TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA

DIA 26 DE MAYO 2021

DE LA SALIDA DE ROMA Y LLEGADA A ESPAÑA “Me hallaba yo muy contento en el Noviciado, estando siempre ocupado en las conferencias que hacíamos de catequizar, predicar y confesar. Además, todos los viernes íbamos al Hospital de San Giácomo a confesar a los enfermos, y los sábados a predicar en la cárcel a los presos. Yo entré en el Noviciado el día 2 de Noviembre de 1839, día de Ánimas, y, pasado el día 2 de Febrero, día de la Purificación de María Santísima del año 1840, esto es, cuatro meses después de haber entrado, empezamos los ejercicios de San Ignacio, que duraron un mes. Yo los empecé con muchísimo gusto y con grandes deseos de aprovecharme bien de ellos” (Aut. 165)

“Así iba siguiendo y adelantando, cuando he aquí que un día me vino un dolor tan grande en la pierna derecha, que no podía caminar. Fue preciso ir a la enfermería. Me aplicaron los remedios oportunos y me alivié algún tanto, pero no del todo, y se temieron que quedaría tullido. Al verme así, el P. Rector me dijo: Lo que pasa en V. no es natural, pues que tan contento, alegre y sano como ha estado siempre, y ahora cabalmente en estos días esa novedad, me hace pensar que el Señor quiere alguna otra cosa de V. Y me dijo: Si le parece bien, se consultará con el P. General, que es tan bueno y que tantos conocimientos tiene de Dios; le consultaremos. Yo le contesté que me parecía muy bien y me presenté a él. Me oyó con mucha atención, y, después de haber oído mi narración de todo lo ocurrido, me dijo con toda resolución, sin titubear:” Es la voluntad de Dios que V. vaya pronto a España; no tenga miedo, ánimo” (Aut. 166)

“Con esta tan terminante resolución no hubo otro remedio que volver para España. Y con el tiempo se conoció que el P. General estaba inspirado cuando me dijo estas palabras. Y en una de las cartas que después me escribió me decía: Dios le llevó a la Compañía no para que se quedase en ella, sino para que aprendiese a ganar almas para el cielo. A mediados del mes de marzo salí de Roma con dirección a Cataluña. Los PP. de la Compañía querían que fuese a fijarme en la ciudad de Manresa, y el Rmo. P. Fermín de Alcaraz quería que fuese a Berga, en que se estaban dando misiones, dejándome, no obstante, con entera libertad, según las circunstancias de aquellos tiempos.
Me puse en observación desde Olost; de Olost pasé a Vich, y el Superior (Obispo) me dijo que no debía ir a ninguno de estos dos puntos, sino que pasase a Viladrau, y, al efecto, me dio el nombramiento de Regente, y fui el día 13 de mayo. Aquí me acabé de restablecer de mis males.

“En la Parroquia de Viladrau había un cura párroco anciano e imposibilitado, y además había un teniente cura de la misma población. Todas las temporalidades iban a cuenta del Cura; a mí me daba la subsistencia nada más y yo cuidaba de lo espiritual.
Mas, como había teniente cura, en mi ausencia cargaba él con toda la parte espiritual. Y así me vino muy bien para empezar desde allí las misiones” (Aut.167)

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