TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA

TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA

DIA 3 DE MAYO 2021

Durante los próximos días compartimos la Carta que el Papa Juan Pablo II escribió a Monseñor Pedro Meurice Estíu, entonces Arzobispo de Santiago de Cuba, con ocasión de celebrarse los 150 años de la llegada de San Antonio María Claret a Santiago de Cuba.

CARTA DEL PAPA JUAN PABLO II
A Mons. Pedro Meurice Estíu
Arzobispo de Santiago de Cuba


1.    He recibido con satisfacción la noticia de que la Arquidiócesis de Santiago de Cuba y la Familia Claretiana se aprestan a conmemorar solemnemente el 150 aniversario de la llegada de San Antonio María Claret, Arzobispo de esa sede primacial durante más de seis años. Es una ocasión para recordar una etapa importante de la biografía espiritual y apostólica del Santo, y que adquiere un significado especial en estos momentos en que la Iglesia, recogiendo la rica herencia del Gran Jubileo, se siente llamada a mirar adelantale, a “remar mar adentro” en las aguas del nuevo milenio (cf. Novo millennio ineunte, 15)

Por eso, a la vez que envío un cordial saludo a los Pastores y pueblo fiel de esa querida Arquidiócesis cubana, así como a los religiosos y religiosas fundados por el Padre Claret, les invito a celebrar esta efeméride con espíritu de renovación, inspirándose en el ejemplo del Santo para dar nuevo impulso al compromiso cristiano a la santidad, al ardor apostólico en la tarea de la nueva evangelización y al espíritu de comunión inquebrantable que ha de caracterizar toda misión eclesial.

2. La labor pastoral del Padre Claret en Cuba fue particularmente fecunda porque, ante todo, estaba lleno de Cristo y bien cimentada en la Palabra de Dio, era asiduo en la oración y la devoción mariana impregnaba todo su ser. Ya había experimentado en su juventud la fuerza protectora de María en las asechanzas del pecado y, por eso, antes de dejar España quiso visitar los santuarios marianos del Pilar, de Monserrat y de Fusimaña en su tierra natal. Al llegar a Cuba encomienda su acción pastoral a la Virgen de la Caridad del Cobre.

La intensa vida de fe, la entrañable devoción mariana y el compromiso irrenunciable de santidad daban la fuerza al Padre Claret, impulsándole a una actividad apostólica inusitadamente prolífica y manteniéndole fiel a su misión aún en medio de las más arduas dificultades que llegaron incluso a la persecución y a poner en peligro su propia vida. Son gestos propios de los santos y de los buenos Pastores que nunca abandona a su grey, sino que dan la vida por ella (cf. Jn 10, 12-14) Así nos enseñan también hoy que toda misión o plan pastoral ha de inspirarse siempre en el ejemplo de Cristo, el único Salvador de los hombres, que ha reconciliado todas las cosas mediante la sangre de su cruz (cf. Col 1, 20)

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