Alocución Radial de Mons. Dionisio G. García Ibáñez, V Domingo de Pascua

Alocución Radial de Mons. Dionisio G. García Ibáñez, V Domingo de Pascua

10 de mayo de 2020, V Domingo de Pascua, Día de las Madres

 Escuchar Aquí:

 

“Yo soy el Camino, y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mi”

Buenos días hermanas y hermanos,

Este domingo, Día de las Madres, en la misa en el Santuario del Cobre, pedimos por nuestras madres, por las que están vivas para que Dios les de fortaleza y reciban mucho amor de sus hijos y por las difuntas para que Dios les tenga en cuenta toda la ternura y el cariño que derramaron sobre nosotros, sus hijos.

También ahora, en este mensaje dominical que está llegando por las ondas de la Emisora Provincial de Radio CMKC y que nos permite unirnos comunitariamente en oración, pidamos para que la bendición de Dios llegue a cada una de nuestras madres y a nuestros hogares.

Hoy comentaremos el pasaje del evangelio que corresponde a este domingo. Procuremos escucharlo y meditarlo con detenimiento pues hacemos muy poco si después de escucharlo, no tratamos que nos sirva de provecho como persona y en nuestra vida de fe.

Primero, recordemos y resumamos brevemente lo que nos decía el evangelio que meditamos el domingo pasado:

Jesús, utilizó las imágenes del pastor y la puerta para autodefinirse, diciendo que Él era el Buen Pastor que sabe conducir a sus ovejas y la Puerta por la que deben pasar los que quieren conocer el sentido de la vida y el plan de Dios para cada uno de nosotros.

Jesús, a estas imágenes, tal como oiremos, añade, otras tres: El Camino, la Verdad y la Vida. Y les explica lo que estas significan acerca de su persona.

Escuchemos ahora la lectura del Capítulo 14, versículos del 1 al 12 del evangelio según San Juan.

(Lectura del Evangelio según San Juan 14, 1-12)

Jesús dice que Él es la Puerta, el Buen Pastor, el Camino, la verdad y la Vida. ¿Qué nos quiere decir con estas imágenes sobre quién es Él?

Puerta y camino. Por el camino andamos y por las puertas pasamos. Estas imágenes dan idea de movimiento, de viaje, de hacer un camino, de trasladarnos hacia otro lugar, de ir en una dirección determinada, de querer alcanzar una meta y un destino.

Este caminar es nuestra vida. Todos nacemos en el seno de una familia, crecemos en ella, de niños pasamos a jóvenes llenos de vida y fortaleza, llenos de aspiraciones, estudiamos y trabajamos, procuramos tener éxito y alcanzar las metas que nos proponemos. Todos buscamos la verdad y la felicidad. ¿Quién no quiere ser feliz? Tendremos muchos momentos de alegría y satisfacción. También nos damos cuenta que, en la vida, hay que luchar, pues encontramos obstáculos que a veces consideramos insalvables. Asumimos responsabilidades, formamos a nuestra familia, tenemos hijos que nos alegran la vida y a quienes damos nuestro cariño. Ya, con los años, comienzan a decaer las fuerzas, la salud se reciente, viene la jubilación. Si hemos hecho el bien sentimos que hemos cumplido con nuestro deber. Sin embargo, también sabemos que, desgraciadamente, muchos no consiguen el éxito que deseaban o han sufrido la injusticia, viven pocos años o sufren enfermedades. Inexorablemente, al final, llega la muerte física tanto para unos como para los otros. A todos. Por ese fin todos pasamos.

Ante esta realidad, necesitamos buscar respuestas. Al igual que los apóstoles Tomás y Felipe, también nosotros necesitamos que alguien nos explique. No tengamos miedo en preguntar sobre el sentido de la vida, al contrario, como en todas las cosas debemos preguntar, escuchar y analizar. Eso es lo que caracteriza a las personas humanas y nos hace diferentes y únicos en la naturaleza. La sociedad ha avanzado porque se ha preguntado por la razón de las cosas.

Para los que no creen en Dios, al final de la vida siempre está la muerte, el fin, la nada. La muerte en sí misma es la derrota de la vida y de las aspiraciones que nos han motivado y en las que hemos puesto nuestras esperanzas. Solo les queda resignación o aceptación de una realidad no deseada. Es un sin sentido. Para muchos solo un absurdo. Como consuelo, solo queda el recuerdo en aquellos que los conocieron y el bien o mal que hicieron y dejaron.

Sin embargo, para los que, por la luz de la fe, creemos que Jesucristo ha resucitado, que ha vencido a la muerte y al mal, entonces, la vida, sí tiene sentido, no termina con la muerte pues ésta ha sido derrotada por Cristo en la Cruz. El final de la vida no es la muerte, sino la nueva vida en Cristo. Tenemos esperanza, sabemos que “Si Cristo ha resucitado, nosotros también resucitaremos con Él” tal como nos lo dice San Pablo. Dios nos ha dado la vida por amor, es el Dios de la Vida y no quiere que ésta sea destruida, sino que vivamos eternamente junto a Él.

¿Quién nos enseña esta verdad?, ¿Quién nos guía en nuestro caminar? Lo hace Jesús, el Buen Pastor, que es el camino, la verdad y la Vida plena. Tomás y Felipe y los demás apóstoles sólo entendieron esta verdad, después de la resurrección de Cristo, cuando se le abrieron los ojos a la luz de la fe y, llenos de confianza y alegría, anunciaron a todos los hombres: “Cristo ha resucitado, sí verdaderamente ha resucitado” hasta el día de hoy en que también nosotros continuamos afirmándolo y proclamándolo.

Les invito a hacer esta petición que aparece en el evangelio de Marcos (9,24): “Señor creo, pero aumenta mi fe”

Como dijimos al principio hoy es el Día de las Madres. Lo ideal sería que todas las madres estuvieran rodeadas de sus hijos y nietos, pero sabemos que, cuando la familia es muy numerosa esto es casi imposible y que, además, dadas las circunstancias de aislamiento por la epidemia que debemos vivir responsablemente, precisamente para cuidarlas a ellas, muchas no podrán estar con sus hijos y abrazarlos como quisieran. Pero, lo más importante, lo que tenemos que procurar es, que ellas sientan y tengan la seguridad de que sus hijos las quieren, las ayudan, las cuidan y se preocupan por ellas, en definitiva, que les corresponden de alguna manera a todo el amor y la ternura que ellas sienten y derraman sobre ellos. Tengamos en cuenta que todos los días son Días de las Madres y no solo hoy. Ellas se lo merecen.

Dios nos creó por amor, y todos los hombres y mujeres necesitamos de amor, Dios lo dispuso así, nacemos de una madre que tiene, porque así lo ha dispuesto la naturaleza la ternura que le es propia y que solo saben dar las madres. Toda mujer, tenga hijos o no, ve la realidad con ojos de madre. Ese es una de las características y cualidades propias de ser mujer: la maternidad. Los hombres también queremos tiernamente a nuestros hijos, pero siempre lo hacemos con las características propias de nuestra naturaleza y psicología. El niño que crece en un ambiente de amor y aprecio tiene todas las posibilidades de ser feliz. De ahí que necesite a y papá y éstos tienen que procurar un ambiente de amor y confianza para bien de la familia. Ese es el ambiente propicio, que la misma naturaleza estableció.

Una familia bien llevada, es uno de los mayores regalos que se le puede brindar a nuestras madres y ellas aprecian.

He querido, hermanos y hermanas, hoy Día de las Madres asociar también a los padres. Les pido que no crean ni repitan la frase de mal gusto que desafortunadamente a veces oímos: “Padre puede ser cualquiera, madre hay una sola”. El que así se expresa está ofendiendo tanto al hombre como a la mujer. Si nos fijamos bien, esta expresión nos está diciendo que la mujer escogió a cualquier hombre como compañero y padre de sus hijos. No contaminemos a las futuras generaciones con estas expresiones. Formemos a nuestros hijos para que sean responsables y asuman los compromisos como las madres los padres que serán algún día. Escuchemos esta canción dedicada a nuestras madres y también a nuestra Patrona y Madre la Virgen de la Caridad.

(Música, Canción Hoy he vuelto, instrumentación y voz Melvín Rodríguez)              

Les invito a hacer un momento de silencio y a ponernos en oración. Les invito a unirse en oración con las siguientes intenciones.

Después de cada petición vamos a invocar diciendo: Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

 Por los enfermos contagiados con el virus que están ingresados en los hospitales y están separados de sus familias. Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

Por los que están en cuarentena en hospitales, en centros de aislamiento o en sus casas y se sienten inquietos ante la incertidumbre. Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

 Por todas las madres que día a día se empeñan para dar lo mejor de sí a su familia y a los que le rodean, aun en medio de la difícil situación que vivimos. Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

Por los trabajadores de la salud, médicos, enfermeras y enfermeros, técnicos y auxiliares de los centros de Salud que por su trabajo están en riesgo de ser contagiados. Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

Por todos los que, en medio de esta situación, trabajan por el bien común. Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

Por todos los que tienen la misión de hacer cumplir las normas de protección y de aislamiento social. Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

Por todos nosotros, para que el Señor fortalezca nuestra fe, nos dé una fuerte esperanza y nos haga generosos con los que más necesitan. Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

Por nuestras madres difuntas, para que el Señor las tenga junto a Él en la gloria. Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

Por aquellos que más sufren. Jesús, camino verdad y vida, escucha nuestra oración

Hermanos, también hoy casualmente, así Dios lo ha querido, celebramos los 104 años de que la Virgen de la Caridad fuera declarada Patrona de Cuba en el año 1916 por el papa Benedicto XV, esta petición la hicieron los veteranos, es decir aquellos que lucharon por nuestra libertad en las guerras de independencia, María de la Caridad es nuestra Madre; por eso vamos a rezar todos el Ave María.

Dios te salve María, llena eres de gracia,

el Señor está contigo.

Bendita tú eres entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros, pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Nuestra Señora de la Caridad, ruega por nosotros

Nuestra Señora de la Caridad, ruega por nosotros

Nuestra Señora de la Caridad, ruega por nosotros

Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios,

no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien líbranos de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.

 

El Señor esté con ustedes/ Y con tu espíritu

La bendición de Dios todo poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Descienda sobre ustedes, vecinos, familiares y amigos, y les acompañe siempre.

Monseñor Dionisio García Ibáñez

Arzobispo de Santiago de Cuba

(Música, Virgen Mambisa, instrumentación Melvín Rodríguez, voz Arasay Machirán, Coro Interparroquial)

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