Irradia, emisión del 11 de febrero de 2024

Irradia, emisión del 11 de febrero de 2024

Irradia, emisión del 11 de febrero de 2024
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
VI Domingo del Tiempo Ordinario

 

 

“Quiero, queda limpio” Marcos 1, 41

(Música, Tu compasión me salvará, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Tu compasión me salvará, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

“Sírveme de defensa Dios mío, de roca y fortaleza salvadora. Tú eres mi baluarte y mi refugio por tu nombre condúceme y guíame. Señor Dios que prometiste poner tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros.  Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, un placer, una alegría como siempre poder compartir con ustedes esta mañana de domingo, y compartir la Palabra de Dios que nos propone la liturgia de este sexto domingo del Tiempo Ordinario.

Hoy se nos recuerda en la primera lectura las prescripciones de la antigua ley en relación con la terrible enfermedad contagiosa de la lepra. Tan solo para que comprendamos mejor la libertad de Jesús respecto a la ley, lo vemos haciendo el acto prohibido de tocar el leproso y al mismo tiempo su respeto a la ley, puesto que manda al leproso ante el sacerdote para hacer constar su curación.

San Pablo, en la segunda lectura, confiesa que él sigue el ejemplo de Cristo y por lo tanto no es muestra de orgullo por su parte que nos invite a tomarlo a él, al mismo San Pablo, como modelo.

El evangelio de hoy nos presenta una de las obras de Jesús, de uno de sus milagros, sana aún leproso. Siempre en las narraciones de los milagros de Jesús nos llenan de admiración, por lo que de extraordinario evidentemente pueden tener, pero a veces nos quedamos solamente en eso, en el suceso extraordinario del milagro y nos perdemos la enseñanza más profunda que este milagro, que esta obra del Señor puede tener, porque el Señor no la realiza para ser reconocido, no la realiza para distinguirse, no la realiza para otra cosa que no sea ayudar a aquel que lo necesita y dar testimonio, eso sí, para el que quiere ver, para el que ve más allá de su poder como Hijo de Dios, como el Mesías, como el Señor, como El Salvador.

(Lectura del evangelio de San Marcos, capítulo 1, 40-45)

En la narración de hoy, un leproso se acerca a Jesús. La lepra, siempre ha sido una enfermedad terrible. Gracias a Dios hoy en día puede ser controlada y los que la padecen no tienen que sufrir lo que sufrían los que la padecieron hace muchos años y siglos atrás. Pero para los israelitas era doblemente dolorosa, no solamente por ser una enfermedad que normalmente no tenía cura, sino porque los alejaba del contacto con sus familiares, con sus amigos, con la sociedad.

Por la ley de Moisés el que tenía una enfermedad de la piel, ellos por supuesto no podían distinguir entre una enfermedad de la piel y la lepra, así que todas aquellas cosas que tenían una incidencia en la piel, la consideraban, y a todos le aplicaban la misma regla. Tenían que dejarse crecer el cabello, no podían cubrirse la cabeza, tenían que descoserse la ropa y tenían que irse en medio del monte, allí con una campanita cuando veían una persona que se acercaba, tenían que tocarla y gritar, estoy leproso, para que no se le acercara.

Era una medida muy drástica, muy difícil, muy dura para el que la padecía. Comprensible hasta cierto punto porque no había otra forma de evitar el contagio. Era una enfermedad contagiosa, no sabían ellos hasta qué punto podía hacerlo por el simple contacto o no. Entonces, pues aislaban al enfermo de esa manera, pero es cuando el enfermo más necesita comprensión ayuda compañía consuelo y en ese momento se encontraba totalmente solo abandonado a sus propias fuerzas, aun cuando podían ocuparse de él y llevarle comida, y ponerla en algún lado para que se pudiera alimentar.

A qué punto de desesperación habrá llegado este leproso, que está dispuesto a pasar por encima de la ley de Moisés y acercarse a Jesús, acercarse a una persona sana. En primer lugar tenemos que pensar que el leproso estaba convencido de que Jesús podía curarlo, no se iba a arriesgar si no hubiera estado convencido de que Jesús podía curar su enfermedad y que este era su oportunidad, que no tenía otra, porque Jesús iba a pasar por donde él estaba, pero en medio de esta seguridad que lo lleva a pasar por encima de la ley de Moisés, está la humildad de este hombre, que creo que es lo que más tenemos que tener en cuenta. Se acerca a Jesús y le dice, si quieres puedes sanarme; no le dice, sáname, normalmente cuando pedimos al Señor lo hacemos así, Señor necesito esto, necesito lo otro Señor, quiero tal cosa Señor.

Él se acerca y pone en las manos del Señor la decisión, si quieres sé que puedes sanarme. Si quieres, me recuerda la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos, Señor, si es posible que pase de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya, porque ya había dicho antes, no he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad de mi Padre. Y el que hace la voluntad de Dios no se equivoca, porque Dios siempre obra y obra para el bien, porque solamente Dios conoce el corazón, conoce el presente, el pasado y el futuro, solo Él puede saber si nos conviene o no, aquello que creemos, que necesitamos, aquello que creemos que nos conviene, aquello que queremos alcanzar en este momento. Solamente Él sabe si realmente nos conviene. Entonces, esa oración Señor, si quieres, Señor, si me conviene, Señor que se haga tu voluntad y no la mía.

En segundo lugar, la actitud de Jesús, que tampoco tiene en cuenta para esto la ley de Moisés. ¿Porque desprecia la ley de Moisés? No, no he venido a abolir la ley, sino a darle cumplimiento, sino porque el amor está por encima de todo lo demás. Podría ser una ley comprensible para proteger a los demás ante esta realidad que no tenían forma de controlar de otra manera, pero el amor está por encima. Este hombre se acerca desesperado, solamente el dar este paso tenía que hacerle comprender a Jesús lo desesperado que estaba y no lo iba a abandonar, porque el amor está por encima de los demás.

Y no solamente se acerca a él, sino nos dice el Evangelio, extendiendo la mano lo tocó, lo que estaba formalmente prohibido, porque tocar a un enfermo, un leproso era quedar automáticamente impuro. Pero la necesidad de aquel hombre está por encima de cualquier otra consideración y le dice sí quiero, sí quiero. Sana porque el Señor siempre quiere, porque el Señor siempre quiere lo mejor para nosotros. Porque cuando le pedimos el Señor nos da no siempre lo que pedimos, sino siempre lo que nos conviene, lo que no siempre somos capaces de darnos cuenta de eso e insistimos y persistimos, cuando el Señor de tantas maneras a través de los acontecimientos nos está diciendo este no es el camino.

No nos ponemos en las manos de él como el leproso, no confiamos totalmente, no solo en que lo puede hacer sino en que lo hará en la medida en que sea lo mejor para mí y cuando no lo hace, porque así no me conviene, esa la confianza, la confianza que tenemos en nuestros padres, cuando somos pequeños y estamos en la oscuridad y sentimos miedo y nuestro papá o nuestra, mamá, nos da la mano y solamente sentir el contacto de esa mano nos hace encontrar la seguridad la paz, no importa que no enciendan la luz ya está allí, sé que él puede, sé que él quiere lo mejor para mí.

Con Dios es exactamente igual, es tomarme de la mano del Señor y dejarme conducir, el Señor se va por encima de la ley porque el amor es lo primero, pero no la desprecia. Por eso le dirá este hombre ahora que está sano, ve y cumple con la ley, ve dónde está el sacerdote y preséntate para que vea que estás sano, para que puedas reincorporarte a tu familia a la sociedad, a tus amigos. El Señor es el dueño de la ley, pero no la utiliza para su propio beneficio, sino en la medida en que esta ley realmente es para beneficio de los demás.

Pidamos en este domingo al Señor que, como el leproso, nosotros también tengamos la certeza de que el Señor tiene el poder de obrar en nuestras necesidades en nuestros dolores. Pero que cuando nos acerquemos a Él nos pongamos confiadamente en sus manos, no solamente saber que lo quiere hacer, sino que lo hará en la medida en que es lo mejor para mí.

Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, Como al leproso, Dumas y Mary)

Y ahora hermanos presentemos confiados, como el leproso, pero al mismo tiempo con una confianza que nos permite dejar que el Señor obre conforme a lo que más nos conviene, nuestras súplicas y peticiones.

En primer lugar, por la Iglesia universal, para que fieles al mandamiento del Señor de amarnos los unos a los otros como Él nos ama, estemos dispuestos siempre a tender la mano y ayudar a quien lo necesita por encima de cualquier otra consideración. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Oremos por los que sufren y se desesperan ante las dificultades cotidianas, para que puedan encontrar en Cristo a través de nosotros, consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, laicales, para que estemos dispuestos siempre a seguir el camino del Señor para ayudar a los que más lo necesitan. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, especialmente aquellos que nadie ruega por ellos, para que perdonadas sus faltas el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos de manera particular por nuestro hermano Erick, cuya mamá falleció hace unos días, para que a su familia le dé el consuelo, la fortaleza y la paz, y para que a Martha le conceda el descanso eterno, ella que lo sirvió y lo amó en este mundo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que el Señor nos dé esa confianza de ponernos en sus manos, sabiendo que Él nos dará siempre y sólo lo que nos conviene. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que Tú conoces, te las presentamos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

Oremos hermanos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó, la oración en que nos enseñó a llamar a Dios Padre, y nos enseñó a reconocernos hermanos los unos de los otros.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Este encuentro de la mañana de domingo con la palabra de Dios, estamos celebrando la Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y que es hoy la Jornada Mundial de Oración por los Enfermos. Tengamos un momento para orar por aquellos que están pasando momentos difíciles por su enfermedad; en sus hogares, en los hospitales, por los que se sienten solos o desalentados. Y también, ahora que pronto vamos a comenzar el tiempo de Cuaresma, hagámonos el propósito de visitar a todos aquellos enfermos que conocemos, para llevarle la Palabra de Dios, para llevarle consuelo, alegría, compañía, para estar con ellos que tanto lo necesitan.

Hermanos quiero terminar hoy este encuentro que siempre, por lo menos a mí se me hace muy corto el poder compartir con ustedes, quiero terminarlo con esta oración.

Ayúdame Señor, que mis fuerzas flaquean, ayúdame Tú que tanto conoces mi pesar.
Ayúdame a no perder nunca la sonrisa y a regalar siempre alegría a los demás.
Ayúdame, Señor a perdonar a quien me hiere y olvidar las injusticias que hacen mal.
Ayúdame a mitigar el dolor del que sufre y extender mi mano con dulzura y mucha paz.
Ayúdame Señor a no pecar, preparando el camino que a Ti me lleve en poco tiempo, y a sembrar el sendero que hacia Ti hoy transito con semillas de amor de fe y de humildad. 

Que tengan todos, un feliz domingo, que lo puedan disfrutar en familia para compartir todo aquello que quizás durante la semana no han podido compartir, porque el trabajo, los compromisos pues no nos permiten poder compartir mucho más de lo que quisiéramos.

Y recuerden a los amigos, a todos, también es un día para compartir con los amigos, pero de manera particular aquellos que por cualquier razón están solos y necesitan el calor de la familia, si se lo pueden dar, denlo sin medida acójanlos, porque lo necesitan.

Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima si Dios quiere.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, A Cristo hay que vivirlo, Son By 4)

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