Irradia, emisión del 24 de noviembre de 2024
Irradia, emisión del 24 de noviembre de 2024
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
“Ni aún el Hijo del hombre, vino para que le sirvan sino para servir, y dar su vida como precio por la libertad de muchos” Marcos 10, 45
(Música)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.
“Digno es el Cordero que fue inmolado de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A Él la gloria y el imperio, por los siglos de los siglos. Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundamentar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, concede benigno que toda la creación liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, donde quiera que se encuentren. Siempre una alegría y un gozo poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, y poder compartir con ustedes la Palabra de Dios, la riqueza de la Palabra de Dios, la Palabra de Dios que habla cada uno cuando se lee el Evangelio, cuando se leen las cartas de Pablo o de cualquier otro de los apóstoles, cuando se lee el Antiguo Testamento. El Señor a todos y a cada uno yo escucho lo que el Señor tiene que decirme estoy, seguro que es la Palabra de Dios. No tenemos que esperar a oír voces para sentir que Dios nos habla. Dios nos habla cada vez que leemos la Palabra de Dios, cada vez que escuchamos la palabra de Dios, y nos habla en el momento oportuno, en el momento que lo necesitamos, y nos dice la palabra que necesitamos.
Qué alegría poderla compartir con ustedes en esta mañana del domingo, fiesta de nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, la fiesta de Cristo Rey, el último día del año litúrgico que da paso al tiempo de Adviento. Alegre y confiada espera en que nos preparamos para celebrar la Navidad, en la oración, en el recogimiento, en el arrepentimiento, nos vamos preparando.
Preparando el corazón, para que cuando el Señor llegue no suceda como le sucedió a la Sagrada Familia que fueron a Belén y no encontraron donde recostar su cabeza y tuvieron que terminar en un establo y allí nació el Salvador del mundo. Que cuando Él venga, que viene todos los días, siempre encuentre un lugar preparado en mi corazón para recibirlo, para adorarlo, para servirlo.
Este tiempo de Adviento nos prepara para eso, reconocer cuando hemos fallado, arrepentirnos de nuestros pecados, y llegar a esa Navidad y dejarnos iluminar por la luz que es Cristo hasta lo más profundo de nuestra vida y de nuestro corazón. Que esa luz nos llene y nosotros podamos a la vez, ser luz para nuestros hermanos que aún no se han encontrado con Cristo.
En las lecturas de hoy, en el Evangelio Jesús afirma ante Pilato que Él es rey pero que su reino no es de este mundo. Ante el tribunal religioso se había identificado como el misterioso Hijo del Hombre, que Daniel veía venir sobre las nubes del cielo, investido por Dios con una realeza eterna y universal, de lo cual nos habla la primera lectura tomada del libro del profeta Daniel, en el capítulo 7, versículos 13 y 14.
San Juan en su Apocalipsis, la segunda lectura, Apocalipsis del apóstol San Juan, capítulo 1, versículos del 5 al 8, nos presenta Jesús como el soberano de los reyes de la tierra, que con su sangre nos convirtió en súbditos de su Reino. El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Juan, en el capítulo 18, versículos del 33 al 37.
(Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 18, 33-37)
Como estamos en la fiesta de Cristo Rey pues vamos a hacer que ustedes se unen a mí en la intención el acto de Consagración del género humano a Jesucristo Rey. Un rey que ganó su Reino no al precio de la sangre de los otros derramada, o de la vida de los otros entregada; Cristo ganó su reino con su sangre derramada, con la suya, con su vida entregada, con la suya, por todos. Entonces vamos a hacer este acto de Consagración, que tengamos presente a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestros conocidos, unámonos en nuestro corazón a esta consagración.
Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que, con las debidas disposiciones, deseo de evitar cualquier pecado mortal o venial, confesión sacramental, comunión eucarística y orar por las intenciones del Papa en la Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo Rey, haga públicamente el acto de Consagración del género humano a Jesucristo Rey, (tomado del Manual de indulgencias, Concesión 2).
“Jesús dulcísimo Redentor del género humano, míranos arrodillados humildemente en tu presencia.
Tuyos somos y tuyos queremos ser, y para estar más firmemente unidos a Ti, hoy cada uno de nosotros se consagra voluntariamente a tu Sagrado Corazón.
Muchos nunca te han conocido muchos, te han rechazado despreciando tus mandamientos.
Compadécete de unos y de otros benignísimo Jesús. y atrae los a todos a tu Sagrado Corazón.
Reina Señor no solo sobre los que nunca se han separado de Ti, sino también sobre los hijos pródigos que te han abandonado. Haz que vuelvan pronto a la casa paterna para que no mueran de miseria y de hambre.
Reina sobre aquellos que están extraviados por el error o separados por la discordia, y haz que vuelvan al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que pronto no haya más que un solo rebaño y un solo pastor.
Concede Señor a tu iglesia, una plena libertad y seguridad.
Concede a todo el mundo, la tranquilidad del orden. Haz que desde un extremo al otro de la tierra no se oiga más que una sola voz, alabado sea el Divino Corazón porque nos ha venido la salvación, a Él la gloria y el honor por los siglos de los siglos”. Amén.
(Música)
Ahora hermanos renovemos nuestra profesión de fe. En este comienzo del Adviento, pidámosle al Señor que en estas cuatro semanas antes de la Navidad, renovemos nuestra profesión de fe en lo profundo de nuestro corazón, esforzándonos por vivir conforme el Señor nos enseña.
Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.
Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.
Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.
Y ahora hermanos, confiados presentamos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre.
Por la Iglesia, para que, en este comienzo del tiempo de Adviento, lo podamos aprovechar para nuestra conversión personal, y para ayudar a otros a encontrarse con Cristo. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.
Por todos los que sufren, para que encuentren en Cristo consuelo fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.
Por todos los difuntos, para que perdonaba sus faltas el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.
Por las benditas Almas del Purgatorio, y por aquellos hermanos difuntos que nadie recuerda en su oración. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.
Y los unos por los otros, para que sigamos siempre a Cristo, para que sigamos siempre a Jesucristo Rey del Universo, con la palabra y con la vida. Roguemos al Señor. Te los pedimos Señor.
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que Tú conoces, te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
Oremos hermanos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Hermanos, todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.
Creo, Señor mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón, y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti. Oh, Señor no permitas que me separe de ti. Amén.
Les dejo la cita bíblica para esta semana, para que la lean, la mediten, la reflexionen, la recen, y sobre todo si la rezan en familia mucho mejor. Está tomada del Evangelio de San Juan, en el capítulo 18, versículos 36 y 37. “Mi Reino no es de este mundo, si mi Reino fuera de este mundo mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos, pero mi Reino no es de aquí. Pilato le dijo, ¿con que tú eres Rey? Jesús le contestó, tú lo has dicho, soy Rey, yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad, todo el que es de la verdad escucha mi voz”.
Celebremos este domingo con alegría la fiesta de Cristo Rey alegrémonos en seguir al Señor que nos lleva siempre por el camino del bien y de la verdad, caminemos con el Señor, pero junto con nuestros familiares y amigos, tomados de la mano, porque el Señor que nos salvó sin nosotros, no nos acogerá si no somos capaces de darnos la mano los unos a los otros para seguir adelante. No nos olvidemos de nadie, oremos por todos, pero llevemos el testimonio cristiano de la palabra del Señor, de la palabra que enriquece, llena de esperanza al que la escucha y al que la comparte, a todos aquellos que aún no la conocen.
Recordemos y ocupémonos de nuestros hermanos que por una razón u otra se han apartado, se han alejado, no nos olvidemos de ellos. Ayudémoslos a encontrar el camino de regreso. También a nuestros hermanos enfermos, a nuestros hermanos que ya por su edad no pueden acudir al templo, vayamos a visitarlos. Llevemos el templo a su hogar, para que participen, para que puedan participar también plenamente de este tiempo de Adviento que el domingo primero de diciembre comenzará.
Aprovechen este domingo como siempre les digo para vivirlo y compartirlo en familia, y con los amigos, de manera especial los que están más solos, porque están lejos de su familia.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén.
Les ha hablado el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima, si Dios quiere.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…
(Música)