Le toqué la mano a Francisco
Por: Onnis Tur Pompa
Foto: Carmen R. Oliveros
“Me siento en familia, me siento en casa”, esta fue una de las tantas frases que más impactaron a los cubanos en su Encuentro con las familias el pasado martes 22 de septiembre en la Catedral de Santiago de Cuba. El Sumo Pontífice recalcó que se lleva en el corazón a Cuba porque se ha sentido como en su hogar, tanto en La Habana, Holguín como en la nuestra ciudad.
Pero fue más allá de decir. En varias ocasiones, dentro y en los alrededores de la Catedral santiaguera se fotografió, bendijo a niños enfermos, saludó a las familias, intercambió palabras, símbolo de un padre, de un misionero de la misericordia que queda indeleble en la memoria de nuestro pueblo.
Muchas son las anécdotas. Entre ellas se encuentran la de Leticia y este reportero quienes besamos su mano y nos fotografiamos con él, la de Elena María que acercó a sus sobrinitos Mary Carmen y José Carlos para que los bendijera, la de Rosa, Carmen, José, Camilita, Jorge… sería imposible contar cuántos feligreses pudieron sentirlo de cerca.
Cuando ya partió Su Santidad desde la Catedral hacia el Aeropuerto, y los fieles se trasladaban a sus casas, lo más llamativo fue cuánto impactó ese saludo de Francisco en el pueblo.
Este reportero escuchaba a niños, jóvenes y ancianos exclamando en las calles con gozo: ¡Le toqué la mano al Papa Francisco! ¡Bendijo a nuestro hijo! ¡El Santo Padre me miró!
Y resulta que tocar la mano del Sucesor de Pedro, abrazarlo, besarlo, mirarlo, tenerlo cerca y oír su mensaje se convierte en energía renovadora, se convierte en necesidad de más unidad familiar, en amor, paz, comprensión, perdón, esperanza y fe.
Es como decimos en buen cubano, quien lo toca se baña de bendiciones para irradiarlo en sus comunidades. Así le corresponde a cada uno de nosotros, a cada uno de quienes vivieron esta oportunidad, posiblemente irrepetible, llevar su respiración, su impulso y fortaleza a los más necesitados.