Irradia, emisión del 25 de diciembre de 2023

Irradia, emisión del 25 de diciembre de 2023

Irradia, emisión del 25 de diciembre de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Natividad del Señor

“¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!” Lucas 2, 14

(Música, El tamborilero, Raphael)

Buenos días, queridos, hermanos y hermanas de esta provincia de Santiago de Cuba, les deseo esta felicitación a todos los santiagueros, donde quiera que estén. Es un día alegre y de esperanza.

En el programa de hoy vamos a escuchar la lectura de la Palabra de Dios, el evangelio y el padre Rafael Ángel, conocido de todos, el párroco de la Catedral nos va a hacer un breve comentario para que lo tengamos siempre en nuestra en nuestra meditación, en nuestros pensamientos durante todo este año.

Este programa es un programa especial. Sabemos que todos los domingos a las 8 de la mañana se transmite el programa radial en que se comenta el evangelio, pero hoy es un día especial. Yo, el Obispo, he querido estar con ustedes para impartirles mi bendición.

Por eso les dejo con la Palabra de Dios, con los villancicos, con el comentario del padre Rafael Ángel y al final yo les daré la bendición. Bendición que quiero que lleven a todos, a todos. En este día cuando vean a alguien díganle sin pena, díganle Dios te bendiga, es Navidad, Dios está con nosotros. No tengamos pena hermanos porque estamos haciendo un bien, estamos dando un regalo, estamos haciendo un don a las personas que reciban la bendición de Dios. Escuchemos el programa.

(Puente musical)

“Alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo. Del cielo ha descendido hoy para nosotros la paz verdadera. Señor Dios, que hiciste resplandecer esta noche Santísima con la claridad de Cristo, luz verdadera, concede a quienes hemos conocido los misterios de esa luz en la tierra, que podamos disfrutar también de su gloria en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.” Amén.

Buenos días, hermanos, hermanas. Estamos hoy en un día especial. Estamos en el día de Navidad, celebramos nuestra gran fiesta, la fiesta en que celebramos que Dios cumplió su promesa, la promesa que hizo a nuestros primeros padres de enviarnos un Salvador.

En la ciudad de Belén nació el Mesías, el Señor, la luz que viene iluminar a todo hombre y a toda mujer que viene a este mundo, a iluminar las tinieblas, a renovar nuestra esperanza, a hacer brotar la alegría profunda del corazón. Felicidades, feliz Navidad para todos donde quiera que se encuentren.

La liturgia de hoy nos propone como lectura evangélica, un fragmento del Evangelio de San Lucas, en el capítulo 2, en el versículo del 1 al 14.

“Por aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad; así es que también José, perteneciente a la casa y familia de David, se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, para empadronarse, juntamente con María, su esposa, que estaba encinta. Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre; porque no hubo lugar para ellos en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, vigilando por turno sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre”.

De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”

Palabra del Señor. Gloria a Ti Señor Jesús.

Siempre que pienso en la Navidad. porque en la Navidad se piensa no solo en este tiempo específico, la Navidad se piensa durante todo el año. porque todo el año es Navidad. Porque la Navidad es celebrar la presencia de Dios en medio de nosotros, es la fiesta del Emmanuel, del Dios con nosotros, y Él está con nosotros todos los días. Es la promesa que Jesús hizo a su Iglesia, Estaré con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos y sabemos que el cielo y la tierra pasarán, pero ni una palabra del Señor dejará de cumplirse.

Estamos seguros de que el Señor está en medio de nosotros, está en medio de nosotros en su Palabra, en la Sagrada Escritura cuando se proclama, cuando la leemos, cuando la oramos, es Dios quien nos habla, es Dios quien se hace presente. El Señor está presente en la Eucaristía cuando se celebra la misa, cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la consagración, y el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El Señor presente con su cuerpo, con su alma, con su sangre, con su divinidad, el Señor presente en medio de la asamblea que se reúne para celebrar, para alabar, para bendecir, para pedir, porque también nos dijo donde, hay dos o tres reunidos en mi nombre allí estoy yo.

Pero el Señor está en los pobres, en los necesitados, en los que sufren, en los que tienden la mano desde su propia necesidad para acompañar, para ayudar, para socorrer, para compartir su esperanza. Por eso Navidad es todo el año. Cada vez que me abro la misericordia es Navidad, cada vez que alguien abre el corazón para recibir al Señor en los hermanos es Navidad, cada vez que perdonamos es Navidad, cada vez que tratamos de comprender al otro es Navidad, cada vez que respetamos al hermano es Navidad; por eso digo que en Navidad es todo el año.

Pero cuando pienso en la Navidad ya más bien en este tiempo, el que ya estamos, la lectura que me viene a la mente es precisamente la de este evangelio, la del evangelio de los pastores a quienes el Ángel les anunció que había nacido el Mesías el Señor. No fue a los doctores, no fue a los sumos sacerdotes, no fue a los escribas, no fue a los fariseos, no fue a los grandes, ni a los importantes, sino fue a los pobres pastores que velaban en el frío de la noche a su rebaño, y para ellos en medio de aquella oscuridad, se incendió una luz. Alégrense, porque el Señor ha cumplido su promesa, alégrense porque el Señor esté en medio de ustedes, alégrense porque ha venido El Salvador, y serán estos pobres y pequeños pastores los primeros que conocerán la noticia, los primeros que verán la luz, y los primeros que irán al establo a adorar al Mesías, al Señor. Y los primeros que serán capaces de reconocer en aquel Niño pobre, pobre entre los pobres, en aquel Niño vulnerable y frágil, acompañado solo de su padre y de su madre, al Salvador del mundo, y por eso no tendrán reparo en arrodillarse y adorar.

Qué hermoso es eso. Cuando nosotros a veces ponemos tantos reparos en descubrir a Dios presente en medio de los pobres, de los enfermos, de los que están solos, de los necesitados, de las dificultades, aquellos hombres sin ninguna instrucción, simplemente con la necesidad de su corazón, fueron capaces de ver desde la fe y descubrir la presencia de Dios en medio de ellos. Y nos dice el Evangelio, que de pronto se le unió al Ángel, una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

Paz a los hombres de buena voluntad, paz a todos aquellos que quieren la paz, paz a todos aquellos que luchan la paz, paz a todos aquellos que siembran la paz, paz a todos aquellos que en medio de tantas dificultades abren el corazón a la paz, y aquellos pobres pastores se pusieron en camino y regresaron, ¿a dónde?, al mismo lugar de donde habían venido, al mismo frío, a la misma oscuridad, al mismo trabajo duro, y quizás malamente pagado. Pero el corazón no era el mismo. El corazón estaba lleno de esperanza, en esa esperanza encontraban la fuerza para volver a lo cotidiano, para cambiar lo cotidiano, para hacer florecer lo cotidiano, para sentirse diferentes. El mundo era el mismo, pero ellos ya no eran los mismos.

Entonces pidámoslo así hermanos en esta Navidad. A nosotros a quien el Ángel nos ha anunciado la gran alegría, a nosotros que hemos venido a adorar al Niño en el pobre pesebre de nuestras comunidades, de nuestras casas, de nuestras parroquias. A nosotros que hemos venido a encontrarnos con el Señor en este día hermoso de la Navidad, pidámosle al Señor que escuchemos la voz de los ángeles que nos dicen, gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.  Los hombres de buena voluntad que abramos el corazón a la paz, esa paz que nos traes Tú Señor y que seamos instrumentos de tu paz en medio de nuestra familia, porque si en la familia no hay paz, no podrá haber paz en el mundo, si en nuestros corazones no hay paz, no podrá haber paz en el mundo.

Entonces pidámoslo así. Señor danos tu paz, y haznos instrumentos de tu paz. Que ahora cuando volvamos a nuestra realidad cotidiana, a nuestra familia, a nuestro trabajo, a nuestra escuela, a nuestra comunidad cristiana, seamos nosotros diferentes. Llevemos esta alegría, esta esperanza, este gozo, esta paz, para seguir construyendo y edificando.

Que tengan todos una Feliz Navidad, y que esta felicidad dure todo el año porque todo el año es Navidad.

(Música, Noche de Paz, Athenas)

Hemos escuchado el evangelio de este día, el día de Navidad, que como podemos ver, es un evangelio de alegría y de esperanza. El padre Rafael, el párroco de la Catedral, nos ha hecho una reflexión muy sentida, pero yo diría muy bien fundamentada en el sentido profundo de la Navidad. Que no es una fiesta mundana, exterior, en que se agotan las energías por tantas actividades que muchas personas hacen en estos tiempos. Él nos ha centrado en el verdadero significado de la Navidad, que es el amor de Dios que se derrama sobre todos nosotros, y que en este día lo celebramos de manera especial, porque como bien él dijo, el Dios con nosotros está siempre en cada instante, en cada día, en cada momento, en nosotros y nuestras familias.

Qué bueno es vivir con esa seguridad, qué bueno, qué bueno tenerla siempre. Por eso bien él nos decía que los pastores fueron de nuevo al campo a trabajar, a luchar la vida, pero ya con un corazón nuevo porque sabían que Dios no los olvidaría. Y ése debe ser precisamente, el motivo, aquello que se debe quedar después de pasar esta fiesta. Dios siempre está con nosotros, con su presencia nos llena de esperanza.

Pero necesitamos la bendición de Dios para que nos ayude a mantener ese ánimo, esa esperanza, para descubrir la verdad en el mundo, para pasar por encima de las dificultades, necesitamos la fuerza de Dios y por eso yo les quiero impartir la bendición.

Sin el Espíritu Santo habitando en nosotros y dándonos fuerzas, difícilmente podamos vivir la Navidad, hoy y siempre. Qué bueno que en cada familia se viva siempre un espíritu de Navidad, con espíritu de acogida, de alegría, de esperanza, de valentía, de deseo de superar los problemas, de como decimos los cubanos, de echar pa´lante en medio de las dificultades, pidiendo siempre la justicia, el bien para todos, pero también la fe. La fe que nos descubre estas situaciones difíciles que no es algo que Dios quiere porque no lo quiere, ni tampoco algo definitivo, porque para nosotros los cristianos sabemos que la venida del Niño Dios, eso nos abre las puertas del cielo y entonces nosotros, en la fe, nosotros podemos alcanzar, esa gracia de Dios, estar en el cielo junto a Él.

Y por eso yo voy a darles mi bendición para cada uno de ustedes personalmente, para sus familias, para papá, para mamá, para los abuelos, los tíos, a esa familia extendida… para los amigos les deseo la bendición de Dios, que es la fuerza de Dios.

Dispongámonos en silencio a celebrar esa fuerza de Dios en nosotros.

El Señor esté con ustedes. R/ Y con su espíritu.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes, sobre todos los cubanos, sobre todo los santiagueros, donde quiera que estemos y les acompañe siempre. Amén.

Arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Dionisio García Ibáñez. Que pasen un buen día, que pasen una buena semana, un buen tiempo de Navidad, y un buen año hermanos. Que este año sea mejor que el anterior, eso es lo que a todos los cubanos queremos. Amén.

(Música, Gloria in Excelsis Deo, Andrea Bocelli)

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