Irradia, emisión del 26 de julio de 2020

Irradia, emisión del 26 de julio de 2020

Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XVII del Tiempo Ordinario

Escuchar aquí:

“El Reino de los cielos se parece a un comerciante de piedras finas, que al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra”

(Música, Qué feliz, Acrisolada)

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Qué feliz, Acrisolada)

Buenos días hermanos y hermanas, me alegra mucho estar con ustedes compartiendo el Evangelio, además el día de hoy es un día muy especial, porque es el día de los abuelos. Hoy es el día de Santa Ana, que en el tiempo la Iglesia quiso que se celebrara también junto con el de san Joaquín, por eso hoy se celebra el Día de los Abuelos, y en el nuevo calendario litúrgico se celebra Santa Ana y San Joaquín. Los santiagueros sabemos que el 16 de agosto es el día de San Joaquín, es el patrono del pueblo de San Luis, y estamos acostumbrados a celebrar San Joaquín el 16.

Sin embargo, la Santa Sede queriendo unificar estas dos fiestas, Santa Ana y San Joaquín, porque en definitiva los dos como matrimonio, como padres, como esposos, ellos vivieron sus vidas juntos, unidos, pues es bueno celebrarlos unidos también. Es el día de los abuelos, si son los abuelos de Jesús, también son nuestros abuelos, y por lo tanto vamos a pedir hoy por todos los abuelos, para que sepamos quererlos, sepamos cuidarlos, sepamos corresponder a todo lo que ellos han hecho por nosotros, el cariño que nos tienen; dicen que los abuelos tienen un cariño más tierno para con los nietos que hasta los mismos padres, que se sienten más responsables de la educación.

Por lo tanto, vamos a ofrecer nuestra oración por los abuelos: para que tengan la medicina necesaria, para que se sientan acogidos, y además para que se preparen para el encuentro con el Señor porque todos tenemos que prepararnos a ese encuentro con Dios; que les de serenidad, que hay veces que los años nos cogen y nos aceleran un poco, serenidad para soportar las debilidades de la vida. Acuérdense bien que la vida es así, nacemos por gracia de Dios y el Señor quiere que volvamos a Él, pero ese es un camino como de ascenso y después, de ir un poco debilitándose hasta llegar al encuentro con Dios, con muchos años, con pocos años.

Precisamente esa es una característica del mundo. Todas las cosas del mundo son temporales, no hay ninguna que sea fija, que sea estable, que permanezca en el tiempo, sino se mueve. Ésa es la diferencia con el Reino de Dios. Una de las características del Reino de Dios es que es eterno, Jesucristo lo vino a implantar, a traer, y ya el Reino de Dios permanece en la persona de Jesús, permanece en su Palabra, permanece en la Iglesia en la en que los cristianos queramos dar testimonio de nuestra fe y ser ciudadanos del Reino de Dios. Acuérdense bien que estamos en el mundo, pero no somos del mundo, eso nos lo dice San Juan en su evangelio.

(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 13, 44-52)

Precisamente las lecturas de hoy, al igual que en los domingos anteriores, que está tomada del Evangelio de San Mateo, capítulo 13, nos hablan del pueblo de Dios.

El pueblo judío esperaba un reino temporal. El ideal más grande que tenía una persona devota, fiel, era David, era el Rey, un Rey temporal; una persona que caminaba humilde ante Dios pero era una rey temporal; y el pueblo de Israel esperaba que algún día vendría otro Rey, soberano como David, que iba a convertir a Jerusalén como en el centro del mundo. Precisamente un descendiente de David vino, ese Mesías esperado vino, es Jesús, pero no vino a construir un reino temporal, en el mundo, sino que vino a construir el Reino de Dios.

El Evangelio de estos días, nos dice a través de parábolas, cómo el Reino de Dios se va construyendo. Hace dos domingos atrás leíamos la parábola del sembrador, que es bueno un poquito tocarla, eh. El sembrador es Jesús, la semilla que él riega es el Reino, la tierra somos nosotros que tenemos que acoger ese Reino de Dios que viene. Pero también veíamos en esa parábola que también había muchas maneras de recibir el Reino de Dios, aquella que la acogemos con superficialidad es la que se queda en el camino y al borde del camino; aquella que cae entre piedras, aquella que no hay raíces, entonces no le damos importancia al Reino; aquella que cae entre abrojos, entre malezas, entre marabú, es aquella que nunca va a crecer, porque sube un poquito pero después la mala hierba la mata, o la ahoga y se puede secar si no coge la fuerza suficiente para sobreponerse a las malezas, al marabú. Y después está la tierra firme, esa tierra que cae y con una lluvia enseguida da frutos, verdea, crece, y es agradable a la vista, y también nos da frutos. Ése es el Reino de Dios, y nosotros tenemos que procurar vivir ese Reino de Dios.

¿Cómo vivimos el Reino de Dios? ¿De qué se alimenta el Reino de Dios?, no de ejércitos, el Reino de Dios no se alimenta de slogans, el Reino de Dios no se alimenta de otras cosas que no sean aquellas que pertenecen a la naturaleza del Reino: la justicia, la bondad, la alegría, el gozo en el Espíritu, ese es el alimento del Reino de Dios.

En las lecturas de hoy hemos visto el Reino de Dios como algo que llega, nos agrada de tal manera que lo consideramos un tesoro, una perla fina y que no queremos perderlo. Por eso es que dice, el Reino de Dios hay que procurar vivirlo y tenerlo, trabajar y luchar por él de tal manera, como cuando yo tengo un tesoro y entonces lo guardo bien para que me sirva. O como cuando yo tengo una perla fina y entonces la guardo bien para que no se me pierda. Ese es el Reino de Dios.

Una vez que nosotros hemos conocido a Jesús, y que hemos vivido momentos de encuentro con Él, ya estamos viviendo el Reino de Dios. Ahora como bien dice la parábola, hay que cuidarla, hay que protegerla, ¿por qué?, porque pueden venir los abrojos, las malas compañías, pueden venir las ideas que de momento vienen y te quieren cambiar la vida, y te quieren hacer ver las cosas de manera diferente a lo que dice la Palabra de Dios. Ah, nosotros tenemos que seguir la Palabra de Dios, y de ahí que es tan importante leer la Biblia, venir a misa, ir a la Iglesia, escuchar, celebrar la eucaristía en la que Cristo se hace presente, es el Reino de Dios que está ahí.

Entonces hermanos la invitación de hoy es, busquen el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás les será dado por añadidura. El Señor no nos abandona, el mismo se entrega en la cruz por nosotros, entonces nosotros tenemos que corresponderle.

Vamos de nuevo como que a recapitular: estamos en el mundo, pero no somos del mundo; en este reino del mundo, temporal de las cosas que pasan, que son muy importantes, el alimento es importante, hay que luchar como nosotros vemos que la gente está luchando el alimento en la calle, hay que lucharlos, es muy importante, y utilizo la palabra “luchar” porque se ha hecho muy popular en Cuba; hay tantas cosas, la casa, una habitación decente, para que la familia pueda vivir; los estudios, la salud, el vestido, el transporte, todas son cosas que hay que luchar en la vida por ellas, pero el procurar tener estas cosas que son necesarias, y que en justicia todos debemos tener, no nos puede impedir el que nosotros nos procuremos tener como primera divisa el alcanzar el Reino de Dios. Porque si este reino es temporal, el Reino de Dios es eterno; si en este reino la justicia no la podemos disfrutar plenamente, el Reino de Dios es de justicia; si en este reino hay veces que la verdad y la mentira se confunden, el Reino de Dios es un reino de verdad; si en este reino del mundo que vivimos ustedes y yo cada día también está la tristeza, está la alegría, el Reino de Dios es un reino en gozo, porque nosotros vivimos junto al Señor.

Por eso yo le pido a ustedes que procuremos y pidamos mucho, que el Señor nos haga permanecer en su Reino, que busquemos su reino, que nos apartemos de todo aquello que nos pueda impedir, y ustedes van a ver como en la familia, donde nosotros vivimos, en el ambiente en que vivimos, nosotros seremos portadores de serenidad, de paz, de justicia y de bien, nos encontremos con Cristo y queramos seguirlo.

(Música, Quédate conmigo, Tony Rubí)

Hermanos vamos ahora a hacer un momento de silencio, para a continuación hacer las peticiones.

Después de cada petición oramos diciendo: Te lo pedimos, Señor

Pidamos hermanos por nuestros abuelos, hoy es el día de Santa Ana y San Joaquín, los padres de María, los abuelos de Jesús, ellos cuidaron de la Virgen, y ellos quisieron mucho a Jesús; pidamos por nuestros abuelos para que el Señor les de fortaleza, les dé también su Gracia para que puedan vivir su ancianidad, que siempre es debilidad, la puedan vivir con serenidad, lo puedan vivir rodeado del cariño de todos; pidamos por nuestros abuelos vivos y pidamos por nuestros abuelos difuntos para que ya el Señor los tenga en la Gloria. Acerquémonos a ellos, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por la Iglesia Universal, para que fiel a las enseñanzas de Jesús esté siempre atenta a las necesidades y los retos que impone cada momento, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por los que son servidores del pueblo, por los que gobiernan, y todos los que tienen alguna responsabilidad para el futuro cercano, para que el Espíritu les asista en la delicada labor de servir a todo nuestro pueblo en especial a los más necesitados, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por los enfermos y sus familias, en especial los que padecen la Covid-19, y también los que están en cuarentena, para que no decaigan en su ánimo y luchen con todas sus fuerzas por la vida, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por todas las personas que trabajan para mantener limpios y saneados nuestros pueblos y ciudades, para se mantengan firmes en su empeño de ayudar con su trabajo a la salud de todos, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por los que más necesitan de nuestra atención y nuestra oración, los ancianos, las personas que viven solas, los discapacitados, los presos, los que se sienten solos, para que cuenten siempre con la oración y el gesto solidario y oportuno de los que le rodean, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por los médicos, enfermeras y enfermeros, auxiliares e investigadores, trabajadores de la salud, para que continúen en su empeño de trabajar por el bien y la salud de todos, oremos: Te lo pedimos, Señor

Pidamos también por todos nosotros, para que el Señor nos ayude a ser fieles a nuestra fe, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por todos nuestros difuntos, para que estén gozando de la paz junto a Dios, oremos: Te lo pedimos, Señor

Cercana ya la fecha de los 505 años de fundación de esta ciudad de Santiago de Cuba, el próximo 25 de julio, pidamos a Dios, por intercesión de Santiago Apóstol, nuestro patrono, por todos los santiagueros para que, con su alegría, su fuerza y su fe, trabajen responsablemente en la construcción de una ciudad que sea orgullo y ejemplo para todos, oremos: Te lo pedimos, Señor

 Escucha Padre bueno y Padre Santo estas súplicas y aquellas que están dentro de nuestro corazón y que sólo Tú conoces, dale cumplimiento según tu voluntad, pues te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor, Amén.

Hermanos, vamos a orar todos con la oración que Jesús nos enseñó, el Padre nuestro

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal. Amén

 

El Señor esté con ustedes

R/ Y con tu espíritu

Y que la bendición de Dios todo poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes, familiares, vecinos y amigos, y les acompañe siempre. Amén

Hermanos me despido de ustedes,
Mons. Dionisio García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba

 Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación Social, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Es la voz de la Iglesia santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA

(Música, Para ser feliz, Acrisolada)

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