Irradia, emisión del 12 de enero de 2025
Irradia, emisión del 12 de enero de 2025
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Fiesta del Bautismo del Señor
“Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco” Lucas 3, 22
(Música, Él es mi Hijo, Javier Brú)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Él es mi Hijo, Javier Brú)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.
“Inmediatamente después de que Jesús recibió el bautismo, se abrieron los cielos y el Espíritu Santo se posó sobre Él en forma de paloma y resonó la voz del Padre que decía, este es mi Hijo amado en quien he puesto todo, mi amor. Dios todopoderoso y eterno, que proclamas a Jesucristo como tu Hijo muy amado cuando al ser bautizado en el Jordán, descendió el Espíritu Santo sobre Él, concede a tus hijos de adopción renacidos del agua y del Espíritu Santo, que se conserven siempre dignos de tu complacencia. Por Jesucristo nuestro Señor.” Amén.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, como siempre una alegría, un gusto, un placer, poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, y poder compartir con ustedes de manera particular la Palabra de Dios, esa Palabra que recientemente hemos celebrado que se hizo Hombre y puso su casa entre nosotros.
Acabamos de celebrar la Navidad, le hemos dado paso un año nuevo, lo hemos encomendado al Señor en la misa de la Paz, fiesta de Nuestra Señora Madre de Dios la Virgen Santísima y abriendo el Año Jubilar; este año en que somos llamados por el Santo Padre de manera particular a la esperanza, con nuestro templo Catedral como templo Jubilar, en el que podremos ganar las indulgencias plenarias que nos proporciona este Año Santo de la Iglesia Universal.
Recordando que cada 25 años la Iglesia Universal a través del Santo Padre, convoca a estos Años Santos, que es el momento de mirarnos para cambiar aquellas cosas que nos impiden seguir más de cerca al Señor, y encontrándonos con Él, poder seguirlo, Él que es camino, verdad y vida. De manera particular llamados a la esperanza en medio de dificultades, en medio de la vida cotidiana en la que nunca faltan cosas que arreglar, que convertir, que cambiar. Siempre la esperanza del Señor nos mantiene de pie.
Este domingo celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, con la cual terminamos el tiempo de Navidad y daremos paso al Tiempo Ordinario, a los domingos del Tiempo Ordinario.
Jesús es bautizado, y el Padre y el Espíritu Santo manifiestan su aprobación y su agrado, así nos lo narra el Evangelio de hoy. Somos llamados a preparar el camino del Señor que llega a apacentar su rebaño, como nos dice la primera lectura tomada del Antiguo Testamento, del libro del profeta Isaías, capítulo 40, versículos del 1 al 11.
El vino a salvarnos por su misericordia por medio del bautismo y nos hizo herederos de la vida eterna, así nos lo dice también la segunda lectura, tomada de la carta del apóstol San Pablo a Tito.
El evangelio de hoy está tomado del evangelista san Lucas, capítulo 3, versículos del 15 al 22.
(Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 3, 15-22)
Juan el Bautista está preparando el camino del Señor en el corazón de su pueblo, está llamándolos a la conversión, “conviértanse porque el reino de Dios está cerca”. Con el Bautista que sabe que él no es el Mesías ni el Señor así lo dice que está esperando que llegue Aquel a quien no tiene derecho, ni siquiera de desatarle la correa de sus sandalias. Él bautiza con agua, el que viene detrás de él bautizará en Espíritu Santo y fuego. No tendrá menos Juan el Bautista de señalar a sus discípulos, aquellos que lo seguían cuando ve a Jesús caminando por la orilla del lago, ése es el Cordero de Dios y de alguna manera los anima para que comiencen a seguirlo a Él.
Pero hoy Juan el Bautista me imagino se lleva una gran sorpresa. Está bautizando en el Jordán a todos aquellos que comprendieron la necesidad de cambiar sus vidas, de arrepentirse de sus pecados. Van donde él a recibir el bautismo de Juan, que no es el bautismo cristiano, es solamente un signo de que desean cambiar de vida, de que desean purificarse, que desean seguir al Señor de cerca, comenzar ese camino que empieza cuando nos encontramos sinceramente con Dios, y queremos seguirlo hasta el día que podamos verlo cara a cara.
Y cuando está bautizando ve que Jesús se acerca para bautizarse y le dice, no Señor, si el que tiene que bautizarme a mí eres tú. Pero Jesús le responde permite que las cosas las hagamos de esta manera. Jesús solidario con su pueblo. Él no necesita convertirse de nada, cambiar nada, porque es igual a nosotros en todo menos en el pecado, pero quiere caminar con su pueblo, quieres seguir el camino que su pueblo sigue y va a comenzar ahora su vida pública, su predicación pública después de 30 años de vida oculta en Nazareth, preparándose también para este momento.
Juan el Bautista derrama el agua sobre su cabeza, pero cuando Jesús va a salir del Jordán se escucha, desciende primero sobre Él el Espíritu Santo en forma de paloma, en forma visible, sensible como de una paloma nos dice el Evangelio, y del cielo llega una voz que dice, “Tú eres mi Hijo, el predilecto, en ti me complazco”. Dios que ratifica a Aquel que va a comenzar una misión pública anunciando el reino de Dios, llamando también a la conversión. Aquel que un día dará su vida y derramará su sangre para rescatarnos, para redimirnos, para abrirnos las puertas de la vida eterna.
Cuando leemos el relato del Bautismo del Señor pues creo, por lo menos a mí me sucede, nos llama la atención este momento, esta epifanía, esta manifestación de Dios con el Espíritu Santo descendiendo sobre Jesús sensiblemente en forma de paloma, y la voz del Padre diciendo, este es mi Hijo, 2Tú eres mi Hijo el predilecto en ti me complazco”.
Y realmente es un momento especial, son acontecimientos extraordinarios. Pero no por eso dejan de ser habituales. Cuando nosotros recibimos el bautismo ya fuera de niños, o de adolescentes, o de jóvenes, o de adultos, o de ancianos, porque para recibir el bautismo no hay edad, solamente tenemos que encontrarnos con Cristo y desear seguirlo cada día de nuestra vida, y cada cual tiene su camino tiene su momento, ni antes ni después, cuando el Señor nos llama. Por eso nunca llegamos tarde, por eso Dios, nunca llega tarde siempre llega en el momento preciso.
Pues cuando nosotros nos bautizamos ocurre exactamente lo mismo, de otra manera, pero lo mismo que en el bautismo de Jesús. Cuando nos bautizamos, sobre nosotros desciende el Espíritu Santo, es la primera vez que el Espíritu Santo desciende sobre un hombre, sobre una mujer, sobre un niño, sobre un anciano, sobre un joven, el día del bautismo. El Espíritu Santo para iluminarnos, el Espíritu Santo para fortalecernos, el Espíritu Santo para acompañarlos todos los días de nuestra vida, el Espíritu Santo para darnos la mano cuando lo necesitamos y ponernos en pie, el Espíritu Santo para consolarnos cuando estamos tristes o desalentados, o desanimado y poder seguir adelante sabiendo que el Señor va con nosotros.
No desciende en forma de paloma, no desciende sensiblemente, pero desciende realmente, somos llenos del Espíritu Santo, del gozo y de la alegría del Espíritu Santo. Como Isabel cuando María llegó a su casa, la saludó y el Espíritu Santo la llenó, y el niño que llevaba en el vientre saltó de gozo. Así también nuestra alma salta de gozo el día que recibimos nuestro bautismo. Pero más aún también cuando somos bautizados Dios nos dice, tú eres mi hijo el predilecto, en ti me complazco. De manera diferente la filiación de Jesús con el Padre es la de la Santísima Trinidad, tres personas distintas y un solo Dios verdadero; pero nuestra afiliación a partir del momento de nuestro bautismo es diferente, pero la misma, real.
Somos hechos hijos de Dios en el bautismo, hijos en el único Hijo Jesucristo, y coherederos del Reino de los cielos. Jesús nos lo alcanzó en la cruz, cuando nos redimió cuando nos salvó nos abrió la puerta de la vida eterna, y nos hizo hijos en Él que es el Único Hijo, y con Él coherederos del reino de los cielos. Nosotros también somos hijos de Dios realmente hijos de Dios.
Por eso cuando participamos en un bautizo no es simplemente un rito, por eso el bautismo del cristiano, el bautismo de Jesús es diferente del bautismo de Juan. El bautismo de Juan solo era un signo, el bautismo de Jesús es un signo que significa y realiza lo que significa, no solamente simboliza que somos purificados de nuestros pecados, sino que realmente somos purificados de nuestros pecados; no solo significa simboliza que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros, sino que realmente el Espíritu Santo desciende sobre nosotros: No solo es un símbolo de que somos llamados a ser hijos de Dios, sino que realmente nos hace hijos de Dios.
Por el bautismo somos hijos de Dios, somos miembros de la familia de Dios que es la Iglesia, y por lo tanto somos hermanos los unos de los otros, en una fraternidad que nada puede romper ni acabar. Podremos olvidarnos de ella, podremos no actuar como hermanos, pero, aun así, seguiremos siendo hermanos hasta el momento en que nos demos cuenta, que recapacitemos, que nos miremos, que nos reconciliemos con la gracia y la fuerza que el Espíritu Santo nos da.
Entonces hoy es un día para celebrar, para celebrarlo todos los bautizados. Darle gracias al Señor, darle gracias a aquellos que nos ayudaron a encontrarnos con Él, darle gracias a nuestros padres que nos llevaron a bautizar, a nuestros padrinos que se responsabilizaron con nosotros. Es también día para pedirle al Señor que renovemos nuestras promesas bautismales, nuestro compromiso de seguirlo cada día de nuestra vida, de dar testimonio de Él; porque en el bautismo recibimos la misión de ir al mundo entero y anunciar la Buena Nueva. Y nuestro mundo entero es nuestra familia, es nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros compañeros de estudio, todos los que encontramos cada día a lo largo de nuestra jornada.
Dar gracias y pedir. Gracias Señor por este regalo, por este don. Y te pedimos que nos ayudes a vivir constantemente conforme a nuestra condición de bautizado, y a dar testimonio de Ti con la fuerza que Tú nos das.
La Iglesia Católica bautiza a los niños, y los bautiza por eso para que desde pequeños gocen de la gracia de Dios, que nos santifica y nos configura con Cristo, para poder integrarnos plenamente al Cuerpo Místico desde una edad temprana, para desde el principio de nuestra vida tener la fuerza del Espíritu Santo, la gracia de ser hijos de Dios y el llamado a seguirlo cada día. Que así el Señor nos lo conceda.
(Música, Con su Espíritu nos bautizará, Dumas y Mary)
Hermanos renovemos ahora nuestra profesión de fe, renovemos nuestros compromisos bautismales, pidiéndole al Señor que nos ayude a vivir conforme a la fe que profesamos.
Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.
Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.
Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.
Y ahora oremos con la oración que el Señor nos enseñó, en que nos enseñó a llamar a Dios Padre, y a reconocernos hermanos los unos de los otros.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
La cita bíblica para esta semana está tomada del Evangelio de San Lucas, en el capítulo 3, versículo 16. “Declaró Juan a todos los que lo escuchaban diciéndoles, es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias, Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.
Hermanos que tengan todos, un feliz domingo, que lo disfruten con la familia, que lo disfruten con los amigos, recordando de manera particular y acogiendo aquellos que están lejos de su familia, para que sientan ese calor familiar que reconforta el corazón, y nos ayuda también a comenzar la semana de manera diferente.
Entonces que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros, y nos acompañe siempre. Amén.
Les hablado el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba, hasta la próxima, si Dios quiere.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…
(Música, El Bautismo, DR)