Irradia, emisión del 1 de diciembre de 2024

Irradia, emisión del 1 de diciembre de 2024

Irradia, emisión del 1 de diciembre de 2024
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Primer Domingo de Adviento

“Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria, cuando empiecen a suceder estas cosas cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su liberación” Lucas 21, 27-28

(Música, Se acerca la liberación, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Se acerca la liberación, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.

“A ti Señor levanto mi alma, Dios mío, en ti confío. No quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos, pues los que esperan en ti no quedan defraudados. Concede a tus fieles Dios Todopoderoso el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene a nosotros para que, mediante la práctica de las buenas obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el reino celestial. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches donde quiera que se encuentren, es una alegría y un gozo poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, de este primer domingo de Adviento, y poder compartir la Palabra de Dios. Esa palabra de Dios que nos ilumina, que nos fortalece, que nos guía, que nos ayuda a levantarnos, que nos ayuda a emprender cada día el camino sin cansarnos a pesar de las dificultades.

Hoy comenzamos el tiempo de Adviento, este tiempo de alegre y confiada espera en que los cristianos nos preparamos para celebrar la Navidad. La Iglesia nos dice que el Adviento es un tiempo de espera, de espera alegre y activa, de espera de la fiesta del nacimiento del Señor. Es alegre porque esperamos con certeza algo muy bueno y que nos atrae, es activa porque no es una espera inmóvil, aburrida e incierta, ya que es para prepararnos ordenando todo, quitando lo negativo y adquiriendo todo lo que pueda hacer más alegre el encuentro. El Adviento nos ayuda porque es un espacio de espera del Señor, no solo de su nacimiento, sino también de su última venida, la definitiva, la que llamamos Parusía o manifestación.

En la liturgia de este primer domingo de Adviento, que inicia el año litúrgico, San Lucas nos recuerda que el Señor al anunciarnos su venida nos manda permanecer en vela y orar, así nos lo dice el Evangelio de hoy. En la segunda lectura tomada de la primera carta del apóstol San Pablo a los tesalonicenses, en el capítulo 3 versículo 12, al capítulo 4 versículo 2, san Pablo nos pide que nos preparemos para esa venida de Cristo llenándonos de amor por todos.

En la primera lectura del Antiguo Testamento tomada del libro del profeta Jeremías, capítulo 33, versículos del 14 al 16, ya se anuncia la Navidad, la venida del Hijo de Dios que brotará como un vástago y traerá la felicidad a los hombres.

El evangelio de hoy está tomado del evangelista san Lucas, en el capítulo 21, versículos del 25 al 36.

(Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 21, 25-36)

En la primera parte del Adviento, la liturgia de la Iglesia pone énfasis en el retorno glorioso de Cristo al final de los tiempos. Las lecturas de hoy nos recuerdan que el Señor vendrá a hacer justicia, pero no al modo en la que conocemos actualmente sino efectiva, conforme a la verdad de Dios. Esto ha sido anunciado desde la época de los Apóstoles y también se había predicho al pueblo de Israel por medio de los profetas.

¿De qué nos viene a liberar Jesús en su segunda venida? Que a diferencia de la primera en la que vino pobre y humilde, ahora será con gran poder y majestad. Él viene a derrotar las fuerzas del mal que oprimen a los hijos de Dios y pretenden apartarlos del culto al único Dios verdadero y de su salvación eterna. Por eso se nos pone en alerta para que ninguna de las cosas de este mundo entorpezca nuestra mente y seamos sorprendidos. En el Adviento se nos recuerda que hay que estar en vela y orar continuamente para comparecer seguros ante el Hijo del Hombre.

Los cristianos pedimos que se apresure el retorno de Cristo cuando suplicamos, ven Señor Jesús, Maranatha. Aprovechemos este tiempo de Adviento, estas cuatro semanas que la Iglesia nos proporciona para prepararnos, no solo exteriormente también en la medida que podemos. Sí, tenemos armar nuestros arbolitos; sí, tenemos que poner nuestros nacimientos, esos signos que dan tanta alegría al hogar y a todos aquellos que llegan a nuestros hogares, pero el Adviento sobre todo nos pide prepararnos interiormente para recibir al Señor.

Que no suceda como en Belén que María y José fueron, ella embarazada a punto de dar a luz tocando casa por casa, y en ninguna lo pudieron recibir, tuvo que terminar en un establo y dar a luz allí a su Hijo. Pero nunca la luz brilló tanto como en ese momento, desde ese establo, desde ese pesebre la luz vino a iluminar a este mundo. Que nosotros estemos preparados, preparados para recordar un acontecimiento que sucedió en la historia, el nacimiento del Hijo de Dios en Belén, los pastores que fueron adorarlo, los reyes que vinieron a traerle regalos; pero no solamente recordamos un hecho pasado que hacemos presente en un momento y después lo guardamos hasta el año próximo, sino celebramos un acontecimiento que se renueva cada día, cada vez que nos encontramos con Cristo en aquellos a quienes tendemos la mano para ayudarlos en la vida, cada vez que ayudamos a alguien a encontrarse con Cristo y a abrirle su corazón para que el Señor los ilumine es Navidad, cada vez que compartimos la alegría de Cristo muerto y resucitado es Navidad.

La Navidad es continua, la vida es constante, siempre es Navidad porque el Señor no solamente vino, sino que viene porque nos lo prometió, “estaré con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos y el mal no prevalecerá”, y nos dijo también “el cielo y la tierra pasarán, pero ni una sola de mis palabras dejará de cumplirse”. Así que estamos ciertos, seguros, convencidos, de que el Señor viene cada día, de que el Señor está en medio de nosotros.

Por eso la Navidad es la fiesta del Emmanuel, del Dios con nosotros, por eso la vida del cristiano es una Navidad, porque es la fiesta de la Emmanuel, del Dios que camina con nosotros, que va a nuestro lado que nos acompaña que nos fortalece que nos ilumina que nos levanta, que no hace lo que nosotros debemos hacer porque para eso nos dio las gracias y las fuerzas, y los talentos que necesitamos para hacerlo, pero sí nos sostiene en nuestros trabajos, en nuestros esfuerzos de cada día.

Aprovechemos este tiempo de Adviento para prepararnos, para reflexionar, para orar, para tratar de sacar de nuestra vida todo lo que impide que la luz de Cristo nos ilumine, y a través de nosotros ilumine a los demás, para prepararnos de tal manera que el Señor encuentre en nosotros un lugar donde hacer su morada, y a través de nosotros hacer un lugar en este mundo que vino a salvar y a rescatar.

Entonces hermanos, les deseo que tengamos todos una un feliz tiempo de Adviento y que podamos llegar con alegría y esperanza a celebrar la Navidad. Que así sea.

(Música, Ya se acerca el Salvador, Dumas y Mary)

Ahora hermanos renovemos nuestra profesión de fe, pidiéndole al Señor que nos ayude a vivir cada día conforme a la fe que profesamos.

Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.

Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.

Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Ahora hermanos, presentemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre. Él siempre nos escucha y siempre nos responde.

Pidamos por la Iglesia, de la que formamos parte todo y cada uno de nosotros, para que podamos aprovechar este tiempo de Adviento, de alegre y confiada espera, para que el Señor pueda hacer su morada en nosotros y a través de nosotros en nuestra familia, en nuestros barrios, en nuestra patria, en el mundo. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.

Pidamos por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que podamos ayudarlos a encontrarse con Cristo, y en Cristo encontrar consuelo, fortaleza, y esperanza. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.

Por todos los difuntos, de manera particular por aquellos que nadie recuerda en sus oraciones, para que perdonara sus faltas, el Señor lo acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que abramos el corazón a Cristo. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que Tú conoces, te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

Oremos hermanos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Hermanos, todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.

Creo, Señor mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón, y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti. Oh, Señor no permitas que me separe de ti. Amén.

Que tengan todos, un feliz tiempo de Adviento. Repito de nuevo, aprovechemos este tiempo, aprovechemos lo que nos dan en nuestras parroquias. Tiempo de oración, tiempo para compartir con los demás, tiempo para convertirnos, para reconocer nuestras faltas, pedirle perdón al Señor, para que podamos celebrar realmente con gozo y con alegría este tiempo de Adviento. Que nuestra vida sea como la corona de Adviento, que cada domingo se va a incrementando la luz, va aumentando la luz, y así la luz de Cristo vaya aumentando de largo de este tiempo de Adviento en nuestros corazones, y podamos así ayudar a aquellos que no pueden, porque están impedidos, porque sus ancianos, porque están enfermos, porque están solos en sus casas. Llevemos de allí el espíritu del Adviento, para que también puedan celebrar con alegría y con gozo la Navidad.

Aprovechen este domingo como siempre les digo. A veces pienso dirán el padre repite siempre lo mismo, pero creo que hay que repetirlo hasta el cansancio, aprovechemos el domingo, sobre todo para compartir con la familia. A veces en la semana se hace tan difícil, son tantas las cosas que hacer, terminamos el día tan cansados que a veces no tenemos deseos ni de conversar, no tenemos el tiempo físico o el tiempo psíquico, psicológico para hacerlo. Pues entonces aprovechemos el domingo si estamos en casa compartirlo juntos, lo poco lo mucho que tengamos compartirlo; y también con los amigos, no nos olvidemos de ellos, y de manera particular los que están más solos, porque están lejos de su familia, porque su familia está lejos de ellos y necesitan del calor familiar que nosotros podemos darles; quizá otras cosas no, pero eso sí se lo podemos dar con generosidad.

Le dejo también el versículo para esta semana, para que lo lean, lo mediten, lo reflexionen, lo recen, si puede ser en familia mejor; recuerden la familia que reza unida permanece unida. Y está tomado del Evangelio de San Lucas en el capítulo 21 versículos 27 y 28. “Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria, cuando empiecen a suceder estas cosas cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su liberación”.

Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima, si Dios quiere.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, Maranatha, Ven Señor Jesús, DR)

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