Irradia, emisión del 8 de noviembre de 2020

Irradia, emisión del 8 de noviembre de 2020

Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XXXII Tiempo Ordinario

“Mi alma está sedienta de Ti, Señor, Dios mío” Salmo 62 

(Música, En tu mirada, Christine D´Clario)

 Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

 (Música, En tu mirada, Christine D´Clario)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Iglesia Basílica Metropolitana de Santiago de Cuba

Buenos días, buenas tardes, buenas noches como siempre es un placer volver a compartir con ustedes. Les habla el P. Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba.

Esta vez quiero comenzar pidiéndoles una oración, por tres personas que hace muy poco han ido al encuentro con el Señor. El p. Bruno Roccaro, sacerdote salesiano, que durante casi cincuenta años ha estado aquí con nosotros trabajando, luchando, esforzándose, guiando; la Hna. Alejandra, de las hermanas sociales, que durante muchos años trabajó en la Casa de Retiro y Convivencias del Cobre; y el P. Carlos, pasionista, que cuando la gran misión de la Cruz de la Evangelización, recorrió Cuba de una punta a la otra acompañándola con su presencia, su sonrisa. Oremos por ellos, precisamente ahora que estamos en el novenario de los difuntos; el lunes fue el día de los fieles difuntos, ese día que la iglesia nos invita a orar por todos los difuntos, por aquellos que conocemos y por quienes rezamos habitualmente, pero también por tantos que no conocemos, que ya nadie ora por ellos, para que también elevemos una oración.

Pero para recordarnos, y esto es importante, que el Señor llega y no sabemos el día ni la hora, que todos, un día tendremos que ir a la presencia del Señor. El evangelio del domingo XXXII del tiempo ordinario, tomado de San Mateo, en el capítulo 25, versículos del 1 al 13, nos habla precisamente de eso. Es la parábola de las vírgenes necias y de las vírgenes sensatas.

(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 25, 1-13)

El Señor, como siempre también, cuando quiere enseñarnos algo utiliza una pequeña parábola para que podamos comprender mejor. Y nos habla de una boda; en las bodas en aquel tiempo se solía esperar al novio cuando llegara, con un grupo de doncellas con lámparas encendidas, en este caso diez doncellas, y nos dice la parábola, nos dice el Señor, que cinco eran sensatas y que cinco eran necias.

¿Por qué sensatas y necias? Porque las sensatas llevaron sus lámparas encendidas y repuesto de aceite, mientras que las necias solo llevaron sus lámparas encendidas. Como tardaba el novio se durmieron, hasta que oyeron decir, ahí viene el novio despiértense y comenzaron a despabilar las lámparas. Las sensatas no tuvieron problema, echaron del aceite que llevaban para llenar de nuevo sus lámparas, pero las necias se dieron cuenta que se iban a quedar sin aceite en sus lámparas, que se iban a apagar sus lámparas, y van donde las sensatas y les dicen compartan con nosotras su aceite que se nos acaba. Y las sensatas les dicen, no, porque este aceite no alcanza para ustedes y para nosotros, vayan donde lo venden y compren.

Pudiéramos pensar, qué egoístas. Pero realmente no, no es egoísta, eran realistas. No alcanzaba el aceite para todas, si lo repartían entre todos, todas se quedarían a oscuras. Entonces las que no fueron sensatas salieron a comprarlo, a comprar el aceite. Y en eso llegó el novio y las que estaban, las sensatas, lo recibieron con las lámparas encendidas, entraron al salón del banquete, y se cerraron las puertas. Luego llegaron las necias y llamaron, “Señor, señor, estamos aquí”, y el señor les dice, “no las conozco” y se tuvieron que quedar fuera en la oscuridad, en la soledad, porque no estuvieron preparadas.

La celebración de los Fieles Difuntos nos recuerda esto, tenemos que estar preparados porque no sabemos ni el día ni la hora en que el Señor va a llegar, y tenemos que estar con las lámparas encendidas. ¿Y qué quiere decir que tenemos que estar con las lámparas encendidas?, quiere decir obrar siempre conforme a lo que el Señor quiere y espera de nosotros, haciendo el bien sin cansarnos, eso es estar aguardando al Señor que viene sin temor. No es con temor como esperamos al Señor, no.

Cuando hacemos el bien, cuando hacemos lo que el Señor nos pide, cuando vivimos conforme a su Palabra, estamos siempre alegres, porque el encuentro será de alegría y de gozo. Cuando no estamos preparados, entonces sí, tenemos temor, porque sabemos que no estamos aguardando con las lámparas encendidas.

Entonces, pidámosle al Señor que estemos preparados, que estemos aguardando, que estemos con nuestras lámparas encendidas haciendo el bien. Hacer el bien es perdonar, hacer el bien es ayudar, hacer el bien es comprender, hacer el bien es tender la mano cuando alguien lo necesita; hacer el bien es perdonar y ser capaces de pedir perdón, hacer el bien es pasar por este mundo atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor para acudir, como la Virgen en las Bodas de Caná, cuando se dio cuenta que no tenían vino, para interceder los unos por los otros. Pero cuidado, no nos quedemos sin aceite, tenemos que ser sensatos, tenemos que tener el aceite de las buenas obras siempre a mano para llenar nuestras lámparas, para tenerlas encendidas.

Pidámoslo así hermanos míos al Señor.

(Música, Más que una canción, Marco López)

Ahora hermanos confiados en que el Señor siempre nos escucha, y mejor aún, siempre nos responde, con lo que queremos oír, pero sí lo que nos conviene, le presentamos nuestras súplicas.

En primer lugar, por la Iglesia de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, para que haciendo el bien cada día sin cansarnos, sin mirar a quién, estemos con las lámparas encendidas aguardando al Señor, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.

Pidamos también por todos los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu, de manera particular por los enfermos, especialmente por los enfermos de esta pandemia, para que encuentren en el Señor consuelo, fortaleza, esperanza, para que aquellos que buscan la cura de esta enfermedad puedan encontrarla, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.

Pidamos también por el aumento de las vocaciones, sacerdotales y religiosas, en el mundo entero, para que muchos jóvenes y muchachas generosos escuchen el llamado del Señor a seguirlo y respondan, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.

Pidamos también por todos los difuntos, para que perdonadas sus faltas el Señor les acoja en el lugar del consuelo, de la luz y de la paz junto a Él, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.

Pidamos también hermanos los unos por los otros, para que estemos preparados, con las lámparas encendidas, alegres, esperando al Señor que llegará cuando menos lo esperemos, pero que llegará para abrirnos las puertas de la vida eterna, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que pueden haber quedado en nuestros corazones, pero que tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

(Música, Esta es mi fe, Nancy Amancio)

Ahora oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal. Amén 

Bueno hermanos, feliz de haber compartido este rato con ustedes. He estado conversando, el P. Rafael Ángel, de la parroquia de la Catedral de Santiago de Cuba, les deseo que tengan todos, una feliz semana y que mantengan siempre sus lámparas encendidas.

Y que la bendición de Dios que es Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes, sus familiares, y sus amigos, y los acompañe siempre. Amén.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Es la voz de la Iglesia santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA

(Música, Sólo Tú, Rocío Crook)

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