Alocución Radial de Mons. Dionisio García Ibáñez

Transmitida viernes 19 de abril de 2019 por la Emisora de Radio CMKC

Semana Santa 2019

“Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y, que a mi vez os he trasmitido” Cor 1,23. Que Jesucristo murió en la cruz para salvarnos. 

Queridos Hermanos y hermanas.

Siguiendo la buena costumbre, establecida por varios años, hoy Viernes Santo, con agrado me dirijo a Ustedes en este día tan significativo de Semana Santa; les deseo Paz y Bien a todos los radioyentes y trabajadores de la emisora CMKC y a todos los santiagueros de buena voluntad.

Hago extensivo este deseo de Paz y Bien a sus familias, sobre todo aquellas que más necesitan la presencia de Dios en sus vidas. No estamos solos, otros podrán dejarnos, olvidarnos o abandonarnos, Dios siempre estará presente. Les animo a buscarlo con fe, con esperanza, porque Él siempre se hace encontrar.

El domingo pasado se inició la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos. Los cristianos acudimos a las iglesias y recogimos los ramos benditos, recordando así la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Llevamos los ramos a nuestras casas para que, al verlos, nos recuerden que queremos recibir a Jesús en nuestro corazón y en nuestro hogar.

Ayer, Jueves Santo, celebramos la última Cena de Jesús con sus discípulos. En esta cena, horas  antes de la Pasión en la que entregaría su vida por nosotros, nos dejó el mandato de celebrar la santa Misa, para que recordemos y renovemos “hasta el fin de los tiempos” su sacrificio y ofrenda en la Cruz, por nosotros. En esa última cena Él les pidió a sus discípulos que, aquel que quisiera ser el primero entre ellos se pusiera al servicio de los demás. Para significar esto, Él, que era el maestro y Señor, se puso a lavarles los pies como hacían los siervos y esclavos. Por eso, en nuestras Iglesias se celebra diariamente la Santa Misa.

Hoy Viernes Santo, en todos los templos y casas de oración, recordaremos la Pasión de Jesús. Le acompañaremos en su camino hacia el monte Calvario donde fue crucificado. Allí estaremos junto a la Virgen María, su madre, al apóstol san Juan y algunas otras mujeres que lo acompañaron hasta el final. Leeremos el relato bíblico que narra estos hechos y pediremos a Dios por las necesidades de todos los hombres.  Al final de la celebración veneraremos la Cruz que, desde entonces, es signo de la victoria de Cristo sobre el mundo. 

Mañana, Sábado Santo, por la noche o el domingo en la madrugada, celebraremos en la Vigilia Pascual, la Resurrección de Cristo, su triunfo sobre la muerte, el mal y el pecado. La obscuridad de la noche será iluminada por la luz de las velas que encienden los fieles recordando que Cristo es la Luz del Mundo que destruye las obras del mal y que ilumina nuestras vidas para poder encontrarnos con Él, que es Camino, Verdad, Vida y además le da sentido a nuestra existencia. También seremos rociados con agua bendita recordando nuestro bautismo y el perdón de nuestros pecados que Jesucristo nos ha alcanzado con su muerte y resurrección.

(Canción)

Me podrán preguntar, ¿Cómo conocemos estar verdades? Pues por la Biblia, por la fe y el testimonio de los apóstoles y los discípulos de Jesús, que conservaron y transmitieron su mensaje de generación en generación. De tal manera que Jesucristo es venerado en todas las naciones y pueblos y su presencia ha cambiado la historia de la humanidad. También Él está presente entre nosotros, aún entre los que lo niegan, pues su enseñanza está en las raíces de nuestra cultura.

Por eso he comenzado este mensaje recordando la frase que San Pablo le dice los cristianos de la ciudad de Corinto: “Yo he recibido una tradición, que procede del Señor Jesús”. Los apóstoles y primeros discípulos de Jesús transmitieron lo que habían visto, oído y aprendido junto a Jesús.  Y lo hicieron, a viva voz primero y luego poniendo por escrito sus testimonios, los mismos que después formaron parte de la Biblia. Esta tradición fue la que San Pablo recibió y a su vez transmitió en sus cartas que también forman parte de la Biblia. Como vemos lo que Pablo escribió procede del mismo Señor Jesús.

Los que escucharon y conocieron estas verdades las fueron aceptando, se convirtieron, y se unieron en comunidades que, queriendo ser fieles a la verdad y a Jesús, conservaron estas tradiciones y enseñanzas y a su vez las transmitieron. Así comenzó la Iglesia que continúa su obra hasta el día de hoy y que seguirá, hasta el final de los tiempos.

Para ser fiel al mandato de Pablo de transmitir las verdades que hemos recibido, quisiera recordarles algunos versículos de la Biblia que se leen en estos días en las iglesias para que nos sirvan de conocimiento, recuerdo y meditación.

El Jueves Santo: 1Cor. 11, 23-26

“Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez les transmito a Ustedes: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.

Lo mismo hizo con la copa, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre. Hagan esto en memoria mía.

Por eso cada vez que coman de este pan y beban de este cáliz proclamarán la muerte del Señor, hasta que vuelva”.

El Viernes Santo: Carta a los hebreos 5,7-9

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su actitud reverente. El a pesar de ser Hijo de Dios, aprendió sufriendo a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de la salvación eterna”

Domingo de resurrección: lectura de algunos fragmentos del Evangelio según san Mateo, 28:

El primer día de la semana, de madrugada, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro.Un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra (del sepulcro) y habló a las mujeres. Ustedes no teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado.

No está aquí: Ha resucitado, como había dicho. Vengan a ver el sitio donde yacía y vayan aprisa a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos”.

La mejor manera de corresponder al amor de Dios por nosotros es haciendo el bien y evitando hacerles mal a otros. Recordando y cumpliendo el mandato que Dios nos da para ser felices: Ama a Dios por sobre todas las cosas y trata a los demás como tú deseas que te traten a ti.

Que estos sean días de reafirmar nuestra fe, de oración fiel a Dios, de lectura de la Biblia, de asistir a los templos, de hacer el bien, de ayudar al que lo necesite, de evitar el escándalo y la bulla para unirnos así al dolor de Jesús y de su madre María. Para después el Domingo celebrar su Resurrección Gloriosa.

Cristo ha resucitado, Aleluya.

Les bendice a ustedes y sus familias,

“En el nombre del Padre

Y del Hijo

Y del Espíritu Santo. Amén.

Mons. Dionisio García Ibáñez.

Arzobispo de Santiago de Cuba.

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