Irradia, emisión del 13 de septiembre de 2020
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XXIV del Tiempo Ordinario
Escuchar aquí:
“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” Mt 18, 22
(Música, No te rindas, René González)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, No te rindas, René González)
Nuestro invitado nos ayudará a reflexionar sobre el Evangelio de hoy.
Buenas, les invito a escuchar el evangelio de Mateo, capítulo 18, del 21 al 35.
(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 18, 21-35)
Queridos hermanos, estamos en el corazón del denominado discurso eclesial o comunitario de Mateo, que ocupa todo el capítulo 18. La primera interpelada es la comunidad cristiana, la iglesia; las palabras no están dirigidas a extraños, sino a hermanos que viven juntos. Se trata de dar consistencia al amor fraterno. Señor, ¿cuántas veces? La pregunta de Pedro es clara, la cuestión es de cálculo, el límite a las fronteras del perdón. ¿Siete veces? ¿Hasta cuántas veces? Llegados a un punto basta, porque la paciencia tiene un límite. Jesús, como de costumbre le contesta con una parábola.
El primer aspecto, el rey decide ajustar las cuentas con sus servidores. Le presentan a un siervo con una deuda enorme, 10 000 talentos, imposible de saldar. Un talento correspondía a 36 kilos en peso, o a 10 000 denarios en monedas. Si un denario era el jornal de un obrero, para que el siervo hubiese podido pagar la deuda, debería haber tenido que trabajar una cantidad inconmensurable de años; y aunque el rey hubiese logrado vender a aquel siervo con toda su familia y sus bienes, como había amenazado, habría obtenido más bien poco. La venta de un esclavo oscilaba entre 500 denarios como mínimo, y 2000 denarios como máximo.
La propuesta del siervo, te lo pagaré todo, es completamente absurda. Sin embargo, lo sorprendente es la reacción del rey a la súplica del siervo. Tuvo compasión. Esta es la primera respuesta a la pregunta de Pedro, y con él, portavoz de la comunidad a todos los discípulos. Reconocerse deudores, totalmente insolventes, aunque beneficiarios de un súper don, inmerecido y absolutamente gratuito procedente de Dios.
El segundo aspecto es el perdón fraterno, mutuo e ilimitado, “No te digo siete veces, sino, setenta veces siete”. Destaca un segundo siervo que le debe cien denarios al primero, al siervo que le había sido perdonado el enorme débito. Bastaría con tener un poco de paciencia como legítimamente le pedía el segundo siervo a su compañero, “Ten paciencia conmigo y te pagaré”, y todo se resolvería. Pero el primer siervo no quiere esperar y reivindica de manera agresiva lo que considera suyo, la deuda. Sin acceder a prórroga de ningún tipo, decide zanjar el asunto rompiendo definitivamente cualquier relación con el otro, lo metió en la cárcel.
El final de esta parábola es la consecuencia del comportamiento mezquino del siervo. El rey muy enfadado emite un juicio y concluye formulando una pregunta: “¿No debías haber tenido compasión de tu compañero, como yo la tuve de ti?”
Hermanos, aprendamos a perdonar. El Reino de los Cielos es el horizonte último de la historia, el perdón mira al presente, el perdón no se sitúa en un simplemente moral, sino más allá de la realidad de este mundo donde todo, todo llegará a su plenitud. El perdón es la profecía del Reino, el perdón es; la condición de acceso a la comunidad con Dios, allí donde el pecado es ruptura de la relación, el perdón es restablecimiento, reconstrucción y consolidación de vínculos. Se trata de abrir las puertas de nuestro corazón a Dios, más precisamente a la misericordia de Dios, y permitirle que vivifique lo que el pasado mata, y lo que el pecado destruye.
La fuerza del perdón es la paciencia, entendida como esperanza, oración, empeño por la conversión propia y del hermano. Perdonar conlleva a participar de la paciencia divina. El primer movimiento del perdón es tener paciencia, aceptar las imperfecciones propias y ajenas. El segundo, consiste en dar, estar en actitud de disponibilidad, darse, y acogida, ofrecerse con el ofensor. Recordar que la verdadera naturaleza en la relación entre Dios y el hombre es el amor, y allá se llega por medio del perdón y la reconciliación entre el hombre y Dios.
Que la paz del Señor abunde en nuestros corazones.
(Música, Mi entorno, Jesús Adrián Romero)
Hermanos, oremos fervientemente a Dios Padre Todopoderoso, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Digámosle todos con fervor: Te rogamos Señor.
Por la Santa Iglesia, para que la conserve y proteja con su amor. Roguemos al Señor: Te rogamos Señor.
Por los pueblos de toda la tierra, para que conserven ellos la paz. Roguemos al Señor: Te rogamos Señor.
Para que Dios elimine esta pandemia en el mundo entero. Roguemos al Señor: Te rogamos Señor.
Por todas las angustias que nos traen las carencias de alimentos y medicamentos. Roguemos al Señor: Te rogamos Señor.
Por todos nuestros gobernantes, para que sean siempre asistidos por la sabiduría y fortaleza divinas. Roguemos al Señor: Te rogamos Señor.
Por nosotros mismos y nuestra comunidad, para que se digne aceptarnos como una ofrenda agradable. Roguemos al Señor: Te rogamos Señor.
Oremos. Señor refugio y fortaleza nuestra, escucha las oraciones de tu iglesia y concédenos con abundancia lo que te hemos pedido con fe. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Ahora hermanos vamos a decir, con confianza, la oración que Cristo nos enseñó.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación,
Y líbranos del mal. Amén
El Señor esté con ustedes
R/ Y con tu espíritu
La bendición de Dios todo poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, esté con ustedes, les acompañe siempre. Amén
Gracias por su atención, ha sido un gusto compartir con ustedes en este día. Les habla el padre José Manuel, párroco de la iglesia de Santo Tomás, donde se venera la Santísima imagen de la Virgen Mambisa, la que ha recorrido toda Cuba. Que tengan una buena semana.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Es la voz de la Iglesia santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA
(Música, Amigo fiel, Marcos López)