PALABRAS DE MONS. ANTOINE CAMILLERI, NUNCIO DE SU SANTIDAD EN CUBA
PALABRAS DE MONS. ANTOINE CAMILLERI, NUNCIO DE SU SANTIDAD EN CUBA
SBMI Catedral de Santiago de Cuba, 26 de octubre de 2024
Querido Mons. Dionisio
Queridos hermanos Obispos
Queridos hermanos y hermanas todos
En la Bula “Misericordia bultos”, el rostro de la Misericordia, de convocación del Jubileo extraordinario de la Misericordia en 2015, el Papa Francisco recordó “que la peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación, y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada.
Hoy esa meta anhelada de mi peregrinación es Santiago de Cuba. No es la primera vez que vengo aquí, pero si la primera vez como Nuncio Apostólico y peregrino de gratitud.
Junto a ustedes agradezco a Dios por más de 500 años de presencia ininterrumpida de la Iglesia Católica en esta tierra, que se ha convertido en una especie de enclave misionera, para anunciar la Buena Nueva en los rincones más remotos de Cuba.
El Año Jubilar que estamos concluyendo, no solo ha sido un tiempo excelente para redescubrir la historia de esta importante Diócesis Primada, y recordar sus tiempos gloriosos, sino también una oportunidad para renovar nuestra fe y examinar más profundamente nuestra condición espiritual.
Así, al cruzar desde octubre del año pasado los umbrales de las puertas jubilares como peregrinos de esperanza, entramos simbólicamente en un nuevo mañana, renovados, fortalecidos y purificados, por la oportunidad de la Indulgencia Plenaria concedida con motivo de este año por la Penitenciaría Apostólica.
Hoy como último peregrino jubilar en esta magnífica Catedral, el Nuncio Apostólico ha cruzado esas puertas. Al igual que ustedes he venido para fortalecer mi fe, nutriéndonos de historia de su diócesis, del legado del gran obispo San Antonio María Claret y pidiendo la bendición de la Patrona y Reina de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre
A la vez quiero rezar con ustedes y por ustedes en este tiempo inusualmente difícil que atraviesa nuestra patria, por eso también yo repito las palabras de la oración especial del Año Jubilar, y pido al Señor “que nos transforme en piedras vivas de esta iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo, a fin de ir construyendo una sociedad más justa y fraterna, por el mandamiento del amor”.
Como peregrinos de esperanza, estamos llamados sin embargo a comenzar la construcción de un mundo mejor desde nosotros mismos. Por lo tanto, el Papa Francisco al encontrarse con las familias cubanas en esta Catedral, dijo que “la familia es escuela de humanidad, escuela que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás. Cuando vivimos bien en familia, los egoísmos quedan chiquitos, existen, porque todos tenemos algo de egoísta, pero cuando no se vive una vida de familia se van engendrando esas personalidades que las podemos llamar así, yo, me, mi, conmigo, para mí, totalmente centradas en sí mismos, que no saben de solidaridad, de fraternidad, de trabajo en común, de amor, de discusión entre hermanos”. Estas son las palabras del Papa Francisco.
Sé muy bien, cuántos problemas y preocupaciones afligen hoy a las familias cubanas. Muchos de ustedes buscan de diversas maneras mejorar la vida cotidiana de sus hijos o nietos, se preocupan por su futuro, viven momentos difíciles de separación de sus seres queridos o incluso de soledad. Por ello quiero decirles a cada uno de ustedes, que el papa siempre está a su lado, que los lleva en sus oraciones y los tiene en su corazón.
En su carta con motivo del 25 aniversario de la visita de San Juan Pablo II a Cuba el Papa les pedía, “que sigan caminando juntos con esperanza, sabiendo que siempre y particularmente en medio de las adversidades y sufrimientos, Jesús y su Santísima Madre los acompañan, los ayudan a cargar la cruz y los consuelan con el gozo de la resurrección”.
El Santo Padre conoce bien, por tanto, las dificultades cotidianas de nosotros, pero no nos exime del deber de hacer del mundo, especialmente de nuestro entorno más cercano un lugar mejor. Por ello al clausurar hoy el Jubileo de la diócesis de Santiago, no podemos detenernos en nuestra peregrinación de fe. Al contrario, estamos llamados a dar nuevos y concretos pasos.
Caminemos hacia el futuro fortalecidos por los dones recibidos durante el último año, alimentados por la fe y alentados por la esperanza, seamos llenos de caridad, tanto entre nosotros, como hacia los demás. En los desafíos cotidianos no olvidemos, aquellos hermanos y hermanas que de manera especial necesitan de nuestro apoyo.
Sin duda el tiempo presente no es fácil para ninguno de nosotros, pero hoy pensamos especialmente en los afectados por el huracán Oscar, que hace pocos días azotó una parte de la isla. Sigamos con nuestras oraciones en favor de los afectados, así como les agradezco a todos los donativos enviados. Ellos son como el óbolo de la viuda del Evangelio, una expresión tangible de nuestra solidaridad y caridad hacia los necesitados, que Monseñor Silvano presente hoy entre nosotros, llevará a Guantánamo.
La caridad es esa fuerza que nos une y nos permite superar los momentos más difíciles. Por eso en la encíclica “Dilexit nos”, Nos amó, sobre el amor divino y humano del Corazón de Jesucristo publicada el pasado jueves, el Papa Francisco subrayó que, “las acciones de caridad al prójimo, con todas las renuncias, negaciones de uno mismo, sufrimientos y cansancios que implican, cumplen esta función, cuando están alimentadas por la caridad del mismo Cristo. Él nos permite amar como Él amo y así, Él mismo ama y sirve a través de nosotros”. Porque solo en la caridad podemos agradecer la fe recibida, conservarla, fortalecerla, profundizarla y transmitirla a los demás.
En este Espíritu, dentro de unas pocas semanas comenzaremos en toda la Iglesia Católica el Año Santo, cuyo lema es un llamado a ser peregrinos de esperanza. Que por lo tanto la esperanza fundamentada, en una fe sólida y manifestada en gestos concretos de caridad, nunca se apague en nosotros, que sea una luz que disipa las sombras de nuestra realidad.
En esta misión nos sostenga la oración y la bendición del propio Santo Padre, quien por medio del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, nos dirige hoy las palabras de un mensaje especial que es mi privilegio leerles ahora.
“A Monseñor Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba,
Su Santidad Francisco saluda cordialmente a Vuestra Excelencia, así como a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y a los fieles del santo pueblo de Dios que camina en esa querida que diócesis de Santiago de Cuba, reunidos en ocasión de la clausura del Jubileo en el que celebran los 500 años de la erección canónica de la primera diócesis cubana y de la construcción de la catedral.
Recordando las amadas tierras donde María ha querido tomar el nombre de Caridad, el Santo Padre los invita a hacer del amor y la verdad dos pilares fundamentales, que unidos entre sí sostengan nuestra vida, pues solo conociéndolos podemos amar y solo amando podemos dar un sí libre y generoso al que es la verdad.
Le confirmemos por tanto las raíces de nuestra fe, los valores que han identificado nuestra isla como germen de evangelización, fuente de esperanza entre pueblos y culturas.
Con estos sentimientos, el Papa Francisco, a la vez que suplica crecen por él y por su servicio al santo pueblo de Dios, los encomienda a la maternal protección de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, mientras les imparte complacido la implorada Bendición Apostólica, como prenda de copiosos dones celestiales.
Cardenal Pietro Parolin
Secretario de Estado”
Que nuestra intercesora y guía en el camino, sea siempre la Santísima Virgen de la Caridad, quién eligió su morada en el cercano Cobre. Pidámosle que haga de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas. para que este pueblo abra de par en par su mente. su corazón y su vida Cristo. único Salvador y Redentor. Así sea.
Gracias.