Alocución radial de Monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez
Alocución radial de Monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez
Jueves Santo, 9 de abril de 2020
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
“Este es mi cuerpo y esta es mi sangre que será derramada por ustedes”.
Queridos Hermanos y hermanas:
Buen día para todos los radioyentes, sus familiares y amigos. Al igual que otros años me dirijo a Ustedes desde las ondas radiales de la Emisora Provincial CMKC. Este año, de manera particular, quisiera llegar hasta el corazón de todos los santiagueros pues estamos viviendo momentos muy difíciles debido a la epidemia que nos invade y que tanta tragedia y dolor está causando en el mundo y comienza a hacerlo en nuestra Patria. Pido para todos Ustedes la fortaleza de la Fe, la serenidad y confianza que da la Esperanza y la generosidad en ayudarnos los unos a los otros que da la Caridad.
Precisamente esta epidemia se ha presentado en plena Semana Santa, donde los cristianos del mundo entero recordamos la Pasión, muerte en la Cruz y la victoriosa Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Recordemos que todos, sin excepción, cargamos alguna cruz en la vida. A estas cruces personales que ahora estamos llevando se ha añadido, además, la cruz de esta epidemia. Creo que lógicamente viene la pregunta ¿Qué sentido tienen esas cruces inevitables que nos impone la vida y que debemos cargar sin remedio? ¿Qué sentido tiene luchar tanto para que al final una epidemia nos sorprenda y acabe con las aspiraciones y proyectos por los que hemos luchado? Para los cristianos la única respuesta posible y razonable la da Jesucristo. El también cargó con la cruz, pero la diferencia es que lo hizo voluntariamente, para alcanzarnos la salvación, el perdón de nuestros pecados, reconciliándonos con Dios. Para decirnos que los sufrimientos que padecemos solo tienen sentido en su Pasión y Resurrección. Que nos garantiza que la muerte no triunfa sobre la vida, y que estamos llamados a vivir eternamente junto a Dios.
La Semana Santa comienza con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que celebramos el Domingo de Ramos. Jesús fue a Jerusalén sabiendo que caminaba hacia la muerte en la cruz. Todas las envidias, las intolerancias y los odios caían sobre El. Pero no se escapó. El asumió su pasión para enseñarnos que nuestra vida tiene sentido, que no es un simple pasar por el mundo con mayor o menor éxito, satisfacción o desgracia, como dice el dicho popular tan cínico y falso: “Al que le tocó le tocó”, o cuando con fatalismo dicen: “Oye, te tocó la mala”. ¿Una vida así tiene sentido? Los cristianos sabemos que la victoria no es del mal y la muerte sino del bien y la Vida en Cristo Jesús. Este es el centro de nuestra fe cristiana. “Si Jesucristo ha resucitado nosotros resucitaremos con él”. Sí, la vida tiene sentido porque culmina en Dios.
Un día como hoy Jueves Santo, Jesús, sabiendo que iba a una muerte segura quiso despedirse de sus discípulos y lo hizo en una cena Pascual, comida tradicional del pueblo judío que se celebra en familia, entre amigos, y que recordaba la alianza de Dios con su pueblo. En esa cena invitó a sus discípulos a vivir según el mandamiento del Amor: “ámense unos a otros como yo los he amado”, “trata a tu hermano como tú quieres que te traten a ti”. Este es el mandamiento que debe conducir nuestra vida. Jesús nos dio el ejemplo. Se hizo siervo, criado, esclavo de sus discípulos poniéndose al servicio de ellos al lavarles los pies, que era un trabajo de siervo o esclavo.
Escuchemos con atención la lectura de este relato en el Evangelio según san Juan.
(Evangelio Jn 13,1-15)
Les invito a fijarnos en dos enseñanzas que nos deja el texto que hemos escuchado.
Primero, debemos ponernos al servicio de los demás como lo hizo Jesús, siendo el Maestro y el Señor, no se llenó de orgullo y poder sino que se abajó hasta convertirse en un servidor de sus discípulos. Recordemos la frase: “Yo les he dado el ejemplo, hagan Ustedes también lo mismo”. En la visita del Papa Francisco a nuestra Patria, él nos recordó una frase que nos hizo pensar y que resume esta enseñanza: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”. Esto nos compromete hermanos, entre otras cosas, a cuidarnos y a consolarnos los unos a los otros siempre y sobre todo en medio de esta terrible pandemia.
Segunda enseñanza. Al igual que Pedro, muchas veces nos negamos a seguir a Jesús, para ser sanados y salvados por El. Pero al igual que Pedro comprendió, se convirtió y se dejó sanar por Jesús, abramos nuestro corazón y también seremos sanados por él. Aquí debes tomar una decisión como la de Pedro y dar el primer paso para encontrarte con Jesús. El siempre saldrá a tu encuentro.
Después de este momento Jesús continuó la cena y como un gesto de amor, y para sorpresa de sus discípulos, cogió un trozo de pan y una copa llena de vino y les dijo “Este es mi cuerpo y esta es mi sangre que se ofrece por Ustedes”. La ofrenda que hizo de sí mismo en la Cruz, muriendo y entregándose por nosotros, quiso adelantarla ante sus discípulos en la ultima cena.
(Música)
Escuchemos el relato conocido como de la ultima cena de Jesús como nos narra san Mateo en su Evangelio en el capítulo 26, del versículo 20 al 30.
(Evangelio Mt 26, 20-30)
Recordemos otras dos enseñanzas que nos propone este relato:
Primero. La Iglesia siendo obediente al Señor Jesús sigue rememorando el sacrificio de Cristo en la Cruz cada vez que celebra la Santa Misa. El pan y el vino que se ofrecen en la misa y se convierten por la acción de Dios en su cuerpo y en su sangre derramada en la cruz. En cada misa se hace presente el único sacrificio de Cristo en la Cruz y los que participamos en ella recibimos las mismas gracias que recibieron los apóstoles. De esta manera estamos obedeciendo a Jesús porque estamos cumpliendo lo que Él nos pidió: “Hagan esto en memoria Mía” hasta el final de los tiempos. La misa es la mejor oración que una persona puede elevar a Dios pues en ella es el mismo Cristo el que se ofrece.
2do. No hagamos como Judas que traicionó a su maestro por 30 monedas de plata. Vendió su moral y su alma, que es eterna, por un bien que se gasta y se acaba en el tiempo. “De que le sirve a un hombre ganar todo el mundo, si al final pierde su alma y se condena”. Seamos hombres y mujeres honestos, esto nos hará más felices a nosotros y por medio de nosotros a nuestras familias y amigos. La traición y la infidelidad hacen que el mal penetre en el mundo.
Quiero hermanos, invitarles a que terminemos orando por todos los que sufren. Les invito a hacer un momento de silencio y a ponernos en oración.
Después de cada petición oremos diciendo:
Dales fe y fortaleza Señor
– Por los enfermos contagiados que están ingresados en los hospitales y sufren separados de sus familias en su enfermedad. Dales fe y fortaleza Señor
-Por los que están en cuarentena en hospitales o en sus casas y que ven el futuro con incertidumbre. Dales fe y fortaleza Señor
-Por sus familiares que desearían estar cerca de ellos acompañándolos, pero que la misma enfermedad se lo impide. Dales fe y fortaleza Señor
-Por los ancianos y aquellos que tienen alguna enfermedad de riesgo que les hace frágiles ante el virus y viven con temor. Dales fe y fortaleza Señor
-Por los trabajadores de la salud, médicos, enfermeras y enfermeros, los trabajadores y personal de servicio de los centros de Salud que se arriesgan a ser contagiados. Dales fe y fortaleza Señor
-Por todos los que tienen la misión de hacer cumplir las normas de protección y de aislamiento social. Dales fe y fortaleza Señor
– Por aquellos que más sufren de carencias económicas y otros males provocados por esta epidemia. Dales fe y fortaleza Señor
Hermanos, con esta oración final en la que incluimos a todo nuestro pueblo también, para que nos de fe y fortaleza.
Mañana nos encontraremos de nuevo por estas ondas de la CMKC y a la misma hora, las diez de la mañana, para recordar el Viernes Santo, escuchando y comentando la Pasión del Señor Jesús.
Dispongámonos a recibir la bendición.
Que la bendición de Dios todopoderoso, venga sobre ustedes, familiares y amigos. Amén