El pasado sábado 11 de junio la Iglesia de Santiago de Cuba celebró su Asamblea sobre la Sinodalidad.  En el acontecimiento, que resume una importante etapa vivida en la iglesia de esta arquidiócesis,  estuvieron presentes más de 80 personas, entre laicos, religiosas, religiosos, y sacerdotes en representación de casi todas las parroquias, comisiones y grupos, junto a su Arzobispo, Mons. Dionisio García Ibáñez.

Los jóvenes tuvieron a cargo el inicio, animando a los participantes con una movida dinámica para la presentación.  Luego de la oración inicial, también guidada por los más jóvenes, Mons. Dionisio García se dirigió a los presentes para abrir el encuentro, lo que hizo proponiendo una breve mirada a otros momentos que han marcado la vida de la Iglesia Católica en Cuba. Primero,  evocó el Congreso Católico celebrado en 1959, luego el proceso de la REC y el ENEC, hasta llegar a este momento que ahora vivimos,  totalmente diferente desde el punto de vista político, social, económico, pero con el desafío de seguir haciendo presente a Jesucristo en medio de nuestro pueblo.

En la primera parte del encuentro hubo un tiempo dedicado a reflexionar sobre las distintas etapas desde el inicio del proceso sinodal; además se presentaron testimonios de miembros de tres parroquias con realidades diversas: La Santísima Trinidad de Santiago de Cuba, San Joaquín del municipio San Luis y San José Obrero, parroquia misionera, sin templo y con un territorio que incluye zonas urbanas y rurales.

Otro de los tiempos fue dedicado a la reflexión.  Para eso, la asamblea se dividió en tres grupos: sacerdotes, religiosos y religiosas, y laicos, con la tarea de responder primero y compartir luego unas preguntas, desde sus realidades.    Y como culminación, se presentó el documento diocesano elaborado a partir de toda la información recogida en las asambleas parroquiales y comunitarias.

Fue un tiempo vivido con intensidad.  Pero lo importante para los participantes es el compromiso de continuar nuestra misión hoy en medio de nuestro pueblo, con el testimonio y con la Palabra.