Transcripción homilía de P. Rogelio Deán Puerta, Solemnidad de la Santísima Trinidad, 4 de junio de 2023

Transcripción homilía de P. Rogelio Deán Puerta, Solemnidad de la Santísima Trinidad, 4 de junio de 2023

Transcripción homilía de P. Rogelio Deán Puerta, párroco del Cobre
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Solemnidad de la Santísima Trinidad, 4 de junio de 2023

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna” Juan 3, 16

Mis hermanos la Palabra de Dios hoy, nos sigue marcando todavía, una impronta en el Espíritu Santo. El domingo pasado estábamos celebrando el cumpleaños de la Iglesia, estábamos celebrando el día de Pentecostés.

Qué importancia tremenda le da la iglesia al Misterio de la Santísima Trinidad y cuánto se repite en los evangelios, esa referencia que hace Jesús de que Él está en el Padre y el Padre está en Él. Es una referencia regular.

Nuestro Dios ha querido hacer patente una unidad en el amor pero a la vez una diversidad. Nuestro Dios es Uno, y a la misma vez se manifiesta de modos distintos. Nuestro Dios nos invita a vivir esa unidad en la diversidad como clave de nuestra fe. Y es que ciertamente en el amor somos Uno, y en la misión somos muy diversos; porque cada uno a partir de sus dones, a partir de su realidad, de su historia, el Señor le entrega una misión distinta.

Qué importante entonces es ser consciente de cuál es nuestra misión, qué el Señor nos está pidiendo. Y ciertamente hay algo que el Señor nos pide constantemente, y es ser dóciles al Espíritu Santo. Qué pena que, cuando como iglesia, cuando como sociedad no somos dóciles a la acción del Espíritu Santo, y mantenemos viviendo dentro de nosotros un hombre viejo que es totalmente autoreferencial. Un hombre viejo donde no hay espacio a la fuerza del Espíritu Santo.

Qué distinto puede ser todo cuando nosotros acogemos la voluntad de Dios en cada momento, a partir de la impronta del Espíritu Santo en nuestra vida.

Si algo obstaculiza la acción de Dios en nuestras vidas y en la sociedad es la división. Hoy el Señor en el evangelio nos aclara que Él no ha venido al mundo para condenar el mundo. Él ha venido al mundo para salvarlo, y sin embargo, tantas y tantas veces en nuestros labios están las palabras de condena. Nos pasamos la vida condenándolo todo. Condenando realidades, personas, situaciones, y sale a flote a veces un resentimiento, un deseo de venganza, un odio, una división que destruye. Hay personas que van por la vida más condenando que amando.

Qué triste cuando hay división entre los hermanos, porque los objetivos que son necesarios alcanzar, no se alcanzan precisamente por la falta de unidad. Las sociedades no mejoran, los gobiernos no mejoran, nuestra iglesia no crece cuando no vivimos la fuerza de la unidad. Uno de los pecados más grandes que pueda existir es precisamente la falta de la unidad. Por eso, el Señor se presenta una y otra vez como Uno y Trino; por eso empezamos la Santa Misa en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Qué bueno darnos cuenta de que debemos mirarnos en el espejo de la Trinidad. Jesús al encarnarse, al hacerse hombre ¿Qué nos trae? Nos trae el modelo de vida de la Casa del Padre, el modelo de la Trinidad. Donde nadie vive para sí mismo, cada uno vive para el otro. Donde no ve en el otro un enemigo, un rival, no ve un peligro; sino donde debemos y podemos ver en el  otro hermano, un don de Dios, un regalo de Dios.

Vamos hoy a pedirle al Señor, que por la fuerza de su Espíritu nos ayude a estar más en comunión. Fíjense que la comunión se manifiesta de muchas formas, pero primero hace falta estar en comunión con uno mismo, hace falta no estar dividido uno internamente. Después hace mucha falta tener una comunión vertical con Dios, que se corresponda con una comunión horizontal con los hermanos. Qué bueno que nosotros ente circunstancias tan difíciles como las que vive Cuba, y también el mundo, nosotros tengamos como testimonio la unidad, la comunión, el amor de Dios entre nosotros.

Ciertamente, pese es el testimonio que transforma vidas, que transforma corazones. El testimonio de la comunión.

Vamos a pedirle a la Santísima Virgen, Madre de la Caridad, Madre del Amor, que nos ayude como hijos suyas a estar juntos. Madre te pedimos que hoy, día de la Santísima Trinidad nos ayude a vivir siempre más y mejor en la Iglesia el misterio de la comunión.

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