Transcripción homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón, 1er Domingo de Adviento, 3 de diciembre de 2023

Transcripción homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón, 1er Domingo de Adviento, 3 de diciembre de 2023

Transcripción homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón
Párroco de Santa Lucía, arquidiócesis de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
1er Domingo de Adviento, 3 de diciembre de 2023

“Lo que le digo a ustedes, lo digo a todos. ¡Velen!” Marcos 13, 37

Hermanos,

El domingo anterior que celebramos la Solemnidad de Cristo Rey, apuntábamos que esta solemnidad era el cierre de una etapa del Año Litúrgico, y además era la apertura para un nuevo año que como muy bien hemos dicho al inicio, es el año del calendario litúrgico valga la redundancia 2023-2024, con sus respectivos cuatro domingos de Adviento y luego la Iglesia celebra la tan esperada Natividad del Señor, la Navidad.

Hay que rescatar cada uno, el sentido de las palabras de Jesús estar despierto, la vigilancia de cada cristiano. Los autores espirituales hablan del movimiento del alma hacia Dios. El alma tiene muchos movimientos hacia Dios, en la imaginación, en el recuerdo, en lo que captan los sentidos, en el dato de la revelación, pero de una manera muy especial en la oración y en su disciplina.

Adviento nos refiere espera, que es esperanza en esa segunda venida de Cristo, que es lo que el Catecismo de la Iglesia reconoce como la Parusía, es la promesa del Señor vendré y constantemente nos lo dice, específicamente en los textos del Evangelio que hacen referencia en el momento de la Ascensión y también es el lenguaje que descubrimos en el libro de los Hechos de los Apóstoles. En aquella comunidad primitiva, en aquella primera comunidad, que, con María en medio, los apóstoles, y aquellas mujeres, y aquellas personas que seguían a Jesús, aquellos hombres, tenían en su corazón, la fortísima esperanza de la venida de Cristo, de tal manera, que lo arrostraron todo, como son los mártires, como fue el relato de San Esteban, San Pablo, San Pedro, los otros discípulos, que entregaron toda su vida como testimonio en el martirio, en virtud de la espera.

Hoy nosotros a la luz de la Palabra de Dios y en sintonía con el inicio de este tiempo litúrgico, tan rico para volver a retomar caminos serios en nuestra dirección en la vida hacia Dios, cabe rescatar el discurso de los actos penitenciales. Las almas en su movimiento hacia Dios, deben de vivir una disciplina que Dios te ordena serenamente, para esperarlo, ¿saben por qué? Porque en mis pocos años de experiencia como cura, escuchando confesiones, trabajando en la pastoral que llevo, hay una gran verdad, y es que nuestra alma siempre espera a alguien.

Siempre tenemos esperanza en alguien, entonces, hay que ordenar muy bien si esperamos a Dios en la persona de su Hijo en su segunda venida, o a otra persona, o a otra cosa y lo que esperes en tu vida, será tu vida. Lo que tú creas, ése es el constitutivo de tu ser, no solamente espiritual, sino también psicológico, ¿sabes por qué? Porque te moverás luchando por aquel que tú esperas, y tu alma va a vigilar incesantemente, y a defender incansablemente, a quien esperas. Por tanto, hoy, nosotros brevemente vamos a demostrar la importancia de esperar a Dios.

Las almas tienen una relación profunda con el Señor desde la niñez. Son los primeros datos, la catequesis, la primera estampa que me regaló mamá, el crucifijo de la casa, la actitud de los padres en la oración, y los niños ven, y los niños se educan, y los niños crecen y son jóvenes y adquieren una moral, a la luz de la espera de Dios conforme a su voluntad; pero eso nace en el seno de la familia. Y las almas en ese trayecto se enamoran, las almas descubren el amor, y las almas también llegan, tanto las almas consagradas a la vida ministerial o religiosa, o las almas consagradas también al matrimonio, descubren el amor de Dios y la circunstancia de reconciliarse siempre con el amor maravilloso de Dios.

Y las almas buscan dirección espiritual es lo primero, buscan la dirección espiritual en la Iglesia, la lectura espiritual, y ya estoy recomendando una. Busquen, porque está seguramente en los sitios de Internet o de Google, la obra espiritual de Charles de Foucault, donde aprenderás a ver y a contemplar a Cristo como nuestro hermano, nuestro hermano de camino que nos restaura, nos redime en la sencillez.

Las almas también cuando viven la relación sacramental con Dios en su hijo, sienten la necesidad de la confesión, de la reconciliación, descubren la virtud que tiene mantener nuestra alma unida a Dios, donde uno ve esa alma y dice parece Dios, es idéntico a Dios, pero no es Dios, es casi Dios, como son los santos, como es también el alma de la Virgen, que su vientre es el paraíso para que la Palabra se hiciera carne, y hay pasos en la confesión como nos lo demuestra.

El rito para la reconciliación que presenta la Iglesia, número uno, pedirle fuerzas al Espíritu Santo para ver con claridad nuestra vida espiritual, nuestra relación con Dios, nuestra espera si es seria, si no es seria, si nosotros tomamos parte y le ofrecemos a Dios actos de sacrificio. Pedirle fuerzas al Espíritu para ver las notas negras en nuestra alma y confesarla, es lo primero.

Número dos, el acto de contrición que lleva la confesión, y el dolor que muestra el alma verdaderamente, por las ofensas referidas a Dios, manchando la amistad con Dios en la me. Eda en que tú descubras que los actos de tu vida no ordenados a Dios ofenden a Dios, entonces, tú te tomarás en serio la amistad con Dios y vas a descubrir que tu vida sin Dios no tiene paz.

Tercero la absolución de los pecados que Dios en su Hijo la administra en el ministro sacerdotal con el poder del Espíritu Santo, donde nosotros no tenemos cuenta de los pecados, donde la misericordia de Dios prevalece sobre la cizaña de Satanás, donde Dios demuestra con la absolución, que te perdona, que borra tus pecados, y que te quiere a su lado, que pide tu alma, que defiende tu alma.

Número cuatro, la penitencia profunda con la oración, y número cinco la satisfacción por nuestros pecados, actos y obras que demuestran que yo creo en la absolución, y que yo creo en retomar nuevamente, el camino que Dios me ha trazado.

Ésa es la relación del alma con Dios, y eso es lo que hoy nosotros además de pedir por nuestros médicos, pedimos en la misa, se lo pedimos a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que nos permita en este Adviento vivir con seriedad cada domingo, con la oración, la lectura espiritual, fomentar la relación con Dios, vivir la oración en la Liturgia de las Horas, orar con los salmos, disfrutar a Dios, y con esto concluyó. Todo pasa, todo absolutamente pasa, pon tu esperanza en Dios, que la Esperanza no defrauda.

Que así sea.

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