Irradia, emisión del 8 de enero de 2023

Irradia, emisión del 8 de enero de 2023

Irradia, emisión del 8 de enero de 2023
Transmitido por RCJ y CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Solemnidad de la Epifanía del Señor

 “Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” Mateo 2, 11

(Música,  Epifanía, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús. Irradia está contigo, irradiando la fe.

 (Música,  Epifanía, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.

Miren que ya viene el Señor Todopoderoso, en su mano están el reino, la potestad y el imperio. Señor Dios que en estos días manifestaste a tu Unigénito a las naciones guiándolas por la estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe, que lleguemos a contemplar la hermosura de tu excelsa gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Como siempre una alegría y un gozo poder compartir con ustedes particularmente este tiempo de Navidad. Todavía estamos en Navidad, así que les puedo decir ¡Feliz Navidad!, además de decirles que el Señor los bendiga de manera particular en este año Nuevo que acabamos de comenzar, de estrenar. Felicidades para ustedes, para sis familias, para sus amigos, que nos podamos mantener unidos, trabajando por un mundo mejor. Unidos por el amor, sembrando el amor, siendo instrumentos del amor.

Todos los hombres estamos llamados a formar un solo cuerpo con Cristo y a vivir juntos cerca de Dios. En esto consiste, según san Pablo nos dice en la segunda lectura tomada de la carta a los Efesios, el misterio oculto desde siempre. Sólo algunos profetas como Isaías en la primera lectura alcanzaron a presentarlo, luego pasaron los siglos, y he aquí que el nacimiento de Cristo, transforma la esperanza en realidad. Con la llegada de los Magos a Belén el misterio comienza a revelarse. Los pueblos paganos se ponen en camino hacia Cristo. Eso nos dice el evangelio de hoy, que está tomado del evangelista san Mateo, en el capítulo 2, versículos del 1 al 12.

(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 2, 1-12)

El evangelio de la Navidad, de manera particular el de la misa de Gallo, el de la misa de la medianoche, nos narra el anuncio de los Ángeles a los pastores que velaban en la noche a su rebaño. Les traigo una gran Alegría que es para todo el pueblo, les ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor.  Y en esos pobres pastores está representado el pueblo de Israel, los pobres de Yaveth, el resto fiel, aquellos que han esperado durante siglos que Dios cumpliera la promesa que hizo a nuestros primeros padres de enviar un Salvador.

Aquellos pobres hombres, ignorantes, pero llenos de esa necesidad de Dios que sienten los de corazón sencillo, los que no están llenos de su soberbia, de sus conocimientos, de los que piensan que lo saben todo y que lo tienen todo, se pusieron en camino para ir hasta el pesebre de Belén, para encontrar allí lo que les había dicho el Ángel, a un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Y aquellos pobre e ignorantes hombres descubrieron lo que después los doctores de la Ley, los ancianos del pueblo, los escribas, los fariseos no fueron capaces de descubrir, al Salvador del mundo. Y por eso lo adoraron, y le dieron lo mejor que tenían, su corazón, de tal manera que cuando salieron de nuevo a la frialdad de la noche a seguir cuidando su rebaño se fueron llenos de alegría. El mundo no había cambiado, la realidad no había cambiado, pero ellos sí habían cambiado porque le dieron el corazón al Niño y el Niño les dio su corazón. Habían encontrado la esperanza que nos hace vivir.

Cuando perdemos la esperanza ya no hay nada que hacer; pero cuando tenemos esperanza, no importa lo oscura que sea la noche, podemos seguir adelante porque sabemos que el Señor está con nosotros y que al final el bien triunfará sobre el mal, porque las puertas del infierno no prevalecerán.

Hoy celebramos la Epifanía. Esa fiesta que popularmente llamamos la fiesta de los Reyes, la fiesta de los Reyes Magos, de estos hombres que de lejos vinieron a ver al que había nacido en Belén guiados por una estrella. ¿Reyes? No sabemos, el evangelio nos dice Magos, porque eran hombres posiblemente instruidos, que sabían lo que el común de los mortales no sabía en ese momento; y por eso les parecía que lo que decían, que lo que hablaban, que lo que hacían, era obra de la magia, cuando era obra de la inteligencia humana. Esa inteligencia que Dios nos ha dado y que por eso nos entregó el mundo, desarróllenlo, multiplíquelo, háganlo crecer, porque nos dio todo lo que necesitábamos para poderlo hacer. Y nos dio más, nos dio un corazón capaz de amar. No sólo para construir sino para amar, porque si no amamos no construimos; sólo sobre el amor se construye y se edifica.

Sólo el amor, me gusta repetirlo y siempre que puedo lo hago, engendra la maravilla, sólo el amor convierte en misterio, convierte en milagro el barro.

Así es. Aquellos hombres se dejaron guiar porque tenían un corazón como el de los pastores, instruidos, distintos, de otro mundo, de otros países, de otras culturas, pero con la misma necesidad de Dios. Por eso en aquella estrella descubrieron que algo estaba sucediendo, y querían ver qué era lo que sucedía. Que había nacido algo, que había nacido una esperanza nueva, y como los pastores ellos también se pusieron en camino hasta que llegaron donde estaba el Niño. Lo encontraron con su Madre envuelto en pañales, recostado en el pesebre, y se arrodillaron y lo adoraron. Porque como tenían un corazón pobre y humilde como el de los pastores, que no está reñido con el conocimiento, con el mucho conocimiento; está reñido con la soberbia y la prepotencia. Como tenían un corazón humilde y necesitado de Dios se arrodillaron y le dieron sus regalos adorándolo: oro como Rey, incienso como a Dios, y mirra porque algún día tendría que morir para rescatarnos, para darnos la vida plena, para resucitar vencedor del mal y de la muerte.

Pero este anuncio no fue solo para el pueblo de Israel, este anuncio fue para todos los pueblos. En los Reyes estamos representados todos nosotros, porque la salvación que Cristo vino a  traer es para toda la humanidad, para todos los hombres y mujeres de todos los tiempos; los de ayer, los de hoy, los de mañana, los de siempre. Esa salvación que no se niega a nadie, que no excluye a nadie, que es inclusiva, verdaderamente inclusiva, porque no deja afuera a nadie; porque Cristo murió en la cruz con los brazos abiertos para acogernos y abrazarnos, para decir perdónalos Padre porque no saben lo que hacen… para darnos siempre una nueva oportunidad, para ayudarnos a cumplir la misión que tenemos en este mundo que es hacer de esta realidad una realidad llena de alegría, llena de esperanza y amor para todos. En este mundo tenemos lugar todos, porque en este mundo todos podemos aportar desde nuestras lógicas diferencias que nos enriquecen, que nos complementan.

Hoy celebramos eso, hoy estamos nosotros junto con los Reyes de rodillas ante e portal de Belén, ante el Niño recostado en el pesebre, dándole nuestro regalo. Que no son oro, incienso y mirra, pero que puede ser como el de los pastores, nuestro corazón. darle nuestro corazón para recibir el suyo y llenarnos de esa esperanza que nos ayude, por negra que sea la noche, a seguir adelante sin desalentarnos, sin desanimarnos, porque el Señor está con nosotros.

Ese es el mensaje de la Navidad, ese es el mensaje de la Epifanía, ese es el mensaje que tenemos que llevar a todos los que encontramos. Por eso podemos decir ¡Feliz Navidad!, por eso podemos desearnos felicidades por difíciles que sean las circunstancias, porque la felicidad depende sólo de la presencia de Cristo en nuestra vida, en nuestro corazón, iluminándonos, sosteniéndonos, fortaleciéndonos, consolándonos, ayudándonos a seguir adelante. No adormeciéndonos, sino despertándonos para que podamos ponernos en pie.

Por eso ¡Feliz Navidad!, por eso ¡Feliz Año Nuevo!, por eso ¡Próspero Año Nuevo!; porque siempre hay una posibilidad para el que espera. Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, Una estrella, DR)

Ahora hermanos confiados en que el Señor siempre nos escucha, presentémosle nuestras súplicas.

En primer lugar, por la Iglesia, para que confiados en Él demos testimonio de su palabra y de su vida en medio de este mundo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que podamos encontrar en Cristo consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, de manera particular aquellos que nadie recuerda, para que perdonadas sus faltas el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que podamos juntos construir un año nuevo lleno de esperanza, de alegría y de prosperidad para todos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que quedan en nuestros corazones pero que Tú conoces. Te las presentamos por tu Hijo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración de fin y principio de año

Padre nuestro, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de ti.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te ofrezco mi fe, mi devoción, mi amor hacia Ti y a todo lo sagrado, mi confianza en tu misericordia, mis oraciones y alabanzas.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, perdón por vivir sin entusiasmo, por lo que pude hacer y no hice, por no ayudar a los que pude.

En los próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos. Si no es así Tú eres el camino, la verdad y la vida, condúceme por la senda que me lleve a la eternidad a tu lado, yo te seguiré con alegría.

Hoy te pido para de todo corazón para aquellos seres tan queridos por mí y por mi familia que llamaste a tu presencia, el perdón de las faltas que cometieron que no llegaste a perdonar en vida. Apelo a tu infinita misericordia para que en la hora de la resurrección, resuciten con los ángeles y los santos juntos, y vivan eternamente en el paraíso.

Te pido también por mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero que me ayudes a enmendar mis defectos y aumentar mis virtudes, a fortalecer mi mano para poder tendérsela a los que lo necesitan, a crecerme ante las dificultades y acercarme cada día más a ti.

Señor, dame coraje para cambiar las cosas que puedo cambiar, valor para aceptar lo que no puede ser cambiado, y sabiduría para conocer la diferencia.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría, para que cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí, encuentren en mi vida un poquito de ti. Amén.

Aprovecho para invitarlos el próximo lunes 9 de enero, fiesta del Bautismo del Señor, a participar en la SBMI Catedral de Santiago de Cuba en la misa de exequias por el eterno descanso del papa emérito Benedicto XVI, presidida por el Sr. Arzobispo. Lunes 9 a las cinco de la tarde en la Iglesia Catedral. También les recuerdo que en este año celebramos los 25 de haber estado aquí en Cuba, de habernos visitado el papa san Juan Pablo II, de haber recorrido nuestra patria; tendremos actividades, tendremos celebraciones con motivo de este aniversario y que les iremos compartiendo más adelante.

Que la bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros durante todo este año y nos acompañe siempre. Amén.

Les habló el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección general, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo.

(Música, Sigo la estrella, Estación Cero y Riosquad)

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