Transcripción homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón, Párroco de Santa Lucía, IV Domingo del Tiempo Ordinario
Transcripción homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón
Párroco de Santa Lucía
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
28 de enero de 2024, IV Domingo del Tiempo Ordinario
“Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?” Marcos 1, 27
Hermanos,
En esta mañana preciosa de domingo, les decía al inicio que este es un día muy especial para Cuba. Yo recuerdo aquel texto que Emilio Cueto, un gran especialista en temas de imágenes de la Virgen de la Caridad, titulada precisamente este libro El alma del pueblo cubano; por tanto y demás, es imposible que un cubano de la altura de José Martí no haya tenido un detalle en sus versos sencillos para nuestra Patrona. Yo recuerdo que cuando decía al inicio, balbuceaba los versos en el nerviosismo, siempre es normal, es lógico, José Martí utiliza el mismo criterio que años después los patriotas al solicitar a Benedicto XV, el Papa de aquel tiempo, la carta para que la Virgen fuera nombrada Patrona. Y precisamente Jesús Rabí, uno de nuestros generales de la Independencia, la denomina así, luz disipadora de toda tiniebla, y Martí como les dije la llama, luz esplendorosa siempre encendida.
Hoy nosotros a la luz de la liturgia de la palabra, contemplamos a Cristo enseñando en la sinagoga, y contemplamos una reacción, tanto en la primera lectura como en la lectura del Evangelio, de una actitud propia del espectador que queda estupefacto, queda admirado por esa autoridad del Señor al enseñar, ese modo distinto, ese modo nuevo.
Hoy nosotros también en la iglesia recordamos a nuestro gran maestro Santo Tomás de Aquino. Y a la luz de su doctrina como maestro, teólogo, sabemos bien que en todo su Tratado de la Trinidad podemos comprender esa autoridad de Cristo, esa forma distinta de enseñar, de instruir, que es la Palabra hecha carne. Es la instrucción del evangelio, porque Jesús procede del Padre, Jesús no tiene en su doctrina un sentido vacío e ilógico al presentarlo. Santo Tomás de Aquino siempre en todo lo largo de su Suma Teológica, nos dice que Él procede del Padre en la unidad de la Trinidad, es la segunda persona de la Trinidad, y habla de lo que sabe del Padre. No es una doctrina creada, ajena a ese amor infinito de Dios y a ese compromiso por la salvación de las almas.
Hoy nosotros le pedimos al Señor, que abra nuestro corazón a su palabra, a la gracia de su instrucción, al valor de su pedagogía que es amor, a la categoría nueva de humanismo como persona que es la divinización del hombre, sacramentalmente y a la escucha de la Palabra. Hoy le pedimos al Señor, que en la vivencia profunda como Iglesia que somos, unida, podamos contemplar también ese título grande y sublime que se le llama a Jesús, como Santo de Dios, porque lo es.
No es un líder que adjudica un título que no tiene. Jesús, sabe de qué hablar, puede hablar de Dios porque Él vive en la intimidad con Dios. Su experiencia profunda, mística, la refleja al hombre, porque Jesús es el rostro verdadero del Padre, y no tiene experiencia terrible de Moisés frente a la zarza ardiente. Su relación con el Padre es perenne, constante, y ese es el líder que hay que imitar, esa es la instrucción que hay que seguir, un profundo sentido trinitario en esa segunda persona que hoy nos instruye, nos enseña con autoridad. Que así sea.