de Dios que es la Iglesia. La comunidad de los creyentes en Cristo es un pueblo santo, el pueblo de Dios, llamados a caminar juntos, ofreciendo un espacio de fraternidad y acogida, y compartiendo con todos, la alegría del Evangelio.

María de la Caridad, Madre de la Fe de los cubanos

  1. Al concluir nuestro mensaje, los obispos dirigimos nuestra oración agradecida a la Virgen María de la Caridad del Cobre. Ella ha sido, sin lugar a dudas, la madre de la fe de muchos cubanos. Ella sostuvo la fe y la esperanza de nuestros mambises, en aquellos tiempos difíciles de nuestra historia cuando luchaban por la independencia de la Patria. En los momentos en que manifestarse cristiano suponía riesgos y hostilidad para los discípulos de Cristo, Ella fortaleció la fe de los fieles y custodió en el silencio del corazón la fe de los débiles. No son pocos los que le han dirigido sus súplicas, cantos, flores, velas y lágrimas, en momentos de dolor o angustia, o para darle gracias por su intercesión ¡Cuántos de nosotros no hemos llegado hasta Cristo porque la devoción a la Virgen de la Caridad nos condujo hasta Él!
  2. La Biblia nos dice que, cuando María llegó a visitar a su pariente Isabel, ésta la saludó así: “Feliz tú, la que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1, 45). En ese bello saludo, María adquiere por así decirlo, un nombre nuevo y propio: la que has creído. Esto es, la mujer de la fe. Porque creyó al Ángel cuando este le hizo la propuesta de acoger en su vientre bendito al Salvador (Lc 1, 26-39). Porque creyó en las bodas de Caná que Jesús podía darnos lo mejor (Jn 2, 1-11). Porque creyó en el momento de la Cruz que su Hijo estaba salvando al mundo por el amor (Jn 19, 26-27). Porque creyó que, en medio de la Iglesia naciente, estaba presente y actuando el Espíritu de su Hijo Resucitado, y que este se manifestaría a todas las naciones y que se harían discípulos en todas ellas (Hch 1, 14).
  3. Madre de la Caridad. Mujer de fe sencilla, fuerte y perseverante, custodia la fe de este pueblo e indícanos siempre el camino para llegar a tu Hijo Jesucristo. Amén.

Con nuestra bendición y afecto,
La Habana, 8 de septiembre de 2023
Solemnidad de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre

+ Cardenal Juan de la C. García Rodríguez, Arzobispo de La Habana
+ Dionisio García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba
+ Wilfredo Pino Estévez, Arzobispo de Camagüey
+ Emilio Aranguren Echeverría, Obispo de Holguín y Presidente de la COCC
+ Arturo González Amador, Obispo de Santa Clara
+ Álvaro Beyra Luarca, Obispo de Bayamo-Manzanillo
+ Domingo Oropesa Lorente, Obispo de Cienfuegos
+ Juan de Dios Hernández Ruiz SJ, Obispo de Pinar del Río y Secretario General de la COCC
+ Juan Gabriel Díaz Ruiz, Obispo de Matanzas
+ Silvano Pedroso Montalvo, Obispo de Guantánamo-Baracoa
+ Marcos Pirán, Obispo Auxiliar de Holguín
+ Eloy Ricardo Domínguez Martínez, Obispo Auxiliar de La Habana
Dariusz Josef Chalupznski, Administrador Diocesano de Ciego de Ávila

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