Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba
Eucaristía XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
10 de octubre de 2021
“La palabra de Dios es viva y eficaz”. Hebreos 4, 12
Hermanos,
La segunda lectura que hemos escuchado que es de la carta de Pablo a los hebreos, comienza con una de esas expresiones que por lo menos a mí me tocan; en el sentido que uno lee la Biblia, lee la palabra de Dios pero ¿con qué sentido la leemos? ¿con qué intensidad ponemos atención? ¿con qué compromiso decimos, Señor yo quiero escuchar tu palabra y seguirte? En estos versículos nos dice por qué es que debemos de estar atentos, por qué tenemos que poner nuestra voluntad en cumplir lo que hemos oído, por qué tenemos que poner nuestro corazón en función de lo que hemos escuchado.
La palabra de Dios es viva y eficaz. Viva, está presente, está actuando, hoy, ahora está actuando en nosotros; y es eficaz, porque es capaz de transformar todo. Acuérdense que en el principio estaba la Palabra, y por la Palabra se hicieron todas las cosas. Cristo es palabra de Dios que revela el designio de salvación que Dios tiene para todos los hombres. Dice, la palabra de Dios es más tajante que espada de doble filo, esa era el arma principal en aquella época, una espada con dos filos, nadie se escapaba; penetrante hasta el punto donde se divide el alma y el espíritu, es decir llega al meollo de las cosas, no se queda en las apariencias o en las cosas superficiales, no. Penetrante hasta el punto donde se divide el alma y el espíritu, coyunturas y tuétanos, el hueso, las articulaciones, es decir, la palabra de Dios es la que refleja la realidad de las cosas y ella penetra, y ella está ahí, y si queremos que ella camine por el bien y en el bien, es a través de esta palabra de Dios que es viva y eficaz.
Juzga los deseos e intenciones del corazón, nada se le oculta, todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas. Es decir, la palabra de Dios nos dice porque es viva y es eficaz, es tajante, y penetra los corazones hasta aquí adentro, de que cada uno de nosotros no hemos venido al mundo, me gusta repetirlo, porque me parece que esencial; no hemos venido al mundo por venir, sino que hemos venido al mundo para adquirir la vida eterna, la que Dios nos da en la creación, y que Él quiere que nosotros algún día vivamos eternamente junto a Él.
Esta palabra de Dios no juzga, porque nosotros mismos tenemos que ser capacees de darnos cuenta cuándo nosotros caminamos por la palabra de Dios, y cuando nosotros nos apartamos de la palabra de Dios. Es importante leer la palabra de Dios, pero es importante aplicarla en nuestra vida. Acuérdense bien, en primer lugar, atención; después tratar de entender, la sabiduría, que nos hace descubrir, porque la palabra de Dios nos da la sabiduría; y después la voluntad, la fortaleza de cumplirla. ¿Quién nos juzga, Dios? No, nosotros mismos somos los que nos juzgamos cuando sabemos que nos apartamos de la palabra del Señor.
Hoy voy a fijarme en dos aspectos. Uno es la sabiduría y el otro es la misericordia. En el texto del evangelio vemos a esta persona, se le acercó uno corriendo, puede ser cualquiera de nosotros y es bueno pensar que nosotros podemos decir esto, y le dice Maestro ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna? Y Jesús le dice lo evidente, lo que repetimos siempre desde el catecismo, lo que nos enseñaron en la casa, o aprendimos de mayores; cumple los mandamientos, ésa es la base, cumplir los mandamientos. Ahora ¿con qué intención? ¿cómo los vamos a cumplir? Ahí viene la cosa. Cumple los mandamientos, no mates, no cometas adulterio, no robes, no des falsos testimonios, no engañes, y todo lo demás.
Y aquella persona, cualquiera de nosotros puede ser, hay veces que cuando vamos al confesionario… bueno padre yo vengo… ¿de qué se arrepiente usted?… bueno padre, yo la verdad es que no tengo, no me acuerdo, no tengo nada… y entonces has veces que lo que pasa es que en mi casa no me hacen caso, mis nietos son traviesos. Cada uno tiene que buscar y decir, sí Señor yo cumplo los mandamientos, es verdad, me confieso de aquello que no he cumplido, o he evadido, lo he dejado a medias. Y Jesús dice, hay qué bueno, qué bueno que estás tratando de cumplir eso. Es una persona que hace conciencia de su vida, de lo que ha hecho, hace un examen de conciencia y entonces lo dice. El Señor vio que era un hombre bueno, y dice a éste se le puede pedir más… como el Señor nos puede pedir más a cada uno de nosotros, siempre nos pide un poco más. No un poco más para el mal, no un poco más para ir en contra nuestra, sino un poco más para ir a nuestro favor. Dice, una cosa te falta, anda ve y vende todo lo que tienes, da el dinero a los pobres, y así vas a hacer un tesoro en el cielo, y luego sígueme.
Fíjense bien hermanos que estos son criterios, que no son criterios del mundo. Los criterios el mundo son que mientras más yo atesore, mejor. Hay veces que parece que el oro, el dinero es signo de felicidad; no cabe la menor duda de que hace falta, para tratar de vivir con justicia, en paz, y alcanzar la felicidad en lo que se pueda. Pero, ¿es lo máximo? ¿nos da la felicidad? Hay que preguntárselo. Hay otras personas que piensan en el poder, tengo el poder, todo el mundo hace lo que yo quiero entonces ya yo… cuidado, eso se acaba siempre, en el tiempo se acaba. Miren estas empresas tremendas, que parecían que nunca podían parar, que funcionaba todo sobre ruedas, y siete horas sin funcionar y todo el mundo se quedó así… y todavía no se sabe que ha pasado, se dicen cosas, y la gente cree o no cree eso.
El Señor, ¿qué es lo que nos quiere decir? Dónde ustedes han puesto su confianza, todos, ¿en Dios? O en el poder de la tierra que puede ser dinero, puede ser cualquier cosa, lo que pasa es que el dinero es lo que más se ve. La gente lucha, la gente se exacerba, porque hay veces que el que busca el poder, la autoridad civil que busca el poder es para tener más dinero y para vivir mejor que los demás. Entonces Jesús le dice, ¿tú quieres de verdad entregarte? Vende todo… y aquí viene la cosa, ¿para qué?, para tener un tesoro en el cielo, y entonces ahí tú tendrás verdaderamente la felicidad que tú quieres y vas a encontrar la paz en la vida, y el porqué de la vida, ése es tu fin.
Aquí también, como el otro día ante el matrimonio mucha gente dijo ¡hay, eso es muy difícil!, aquí también… ¡Hay maestro eso es muy difícil! Y el Señor les dijo, sí, es verdad que es difícil, es difícil para los hombres, pero para Dios nada hay imposible. Eso es cierto, el que piensa que va a encontrar la felicidad o que va a ser felices a otra gente, o que va… sino va allí donde está la palabra de Dios que es viva y eficaz y que conoce las cosas, difícilmente va a alcanzar lo que se propone. No difícilmente, no lo va a alcanzar, porque no cuenta con la gracia de Dios, no cuenta con esa presencia de Dios en nuestra vida que nos va guiando por los caminos del bien. La palabra de Dios es aquella que nos ilumina, da luz a nuestros ojos para guiarnos en las oscuridades, y da fortaleza en el espíritu para poder sobreponernos a todas las dificultades que siempre hace falta.
Entonces hermanos, aquí vamos al primer tema. Nosotros no podemos, Dios sí puede. Que ésa sea nuestra oración, Señor tengo fe, pero aumenta mi fe, Señor yo no puedo, pero tú me das fortaleza. Es decir, saber que podemos en nombre de Dios. Por eso es que el salmo nosotros hemos rezado, sácianos Señor de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Danos Señor esa sabiduría, danos Señor tu misericordia, sabemos que nosotros no podemos, pero tú sí, sabemos que somos pecadores pero tus nos perdonas y nos das la misericordia, la fortaleza para recuperarnos y cambiar…
Y el Salmo sigue. Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. ¿Por qué? Porque hay veces que actuamos creyendo que la vida no se acaba nunca, y que nosotros estamos aquí, que somos los que tenemos la razón, que somos los que estamos construyendo el futuro, así con una seguridad que nadie la puede poner en tela de juicio porque no lo permitimos. Enséñanos a calcular nuestros años… si cada uno de nosotros sabe que somos pasajeros y que hemos venido a hacer el bien, es otra cosa distinta a pensar que estamos aquí para ponernos unos por encima del otro. Vuélvete Señor, ¿hasta cuándo?, ten compasión de tus siervos. Hemos pedido la misericordia del Señor, no podemos nosotros, pero Dios sí puede; perdonando nuestras fallas, nuestros errores, nuestras torpezas, nuestra cabeza dura, pero Él sí puede. La misericordia.
Aquí también el Señor nos habla de otra característica que es la sabiduría. La sabiduría tiene relación con todo esto. Sabio es aquel que se da cuenta que su vida se acaba con los tiempos, sabio es aquel que se da cuenta y que sabe que todo lo que él está construyendo se puede acabar en un momento. Sabio es aquel que se da cuenta que esta vida es transitoria para cada uno de nosotros, pero nosotros en Dios no somos transitorios, vivimos en Dios porque Él quiere que eternamente vivamos junto a Él. El que no cree en Dios sí piensa que es transitorio, que rodo se acaba, no tengo que darle cuenta a nadie, no importa, la naturaleza no me interesa, la utilizo como me da gana, fíjense bien. Sabio es aquel que vive conscientemente de que su vida es más feliz si hace el bien. Sabio es aquel que se da cuenta que no es eterno. Sabio es aquel que se da cuenta que es una criatura que depende de Dios. Sabio es aquel que se esfuerza en vivir en medio de las dificultades tratando de hacer la voluntad de Dios que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y reconocerlo como Señor, y tratar a los hermanos como a sí mismos.
Hermanos pensemos, vayamos a nuestras casas diciéndole nosotros al Señor, Señor ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?, para encontrar sentido a mi vida. Y aquí están las palabras, haz esto, esto, esto… pero yo te podo un poco más, eso que yo te pido ponle el corazón, ponle amor, ponle sentimiento, que no solamente sea no matar, sino salvar, ayudar al otro; que no solamente sea no mentor, sino siempre ser veraz; que no solamente sea no cometas adulterio, sino ama a tu esposa a tu esposo, sé fiel con tus amigos, con los demás, vive tu vida con honestidad.
Hermanos eso es lo que el Señor nos pide; porque los mandamientos nos dejan en un mínimo, pero el Señor pide un poquito más. ¿Por qué? Porque sabe que en la medida en que le entreguemos un poco más nosotros vamos a sentirnos más felices y vamos a encontrarnos verdaderamente con el Señor.
Que Dios nos ayude a todos a vivir así.