Catequistas santiagueros en taller de formación
Por: Giovnna Tames Miraglia
Cerca de doscientos catequistas de la diócesis, nos juntamos en la Casa de Retiro y Convivencias el sábado 22 y domingo 23 de febrero para nuestro II Taller del curso catequético. Como estrategia planteada por la Comisión diocesana de catequesis, seguimos la modalidad de propiciar la formación de nuestros agentes pastorales coincidiendo con el comienzo de los tiempos litúrgicos fuertes, en este caso la Cuaresma. Por esto, el encuentro estuvo encaminado a ayudarnos a vivir desde lo personal y también desde lo pastoral, en un espíritu de conversión profunda y constante.
Nos ayudó en ello el P. Adriano quien nos iluminó para continuar con la iniciación cristiana de los niños, conscientes que esta colaboración en la misión de Cristo, es un regalo, un don del Espíritu Santo. Según nos expresó, solo haría “algunas provocaciones” para que viviéramos la catequesis no solo como un servicio o tarea sino como una muestra de la preferencia de Cristo por mí, por nosotros. Nos adentró en el tema motivando la reflexión sobre qué queremos decir con iniciación cristiana, ayudando a sumergirnos en cada término y reforzando en la importancia del encuentro personal con Jesús, de la experiencia de Su presencia en mi vida, en la historia; sólo desde ahí podemos acompañar a otros en su incorporación a la vida cristiana.
Recalcó que en este proceso el sujeto principal es la comunidad cristiana: el encuentro del creyente con Cristo es acogido y acompañado por la Iglesia, comunidad histórica, visible y concreta que expresa el encuentro y la comunión con Cristo. Desde la lectura y profundización del Libro de los Hechos de los apóstoles (2, 42-47) ahondamos en las cuatro dimensiones o columnas de la vida cristiana, a decir: educar en el pensamiento de Cristo, en la gratuidad, en la oración y la liturgia, y en la misión. Este trabajo lo hicimos reflexionando en equipos con textos y pautas que el sacerdote nos ofreció. De las respuestas de los catequistas se compartieron en plenario las experiencias positivas y limitaciones que, desde la catequesis comunitaria, tenemos en cada uno de los cuatro aspectos. De esta reflexión sobresalió el llamado de los catequistas al testimonio, a la coherencia, y a construir más sobre las vivencias que sobre las doctrinas.
De igual manera surgieron interrogantes que apuntaban a insistir más en la comunidad como sujeto que introduce y acompaña en la vida cristiana, a seguir buscando cómo acercarnos e involucrar en mayor medida a las familias, a propiciar más experiencias que ayuden a comprender que el catecismo no termina en el momento del encuentro puntual ni en la recepción de los sacramentos, y a continuar buscando cómo encaminar a los pequeños al encuentro personal con el Señor a través de la oración. Grandes retos que intentaron plasmarse en acciones concretas.
En este taller, como ha venido sucediendo en los anteriores, hubo un espacio para refrescar ideas claras sobre la Cuaresma en pos de presentarlo a los niños de manera renovada, creativa. La hermana Lola, catequista sopeña, fue quien nos guió ese momento, presentando no solo lo que significa este tiempo litúrgico, sus símbolos, actitudes y acciones que nos sugiere, sino a través de herramientas prácticas que todos pudieron llevar, con propuestas de retiros, reflexiones, juegos, cantos y videos que tanto bien hacen a los pequeños porque son formas de “hablarles en un lenguaje comprensible para ellos”. La insistencia estuvo en seleccionar y preparar con antelación y en insistir en el sentido de todo cuanto propongamos desde los grupos de catequesis.
Fue una jornada más para animarnos unos a otros, acompañarnos y sentirnos que, como iglesia diocesana, seguimos respondiendo SÍ al llamado de Jesús de anunciar su evangelio a los más pequeños.