Alocución Radial de Mons. Dionisio G. García Ibáñez
Alocución Radial de Mons. Dionisio G. García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba
24 de mayo de 2020, VII Domingo de Pascua
Domingo de la Ascensión del Señor
“Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he enseñado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”
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Queridos hermanos y hermanas.
Hoy la Iglesia Universal celebra la Fiesta de la Ascensión del Señor. Este acontecimiento está narrado en tres libros de la Biblia: en los Evangelios de Marcos y Lucas y en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Estos textos relatan que Jesús, después de culminada su misión en el mundo, se hizo hombre como nosotros en todo menos en el pecado, les deja a los apóstoles la responsabilidad de continuar su obra siendo testigos de su resurrección, y les da el mandato de enseñar a todos los pueblos y naciones el mensaje de salvación que Él vino a comunicarnos. Ahora su misión es otra pues, está en la gloria junto al Padre y al Espíritu Santo, pero Él prometió que no les abandonaría, que estaría con ellos todos los días, hasta el fin de los tiempos. Por la fe sabemos que Jesús permanece con nosotros, de tal manera que no estamos solos luchando contra las fuerzas del mal. Siempre podremos contar con su presencia y su gracia.
Esta es una de las fiestas más importantes de los cristianos, por eso fue una gracia haber podido orar hoy en nuestras casas, durante la transmisión desde el Cobre por la televisión nacional, la misa de la Ascensión, ya que, debido a la epidemia que sufrimos, muchos fieles todavía no pueden asistir a los templos a celebrar alegremente en comunidad. Pero, de esta manera, pudimos estar todos unidos en una comunidad de fe. Como también es una gracia el estar ahora dirigiéndome a ustedes por la Radio Provincial. Demos gracias a Dios y a todos los que lo han hecho posible.
La transmisión de la misa desde el Santuario de El Cobre, tiene siempre un significado especial, pues esa es la Casa de los Cubanos, que todos sentimos como nuestra. Nuestro pueblo acude a ese lugar en los momentos de alegría y tristezas, con la seguridad interior de que, junto a la imagencita de nuestra Madre la Virgen de la Caridad, que ha acompañado a nuestro pueblo durante más de 400 años, seremos mejor escuchados por Dios, nos sentimos más unidos como pueblo y regresaremos a nuestros hogares siendo mejores y con más paz y fortaleza espiritual.
Como siempre hacemos, en el mensaje de hoy pediremos por nuestras necesidades, por las de todo nuestro pueblo, por las madres que están dando a luz en estos momentos en las maternidades, por los enfermos, de manera especial los que padecen a causa del virus y sus familias, por los que les cuidan aun con riesgo de contagiarse, por los que siguen en sus trabajos produciendo los suministros que el pueblo necesita, por los que velan por el cumplimiento de las normas de comportamiento exigidas para controlar la epidemia, por todas las personas que luchan diariamente para llevar a sus hogares lo necesario para la alimentación y el cuidado de sus familias, por los presos, por los ancianos que se sienten agobiados por el peso de la vida. Por todo hombre o mujer que necesite de la gracia y fortaleza de Dios, para enfrentar las vicisitudes que la vida nos presenta.
En la Iglesia Universal, también hoy celebramos el día del comunicador, es decir, lo dedicamos a recordar y a tener presente a los que trabajan en los medios de comunicación que facilitan la información: la radio, la prensa escrita, la televisión y otros medios digitales de comunicación. Pidamos, por todos los profesionales, locutores, periodistas, guionistas, técnicos de grabación y sonido, trabajadores y responsables de los medios de comunicación. De manera especial por los de nuestra emisora Provincial CMKC y por los de la Televisión Turquino que durante estos momentos difíciles han dado lo mejor de sí para hacer llegar a ustedes un mensaje de esperanza, confianza en el Señor y ánimo. Pediremos por Ustedes y sus familias, y para que las palabras e imágenes que transmiten lleven siempre la verdad y nos brinden un mensaje de justicia y fraternidad que facilite la convivencia entre todos.
Recordemos que los cuatro Evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, relatan la vida de Jesús: nacimiento, bautismo, predicación, pasión, muerte, resurrección hasta su ascensión a los cielos que es la fiesta que celebramos hoy. Sin embargo los Evangelios, como hemos dicho, no son una biografía detallada de la vida Jesús, sino que relatan su vida resaltando, de manera pedagógica aquellos acontecimientos que Dios quiere que nosotros conozcamos, sobre el mensaje de salvación que nos trajo Jesús, y así, nos sirva de provecho para que nuestra vida quede iluminada con la luz de la fe.
Antes de escuchar con atención las lecturas de hoy, Día de la Ascensión del Señor, hagamos un resumen de los mensajes que hemos escuchado en las lecturas los domingos anteriores y que es bueno recordar
El Viernes Santo: Jesucristo murió en la Cruz para salvarnos. Con su sangre borró nuestros pecados y nos permite alcanzar la vida eterna. Parecía que con su muerte todo estaba terminado.
El Domingo de Resurrección: El asombro de saber que aquel a quién los poderes del mal daban por muerto había resucitado, estaba vivo, en contra de todo pronóstico humano. Jesucristo había vencido al mal, al pecado y a la muerte.
Al domingo siguiente escuchamos como Jesús se manifestó a sus discípulos dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo para convencerlos de su resurrección y, así, confirmarlos y fortalecerlos en la fe
Los domingos posteriores a este y para que le conocieran bien escuchamos que dijo que Él era el Buen Pastor que nos guía por la vida sin peligro de perdernos, y también que era el Camino que lleva a descubrir el amor de Dios para con nosotros.
Además, dijo que Él es la Verdad y la Vida. Solo con Él podemos, con seguridad, conocer el sentido último de nuestra existencia, que es la vida eterna y no la muerte como piensan los que no creen en Él.
Finalmente, el pasado domingo escuchamos cuando dijo que, si queríamos seguirle y tenerlo como nuestro guía y Señor, debíamos guardar los mandamientos de la Ley de Dios, los Diez Mandamientos.
Hoy escucharemos el relato de los últimos momentos de Jesús resucitado junto a los apóstoles y discípulos antes de ascender a los cielos. También escucharemos las últimas recomendaciones y mandatos que les dejó a ellos y a nosotros.
La Ascensión de Jesús a los cielos puede leerse en los capítulos finales de los Evangelios de Marcos y Lucas y en el primer capítulo del libro de los Hechos de los Apóstoles, que es el libro que narra el inicio de la vida de la Iglesia. Les invito a buscarlos, leerlos y meditarlos.
Escuchemos lo que nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, primer capítulo, versículos del primero al once.
(Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1-11)
Después de haber escuchado el texto de los Hechos de los Apóstoles, vamos a escuchar ahora el final del evangelio de San Mateo, capítulo 28, versículos del dieciséis al veinte.
(Lectura del Evangelio según san Mateo 28, 16-20)
Por el relato podemos darnos cuenta, que los discípulos estaban desconcertados, vacilantes. Por un lado, tenían la certeza de que Jesús era el Señor, el Hijo de Dios vivo, resucitado y eso les llenaba de una gran alegría, pero, al mismo tiempo no sabían qué iba a pasar, que tendrían que hacer ellos, cómo lo harían. Hasta le preguntaron cuándo Él vendría como Rey vencedor. Estaban verdaderamente turbados.
Jesús comenzó a darles instrucciones y algunos mandatos:
– En primer lugar, les quiso dar confianza diciéndoles: “Yo estaré con Ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”
– Les aseguró que a Él se le había dado “Pleno poder en el cielo y en la tierra”
– Les pidió que fueran a Jerusalén y les prometió que recibirían el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, que vendría a ellos y les daría la fuerza necesaria para ser buenos discípulos de Cristo.
– Les pidió que fueran los testigos de su resurrección ante los hombres y mujeres de todos los tiempos y culturas.
– Les mandó a que hicieran discípulos en todos los pueblos, enseñándoles a “guardar todo lo que Él les había mandado”.
– Les mandó también a “bautizar a todos los que creyeran, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” para que queden así consagrados como hijos de Dios y miembros de su Iglesia.
Los discípulos se quedaron atónitos, pasmados, al verlo partir. De tal manera que dos personajes que estaban allí, les tuvieron que llamar la atención diciéndoles: no se queden pasmados mirando al cielo, pongan los pies en la tierra.
De esta manera se nos dice que ya había terminado el tiempo de Jesús en este mundo y que comenzaba el tiempo de la Iglesia, en el cual nos toca a nosotros, los bautizados, ser sus testigos y continuar su obra, con la ayuda del Espíritu Santo.
Los apóstoles, junto a la Virgen María y otros discípulos, fueron a Jerusalén y, en oración, pero todavía turbados e indecisos, esperaron a que se cumpliera la promesa de que el Espíritu Santo vendría a ellos.
El Domingo que viene, domingo de Pentecostés, escucharemos el relato correspondiente. Desde ahora les invito a buscarlo en el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 2, versículos del uno al once. Así cuando lo oigan en la misa podrán recordarlo mejor.
(Música, Somos luz)
Hermanos en este momento les invito a ponernos en oración. Hagamos silencio, recordemos todo aquello que queremos pedirle a Dios, todo el bien que deseamos a los demás y después juntos presentemos nuestras peticiones.
Después de cada petición oramos diciendo: Te lo pedimos Señor
Por todos los enfermos, especialmente los contagiados con el virus, que aún están ingresados en los hospitales y separados de sus familias, para que conserven la fe y la esperanza. Te lo pedimos Señor.
Por los que están aislados en cuarentena y se sienten preocupados ante la incertidumbre de tener la enfermedad, para que se sientan acompañados y cuidados por los que le rodean. Te lo pedimos Señor.
Por los ancianos y especialmente aquellos que tienen alguna enfermedad que les hace más vulnerables ante el virus, para que no les falte el consuelo y la paz. Te lo pedimos Señor.
Por los trabajadores de la salud: médicos, enfermeras y enfermeros, técnicos y auxiliares servicio, para que trabajen siempre con responsabilidad y amor. Te lo pedimos Señor.
Por los comunicadores: periodistas, locutores, camarógrafos, técnicos, directores, guionistas y redactores, trabajadores de servicio, para que con su trabajo sean siempre eficaces trasmisores de la verdad y la esperanza. Te lo pedimos Señor.
Por todos nosotros, para que el Señor fortalezca nuestra fe, nos dé una fuerte esperanza y nos haga generosos con los que más necesitan. Te lo pedimos Señor.
Por los que han muerto debido a la pandemia, y por todos nuestros familiares y amigos difuntos, para que el Señor los acoja junto a Él en la gloria. Te lo pedimos Señor.
Hermanos, después de elevar nuestras peticiones, vamos a rezar un Ave María, pidiéndole también a la Virgen que acompañó a Jesús y a sus discípulos que nos acompañe.
Dios te salve María, llena eres de gracia,
el Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
El Señor esté con ustedes, y con tu espíritu.
Con el deseo de que vivan estos días en paz, unidos a toda la familia, compartiendo unos con otros, les doy, les imparto la bendición de Dios.
La bendición de Dios todo poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Descienda sobre ustedes, vecinos, familiares y amigos, y les acompañe siempre. Amén.
Hermanos, antes de despedirme quiero pedirles que tengamos todavía mucha precaución. Gracias a Dios y al esfuerzo de todos, las provincias orientales, nuestra provincia lleva varios días sin ningún caso positivo. Eso nos alegra mucho. Pero eso no significa que ya todo pasó; por lo tanto, tratemos de conservar aquellas normas esenciales, que son esenciales para evitar que haya un rebrote, evitar que después pues las cosas no funcionen como lo han estado haciendo hasta ahora. Me despido de ustedes.
Monseñor Dionisio García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
(Música, Ven sé mi Luz)