Permanezcan en mi amor

Por: Rosario de la Caridad Vázquez Fernández

Fotos: Héctor (Santísima Trinidad) 

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 26 de mayo de 2017 / Padre, ayúdanos a descubrir en tu amor, el empuje para vivir una vida cristiana concreta…ese fue el pedido que acompañó la ofrenda de la Pastoral Juvenil santiaguera en la celebración eucarística que cerraba una intensa jornada donde todas las Pastorales vivieron al unísono la Resurrección de Jesús.

La Pascua Diocesana Vocacional de este año fue especial. La alegría era perceptible por el movimiento que hubo durante el pasado 20 de mayo en las principales arterias de la ciudad.

Los jóvenes, nos reunimos para festejar, una vez más, la compañía de Jesús en nuestras vidas y compartir ese gozo que nos deja la Resurrección con los hermanos de todas las parroquias de la diócesis y también con las personas que Dios escoge para manifestarse, aún sin ser cristianos.

La cruz: un amor concreto para una vida concreta, ese fue el lema que nos guió. Palabras del Papa Francisco en el video-mensaje dedicado, principalmente, a los jóvenes cubanos que estaban reunidos en La Habana durante la JMJ 2016 en sintonía con Cracovia.

El inicio estuvo marcado por la adoración a la cruz -y no cualquier cruz- sino la que bendijera Su Santidad en el encuentro que tuvo con los jóvenes en el 2015 durante su visita pastoral y que fue entregada a los pejoteros santiagueros para convertirnos en anfitriones de la próxima JMJ 2019.

Un pequeño momento de formación con otros puntos importantes mencionados por Francisco, hicieron que los jóvenes se dividieran por equipos y confrontaran la realidad de sus vidas, la realidad que les circunda y el llamado real que Dios constantemente nos hace, fundamentalmente, a amar.

Con el dinamismo que nos caracteriza, nos dispusimos a realizar una misión diferente: una danza gigante con música cristiana que paralizó y sumó varios transeúntes del Parque de La Alameda, de diferentes edades.

Después del baile reiterado y en parejas de más de 200 jóvenes que asistieron a la Pascua y bajo el sol caribeño, el cansancio era inminente.

Pero durante Misa, en el momento de Acción de Gracias; el Espíritu Santo volvió a contagiar a los jóvenes que de pie y tomados de las manos cantábamos a viva voz “Alma Misionera”.

Dios quiso que ese fuera el cierre de nuestra Pascua, mostrar la disposición de los jóvenes que, aún abrumados por los problemas, las incomprensiones, el desamor, la violencia y la mentira; viven y escuchan en sus corazones el llamado constante del Padre.

¡Señor, permite que siempre podamos escucharte!

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