Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez  Arzobispo de Santiago de Cuba

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba

Eucaristía XVII Domingo del Tiempo Ordinario
Solemnidad de Santiago Apóstol
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
25 de julio de 2021

“¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?”.  Juan 6, 5

Hermanos, Hoy estamos escuchando estos versículos del Evangelio que son conocidos de todos, que son conocidos con el nombre de la multiplicación de los panes y los peces. Todos desde pequeños en el catecismo, o si nos hemos bautizado de mayores, siempre escuchamos este Evangelio como un signo de prodigalidad de Dios, es decir, Dios es capaz de saciar nuestras ansias, nuestros deseos, nuestras necesidades. Pero fíjense bien que hay dos relatos, dos relatos, uno del Antiguo Testamento en el cual es Eliseo aquel que dice entrégame los panes. Eliseo habla en nombre de Dios, es Dios el que habla, y nosotros vemos en el pasaje de Eliseo como lo que para el hombre es imposible, qué van a ser cien panes para todas estas personas, pero sin embargo Dios dice repartan, y dice que todos quedaron saciados.

Recordemos que el Antiguo Testamento, es el que prepara la venida del Mesías, que da inicio Jesús al Nuevo Testamento, la Nueva Alianza. En este texto que nosotros hemos escuchado del Evangelio, nosotros vemos como también ocurre una multiplicación de panes y peces, en este caso también pues estaban cercanos al Lago Tiberíades, peces también había. Vemos que es casi como un calco, si en Eliseo la gente decía con cien panes no puede ser, aquí nosotros vemos como para cinco mil hombres, sin contar las familias, entonces mucho menos podían alcanzar cinco panes y dos peces. Es decir, la imposibilidad del hombre de darle plenitud a todos sus deseos, aspiraciones, pasiones, necesidades.

Sin embargo, la capacidad de Dios para sí satisfacer esa ansia que tiene el hombre de alcanzar a Dios, esa ansia que tiene el hombre de desarrollarse plenamente, esa ansia que tiene el hombre de vivir con alegría, con felicidad, con libertad, aquí en la tierra también. Pero Jesús nos recuerda que el poder es de Dios, y que Dios no solamente nos llama para luchar aquí en la tierra, sino para que luchando en tierra haciendo el bien, nosotros alcancemos la meta definitiva que esa sí sacia nuestras aspiraciones.

Esto que les estoy diciendo se manifiesta de manera muy simbólica. Fíjense bien que aquí dice que al final se repartió todo, y que quedaron doce cestos. ¿Por qué doce? Porque doce eran las tribus de Israel, y el doce significa en la cultura semita la totalidad, el pueblo, las doce tribus era el pueblo entero escogido por Dios para manifestarse al resto de la humanidad, y aquí el pueblo entero queda saciado, porque sobraron doce cestas de panes. Fíjense bien hermanos, no podemos leer la Biblia sacando pedacitos y aprendiéndonos frasecitas, hay que leer la Biblia en su totalidad.

Aquí se añade algo más. Los hombres tenían hambre, necesitaban pan, el Señor les dio pan a los hombres. Hay veces que nosotros nos quedamos solo en el pan, y miramos las otras cosas que hacen feliz a un hombre, que es la justicia, que es la paz, que es la fraternidad, que es el sentirnos hermanos, es vivir sin odiarnos. Hermanos, ésas son las cosas que nos hacen felices en la vida, porque podemos tener de todo, pero si nosotros no vivimos así, en esa relación de armonía con los que nos rodean, somos unos infelices, aunque tengamos todo, aunque tengamos poder, tengamos autoridad, tengamos muchas cosas, mucha sabiduría.

La gente buscaba pan, hay veces que nosotros lo que buscamos son las cosas materiales, y nos olvidamos que tenemos que buscar las cosas que elevan nuestro espíritu que en definitiva es lo que nos caracteriza como persona humana. Espíritu que Dios llama a vivir eternamente junto a él. ¿Qué es lo que hace la gente? Quiere convertir a Jesús en rey, ¿por qué?, porque le dio de comer. Jesús se da cuenta, y dice que Jesús humildemente se fue apartando porque Él no quería ser rey que da comer, no vino a ser rey. A Él se le tiene que buscar precisamente para que los hombres, como Eliseo dijo y como el Señor le dijo también a los Apóstoles, ¿qué es lo que tienen?, y la gente compartió. El Señor lo que nos quiere decir es que, con la ayuda de Dios, pero también con el hombre, porque Dios cuenta con el hombre, nosotros podemos alcanzar esa felicidad. Sino plenamente aquí en la tierra, sí en la Gloria, en el cielo que nos tiene prometido y que da sentido a toda la vida.

Hermanos, tenemos que cuidarnos mucho de solamente buscar las cosas materiales. ¿Por qué? Porque nos podemos confundir, y nos vamos detrás de cualquiera que nos pinte algo, un cuento, una esperanza, y nos vamos… ¿Por qué? Porque nos dio de comer. No hay que buscar lo que satisface al hombre. Y lo que satisface al hombre es saber que no solamente vamos a vivir esta vida, que desgraciadamente con esta epidemia se han visto tantas vidas truncada. ¿Para eso vino el hombre? No, el hombre vino para vivir eternamente junto a Dios, porque somos hijos de Dios.

Que el Señor nos ayude hermanos a saber compartir, y que el Señor nos ayude a aspirar a las cosas mayores. Aspirando a las cosas mayores, compartiendo con los demás, sintiéndonos una sola familia, haremos lo que nos dice Pablo en esta carta a los Efesios, en la segunda lectura. ¿Qué nos dice él? Fíjense bien que en esta lectura Pablo iba preso a Roma. Dice, soy prisionero de Cristo, soy prisionero porque sigo a Cristo, soy prisionero porque busco la verdad. ¿Qué dice él? Anden como pide la vocación a la que han sido convocados como persona humana, sean siempre humildes y amables, sean comprensivos, sobrellévense mutuamente con amor, esfuércense en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. 

¡Ah, si nosotros los hombres hiciéramos caso! ¡Cuántos peces se hubieran multiplicado sobre esta tierra! Pero no, desgraciadamente no, pero tenemos que escuchar la Palabra de Dios, y Pablo sigue diciendo: Un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo. Y yo quiero en este momento precisamente, pedir por la unidad de los cristianos, sean católicos o no católicos, todos aquellos que Jesucristo es el Señor y que hemos sido bautizados en el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sabemos que Jesús es nuestro único Salvador, y que tenemos la fe firme de que Él nos conducirá a la Gloria.

Que Dios nos ayude a todos a vivir así.

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