Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXI del Tiempo Ordinario, 27 de agosto de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXI del Tiempo Ordinario, 27 de agosto de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Domingo XXI del Tiempo Ordinario, 27 de agosto de 2023

“Tú eres el Mesías el Hijo de Dios vivo” Mateo 16, 15

Hermanos,

Seguimos con el Evangelio de San Mateo que es tan didáctico es y recordemos siempre es bueno conociendo estas cosas que el Evangelio de San Mateo fue escrito preferentemente o dirigido fundamentalmente, a aquellos fieles cristianos descendientes de Israel es decir a los judíos. Por ejemplo, el evangelio de Marcos, el evangelio de Lucas, fueron evangelios dirigido claro para todos, para nosotros hoy después de 2000 años, pero también tenían unos oyentes, unos destinatarios que eran muy especiales que estaban precisamente en el mundo griego, griego-romano, pero este está dirigido al pueblo judío, así lo escribió Mateo.

Entonces podemos decir casi que es una continuación, por lo menos catequética, pedagógica, del que escuchamos el domingo pasado. Recordemos que el domingo pasado era aquel problema de que el pueblo de Israel había sido el elegido y que Israel se le había llenado de humo la cabeza, y no se daban cuenta de que Israel fue elegido por Dios para santificar a los otros pueblos, para que nosotros pueblos miraran y descubrieran al Mesías nacido del pueblo de Israel, que es Jesús.

En este evangelio de hoy se nos narra un pasaje, también vamos a llamar así callejero, esos pasajes de Jesús, esos diálogos que ocurrían en el camino, en el camino. ¿Cuál es el contexto de este pasaje? Recordemos que Jesús trata a aquella cananea de tal manera, que hay veces que pareció demasiado duro e insolente, pero en definitiva era un recurso pedagógico para poder llegar a lo que él quería decir. Es decir, que todos los hombres, las mujeres, todos los pueblos y de todas las épocas, hemos sido llamados a descubrir en Jesús, el Mesías. Todos somos iguales entre el Señor, ya no es judío, ni griego, paganos, gentiles, ante el Señor todos somos iguales. Y Jesús va hacia todos, para que todos los reconozcan. Recordemos aquella palabra, el encuentro con Dios, Él se encuentra con nosotros para que nosotros, al querer encontrarnos con Él, le descubramos como el Mesías.

Pues bien, Jesús había creado aquella inquietud siendo judío trataba una cananea, y siendo judío, le dijo a la cananea, tu fe es una de la fe grande esa que he encontrado aquí en esta tierra. Qué lindo que se diga de nosotros eso, que la fe nuestra es una fe como la de esa mujer, que a pesar de ser así apartada con Jesús y tratada con dureza, ella seguía, tú puedes Señor, tú puedes, tú puedes salvar. Ojalá que nuestra fe sea así. Ojalá que sea así. Me imagino que Jesús pasaba por aquellos caminos y estaban, y así lo nace el Evangelio, unos a favor otro en contra y todos se preguntaban la incógnita y éste quién es, él no es del templo, es el hijo de un carpintero, tiene poder para curar, tiene poder para para perdonar los pecados, dice él, trata a todo el mundo. Entonces era la duda era la duda, quién será éste, quién será éste. Ahí transcurre este pasaje.

Jesús también un poco para pinchar a sus discípulos, para que se dieran cuenta los discípulos de aquel momento y nosotros que somos los discípulos de ahora, que nosotros también tenemos que hacernos la pregunta. Mejor dicho, no tenemos que hacérnosla, nosotros la sabemos, nosotros sabemos que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos, para llevarnos hacia la casa del Padre, para completar la creación. Él nos dio la vida por amor y quiere que, por amor, vivamos eternamente junto a Él; que nosotros no somos una simple cosa que nació y murió, no, Él nos llama hasta el final. Entonces nosotros también tenemos que tener bien claro que Jesús es mi Señor y saberlo proclamar. Entonces aquí viene Jesús, también de manera pedagógica, ¿y ustedes quién dice que soy yo? Porque Él podía decir en ese momento yo soy Fulano de Tal, encarnado, hecho hombre en el seno de la Virgen, le podía decir eso así es como nos lo enseñan a nosotros en el catecismo quién es Jesús. Así lo decimos en el Credo.

Pero Jesús hace brotar la pregunta, la duda, la inquietud, que la mente que se ponga a trabajar y quién dicen ustedes que soy yo. Imaginémonos que nos lo está preguntando Jesús hoy a mí donde quiera que esté, en la sala de mi casa, entre un grupo de amigos. Él me está preguntando, y tú Dionisio quién dices que soy yo, quién dices que soy yo. Y entonces los demás, lo que la gente decía tú eres que Juan el Bautista, aquel que había lo había anunciado y que había sido muerto hace poco, eres Juan Bautista que ha vuelto, tu eres Elías el profeta grande de Israel, que con nosotros los otros días escuchamos el pasaje de él en la cueva, descubriendo a Dios en la brisa suave.

Y Pedro, como siempre Pedro, Pedro dice tú eres el Mesías el Hijo de Dios vivo. Qué bien, eh, ¿ustedes creen que Pedro hubiera podido decir eso si no es con asistencia del Espíritu Santo? No podía, como nosotros hermanos tampoco podemos decir que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos si no es por la gracia del Espíritu Santo. Hay que pedir esa gracia, nosotros tenemos que buscarla yendo al encuentro de Jesús. Pedro que era de los discípulos y judío también, él también estaba inquieto por toda aquella manera de Jesús de comportarse, de decir, de enseñar, pero en él había aquello, el Espíritu lo había tocado para decir, Señor a pesar de todo eso Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.

Hermanos, tenemos que pedirle al Señor Jesús que nos dé esa gracia, que nosotros la tenemos porque somos cristianos, hemos sido bautizados. Ahora la pregunta mía es, ¿y nosotros renovamos esa gracia? ¿Le pedimos a Dios diariamente que me ayude a decir con decisión y proclamar cuando sea necesario o, cuando me lo pregunten por lo menos, y para ti quién es Cristo, y nosotros saber decir es el Mesías el Hijo de Dios? ¿Por qué? Porque hay mucha gente que lo que lo confunde con un líder político, un líder religioso más, tantas cosas, no, Jesucristo es el único, es el único Salvador. Las demás formas religiosas que existen son figuras, que nos quieren decir de que hay un creador y que nosotros somos criaturas y que necesitamos de alguna manera u otra rendirle un culto, pero los otros fundadores de religiones son eso, fundadores religiones, Jesús no. Jesús es precisamente el centro, el eje de la donación, porque es el mismo Dios, es el mismo Dios. Entonces hermanos, ese es el Mesías, ese es el Señor, es el que nosotros tenemos que proclamar y proponer.

Viene después la otra parte. Pedro eso no te lo han dicho los hombres, los hombres muchas veces dicen otras cosas, eso solamente te lo he dicho el Espíritu. Y viene otra parte, y tú eres Pedro y sobre esta piedra, voy a edificar mi iglesia y tú tendrás la llave. Fíjense bien, qué cosa más hermosa, tú tendrás la llave, no para sentirte tú el centro; tú tendrás la llave que lleva a los demás al encuentro con Cristo el Señor, porque Dios quiere, le da la Iglesia aquella gracia, aquella facultad, y vamos a decir también aquel poder, o por lo menos ese deseo grande, de que la Iglesia siempre siga como testimonio de Cristo nuestro único Salvador. Entonces hermanos, esa es la iglesia y esa es la figura del Papa.

El Papa que es infalible es cuestión de fe, el Papa habla en cuestiones de fe, en la misma medida en que habla Pedro, tú eres el Mesías el Hijo de Dios; en la medida en que se predica, se habla, de la revelación, ¿conservada dónde?, en esa iglesia que él preside. Él no va a predicar otras cosas, en la medida en que esté en la línea de la revelación, del Espíritu, ahí el Papa está siguiendo manifestando esa decisión grande de Pedro y como digo el Papa digo los obispos, digo todos los fieles, los sacerdotes nadie puede predicarse a sí mismo. Todos tenemos que vivir precisamente, tratando de en todo momento caminar según la Palabra de Dios, según la revelación, que la Iglesia en medio de los pecados que tenemos todos los cristianos, el Papa y todos los cristianos, el Señor la ha guardado por el Espíritu, para que predique a Cristo muerto y resucitado en la cruz.

Hermanos, vamos a pedirle al Señor que nos dé la gracia esa de siempre atinar, de tener decisión, pero además de vivirlo, porque yo lo puedo saber si, Él es el Mesías, el Señor y ¿mi vida? ¿Mi vida se corresponde con eso que yo digo que creo, o yo me dejo llevar, o lo digo, sí, yo sé, yo sé eso? Como por ejemplo decir algo que todos conoce que el sol sale por la mañana y se oculta por la noche. Aquí está la vida, está mi compromiso con Dios y con los demás, eso significa si yo creo que Jesús es el Señor y que su palabra es palabra de vida, significa que mi vida debe cambiar, debe cambiar.

Hermanos que el Señor nos ayude a vivir así.

Aquí no sé si me extiendo un poquito más, pero rapidito, es bonito como están hilvanadas unidas estas lecturas. En la primera lectura de Isaías, en un momento difícil del pueblo de Israel, él dice que va a venir un gobernante y que ese gobernante hará la justicia. Él hablaba de un gobernante de Israel, una persona, pero la tradición cultual de Israel, siempre tuvo este pasaje como una profecía del futuro Mesías, siempre. Que se preveía que vendría un Mesías, y dice entre todas las figuras que establece, que pone que son bonitas, lo vestiré con mi túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes, etcétera. Dice, oigan este texto escrito por Isaías 700 años antes de Cristo, colgaré de su hombro la llave del palacio de David. Fíjense, en el palacio de David ahí estaba David, el rey puesto por Dios en Jerusalén, el templo, era el elegido, a Jesús le dicen el hijo de David, te daré la llave del palacio de David. Es decir, tú abrirás, tú habitarás y él habitará también, tú habitarás en el Palacio.

Cuando Jesús le dice a Pedro que le dará el poder, ¿qué imagen utiliza? La de las llaves, yo te daré las llaves del reino de los cielos, lo que tú desates quedará desatado. Hermanos ese es el poder que el Señor le da a la Iglesia, por eso no sólo tenemos que tener conciencia que nosotros somos llaves, somos puertas para que otra gente se encuentre con Cristo.

Que el Señor nos ayude, como dije ahorita, a vivir así. Siempre a tener presente que el Espíritu está en mí, que yo debo de ser dócil al Espíritu y que el Señor me ha dado un poder grande, nos ha dado la llave a la iglesia, pero a cada uno de abrir los corazones para que el Señor se encuentre con nosotros, y para que nosotros podamos salir al encuentro del Señor.

Que Dios nos ayude a todos a vivir así.

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