Irradia, emisión del 30 de abril de 2023, Domingo del Buen Pastor
Irradia, emisión del 30 de abril de 2023
Transmitido por RCJ y CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor
“Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” Juan 10, 10
(Música, Eres mi Pastor, Marcos Witt-Ft. Kim Richards)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Eres mi Pastor, Marcos Witt-Ft. Kim Richards)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.
La tierra está llena del amor del Señor y su palabra hizo los cielos. ¡Aleluya! Dios todopoderoso y eterno, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales, para que tu rebaño a pesar de su fragilidad, llegue también a dónde lo precedió su glorioso Pastor. Que viva y reina contigo, por los siglos de los siglos. Amén.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, dondequiera que se encuentren, como siempre una alegría, un gozo, un placer, poder compartir con ustedes esta mañana de domingo, y sobretodo compartir la Palabra de Dios que nos propone la liturgia de este IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor. Domingo en el que vamos a pedir particularmente por las vocaciones sacerdotales y religiosas, aunque no exclusivamente; porque la vocación es mucho más amplia que todo eso.
Vocación es esa llamada del Señor a vivir nuestra fe, allí donde Él nos ha colocado. Como sacerdote, como religiosa, como diácono… pero también como padre o madre de familia. A cada uno, allí como trabajador, como intelectual, el Señor nos ha dotado de dones, y con aquellos dones encontramos un lugar donde hacerlos florecer. Y allí vivimos nuestra vocación, cuando encontramos el camino del Señor para nosotros. Recemos por las vocaciones este Domingo del Buen Pastor, pero también recemos para que todos encontremos nuestra vocación como cristianos en este mundo, para aportar lo mejor que podemos.
Jesús fue constituido por el Padre como Señor y Mesías, y es el Pastor y guardián de nuestras vidas, es el Siervo Doliente del que hablaba Isaías que cargado con nuestros pecados subió al madero de la cruz. Cristo Jesús es la puerta de las ovejas y de la salvación, que vino para darnos vida en abundancia. Y por haber sido bautizados en su nombre, recibimos el perdón de nuestros pecados y el don del Espíritu Santo.
(Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 10, 1 – 10)
Jesús pocas veces en el evangelio se refiere a sí mismo, pero esas pocas veces se llama Buen Pastor. Yo soy el Buen Pastor, y nos da la razón por la que es el Buen Pastor. En primer lugar porque conoce a las ovejas y las ovejas lo conocen a Él, por eso reconocen su voz y son capaces de seguirlo. Porque cuando no reconocen la voz del pastor, no importa lo que diga, no importan las palabras bonitas que pueda utilizar, las ovejas no lo siguen, porque no lo conocen. Jesús es el Buen Pastor porque conoce a sus ovejas, y sus ovejas lo conocen a Él.
Él entra por la puerta, no salta por otro lugar, no busca subterfugios para poder llegar a las ovejas y llevarlas a donde Él quiera. Sino que entra por la puerta, entra de frente y se encuentra con ellas, para llevarlas a pastos abundantes, para llevarlas a aguas vivas. El Señor es Buen Pastor porque se preocupa por sus ovejas, por las débiles, por las frágiles, por las que no pueden seguir el ritmo quizás de todo el rebaño, y que tienden a quedarse atrás y que en muchas ocasiones las dejamos abandonadas, olvidadas. El Señor no, el Señor se ocupa de ellas, el Señor las cura, el Señor las carga cuando tiene que cargarlas sobre sus hombros para que puedan seguir el ritmo de los demás.
Pero también enseña a los demás a seguir el ritmo de los que van más lentos, porque todos tenemos nuestro propio ritmo, porque Dios tiene un ritmo para cada uno de nosotros. No vamos ni más de prisa, ni más despacio que los demás, vamos al ritmo de Dios aunque a veces sin darnos cuenta. Y como vamos al ritmo de Dios, un día nos encontramos con Él, descubrimos que Él va delante, que Él es el Pastor, que es el que nos ha guiado, nos ha sostenido, nos ha curado, nos ha consolado, que nos ha confortado.
Cristo es el Buen Pastor porque está dispuesto a dar la vida por sus ovejas. Por las grandes, por las fuertes, por las dispuestas, por las que van siempre adelante; pero también por las pequeñas, por las frágiles, por las débiles, por las enfermas, por las pobres, por las que parece no van a poder llegar a ningún lugar. Por todas Él está dispuesto a dar su vida, a defenderlas contra el maligno, sin hacer acepción, éstas sí valen la pena, aquellas no valen la pena. Para Dios todos valemos la pena, no hay diferencias, todos valemos la pena. Por eso es el Buen Pastor.
El Buen Pastor porque cuando se pierde una oveja, esa ovejas que se suelen llamar, no sé por qué, ovejas negras; que se apartan, que se van, que van buscando otros caminos distintos, diferentes, no dice bueno, allá ella, que se la resuelva como pueda, yo sigo con mi rebaño; con éstas que están aquí, tranquilas, fieles, no. Las deja en el aprisco, y sale a buscarla. No importa el esfuerzo y el sacrificio que tenga que hacer, no importa las malas noches que tenga que pasar, va a buscarla hasta que la encuentra, y cuando la encuentra se llena de alegría, no de cólera, de alegría.
La encuentra no para echarle encara, porque tú que te fuiste, que dejaste, que tornaste, sino para cargarla sobre sus hombros. A veces lo que está esperando es eso, y no se atreve como el hijo pródigo a regresar a atrás. Está esperando que llegue alguien, que la cargue sobre sus hombros y la regrese al aprisco. Y eso es lo que hace el Buen Pastor. Por eso Jesús es Buen Pastor, y dice que hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por 99 justos que no necesitan de conversión. ¿Qué no hay alegría por los justos? Claro, pero cuánta más alegría cuando este hijo mío que estaba muerto ha vuelto a la vida, cuando este hijo mío que estaba perdido ha sido encontrado.
Cuando llega con esta oveja cargada sobre sus hombros, reúne a su familia, reúne a sus amigos y dice, alégrense conmigo porque he encontrado la oveja que se había perdido. Siempre tenemos expedito el camino de regreso, siempre. Por eso Jesús es el Buen Pastor. Pero no sólo Jesús es el Buen Pastor, sino que nos pide que nosotros también seamos buenos pastores. Los sacerdotes, por supuesto; los obispos, claro; las religiosas y los religiosos también. Todo el pueblo de Dios, los laicos, los diáconos, todos tenemos que ser buenos pastores, los unos para con los otros. Tenemos que ser capaces de conocernos y reconocernos, porque, ¿cómo podemos caminar juntos sino nos conocemos? Tenemos que estar dispuestos a ir al paso de los que más despacio van, para acompañarlos, para ayudarlos. ¿Por qué somos mejores? No, porque quizás tenemos un poco más de fuerza y la tenemos para ayudar a los que tienen un poco menos, y para cuando se recuperen ellos puedan también ayudar a los demás; para conducirnos a fuentes de agua, para conducirlos a buenos pastos, a enseñarles el camino del bien, de la verdad, de la vida. Ése camino que es Cristo.
Nosotros debemos ser buenos pastores que vayamos a buscar a las ovejas, a los hermanos que se han alejado, que se han perdido, preocuparnos por ellos, no desentendernos. Se fue, bueno, allá él. No, tenemos que seguir caminando con ellos, no importa que no puedan regresar, no importa que no podamos cargarlos sobre nuestros hombros para traerlos de nuevo a la comunidad. Tenemos que acompañarnos, tenemos que caminar a su lado, para que entonces nosotros como Cristo, seamos buenos pastores. ¿Para dejarlos cómo están? No. ¿Para querer que sean mejores? Claro. Para hacer todo lo que puedo, para que puedan encontrar el camino también, pero no dejándolos solos. Nosotros también tenemos que ser buenos pastores.
De manera particular hoy, en este IV domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor, tenemos que orar por las vocaciones sacerdotales y religiosas, también diaconales. Rezar para que el Señor nos conceda jóvenes y muchachas generosos dispuestos a escuchar su llamada a seguirlo dejándolo todo, a seguirlo consagrando su vida. A veces pensamos que el que sigue al Señor como sacerdote, como religiosa está sacrificando su vida. No, está plenificando su vida, está consagrando su vida, no está renunciando a nada, está consagrando todo lo que de Dios ha recibido para ponerlo en sus manos al servicio de los hermanos.
Tenemos que rezar, para que tengamos santos y buenos sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos; pero también para que todo el pueblo de Dios sienta que es Buen Pastor. Para que podamos caminar juntos, para que todos podamos oler a ovejas y así reconocernos y conocernos. Tengamos esa intención particular en este domingo. Pidamos por las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, pero para que todo el pueblo de Dios seamos buenos pastores como Cristo Buen Pastor.
Que así el Señor nos lo conceda.
(Música, La puerta, Sheila Romero)
Ahora hermanos, confiados presentemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre.
En primer lugar por la Iglesia, para que como el Buen Pastor, estemos siempre dispuestos a ayudar, a compartir, a acoger a nuestros hermanos, a llevarles la Palabra del Señor. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Pidamos por todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu, para que puedan encontrarse con Cristo, y en Él el consuelo, la fortaleza y la esperanza, y puedan encontrarse con los cristianos con las manos llenas tendidas para ayudarlos como Buen Pastor, en sus momentos de dificultad. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas y diaconales. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos, de manera especial aquellos que nadie recuerda y particularmente, por todos los pastores que han entregado su vida para ayudar y acompañar al pueblo de Dios. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Y los unos por los otros, para que abramos el corazón a la misericordia, para que recordemos que también tenemos que ser pastores los unos de los otros. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que Tú conoces. Te las presentamos por tu Hijo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ahora oremos hermanos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén
Hermanos, como siempre, les deseo que tengan un feliz domingo. Un feliz domingo para pasarlo en familia, para pasarlo con los amigos, para disfrutarlos, para compartir todo aquello que durante la semana no han podido compartir. También recuerden hoy domingo rezar hoy domingo rezar por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Y podemos hacerlo con la oración que durante muchos años estamos haciendo en nuestras iglesias, en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, cada día al terminar la misa.
¡Oh Jesús! Pastor supremo de las almas, dígnate a mirar con ojos de misericordia, a nuestra amada Iglesia en Cuba. Danos Señor vocaciones, danos sacerdotes santos, permite que nuevos misioneros y misioneras nos acompañen a construir tu Reino en nuestra patria. Te lo pedimos por la Inmaculada Virgen de la Caridad, tu dulce y santa Madre. ¡Oh Jesús! Danos sacerdotes y misioneros según tu corazón. Amén.
Y no quiero despedirme sin tener la oración y un recuerdo por nuestros seminaristas. No basta que pidamos vocaciones, que jóvenes y muchachas descubran que el Señor los está llamando a una consagración total de sus vidas al servicio de sus hermanos. Sino que una vez que han entrado al Seminario Diocesano, o de una congregación religiosa masculina o femenina; tenemos que seguirlos acompañando con nuestra oración, para que el Señor les fortalezca, para que el Señor los ayude, para que el Señor los consuele en sus horas de dificultad, en sus dudas, para que así puedan seguir adelante, para que así puedan cumplir ésa misión que el Señor les ha confiado. Ese camino al que el Señor los ha llamado. No se olviden de rezar por los seminaristas, para que el Señor haga de ellos buenos pastores.
Les ha hablado el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre, sobre todo a lo largo de esta semana que ahora comienza. Amén.
Hasta la próxima.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección general, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo. Irradia…
(Música, Jesús, Jesús Adrián Romero)