Irradia emisión del 21 de marzo de 2021

Irradia emisión del 21 de marzo de 2021

Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial
V Domingo de CUARESMA

“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto”.  Juan 12, 124

(Música, Este día especial, Jesús Adrián Romero)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe. 

(Música, Este día especial, Jesús Adrián Romero)

 Para la reflexión de hoy nos acompaña el padre Juan Elizalde, párroco de Santa Teresita

 Queridos   hermanos   y   hermanas.  Soy el padre Juan Elizalde y con mucha alegría y esperanza, compartiré con ustedes, radioescuchas del programa Irradia, la palabra de Dios en este Quinto domingo de Cuaresma. Al acercarse la celebración de los grandes misterios pascuales, la liturgia de la Iglesia va despertando en nosotros el deseo de acompañar a Jesús en su camino, contemplar su rostro, dejarnos llenar de su vida nueva.

Él, es el grano de trigo que cae en tierra y muere, para dar mucho fruto.  Él es el que será elevado en la cruz para atraer la mirada de la humanidad entera. En este domingo, anterior a la Semana Santa, la liturgia nos propone como preparación inmediata, el tema de la nueva y definitiva alianza, culmen de las anteriores alianzas y a la que Dios nos llama, en Cristo Jesús.

Escuchemos atentamente la lectura del Santo Evangelio según san Juan, capítulo 12, versículos del 20 al 33.

 (Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 12, 20-33)

Se acercan los días de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. El domingo 28 de marzo, celebramos el Domingo de Ramos y se inicia la Semana Santa, ¿Cuál es el resumen de nuestra vida? ¿Servimos a los demás o nos servimos del prójimo? ¿Amamos o nos dejamos amar? ¿Salimos al encuentro de los hermanos o preferimos que sean los demás los que vengan a nosotros?

Es hora, en estos últimos días cuaresmales, de solicitar al Señor que renueve nuestros corazones. Es un momento propicio para mirar a nuestro interior y ver dónde tenemos que cambiar, qué tenemos que sanar para que tengamos paz en el corazón y amor para dar a todos.

La cruz del Señor merece, por nuestra parte, un último esfuerzo: hay que atraer al Señor el corazón de la humanidad. En este tiempo de temores y crisis por la Covid 19, hagámoslo con ternura, con cariño, y con fidelidad. Y es que, en esa entrega y constancia está nuestro auténtico testimonio como cristianos, que estamos al lado del Señor.

EI Señor quiere que, dejando el YO que tanto nos invade y nos limita, pensemos en los OTROS. Es decir, que nos neguemos a nosotros mismos; que busquemos la felicidad no tanto en la propia satisfacción, cuanto en la utilización de todos nuestros dones y talentos puestos al servicio del Evangelio y de los demás.

Abandonar en algo, nuestros caprichos, comodidades e individualismos, esto implica el dirigir nuestros pasos en dirección a Cristo, aunque a veces nos resulte incómodo. Hacia aquellas personas que necesitan nuestra ayuda, nuestra estima o, simplemente, nuestro cariño.

Cristo, al morir, nos enseña el lado bueno de la cruz: la alianza nueva que Dios quiere y desea definitivamente para el hombre y que viene sellada por su sangre.

A nosotros no se nos pide tanto. El Señor no desea que seamos clavados en una cruz (aunque sería bueno que sacrificáramos aquello que nos impide llegarnos hasta Él); no nos exige que seamos azotados y golpeados públicamente (aunque sería muy positivo que defendiésemos nuestras convicciones religiosas y morales allí donde estemos presentes); el Señor no pretende vernos coronados por espinas o traspasados por lanzas (aunque, sería muy bueno, que fuésemos conscientes de que la fe conlleva riesgos, incomprensiones, soledades).

EI Evangelio de este domingo V de Cuaresma nos acerca a la verdadera figura de Jesucristo: Él no es un superhéroe, ni un superestrella. Siendo Hijo de Dios, le aguarda la cruz, el sufrimiento, la muerte. Como cualquier alma, también la suya, se siente agitada, preocupada, turbada por los próximos acontecimientos de la Pascua.

Va llegando a su fin la vida pública de Jesús, una vida marcada por el servicio a los más necesitados. Ahora le aguardan sus consecuencias. La fidelidad a Dios no siempre es entendida ni aplaudida por los poderosos del mundo. Pero, como siempre, nos quedará la seguridad y la esperanza de que, todo esto, sea preciso para que Dios selle una Alianza Nueva, que nada ni nadie podrá ya romper.

(Música, He venido a pedirte, Juan Luis Guerra)

En nuestro programa ha llegado la hora de presentar a Jesús nuestras súplicas. Por eso, con un corazón dispuesto a seguirle, a estar a su lado, le vamos a suplicar diciendo: ¡OH SEÑOR, ESCUCIIA Y TEN PIEDAD!

– Hoy también, muchos quieren ver a Jesús. Para que puedan reconocerle en los que forman la lglesia, en los que se llaman cristianos, discípulos misioneros de Jesús. Oremos. ¡OH SEÑOR, ESCUCIIA Y TEN PIEDAD!

– La imagen de Jesús crucificado recuerda a los que dan la vida, e incluso la pierden por amor a los demás. Para que todos los cristianos vivan la alegre esperanza de su entrega y fidelidad a Jesucristo. Oremos. ¡OH SEÑOR, ESCUCIIA Y TEN PIEDAD!

– La imagen de Cristo crucificado evoca también a todos los enfermos del Covid 19, a los presos, a los abandonados. Para que puedan descubrir a Jesús en la misericordia y la solidaridad de los creyentes. Oremos. ¡OH SEÑOR, ESCUCIIA Y TEN PIEDAD!

– La imagen de Jesús crucificado nos remite a la eucaristía, con la súplica del aumento de las vocaciones a la vida sacerdotal, para que cada comunidad pueda celebrar la Pascua del Señor cada domingo. Oremos. ¡OH SEÑOR, ESCUCIIA Y TEN PIEDAD!

– La imagen de Cristo crucificado anuncia la victoria definitiva del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte. Para que entendamos, que sólo entregando la vida en servicio a los demás, la ganamos para siempre. Oremos. ¡OH SEÑOR, ESCUCIIA Y TEN PIEDAD!

Acoge Padre bueno, estas súplicas que nosotros tus hijos te presentamos, confiando en que siempre nos escuchas. A Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

(Música, Si no estás, DR)

Como Jesús nos enseñó, digamos la oración de los hijos al que es Padre de todos los hombres:

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal. Amén

 Nos disponemos a recibir la bendición de Dios.

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y les acompañe siempre. Amén.

Soy el padre Juan Elizalde, párroco de Santa Teresita del Niño Jesús. Le doy gracias a Dios y a todos ustedes por permitirme entrar a sus casas, que pudieran escucharnos y le pido al Señor que, durante esta semana, ya inmediata a la Semana Santa, preparemos nuestro corazón para decirle a Jesús una vez más, que agradecemos que Él nos haya hecho partícipes de su redención, de su salvación y que queremos seguir con Él, caminar con Él, estar con Él.

(Música, Tu amor para siempre, Rabito)

 Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Es la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA

(Música, Tu amor para siempre, Rabito)

SHARE IT:

Leave a Reply