Otorgan Distinción “Mons. Carlos Manuel de Céspedes” al Cardenal Jaime Ortega

Por: Delia María López Campistrous

Tomado de Nosotros Hoy – Segmento noticioso del Sitio WEB de la COCC 

Arquidiócesis de La Habana, 18 de junio de 2019 / La Distinción “Monseñor Carlos Manuel de Céspedes”, instituida por la Comisión de Cultura de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) para reconocer a personalidades e instituciones católicas que, inspiradas en la fe cristiana, despliegan una notoria labor de evangelización de la cultura, fue otorgada al cardenal Jaime Lucas Ortega Alamino, arzobispo emérito de La Habana.

La entrega tuvo lugar en una sencilla ceremonia privada, acontecida en la tarde del 12 de junio último, en el Centro Cultural “Padre Félix Varela”, con la presencia del Episcopado cubano.

Las palabras de elogio fueron pronunciadas por el Dr. Gustavo Andújar, cercano colaborador del homenajeado, y la velada tuvo un especial momento de espiritualidad y cultura al interpretar el padre Jorge Catasús el tema “Palabra encarnada” de su autoría.

El acto culminó con una oración a la Virgen de la Caridad, Madre de los cubanos y la bendición extendida por Mons. Ortega a los presentes.

La labor pastoral realizada por Mons. Jaime Ortega en su diócesis natal de Matanzas, como párroco y profesor del Seminario San Carlos y San Ambrosio le ganaron un prestigio dentro de la Iglesia que peregrina en Cuba. En 1978 fue nombrado Obispo de Pinar del Río, y posteriormente, en 1981, comenzó a pastorear la Arquidiócesis de La Habana.

Su compromiso sacerdotal lo impulsó a labrar nuevas vías a los medios de comunicación social, materializando la creación de revistas como Palabra Nueva, en 1992; Espacio Laical; Amor y Vida.  Desde su vivencia de la fe, tendió puentes hacia el mundo de la cultura, creando el Centro Cultural “Padre Félix Varela”, en 2011, institución desde donde irradia la sensibilidad cristiana en proyectos de formación y promoción para el cultivo de la persona humana.

Su lema episcopal “Te basta mi gracia” (2Co,12,9) podría resumir la humildad con que este siervo de Dios ha emprendido su ministerio que, como resaltó el Papa Francisco en su misiva por los cincuenta años de vida sacerdotal del padre Jaime, se ha destacado por la denodada actividad pastoral, la preocupación por la cuestión social y la elevada espiritualidad que lo exaltaron al Colegio Cardenalicio por creación de Su Santidad el Papa San Juan Pablo II en 1994. El Cardenal Jaime Ortega Alamino ha recibido -entre innumerables galardones- doctorados Honoris Causa de diversas universidades norteamericanas; ha ocupado importantes responsabilidades en la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, el Consejo Episcopal Latinoamericano y como Consejero de la Pontificia Comisión para América Latina.

Siendo Presidente de la Comisión Episcopal para la Cultura de la COCC, se estableció la Distinción para la Cultura que -por su recomendación- fue nombrada en memoria del pastor del pueblo de Dios, Mons. Carlos Manuel de Céspedes. El pasado año, presidiendo la Comisión Mons. Juan Gabriel Díaz Ruiz, obispo de Ciego de Ávila, recayó el galardón en la Cátedra de Estudios Culturales y revista Vivarium, proyecto que fructificó en la Arquidiócesis de La Habana bajo la acción pastoral del Cardenal.

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Santiago de Cuba, 16 de mayo de 2019

Estimados Hnos. obispos, agentes de pastoral, asesores de los grupos de jóvenes, miembros de las comisiones diocesanas de Pastoral Juvenil.

Se acerca el inicio de la Jornada Nacional de los Jóvenes (JNJ) a celebrarse en Santiago de Cuba entre los días 1º al 4 de agosto. Esta es la 2da. Edición. Personalmente estoy gratamente sorprendido por el entusiasmo mostrado por nuestros jóvenes al querer participar en la misma. Ésta es una buena oportunidad para potenciar el trabajo de la Pastoral Juvenil. Los jóvenes necesitan y esperan de nuestro apoyo y compromiso para con ellos.

Al preparar esta JNJ queremos lograr lo siguiente:

  • Que sea un punto de inflexión dentro de un proceso pastoral. Mirada larga: No un evento, sí un proceso.
  • Que tenga en cuenta y sea expresión práctica del Plan Pastoral de la Iglesia Católica en Cuba 2014-2020.
  • Que fortalezca el compromiso bautismal de los jóvenes con la Virgen María como modelo: “A Jesús por María”
  • Que los jóvenes se reafirmen en su condición de “Discípulos Misioneros y Testigos de su fe”, en la familia, la comunidad y en la sociedad.
  • Que favorezca y refuerce la integración de la pastoral juvenil a la vida diocesana, parroquial, y entre los grupos de jóvenes de una misma diócesis.
  • Que los jóvenes descubran que Dios tiene un plan de salvación para cada persona. Que cuenta con todos y cada uno de ellos. Eso sólo se descubre desde la generosidad, el compromiso y la búsqueda seria y sincera de la Vocación a la que el Señor nos llama.
  • Qué experimenten la cercanía de la Iglesia y la atención privilegiada que esta desea brindarles. Son los hijos menores y la esperanza de la familia, la Iglesia y la sociedad.

Teniendo en cuenta lo anterior reafirmamos nuestra intención de que esta JNJ tenga un carácter testimonial, misionero y diocesano. Los jóvenes vendrán a Santiago como peregrinos enviados por sus diócesis al Santuario de nuestra Madre, la Virgen de la Caridad del Cobre, y cómo misioneros que quieren dar testimonio alegre de su fe en nuestras parroquias, en las comunidades y en la sociedad.

Queremos que las diócesis participen de manera activa y con antelación en los eventos misioneros y en las catequesis que se llevarán a cabo en las parroquias de acogida. Necesitamos que la coordinación entre éstas y la diócesis asignada sea fluida y que los jóvenes sepan, de antemano, lo que van a hacer y puedan así aportar sus ideas y experiencias.

Testigos en las familias: Serán acogidos por nuestras familias y por otras familias amigas. No habrá, tal vez, muchas comodidades, pero sí mucho afecto. Allí tendrán cama y baño. Los jóvenes deben ser una Buena Noticia para la familia que les acoge y está los debe.

recibir como quien recibe a Cristo. Seguro que a algunos les tocará el suelo como cabecera, pero estamos seguros que eso lo sabrán ofrecer generosamente.

Testigos en las parroquias y comunidades: Las comidas, las catequesis, la Eucaristía, la oración matutina, las misiones, el compartir comunitario, etc. lo harán en las parroquias. Allí serán recibidos como hermanos por los miembros de las comunidades, y los que vienen darán su testimonio responsable de cristiano. Allí se unirán a los jóvenes de la comunidad. 

Testigos en la sociedad: Las misiones programadas en las calles, los barrios y poblados; la ceremonia de apertura en una plaza popular entre los jóvenes; la Feria Vocacional y la Fiesta del Perdón en dos templos cercanos y céntricos, el Viacrucis que terminará en el atrio de la Catedral, les convertirá en testigos alegres de la fe para todo el pueblo.

La última noche, en El Cobre, el Rosario peregrino nos llevará, de la mano de María, al encuentro con Jesús y a los pies de la bendita imagen de nuestra Patrona, la Virgen de la Caridad. Allí tendremos, la adoración eucarística y, en la madrugada del domingo, la misa de acción de gracias a nuestro Padre que nos ama. Le pediremos que nos de fuerza para ser hombres y mujeres de bien y que regresemos a nuestros pueblos, familias y comunidades, llenos de esperanza para contar las experiencias y continuar siendo allí “Discípulos testigos y misioneros”.

Contamos con la presencia de todos los obispos y de los agentes consagrados y asesores de los grupos juveniles. Cada uno tiene asignada su participación. La Iglesia de Santiago de Cuba les acogerá y recibirá fraternalmente, cuyos fieles también que se unirán a nuestras celebraciones.

Participemos sabiendo que vamos a la JNJ a celebrar y a compartir con alegría nuestra fe, a animarnos mutuamente y a encontrarnos más íntimamente con Jesús. A sortear con generosidad las dificultades que se presenten. Así retornaremos a nuestras diócesis, parroquias, comunidades y familias, con la satisfacción de haber sido testigos y misioneros de Jesús Resucitado y con el compromiso de querer servirle más y mejor a Él y a los hermanos, con el propósito de querer seguirle generosamente en la vocación a la que nos sentimos llamados.

María nos enseña el camino: “He aquí la sierva del Señor”

“Hágase en mí según tu palabra”

“La Caridad nos une”.

Mons Dionisio García Ibáñez

Arzobispo de Santiago de Cuba

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Pastoral Juvenil de la Parroquia de Baire presentan video promocional de la JNJ santiaguera en redes

Por: Ivonne García Castaño

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 20 de mayo de 2019 / La Pastoral Juvenil de la Parroquia de Baire con el talento profesional de personal de la Emisora municipal, ha puesto en los medios digitales, un breve video promocional de la JNJ que tendrá lugar en Santiago de Cuba en el próximo verano.

Los jóvenes del terruño del histórico Grito de libertad, se suman al entusiasmo de la diócesis primada en la acogida de más de dos millares de jóvenes cristianos de todo el país. Son muchas las iniciativas que ya se prevén a niveles parroquiales y diocesano.

El video se puede encontrar en el perfil de Facebook de la JMJ Cuba, así como en su YouTube.

Esperamos con entusiasmo a las delegaciones de todas las diócesis cubanas.

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Alocución Radial de Mons. Dionisio García Ibáñez

Transmitida viernes 19 de abril de 2019 por la Emisora de Radio CMKC

Semana Santa 2019

“Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y, que a mi vez os he trasmitido” Cor 1,23. Que Jesucristo murió en la cruz para salvarnos. 

Queridos Hermanos y hermanas.

Siguiendo la buena costumbre, establecida por varios años, hoy Viernes Santo, con agrado me dirijo a Ustedes en este día tan significativo de Semana Santa; les deseo Paz y Bien a todos los radioyentes y trabajadores de la emisora CMKC y a todos los santiagueros de buena voluntad.

Hago extensivo este deseo de Paz y Bien a sus familias, sobre todo aquellas que más necesitan la presencia de Dios en sus vidas. No estamos solos, otros podrán dejarnos, olvidarnos o abandonarnos, Dios siempre estará presente. Les animo a buscarlo con fe, con esperanza, porque Él siempre se hace encontrar.

El domingo pasado se inició la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos. Los cristianos acudimos a las iglesias y recogimos los ramos benditos, recordando así la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Llevamos los ramos a nuestras casas para que, al verlos, nos recuerden que queremos recibir a Jesús en nuestro corazón y en nuestro hogar.

Ayer, Jueves Santo, celebramos la última Cena de Jesús con sus discípulos. En esta cena, horas  antes de la Pasión en la que entregaría su vida por nosotros, nos dejó el mandato de celebrar la santa Misa, para que recordemos y renovemos “hasta el fin de los tiempos” su sacrificio y ofrenda en la Cruz, por nosotros. En esa última cena Él les pidió a sus discípulos que, aquel que quisiera ser el primero entre ellos se pusiera al servicio de los demás. Para significar esto, Él, que era el maestro y Señor, se puso a lavarles los pies como hacían los siervos y esclavos. Por eso, en nuestras Iglesias se celebra diariamente la Santa Misa.

Hoy Viernes Santo, en todos los templos y casas de oración, recordaremos la Pasión de Jesús. Le acompañaremos en su camino hacia el monte Calvario donde fue crucificado. Allí estaremos junto a la Virgen María, su madre, al apóstol san Juan y algunas otras mujeres que lo acompañaron hasta el final. Leeremos el relato bíblico que narra estos hechos y pediremos a Dios por las necesidades de todos los hombres.  Al final de la celebración veneraremos la Cruz que, desde entonces, es signo de la victoria de Cristo sobre el mundo. 

Mañana, Sábado Santo, por la noche o el domingo en la madrugada, celebraremos en la Vigilia Pascual, la Resurrección de Cristo, su triunfo sobre la muerte, el mal y el pecado. La obscuridad de la noche será iluminada por la luz de las velas que encienden los fieles recordando que Cristo es la Luz del Mundo que destruye las obras del mal y que ilumina nuestras vidas para poder encontrarnos con Él, que es Camino, Verdad, Vida y además le da sentido a nuestra existencia. También seremos rociados con agua bendita recordando nuestro bautismo y el perdón de nuestros pecados que Jesucristo nos ha alcanzado con su muerte y resurrección.

(Canción)

Me podrán preguntar, ¿Cómo conocemos estar verdades? Pues por la Biblia, por la fe y el testimonio de los apóstoles y los discípulos de Jesús, que conservaron y transmitieron su mensaje de generación en generación. De tal manera que Jesucristo es venerado en todas las naciones y pueblos y su presencia ha cambiado la historia de la humanidad. También Él está presente entre nosotros, aún entre los que lo niegan, pues su enseñanza está en las raíces de nuestra cultura.

Por eso he comenzado este mensaje recordando la frase que San Pablo le dice los cristianos de la ciudad de Corinto: “Yo he recibido una tradición, que procede del Señor Jesús”. Los apóstoles y primeros discípulos de Jesús transmitieron lo que habían visto, oído y aprendido junto a Jesús.  Y lo hicieron, a viva voz primero y luego poniendo por escrito sus testimonios, los mismos que después formaron parte de la Biblia. Esta tradición fue la que San Pablo recibió y a su vez transmitió en sus cartas que también forman parte de la Biblia. Como vemos lo que Pablo escribió procede del mismo Señor Jesús.

Los que escucharon y conocieron estas verdades las fueron aceptando, se convirtieron, y se unieron en comunidades que, queriendo ser fieles a la verdad y a Jesús, conservaron estas tradiciones y enseñanzas y a su vez las transmitieron. Así comenzó la Iglesia que continúa su obra hasta el día de hoy y que seguirá, hasta el final de los tiempos.

Para ser fiel al mandato de Pablo de transmitir las verdades que hemos recibido, quisiera recordarles algunos versículos de la Biblia que se leen en estos días en las iglesias para que nos sirvan de conocimiento, recuerdo y meditación.

El Jueves Santo: 1Cor. 11, 23-26

“Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez les transmito a Ustedes: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.

Lo mismo hizo con la copa, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre. Hagan esto en memoria mía.

Por eso cada vez que coman de este pan y beban de este cáliz proclamarán la muerte del Señor, hasta que vuelva”.

El Viernes Santo: Carta a los hebreos 5,7-9

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su actitud reverente. El a pesar de ser Hijo de Dios, aprendió sufriendo a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de la salvación eterna”

Domingo de resurrección: lectura de algunos fragmentos del Evangelio según san Mateo, 28:

El primer día de la semana, de madrugada, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro.Un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra (del sepulcro) y habló a las mujeres. Ustedes no teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado.

No está aquí: Ha resucitado, como había dicho. Vengan a ver el sitio donde yacía y vayan aprisa a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos”.

La mejor manera de corresponder al amor de Dios por nosotros es haciendo el bien y evitando hacerles mal a otros. Recordando y cumpliendo el mandato que Dios nos da para ser felices: Ama a Dios por sobre todas las cosas y trata a los demás como tú deseas que te traten a ti.

Que estos sean días de reafirmar nuestra fe, de oración fiel a Dios, de lectura de la Biblia, de asistir a los templos, de hacer el bien, de ayudar al que lo necesite, de evitar el escándalo y la bulla para unirnos así al dolor de Jesús y de su madre María. Para después el Domingo celebrar su Resurrección Gloriosa.

Cristo ha resucitado, Aleluya.

Les bendice a ustedes y sus familias,

“En el nombre del Padre

Y del Hijo

Y del Espíritu Santo. Amén.

Mons. Dionisio García Ibáñez.

Arzobispo de Santiago de Cuba.

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Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2019

“La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios”

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2019

Queridos hermanos y hermanas:

Cada año, a través de la Madre Iglesia, Dios «concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que […] por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios» (Prefacio I de Cuaresma).

De este modo podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: «Pues hemos sido salvados en esperanza» (Rm 8,24).

Este misterio de salvación, que ya obra en nosotros durante la vida terrena, es un proceso dinámico que incluye también a la historia y a toda la creación. San Pablo llega a decir: «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Desde esta perspectiva querría sugerir algunos puntos de reflexión, que acompañen nuestro camino de conversión en la próxima Cuaresma.

  1. La redención de la creación

La celebración del Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, culmen del año litúrgico, nos llama una y otra vez a vivir un itinerario de preparación, conscientes de que ser conformes a Cristo (cf. Rm 8,29) es un don inestimable de la misericordia de Dios.

Si el hombre vive como hijo de Dios, si vive como persona redimida, que se deja llevar por el Espíritu Santo (cf. Rm8,14), y sabe reconocer y poner en práctica la ley de Dios, comenzando por la que está inscrita en su corazón y en la naturaleza, beneficia también a la creación, cooperando en su redención. Por esto, la creación —dice san Pablo— desea ardientemente que se manifiesten los hijos de Dios, es decir, que cuantos gozan de la gracia del misterio pascual de Jesús disfruten plenamente de sus frutos, destinados a alcanzar su maduración completa en la redención del mismo cuerpo humano.

Cuando la caridad de Cristo transfigura la vida de los santos —espíritu, alma y cuerpo—, estos alaban a Dios y, con la oración, la contemplación y el arte hacen partícipes de ello también a las criaturas, como demuestra de forma admirable el “Cántico del hermano sol” de san Francisco de Asís (cf. Enc. Laudato si’, 87). Sin embargo, en este mundo la armonía generada por la redención está amenazada, hoy y siempre, por la fuerza negativa del pecado y de la muerte.

  1. La fuerza destructiva del pecado

Efectivamente, cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas —y también hacia nosotros mismos—, al considerar, más o menos conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca. Entonces, domina la intemperancia y eso lleva a un estilo de vida que viola los límites que nuestra condición humana y la naturaleza nos piden respetar, y se siguen los deseos incontrolados que en el libro de la Sabiduría se atribuyen a los impíos, o sea a quienes no tienen a Dios como punto de referencia de sus acciones, ni una esperanza para el futuro (cf. 2,1-11). Si no anhelamos continuamente la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo y ya, del tener cada vez más acaba por imponerse.

Como sabemos, la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición entre los hombres interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación, a la cual estamos vinculados ante todo mediante nuestro cuerpo. El hecho de que se haya roto la comunión con Dios, también ha dañado la relación armoniosa de los seres humanos con el ambiente en el que están llamados a vivir, de manera que el jardín se ha transformado en un desierto (cf. Gn 3,17-18). Se trata del pecado que lleva al hombre a considerarse el dios de la creación, a sentirse su dueño absoluto y a no usarla para el fin deseado por el Creador, sino para su propio interés, en detrimento de las criaturas y de los demás.

Cuando se abandona la ley de Dios, la ley del amor, acaba triunfando la ley del más fuerte sobre el más débil. El pecado que anida en el corazón del hombre (cf. Mc 7,20-23) —y se manifiesta como avidez, afán por un bienestar desmedido, desinterés por el bien de los demás y a menudo también por el propio— lleva a la explotación de la creación, de las personas y del medio ambiente, según la codicia insaciable que considera todo deseo como un derecho y que antes o después acabará por destruir incluso a quien vive bajo su dominio.

  1. La fuerza regeneradora del arrepentimiento y del perdón

Por esto, la creación tiene la irrefrenable necesidad de que se manifiesten los hijos de Dios, aquellos que se han convertido en una “nueva creación”: «Si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo» (2 Co 5,17). En efecto, manifestándose, también la creación puede “celebrar la Pascua”: abrirse a los cielos nuevos y a la tierra nueva (cf. Ap 21,1). Y el camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual.

Esta “impaciencia”, esta expectación de la creación encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los hijos de Dios, es decir cuando los cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el “trabajo” que supone la conversión. Toda la creación está llamada a salir, junto con nosotros, «de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm8,21). La Cuaresma es signo sacramental de esta conversión, es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna.

Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de “devorarlo” todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón. Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia. Dar limosna para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad.

Queridos hermanos y hermanas, la “Cuaresma” del Hijo de Dios fue un entrar en el desierto de la creación para hacer que volviese a ser aquel jardín de la comunión con Dios que era antes del pecado original (cf. Mc 1,12-13; Is 51,3). Que nuestra Cuaresma suponga recorrer ese mismo camino, para llevar también la esperanza de Cristo a la creación, que «será liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21). No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación.

Vaticano, 4 de octubre de 2018

Fiesta de san Francisco de Asís

Francisco

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MENSAJE DE LOS OBISPOS CATÓLICOS CUBANOS EN RELACIÓN CON LA NUEVA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE CUBA QUE SERÁ SOMETIDA A REFERENDO

“Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa común. La auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales”.

(Mensaje del Papa Francisco

Jornada Mundial de la Paz, 2019)

 Queridos hermanos:

1. Como es sabido el próximo 24 de febrero el texto para una nueva Constitución de la República de Cuba será sometido al pueblo para que lo confirme o no. Durante el proceso de consulta los obispos cubanos emitimos un Mensaje, el pasado mes de octubre, exponiendo algunas consideraciones con el fin de esclarecer la conciencia y ayudar al ejercicio libre y responsable del derecho que tiene cada cubano de ejercer su voto.

2. Dada la importancia que tiene la Constitución para el futuro de nuestro pueblo, hoy, nuevamente con el propósito de dar a conocer a nuestros fieles y a las personas que han solicitado el parecer de la Iglesia, sentimos la necesidad de expresar el resultado de nuestra reflexión sobre el texto que ha sido aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular.

3. A su vez, nos parece necesario resaltar que “la Constitución en cuanto ley fundamental se aplica por igual a todos los ciudadanos e instituciones sin importar la índole de los mismos”[1]. Así pues, el objetivo de la Constitución es salvaguardar y garantizar el ejercicio de los derechos y deberes de cada ciudadano sin discriminación alguna y respetando su dignidad, como es reconocido por el Derecho Internacional.

4.Los obispos católicos de Cuba hemos querido con este Mensaje, sin que así agotemos otros aspectos de la Constitución, priorizar cuatro temas: la exclusión de otras formas de realización plena del ser humano diferentes a las del socialismo y del comunismo, la recta comprensión de un Estado laico, la visión integral del matrimonio y la familia y la economía al servicio del bien común.

La sustentación ideológica de la Constitución

5. En el Preámbulo[2] del texto propuesto a referendo ha sido añadida, como novedad, la afirmación: “solo en el socialismo y en el comunismo el ser humano alcanza su dignidad plena”, excluyendo así otras visiones sobre el hombre, la sociedad y el universo que no asumen la ideología marxista-leninista que, históricamente, también en nuestra Patria, ha inspirado y sostenido el ideario comunista.

6. Lo absoluto de tal afirmación que aparece en el texto constitucional excluye el ejercicio efectivo del derecho a la pluralidad de pensamiento acerca del hombre y del ordenamiento de la sociedad. La pluralidad debe ser salvaguardada por la Constitución, tal como ella misma expresa en el Artículo 1[3] al citar a José Martí: “Con todos y para el bien de todos”[4]. Esta convicción, los obispos cubanos la expresamos en la Circular del 21 de noviembre de 1991: “El cristiano no puede ser obligado a someterse a una concepción de la realidad que no corresponda a su conciencia humana iluminada por la fe”[5]

7. De acuerdo con lo anteriormente dicho acerca de una ideología única en orden a la realización personal y social que sirve de fundamento e inspiración al texto constitucional y a toda la legislación posterior, cabe recordar la afirmación de José Martí que ya expusimos en nuestro mensaje del pasado 24 de octubre: “Una Constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos” [6]

El Estado laico

8. Los obispos vemos con agrado que en el artículo 15 se agregara la afirmación “El Estado cubano es laico”, es decir, que respeta el derecho que tiene cada persona a creer, vivir y manifestar los valores que corresponden a su fe, esto es, la aceptación de la pluralidad. Sin embargo, esta afirmación no corresponde con lo expresado en el Preámbulo del texto constitucional, al presentar el carácter absoluto de la ideología marxista-leninista.

9. Por tal motivo, es bueno recordar que la libertad de practicar la religión propia no es la simple libertad de tener creencias religiosas sino la libertad de cada persona a vivir conforme a su fe y de expresarla públicamente, teniendo por límite el respeto al otro.

10. A su vez, “en nuestro caso concreto, esta libertad implica, además, el reconocimiento jurídico de la Iglesia y de su identidad y misión propias, lo que incluye la posibilidad de dar a conocer su enseñanza moral de acuerdo al Evangelio, de acceder de modo sistemático a los medios de comunicación, la libertad de enseñanza y de evangelización, de construir edificios y de adquirir y poseer bienes adecuados para su actividad; la libertad de asociarse para fines no solo estrictamente religiosos, sino también educativos, culturales, de salud y caritativos”[7]. Aspectos estos que no han sido lo suficientemente explícitos en el texto constitucional.

11. También constatamos respecto a la objeción de conciencia que no se expresa que la preservación del derecho de unos no implique el violentar el derecho y la conciencia de otros.

Matrimonio, familia y educación

12. Respecto al artículo 68 del anteproyecto de Constitución en el que se proponía la definición de matrimonio como “la unión entre dos personas” y dada la incidencia e importancia para el futuro de la familia, de la sociedad y de la educación de las nuevas generaciones, es natural que este artículo fuera el que más interés despertara en nuestra población y el que más proposiciones recibiera en el proceso de consulta popular previo a la redacción del nuevo texto constitucional [8].

13. La mayoría de las intervenciones del pueblo iban dirigidas a mantener la definición de matrimonio como “la unión de un hombre y una mujer” como fundamento de la familia, tal como ha sido concebida a lo largo de nuestra cultura e historia, en palabras de José Martí: “el amor es la adhesión ardorosa e incondicional que un individuo de un sexo siente respecto a un individuo del otro. La diferencia de sexos es, no solo su cualidad, sino su esencia característica”[9].

14. El texto constitucional propuesto a referendo, en lo referente al matrimonio, no ha tenido en cuenta la opinión mayoritaria de la población. Si bien en el nuevo texto se ha eliminado la definición de “matrimonio como la unión entre dos personas”, lo cual apreciamos, sin embargo, en los artículos 81 y 82 del texto actual, se abre el camino para que, en el futuro se reconozca como matrimonio la unión de personas del mismo sexo con todas sus prerrogativas.

15. Según la definición de familia que aparece en los artículos citados se introduce la posibilidad real de que, en las leyes complementarias posteriores, no se respete el sentir y la voluntad expresada mayoritariamente por nuestro pueblo, la cual ha defendido la institución del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.

16. Por lo anteriormente expresado, lamentamos que no ha habido cambio sustancial en lo referente al matrimonio y a la familia con lo propuesto en el Anteproyecto debatido en la consulta popular, pues al presentar en la Asamblea Nacional el nuevo texto y sin ser cuestionado por ningún otro diputado se dijo que: “respecto a los sujetos del matrimonio se utiliza el concepto de cónyuges, construcción jurídica que hace alusión a las personas que han formalizado el vínculo matrimonial y que en modo alguno limita la posibilidad de que personas del mismo género puedan acceder al matrimonio como forma de reconocimiento jurídico de la unión que han deseado construir”[10]

17. Habiéndose comprobado que nuestro pueblo, en una porción significativamente alta, valora el matrimonio y la familia según el orden natural, es necesario que este deseo no se vea frustrado, ni en el presente ni en el futuro, con la introducción de formas jurídicas que no respondan a lo que el pueblo expresó en la consulta popular que se hizo.

18. Recordamos lo que dijimos en el Mensaje de octubre pasado: “la enseñanza de la Iglesia siempre ha sido clara: El amor recíproco y complementario entre el hombre y la mujer fundamenta la vocación al matrimonio y a la familia, estableciendo una unidad que no puede equipararse a ninguna otra”[11].

19. En este contexto valoramos que la Constitución, en su Artículo 84, reconozca “la responsabilidad y funciones esenciales de la familia en la formación integral de las nuevas generaciones en los valores morales, éticos y cívicos”, pero, al mismo tiempo, no aparece que “la familia tiene una función original e insustituible en la educación de los hijos”[12], lo cual coincide con la Declaración de los Derechos Humanos cuando dice que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darle a sus hijos”[13].

La economía al servicio del bien común

20. Y como cuarto aspecto hemos querido tener en cuenta, como ya lo expresamos en nuestro anterior Mensaje: “el principio de la Doctrina Social de la Iglesia que reconoce el destino universal de los bienes y la función social de la propiedad para lograr el desarrollo integral de la persona, la familia y el bien común, por ello, nos complace que el Proyecto de Constitución también reconozca la propiedad privada, aunque siempre se deberá tener en cuenta que los límites de cualquier propiedad deben estar solamente condicionados por el principio descrito anteriormente. En este campo, consideramos que lo expuesto con relación a la inversión extranjera debe ser extendido al ciudadano cubano sustentado esto en la igualdad de todos los cubanos en sus derechos, deberes y oportunidades sin discriminación alguna”[14].

Conclusiones

21. Exhortamos a que cada ciudadano, con su voto responsable y desde su conciencia, contribuya a la edificación de una sociedad en la que todos los cubanos nos sintamos respetados en nuestros derechos y, al mismo tiempo, construyamos una vida digna y próspera con la participación de todos sin exclusión.

22. Estas intenciones las encomendamos a la Virgen de la Caridad, Madre de todos los cubanos, e imploramos la bendición de Dios sobre nuestra querida Patria.

La Habana, 2 de febrero de 2019.

Fiesta de la Presentación del Señor

+ Dionisio García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba

+ Juan de la Caridad García Rodríguez, Arzobispo de La Habana

+ Wilfredo Pino Estévez, Arzobispo de Camagüey

+ Emilio Aranguren Echeverría, Obispo de Holguín, Presidente de la COCC

+ Arturo González Amador, Obispo de Santa Clara, Vicepresidente de la COCC

+ Manuel Hilario de Céspedes y García-Menocal, Obispo de Matanzas

+ Jorge Enrique Serpa Pérez, Obispo de Pinar del Río

+ Álvaro Beyra Luarca, Obispo de Bayamo-Manzanillo

+ Domingo Oropesa Lorente, Obispo de Cienfuegos

+ Juan Gabriel Díaz Ruiz, Obispo de Ciego de Ávila

+ Silvano Pedroso Montalvo, Obispo de Guantánamo-Baracoa

+ Juan de Dios Hernández Ruiz SJ, Obispo Auxiliar de La Habana, Secretario General de la COCC

 

[1] Mensaje Pastoral de los Obispos Católicos de Cuba, 24 octubre 2018 n. 6

[2] Preámbulo del texto constitucional, párrafo: “Convencidos …”

[3] Constitución de la República: Título I: Fundamentos Políticos – Capítulo I “Principios Fundamentales” –

[4] José Martí, “Con todos y para el bien de todos”, Discurso pronunciado por José Martí en el Liceo Cubano en Tampa el 26 noviembre 1891

[5] Circular de los Obispos de Cuba “sobre la posible admisión de los creyentes en el PCC”, n. 8

[6] José Martí, “Carta de New York, 23 de mayo de 1882, Obras Completas, Tomo IX, páginas 307 y 308.

[7]  Mensaje Pastoral de los Obispos Católicos de Cuba, 24 octubre 2018 n. 16

[8]  cf. Informe del Secretario del Consejo de Estado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Periódico Granma, 18 de diciembre de 2018

[9]  José Martí, Cuadernos de apuntes, t. 21, p. 114. Obras completas, edición 1975.

[10]  “No hay retrocesos” Granma 27 de diciembre de 2018

[11]  Mensaje Pastoral de los Obispos Católicos de Cuba, 24 octubre 2018 n. 19

[12]  Concilio Vaticano II, Declaración sobre la Educación Cristiana de la juventud n. 3

[13]  Artículo 26, inciso 3

[14] Mensaje Pastoral de los Obispos Católicos de Cuba, 24 octubre 2018 n. 21

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Las bendiciones de Dios

Las bendiciones de Dios

Por: Rosario de la Caridad Vázquez Fernández

Fotos: tomadas de perfiles de facebook

¡Los imposibles no existen para los que aman y siguen a Jesús! Desde el 22 y hasta el 27 de enero, la delegación cubana más grande de la historia, está participando en la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en Panamá.

Muchos han sido los momentos que han emocionado a los cubanos, pues la oración, la alegría de compartir con jóvenes de todo el mundo, las catequesis, la música, los bailes y todas las demás experiencias han sido benditas. Sin embargo, Dios, en la mañana de hoy tuvo una deferencia, pues la Eucaristía se animó mucho más cuando el Papa Francisco hizo su entrada en la capilla del colegio Las Esclavas, lugar de acogida.

Este colegio está ubicado muy cerca de la Nunciatura Apostólica de la Ciudad de Panamá y los cubanos esperaban ansiosos esta posibilidad, aunque nunca imaginaron la magnitud que tendría. Con cariño y confianza, el sucesor de Pedro habló a los presentes y una vez más pidió que oraran por Él.

En otro momento, Victoria Villarreal, asesora de Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba; dijo unas palabras a nombre de todos los jóvenes cubanos presentes y también, recordando a cada uno de los que están en Cuba.

La Eucaristía, presidida por Monseñor Álvaro Beira, obispo de la diócesis Bayamo-Manzanillo, fue momento para recordar la primera visita papal a Cuba, hace 21 años de San Juan Pablo II y justo en el momento de la comunión, apareció el amigo Francisco para recordarnos que solo debe ser Jesús la prioridad de nuestras vidas. Pudiera parecer casualidad, pero los cristianos solo podemos ver esta mañana como una bendición, como un recuerdo de que Jesús no se aparta de nosotros, que sigue pidiéndonos más y que nos dice: “¡No temas, estoy contigo!”

Es este uno de los momentos que definitivamente marcará la jornada, llena de bendiciones, y que promete ser la semilla de muchas más bendiciones para nuestra Patria, al momento que regresen a Cuba, en unos días, tantos jóvenes comprometidos con su tiempo y con la Iglesia.

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Esta es la joven delegación de la Iglesia santiaguera

Por: P. Eduardo Redondo (asesor de Pastoral Juvenil) y Rosario Vázquez (comunicadora Pastoral Juvenil)

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 13 de enero de 2019 / El sábado 12 de enero, en la Casa de Retiros y Convivencias del Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, monseñor Dionisio García, arzobispo de Santiago de Cuba, convocó a una jornada de oración preparatoria a los 58 jóvenes santiagueros que participarán en la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará del 22 al 27 de enero en Panamá.

La Jornada que invita a una especial mirada a María, nuestra Madre, tiene como lema “He aquí la sierva del Señor, hágase en Mi según Tu Palabra” y permitirá el encuentro de la mayor representación de la historia de la Pastoral Juvenil arquidiocesana y nacional, con el Santo Papa Francisco y la juventud del mundo. La delegación santiaguera está enriquecida con jóvenes de todas las parroquias y de los movimientos juveniles lasallistas y focolares.

Desde el pasado mes de octubre, los jóvenes tuvieron encuentros catequéticos y formativos, que les posibilitarán estar en sintonía con la juventud mundial y hacer un proceso personal y grupal hacia el mayor evento de la juventud católica. En este sentido, Monseñor, propuso dos textos bíblicos que apoyaran el discernimiento entorno a la vida y el compromiso en la Iglesia y en la sociedad. La participación de los jóvenes fue intensa, personal y profunda.

Posteriormente, en conversación con el Arzobispo, los jóvenes expusieron sus experiencias y se refirieron a la necesidad de crecer en el encuentro personal con Jesús, descubrir Su presencia en el hermano, perder el miedo y amar sin medidas. También agradecieron a Dios la posibilidad que regala de vivir esta experiencia, pues casi siempre miramos más las dificultades que las gracias recibidas.

Después del almuerzo, mientras se daban las últimas recomendaciones a tener en cuenta para el viaje, ya podía sentirse la emoción de los “pejoteros”. Al final Mons. Dionisio con su jovialidad acostumbrada supo ganarse el corazón de los muchachos invitándolos a vivir a plenitud la experiencia de Panamá junto al Papa y los jóvenes del mundo, sabiendo que esta delegación representará muy bien a la Iglesia joven santiaguera.

Adjuntos

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Alocución radial de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez por la Navidad

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 24 de diciembre de 2018 / El domingo 23 de diciembre, víspera de la Noche Buena, fue transmitido por la emisora provincial CMKC el ya tradicional mensaje de Navidad de Monseñor Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba.

Apoyado con villancicos, de ritmos tradicionales y actuales, y una sencilla dramatización, el Arzobispo invitaba a todos los santiagueros a vivir y celebrar estos días el verdadero espíritu de la Navidad: “En medio de los adornos, luces, fiestas, ventas y regalos, canciones nos olvidamos de lo fundamental de la Navidad, por eso le invito a tener en cuenta lo siguiente: lo fundamental de la Navidad, es que estamos celebrando el nacimiento de Jesús,  nuestro Salvador, que es el que trae la verdadera alegría, la que se vive no solo en lo exterior, sino que permanece en lo profundo del corazón y nos da, la paz interior que no se agota. La generosidad en el dar y en compartir gratuitamente con los que más lo necesitan, la esperanza firme y alegre, que nos da seguridad en el presente y en el futuro hasta la vida eterna”.

Que la Navidad sea tiempo de “alzar nuestra mirada a Dios que es todo consuelo y es fuente de esperanza”, y de poner el corazón en Dios.

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La buena política está al servicio de la paz

Mensaje del Papa: La buena política está al servicio de la paz

Foto: Vatican News

El mensaje del papa Francisco para la 52ª Jornada Mundial de la Paz, a celebrarse el próximo 1 de enero de 2019, ha sido publicado por la Santa Sede. Bajo el lema “La buena política está al servicio de la paz”, el Papa pone la mirada en buscar las claves o desafíos de una buena política, que se fundamenta en la caridad y las virtudes humanas para ser verdaderamente servidoras de los derechos del hombre y la paz porque “la buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud”.

Recuerda al Papa san Juan XXIII que en su Encíclica Paccen in Terris afirmaba: “Cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel que posee determinados derechos tiene asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos y respetarlos”

El Santo Padre concluye afirmando que la paz es a la vez efecto de “un gran proyecto político” y “un gran desafío”, que exige “conversión del corazón y del alma”, y es una realidad que se realiza tres dimensiones la paz con nosotros mismos, con el otro y con la creación.

A continuación el texto íntegro del mensaje:

La buena política está al servicio de la paz

  1. “Paz a esta casa”
    Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, les dijo: «Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros» (Lc 10,5-6).

Dar la paz está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo. Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres que esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia de la historia humana.[1] La “casa” mencionada por Jesús es cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente, con sus características propias y con su historia; es sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación. También es nuestra “casa común”: el planeta en el que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos llamados a cuidar con interés.

Por tanto, este es también mi deseo al comienzo del nuevo año: “Paz a esta casa”.

  1. El desafío de una buena política
    La paz es como la esperanza de la que habla el poeta Charles Péguy; [2]es como una flor frágil que trata de florecer entre las piedras de la violencia. Sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia. La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción.

Dice Jesús: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). Como subrayaba el Papa san Pablo VI: «Tomar en serio la política en sus diversos niveles ―local, regional, nacional y mundial― es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad».[3]

En efecto, la función y la responsabilidad política constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo. La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad.

  1. Caridad y virtudes humanas para una política al servicio de los derechos humanos y de la paz
    El Papa Benedicto XVI recordaba que «todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la pólis. […] El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y político. […] La acción del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada y sustentada por la caridad, contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la familia humana».[4]Es un programa con el que pueden estar de acuerdo todos los políticos, de cualquier procedencia cultural o religiosa que deseen trabajar juntos por el bien de la familia humana, practicando aquellas virtudes humanas que son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad.

A este respecto, merece la pena recordar las “bienaventuranzas del político”, propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, y que fue un fiel testigo del Evangelio:

Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad.
Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo.[5]

Cada renovación de las funciones electivas, cada cita electoral, cada etapa de la vida pública es una oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran la justicia y el derecho. Estamos convencidos de que la buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud.

  1. Los vicios de la política

En la política, desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios, debidos tanto a la ineptitud personal como a distorsiones en el ambiente y en las instituciones. Es evidente para todos que los vicios de la vida política restan credibilidad a los sistemas en los que ella se ejercita, así como a la autoridad, a las decisiones y a las acciones de las personas que se dedican a ella. Estos vicios, que socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social: la corrupción —en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento de las personas—, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio.

  1. La buena política promueve la participación de los jóvenes y la confianza en el otro
    Cuando el ejercicio del poder político apunta únicamente a proteger los intereses de ciertos individuos privilegiados, el futuro está en peligro y los jóvenes pueden sentirse tentados por la desconfianza, porque se ven condenados a quedar al margen de la sociedad, sin la posibilidad de participar en un proyecto para el futuro. En cambio, cuando la política se traduce, concretamente, en un estímulo de los jóvenes talentos y de las vocaciones que quieren realizarse, la paz se propaga en las conciencias y sobre los rostros. Se llega a una confianza dinámica, que significa “yo confío en ti y creo contigo” en la posibilidad de trabajar juntos por el bien común. La política favorece la paz si se realiza, por lo tanto, reconociendo los carismas y las capacidades de cada persona. «¿Hay acaso algo más bello que una mano tendida? Esta ha sido querida por Dios para dar y recibir. Dios no la ha querido para que mate (cf. Gn4,1ss) o haga sufrir, sino para que cuide y ayude a vivir. Junto con el corazón y la mente, también la mano puede hacerse un instrumento de diálogo».[6]

Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa común. La auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales. Una confianza de ese tipo nunca es fácil de realizar porque las relaciones humanas son complejas. En particular, vivimos en estos tiempos en un clima de desconfianza que echa sus raíces en el miedo al otro o al extraño, en la ansiedad de perder beneficios personales y, lamentablemente, se manifiesta también a nivel político, a través de actitudes de clausura o nacionalismos que ponen en cuestión la fraternidad que tanto necesita nuestro mundo globalizado. Hoy más que nunca, nuestras sociedades necesitan “artesanos de la paz” que puedan ser auténticos mensajeros y testigos de Dios Padre que quiere el bien y la felicidad de la familia humana.

  1. No a la guerra ni a la estrategia del miedo
    Cien años después del fin de la Primera Guerra Mundial, y con el recuerdo de los jóvenes caídos durante aquellos combates y las poblaciones civiles devastadas, conocemos mejor que nunca la terrible enseñanza de las guerras fratricidas, es decir que la paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo. Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad. Es la razón por la que reafirmamos que el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia. El terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz. No son aceptables los discursos políticos que tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza. En cambio, cabe subrayar que la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas.

Asimismo, nuestro pensamiento se dirige de modo particular a los niños que viven en las zonas de conflicto, y a todos los que se esfuerzan para que sus vidas y sus derechos sean protegidos. En el mundo, uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra y de sus consecuencias, e incluso es reclutado para convertirse en soldado o rehén de grupos armados. El testimonio de cuantos se comprometen en la defensa de la dignidad y el respeto de los niños es sumamente precioso para el futuro de la humanidad.

  1. Un gran proyecto de paz
    Celebramos en estos días los setenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue adoptada después del segundo conflicto mundial. Recordamos a este respecto la observación del Papa san Juan XXIII: «Cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel que posee determinados derechos tiene asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos y respetarlos».[7]

La paz, en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día. La paz es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones inseparables de esta paz interior y comunitaria:

– la paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y ―como aconsejaba san Francisco de Sales― teniendo “un poco de dulzura consigo mismo”, para ofrecer “un poco de dulzura a los demás”;

– la paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre…; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo;

– la paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro.

La política de la paz ―que conoce bien y se hace cargo de las fragilidades humanas― puede recurrir siempre al espíritu del Magníficat que María, Madre de Cristo salvador y Reina de la paz, canta en nombre de todos los hombres: «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; […] acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre» (Lc 1,50-55).

Vaticano, 8 de diciembre de 2018

FRANCISCO

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[1] Cf. Lc 2,14: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».
[2]
 Cf. Le Porche du mystère de la deuxième vertu, París 1986.
[3]
 Carta ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 46.
[4]
 Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 7.
[5]
 Cf. Discurso en la exposición-congreso “Civitas” de Padua: “30 giorni” (2002), 5.
[6]
 Benedicto XVI, Discurso a las Autoridades de Benín (Cotonou, 19 noviembre 2011).
[7]
 Carta enc. Pacem in terris (11 abril 1963), 44.

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