Irradia, emisión del 13 de agosto de 2023

Irradia, emisión del 13 de agosto de 2023

Irradia, emisión del 13 de agosto de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XIX del Tiempo Ordinario

“Tranquilícense y no teman. Soy yo” Mateo 14, 27

(Música, No teman que Soy Yo, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, No teman que Soy Yo, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

Acuérdate, señor, de tu alianza, no olvides por más tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa. No olvides las voces de los que te buscan. Dios todo poderoso y eterno, a quien, enseñados por el Espíritu Santo, invocamos con el nombre de Padre, Intensifique en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida. Por Jesucristo, nuestro Señor, Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, como siempre, una alegría, un placer, un gozo, poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, y compartir la palabra de Dios, esa palabra de Dios que nos ha acompañado a lo largo de la semana que ha terminado, y que nos va a acompañar a lo largo de toda la semana que ahora comienza, la palabra de Dios que nos ilumina, que nos sostiene, que nos fortalece, que nos levanta, que nos ayuda.

Estamos en el domingo el día del Señor, le dedicamos este ratico, a aquel que nos dedica todos los ratos, porque el Señor está siempre ahí, el Señor está siempre presente.

La lectura del evangelio de hoy nos va a hablar y nos va a hacer reflexionar un poco sobre esa realidad. Vemos hoy a los apóstoles asustados y llenos de asombro al descubrir que Jesús es el Señor todo poderoso, el Hijo de Dios. También el profeta Elías había sentido un miedo semejante cuando se encontró con el Señor en el monte de Dios que se había revelado a Moisés. San Pablo, en la segunda lectura, vuelve sobre el tema del destino de los judíos, señalando que a pesar de que no han reconocido a Jesús como el Salvador, siguen siendo el pueblo que recibió las promesas de Dios, y del que nació Jesucristo, porque Dios nunca se olvida de sus promesas.

Cada uno tiene su camino, cada uno tiene su momento, y todos los momentos son de Dios. Las cosas ocurren cuando deben ocurrir, cuando Dios lo permite. Por eso el pueblo de Dios, el pueblo judío, sigue conservando la palabra de Dios y hace su camino, y el Señor sigue haciendo el camino con él. Hasta un día en que puedan encontrarse con Jesús, que es el camino, la verdad y la vida.

El evangelio de hoy, el que nos propone la liturgia de este XIX domingo del tiempo ordinario, está tomado del Evangelista San Mateo, en el capítulo 14, versículos del 22 al 33.

Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 14, 22 – 33)

Los discípulos, los apóstoles, han sido testigos de un acontecimiento extraordinario. La multiplicación de los panes y de los peces. El Señor les dice cuando vea la multitud, y viene uno de sus apóstoles, Señor, despídelos para que busquen que comer. Y él les responde, denles ustedes de comer, y el apóstol se queda como sorprendido. Es una multitud, no hay dinero suficiente para poder conseguir panes para todos. Y entonces aparece alguien que tiene cinco panes y dos veces. Y está dispuesto a compartirlo.

Está dispuesto a compartirlo porque no basta que tenga, por poco que sea, si no estoy dispuesto a compartirlo. Pero él estaba dispuesto ante aquella multitud ingente qué podían significar cinco peces y dos panes. Nada, pero él estaba dispuesto a partirlo hasta donde alcanzara, y el Señor hace la multiplicación. La multiplicación de los panes y de los peces, porque él puso lo que tenía, el Señor puso lo demás.

Eso no lo podemos olvidar nunca. Cuando pensamos que no podemos hacer nada, que por nuestra fuerza, que por nuestra realidad, que por lo que tenemos no podemos hacer nada, pensemos que si hacemos aquello que está en nuestras manos hacer, el Señor pondrá el resto. El Señor lo que sí no hará es hacerlo todo, dejarnos cruzados de brazos, esperando que caiga el maná del cielo. Cayó una vez y no volverá a caer. Nosotros tenemos que poner de nuestra parte, compartir lo mucho que podamos tener y hay quien tiene mucho. Y lo poco que podamos tener, y somos muchos los que tenemos poco. Pero cuando somos capaces de hacer eso, de olvidarnos de nosotros para compartir con lo demás, el Señor pondrá el resto.

Pero terminó, todo el mundo comió, se recogieron doce cestos de sobras, y se fueron, se embarcaron. Y cuando la barca en la que iban los apóstoles con Jesús, iba ya muy lejos de la costa, las olas la sacudían, nos dice el Evangelista a San Mateo, porque el viento era contrario. Y estaban asustados. Porque se sintieron solos en medio de la tempestad. Y Jesús fue caminando hacia ellos en la madrugada. Y los discípulos al verlo caminar sobre el agua se espantaron y decían, es un fantasma, no se atrevían a pensar, a creer que era Jesús, y daban gritos de terror. Pero Jesús les dice enseguida, tranquilícese y no teman, soy yo.

Lo que dice siempre, ante nuestras angustias, ante nuestras inseguridades, ante nuestros miedos, no teman, soy yo, estoy con ustedes, soy yo, lo que le dijo es Dios a Moisés cuando le preguntó y cuando me pregunten los egipcios y el pueblo. ¿Quién me manda? ¿Qué les digo? Soy yo. Soy yo te ha mandado, soy yo. Porque el Señor es el único que es, que es en sí mismo, que no necesita de nadie más para existir. Yo soy, y Jesús lo dice, porque Él es Dios, hombre verdadero, pero Dios verdadero.

Yo soy, no teman, porque estoy en medio de ustedes. Pero aun así no se lo creían. Y Pedro le dice, Señor, si eres tú, mándame a ir caminando sobre el agua. Siempre necesitamos pruebas. Nos parecen pocas las pruebas que tenemos, la vida que tenemos, la fuerza que encontramos cuando nos parece que no tenemos de dónde sacarla, la presencia de Dios que nos fortalece. Cuántas pruebas nos da el Señor de su presencia en medio de nosotros, y nunca estamos satisfechos, siempre tenemos que pedir más, y Pedro pide.

Y el Señor es compasivo, misericordioso y paciente. Y le dice bien, ven, y Pedro decidido, como siempre se baja de la barca, y comienza a caminar sobre las aguas. Pero en un momento determinado siente el rugir del viento, la fuerza del viento, y las aguas debajo de su pie, y siente miedo. Y ahí mismo comienza a hundirse. Por qué siente miedo, porque desconfía, y cuando desconfiamos y sentimos miedo, nos hundimos; cuando en vez de mirar hacia adelante, a los ojos del Señor que está delante de nosotros, miramos hacia abajo, nos derrumbamos.

Pero le sale un grito del fondo de su corazón. Sálvame, Señor. Sálvame. Y Jesús no lo dudó un instante, tendió la mano y lo levantó, lo sostuvo. Pero sí le dijo hombre de poca fe. ¿Por qué dudaste? Y lo mismo nos ocurre a nosotros. Lo mismo puede decirnos a nosotros, hombres y mujeres de poca fe. ¿Por qué dudan? En sus problemas, en sus dificultades, en las situaciones por las que pasan, en la que viven, por qué dudan, yo soy, yo estoy aquí, no teman. Para ser temerarios, no; pero para seguir adelante, para ponernos en pie, para no dudar que el señor está con nosotros y no dejará de estar con nosotros, en la medida en que nosotros conforme a nuestra conciencia iluminada por la fe, tratemos de construir, de edificar, de seguir adelante, de levantarnos. Aunque parezca que estamos caminando sobre aguas turbulentas.

Termina el evangelio diciendo cuando subieron a la barca, el viento se calmó. Y los que estaban en la barca se postraron ante Jesús diciendo verdaderamente tú eres el Hijo de Dios. Ellos lo iban descubriendo, nosotros lo sabemos, sabemos que verdaderamente Jesús es el hijo de Dios. Y que estará con nosotros hasta el final de los tiempos. Y que por grande que sean las tempestades, en la medida en que confiemos en Él, podremos caminar sobre las aguas, podremos seguir adelante.

La iglesia tiene dos mil años de historia y ha pasado por tantas y tantas tormentas. Y los cristianos tenemos dos mil años de historia y no hay tiempo en el que los cristianos no hayamos pasado por tormentas, por persecuciones, por dificultades. Pero el Señor nos dijo que las puertas del infierno no prevalecerán, que Él estará con nosotros hasta el final de los tiempos, y por eso los primeros cristianos pudieron ir al circo, y morir allí y derramar su sangre. Hoy hay hombres y mujeres a lo largo y a lo ancho del mundo que siguen entregando su vida, no siempre derramando su sangre, pero sí sacrificándose por el bien de los demás para llevarle la palabra de Dios, para ayudar, para confortar, para consolar, dejando familia, dejando amigos, dejando comunidades, dejando comodidades.

Hombres y mujeres capaces de caminar sobre las aguas. Porque miran a los ojos de Jesús. Y el agua ruge bajo sus pies, y el viento sopla, tormentoso, pero ahí está el Señor. Entonces, tenemos que pedirle eso, Señor, nosotros que hemos experimentado tantas veces tu presencia, tu fuerza, tu gracia, que no dudemos, Tú eres el que eres. Yo soy. Y estás con nosotros. No tenemos que temer.

Que el Señor así nos lo conceda.

(Música, Muéstranos Señor tu misericordia, Athenas & Tobías Buteler)

Confiados elevemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre.

En primer lugar, para que confiados siempre al Señor que está con nosotros, seamos capaces de dar testimonio de Él, de su amor, de su misericordia, de su paciencia, de su providencia en medio de este mundo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que puedan encontrarse con Cristo y en Cristo encontrar consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos de manera especial aquellos que nadie recuerda en sus oraciones, para que el Señor, perdonadas sus faltas, los acoja a todos en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que el Señor aumente nuestra de confiada en Él. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha, Padre Santo estas súplicas, y aquellas que quedan en nuestros corazones, pero que tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo tu Hijo nuestro, Señor. Amén.

Y ahora hermanos juntos, oremos con la oración que mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén

Hermanos, todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús sacramentado pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:

Creo Señor mío que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas, y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma; pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiera recibido, me abrazo y me uno todo a ti. Oh Señor, no permitas que me separe de ti. Amén.

Les deseo a todos que tengan un feliz domingo, que lo aprovechen. Siempre se los digo. Se lo repito, no puedo dejar de hacerlo. En la familia, aprovechen en primer lugar para estar con su familia. Durante la semana a veces es sumamente difícil, y necesitamos eso, sentir el calor familiar, compartir nuestras alegrías, nuestras esperanzas, lo que hemos hecho, lo que nos ha faltado por hacer, en lo que hemos triunfado, en lo que hemos fracasado, nuestros sueños… eso tenemos que compartirlo en familia. Los unos con los otros. No perdamos esta oportunidad.

Aprovechen el domingo también con los amigos. Quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro. Y esos tesoros hay que cuidarlos, como el que encontró el tesoro en el campo y lo vendió todo para comprar el campo y quedarse con el tesoro. De manera particular aquellos amigos que por disímiles razones están solos, lejos de su familia, y necesitan ese calor familiar. Que seamos capaces de dárselo, de acogerlos, de sentir que no están solos, que nos tienen a nosotros, que pueden contar con nosotros. Que a través de nosotros Jesús, caminando sobre las aguas tormentosas, está dispuesto a tenderles la mano para que puedan salir a flote. Aprovechen el domingo.

El próximo día 15 es la Fiesta de Nuestra Señora de la Asunción, Patrona de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral Primada de Cuba, título largo pero verdadero, real. Entonces, muchas felicidades a la comunidad de la Catedral en esta su fiesta patronal.

Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes, y los acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, Tu Misericordia, Marcos Witt)

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