Por: María del Pilar Almeida Bárcenas

Fotografía: Anabel Rivero Almeida

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 23 de mayo de 2018 / Este 20 de mayo la parroquia San Joaquín celebró la Solemnidad de Pentecostés con una vigilia que comenzó a las 8.00 pm hasta bien pasadas las 10.00 pm. Juntos, en comunidad, los diferentes grupos, pastorales y comunidades neocatecumenales celebramos la fiesta que nos hace revivir los inicios de la Iglesia para que también hoy nosotros tocados por el Espíritu Santo, comuniquemos a todo el mundo el amor misericordioso del Señor.

La velada presidida por nuestro párroco, el padre Héctor Farfán, comenzó con la Secuencia al Espíritu Santo, oración que dicha al unísono por todos los presentes devino en un gran coro de voces clamando por el Espíritu Divino para que encienda en nosotros el fuego del amor. Al finalizar la oración y de forma individual muchos de los fieles repitieron las ideas que más les llamó la atención o que mayor significado tiene en su situación personal.

Las lecturas del día fueron proclamadas por dúos integrados por hermanos que pertenecen a diferentes pastorales o grupos. En la homilía el padre Héctor nos explicó que el Espíritu Santo infundido en Pentecostés en el corazón de cada uno de los miembros de la comunidad de San Joaquín nos permitirá vivir una nueva etapa donde seamos testimonios de fe y fraternidad.

Un gesto bonito lo constituyó, sin lugar a dudas, el momento en que los diferentes grupos fueron mostrando los frutos del Espíritu Santo para colocarlos en un arbolito que a los efectos fue colocado en un lateral del templo. Los niños de la catequesis, los catecúmenos, las cuatro comunidades del Camino, los jóvenes, la pastoral familiar y las voluntarias de la AIC junto a otros grupos explicaban en qué consistía cada uno de los frutos y hacían una oración para luego ir y colgar el fruto en el arbolito.

Es de destacar el trabajo del coro que en todo momento fue acompañando los diferentes momentos de la vigilia con canciones bellísimas y muy bien cantadas.

Conscientes de que el hecho pascual es el más importante de la Historia de la Salvación, la festividad que cierra este tiempo la celebramos en San Joaquín con mucha alegría y júbilo dedicándole una vigilia de oración al Espíritu Santo para que nos dé la gracia de actuar conforme al amor de Dios.