Irradia, emisión del 6 de agosto de 2023
Irradia, emisión del 6 de agosto de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XVIII del Tiempo Ordinario
“Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo” Mateo 17, 5
(Música, La Transfiguración, Javier Brú)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, La Transfiguración, Javier Brú)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.
Apareció el Espíritu Santo en una nube luminosa, y se oyó la voz del Padre Celestial que decía, este es mi Hijo, muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias, escúchenlo.
Dios nuestro, que, en la transfiguración gloriosa de tu Unigénito, fortaleciste nuestra fe con el testimonio de los profetas, y nos dejaste entrever la gloria que nos espera como hijos tuyos, concédenos escuchar siempre la voz de tu Hijo amado, para llegar a ser coherederos de su gloria. El que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, una alegría, un gozo, poder compartir con ustedes este te pedacito de la mañana del domingo, y compartir la palabra de Dios, ésa que nos ha fortalecido toda la semana que ha terminado, y que nos va a seguir fortaleciendo para comenzar la nueva semana.
El día de hoy, en que celebramos la Fiesta de la Transfiguración del Señor, las Sagradas escrituras nos presentan este hecho maravilloso en tres formas diferentes. En la primera lectura, el profeta Daniel ve a alguien semejante a un hijo de hombre. En el Evangelio, San Mateo nos presenta el hecho mismo, presenciado por tres de los apóstoles. Y en la segunda lectura, San Pedro habla de lo que vio con sus propios ojos. Es decir, tenemos una profecía. el hecho mismo y el recuerdo de la Transfiguración del Señor.
El Evangelio de hoy está tomado del Evangelista San Mateo, en el capítulo 17, versículos del 1 al 9.
Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 17, 1-9)
El evangelio de hoy nos presenta a Jesús Camino a Jerusalén. No era extraño, muchas veces, Jesús fue con sus apóstoles, con sus discípulos a Jerusalén. Pero este sería el último viaje de Jesús. Allí lo esperaría, la Pasión, y la Muerte. Él sabía. Quizás no exactamente qué ocurriría, pero sabía que iba a ser un momento particular, un momento de prueba, un momento duro, para él. Pero también para sus apóstoles y para sus discípulos. Por eso les va explicando, para que puedan ir comprendiendo poco a poco. Los va fortaleciendo para que cuando llegue el momento de la prueba puedan enfrentarla.
Y el evangelio nos narra cómo se lleva con él a Pedro, a Santiago y a Juan, lo alto de un monte. Y allí se transfigura. ¿Qué quiere decir esto? Se les muestra con toda su gloria. Nos dice el Evangelista, su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. Se les mostró con toda la gloria del Hijo de Dios. Aquel que después verán, perseguido, calumniado, cargado con una cruz como un malhechor, ensangrentado, colgado de una cruz, muerto, se les muestra ahora con toda su gloria. Y no solamente eso, sino conversando con Moisés y Elías, la ley y los profetas, los que dan testimonio de Él.
El siervo doliente, él es el siervo doliente. Pero no solo Moisés y los profetas, sino se oye la voz de Dios, su Padre, que dice, este es mi Hijo amado, escúchenlo. Aunque parezca derrotado, aunque parezca vencido, aunque parezca que todo ha terminado, escúchenlo. Les da ese recuerdo, para que en el momento de la prueba puedan acudir a Él y encontrar en Él fuerza para seguir adelante.
Es cierto que en el momento de la Pasión se dispersarán, solo Juan estará a los pies de la cruz del Maestro. Y no solo eso, sino que uno de sus apóstoles lo entregará, Judas Iscariote. Y no solamente eso, sino que uno de sus apóstoles, Pedro, lo negará y lo negará tres veces. Pero a pesar de eso, a pesar de su temor, a pesar de su miedo, se mantendrán unidos. Encerrados, escondidos, con la puerta y las ventanas cerradas, pero algo más fuerte que ellos los mantiene unidos. No se dispersan, no se van cada uno por su lado. Y allí el Señor Resucitado los encontrara. Se aparecerá en medio de ellos.
La transfiguración no es un espectáculo que Cristo quiere dar. Es la preocupación del Señor por sus apóstoles y por sus discípulos, para que puedan seguir adelante, para que puedan levantarse después que caiga. Para que recuerden que Él es el Señor, que todo no ha terminado, que la esperanza que Él encendió en su corazón se mantiene viva. Es lo que hace el Señor con nosotros. ¿Cuántas experiencias hermosas tenemos en nuestra vida de fe? Cada uno piense. Cada uno mire dentro de sí. Cuántos momentos en que el Señor lo hemos sentido ahí a nuestro lado, dándonos la mano, levantándonos, fortaleciéndonos. Cuántas veces nos hemos preguntado ¿Cómo he podido seguir adelante? ¿Dónde encontré la fuerza? Y la respuesta es, en el Señor.
En el Señor que estaba ahí, en el Señor que se preocupa, como el evangelio de hoy, nos enseña que se preocupó por sus apóstoles y por sus discípulos, por nosotros que vendríamos después. Él va el camino a la prueba, al dolor, a la pasión, al sufrimiento que le llevará a decir Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz, que le hará sudar gotas como de sangre. Pero en el primer lugar, piensa no en Él, sino en aquellos que le han sido confiados. Hasta ahí llega el amor del Señor, que deja de pensar en Él para pensar en ellos, que deja de pensar en Él para pensar en nosotros. Que no es indiferente ante nuestros dolores, sufrimientos y pruebas, que está ahí, no para adormecernos, sino para despertarnos, para iluminarnos, para fortalecernos, para ayudarnos a seguir adelante, a vivir el mandamiento del amor.
Pedro se queda como turbado. Y le dice, Señor, hagamos tres chozas una para ti, una para Moisés y otra para Elías. Quedémonos aquí. El Señor no le responde. Simplemente los cubre una nube y la voz del Padre que dice, escúchenlo, porque es mi Hijo en quien me complazco. No los llevó allí, para hacer tres chozas, para quedarse allí complacidos, consolados, tranquilos. No, los llevó allí para fortalecerlos, para que ellos después pudieran confirmar a sus hermanos en la fe, para que ellos también pudieran consolar a sus hermanos y fortalecerlos para seguir adelante.
Por eso la iglesia ha podido vivir dos mil años de historia en medio de tantas tormentas, de tantas dificultades. En momento en que parecía que la barca de Pedro iba a naufragar, ha seguido adelante. Porque es el Señor. El Señor que se nos muestra, el Padre que nos dice, este es mi Hijo, no hay otro no hay otro camino, Él es el camino, la verdad y la vida, Él es el Señor. Y entonces, podemos ponernos en pie, abrir las puertas, abrir las ventanas y salir, anunciar a Cristo, muerto y resucitado, vivo en medio de nosotros.
La fiesta de la transfiguración es una fiesta de ese amor de Dios, que piensa en nosotros antes que en nada más. Él nunca nos faltara. Confiemos en él. Que así Él nos lo conceda.
(Música, Transfigúrame, DR)
Ahora, hermanos, renovemos nuestra profesión de fe, pidiéndole como siempre al Señor, Señor, ayúdanos a vivir conforme a la fe que profesamos para que demos testimonio, no solo con la palabra, sino con la vida.
¿Creen en Dios Padre todo poderoso creador del cielo y de la tierra? Sí, creo.
¿Creen en Jesucristo su único hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó? Y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.
¿Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? Sí, creo.
Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús nuestro, Señor. Amén.
Y ahora presentemos confiados nuestras súplicas al Señor que siempre nos escucha, que siempre nos responde.
En primer lugar, por la iglesia de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, para que como en el monte de la transfiguración, así como el Señor se preocupó por sus apóstoles y sus discípulos para fortalecerlos, también nosotros cristianos nos ocupemos por fortalecer la fe de nuestros hermanos, y ayudarlos a seguir adelante y a levantarse cuando han caído. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las ocasiones sacerdotales, religiosas, diaconales, laicales, para que sepamos responder a la llamada del señor a servirlo en los hermanos particularmente en los más frágiles y necesitados. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por nuestros jóvenes que están participando de la Jornada Mundial de la Juventud, para que sea para ellos un momento de gracia, de crecimiento en la fe y puedan dar testimonio del Señor en medio de nosotros. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos de manera especial aquellos que nadie cuerda que nadie ora por ello, para que perdonadas sus faltas el señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Y los unos por los otros. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha, Padre Santo esta súplica, y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo tu Hijo nuestro, Señor. Amén.
Tengamos también una intención especial por nuestros hermanos de la Diócesis del Santísimo Salvador de Bayamo Manzanillo que están celebrando su fiesta patronal, para que puedan encontrar siempre en el Señor esa fuerza, y esa luz que él nos da para ser sus testigos.
Hermanos, oremos con la misma oración que el Señor nos enseñó.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén
Queridos hermanos y hermanas que tengan todos, un feliz domingo, que lo disfruten cada uno donde esté; que lo disfruten con su familia, compartiendo con ellos, todo lo que lo han podido compartir en la semana. Quizás me van a decir reiterativo, que siempre digo lo mismo, pero no es porque no tenga otra cosa que decir, sino porque me parece tan importante que aprovechemos el domingo, el día del Señor. En primer lugar, para orar, para fortalecernos, para prepararnos para la semana que comienza, para dar gracias por la semana que termina. Pero también, sobre todo, para disfrutarlo en familia, es tan importante. En la familia encontramos fuerzas, en la familia encontramos descanso, en la familia encontramos porque no refugio en un momento determinado, pero en la familia encontramos ese descanso que necesitamos para poder comenzar la semana con esperanza.
Y como siempre les digo, no se olviden de los amigos. Sobre todo, de aquellos que, por una razón u otra, están lejos de su familia. Acojan, que sientan ese calor que tanto se necesita, el calor familiar. Si no pueden reunirse con ellos, llámenlos por teléfono, pásenle una notica, que sientan que están ahí, que no están solos, por supuesto, el Señor está con ellos, pero que también sientan esa presencia humana, ese calor humano tan necesario.
Y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes sobre sus familias, sobre sus amigos, y los acompañe siempre. Amén.
Les ha hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…
(Música, La Transfiguración del Señor, P. Edgar Larrea)