Irradia, emisión del 7 de enero de 2024

Irradia, emisión del 7 de enero de 2024

Irradia, emisión del 7 de enero de 2024
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Epifanía del Señor

“Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.” Mateo 2, 11

(Música, Epifanía, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Epifanía, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

“Mira que ya viene el Señor todopoderoso, en su mano está el reino, la potestad y el imperio. Señor Dios, que en este día manifestaste a tu Unigénito a las naciones guiándolas por la estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe, que lleguemos a contemplar la hermosura de tu excelsa gloria. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, en cualquier lugar que se encuentren. Felicidades. Primero que todo, feliz año nuevo, nos despedimos el domingo 31, el domingo pasado, así que este es el primer domingo de este año 2024. Les deseo muchas felicidades, que la gracia de Dios nunca les falte para que puedan ir a lo largo de estos 366 días, porque este año es bisiesto, así que tenemos un día más. Pues que estos 366 días vayan siempre de la mano del Señor y al cuidado de la Virgen Nuestra Madre.

Hoy celebramos la Epifanía del Señor, más conocida por la fiesta de los Reyes Magos. Todos los hombres estamos llamados a formar un solo cuerpo con Cristo y a vivir juntos, cerca de Dios. En esto consiste según San Pablo en la segunda lectura, el misterio oculto desde siempre, solo algunos profetas como Isaías y lo pone de manifiesto la primera lectura, alcanzaron a presentarlo. Luego pasaron los siglos y he aquí que el nacimiento de Cristo transforma la esperanza en realidad. Con la llegada de los Magos a Belén, el misterio comienza a rebelarse, los pueblos paganos se ponen en camino hacia Cristo.

El Evangelio de este domingo está tomado del evangelista San Mateo, capítulo 2, versículos del 1 al 12.

(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 2, 1-12)

El Evangelio nos narra precisamente este acontecimiento. Tres hombres, de países lejanos, no sabemos cuáles, a quienes se les llama Reyes, Magos, van en busca de Aquel que ha nacido en Belén. Una estrella les ilumina el camino. Tres hombres extranjeros, iluminados por aquella luz que los va a conducir al encuentro con el Mesías, con El Salvador, con el Señor, con Aquel en quien se cumplían las promesas que Dios hizo a nuestros primeros padres de enviar un Salvador.

Cómo vieron la estrella, cómo descubrieron que se estrella los iba a conducir al encuentro de la luz verdadera, que viene a iluminar a todo hombre y a toda mujer que viene a este mundo, no lo sabemos. Sí sabemos que tiene que haber sido un viaje largo y difícil, como eran todos los viajes en aquellos tiempos, pero que no dejaron de ponerse en camino. Algo los impulsaba con una fuerza tremenda para ponerse en camino, tres hombres que suponemos también, no nos lo dice la Escritura, que eran hombres sabios, por eso en algún caso le llaman Magos, porque conocían cosas que el común de los mortales no conocían, que el común de los mortales no conocemos, y por eso parecía que lo que ellos decían o lo que hacían era cosa de magia, cuando era cosa de conocimiento, de sabiduría, cuando era cosa de que a través de la inteligencia que Dios les dio, iban descubriendo y conociendo cosas nuevas y explicándolas, y ayudándonos a encontrarnos con ellas.

Pero parece que su curiosidad humana iba mucho más allá. Tienen que quizás haber leído alguno de los libros inspirados del Antiguo Testamento, quizás alguna de las profecías del mismo Isaías, porque estaban como esperando, esperando algo, y ese algo fue la estrella. Y por eso pudieron reconocer en la estrella aquella que les iba iluminando el camino, y se pusieron en marcha, no lo dudaron, se pusieron en marcha. ¿Venían de un mismo lugar? No sabemos. ¿Venían de países distintos? Es posible. ¿Se encontraron en un lugar determinado por providencia de Dios? Muy posible también, la cuestión es que estaban juntos y los cristianos les hemos puesto nombre, Melchor, Gaspar y Baltasar.

Y estos tres hombres pues llegaron un día a Jerusalén, y fueron al palacio del rey Herodes para informarse, suponían que si alguien debía saber dónde había nacido el rey de Israel, era el rey que estaba en el poder en ese momento. Pero nada más lejos de Herodes de saber que había nacido un rey, por eso nos dice el Evangelio con una frase que a mí me encanta, que Herodes y toda Jerusalén con él se conmovió, porque lo menos que esperaba Herodes era que le vinieran a decir que había nacido un rey. El que veía fantasmas donde quiera, peligros a su poder donde quiera, que no tenía escrúpulos para apartar de su camino todo aquel que él pensaba, creía, imaginaba, que podía hacerle sombra; llegar tres hombres de países lejanos y decirle que vienen en busca del rey de Israel que había nacido.

Entonces llama a los sacerdotes a los sumos sacerdotes, a los ancianos del pueblo para que le digan dónde había de nacer el Mesías, ellos les explican en Belén, porque tú Belén tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel. Y allá va, y Herodes le dice dónde se suponía que iban a hacer el Mesías y los envía, y les pide que cuando lo encuentren, regresen para informárselo e ir también el a adorarlo.

Nada más lejos de su mente, sí quería saber dónde estaba, sí quería encontrarlo, pero no precisamente para ir a adorarlo. Los reyes salen vuelven a ver la estrella y esta luz sigue iluminando y alumbrando, hasta que se detiene encima del establo donde estaba Jesús, con María y José, y allí ven aquel niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Y se ponen de rodillas y lo adoran, porque son capaces de descubrir en aquel niño al rey de Israel.

¡Qué hermoso! En la lectura de la Nochebuena escuchábamos como los pastores, lo más opuestos que podía ver a los reyes, ignorantes, en situaciones difíciles, velando en la noche, en el frío, quizás mal remunerados, cuando escuchan la gran alegría que el Ángel les anunció, se pusieron también en camino, llegaron también al establo y vieron lo que el Ángel les dijo, un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Y aquellos hombres ignorantes fueron capaces de descubrir en aquel Niño, al Hijo de Dios, y se arrodillaron y lo adoraron, y se llenaron de su luz, y regresaron a su trabajo, a su esfuerzo, a su sacrificio, a sus dificultades de cada día, con un corazón renovado, porque se habían encontrado con el Salvador del mundo, con aquel que venía a traer la luz, y esa luz se prendió en su corazón y no se apagaría jamás. Porque el que abre el corazón al Señor se ilumina por dentro, y esa luz no hay quien la apague.

Los reyes instruidos, ricos, sin problemas económicos, sin dificultades, que podían darse el lujo de ponerse en camino desde países lejanos para llegar hasta allí, también descubrieron en aquel Niño, pobre y humilde, al Rey del mundo, al Salvador del mundo, al que había de venir, al que tenían que adorar. No se llenaron de su sabiduría de tal manera que les impidiera lo que el Señor ponía delante de sus ojos. A veces nos llenamos de nuestra sabiduría humana de tal manera, que no somos capaces de mirar más allá de nuestras narices, nos parece que tenemos la explicación de todo, y nos encontramos con la revelación de Dios a cada paso, en la naturaleza, en la creación, en los que nos rodean, y no lo descubrimos.

Nos encontramos con Dios en lo maravilloso de la creación y no lo descubrimos, porque estamos tan llenos de nosotros, que no somos capaces de ver más allá, como nos enseñan los reyes. Como los pastores ellos también no tuvieron a menos, arrodillarse y adorar, y darle sus regalos, oro, incienso y mirra. Oro como a Rey porque descubrieron en él al Rey del mundo. Incienso como a Dios, porque miraron más allá y descubrieron en aquel niño más que un Rey a Dios presente en él. Y mirra, ese aroma tan preciado que utilizaban en aquel tiempo de manera particular para los enterramientos, para embalsamar los cuerpos de los que fallecían, porque este Rey, porque este Dios, viene para darse, para entregarse, y entregarse todo su.  Su tiempo, su palabra, pero también su vida, a derramar su sangre para rescatarnos, para redimirnos, para levantarnos, para ayudarnos a reanudar la amistad con Dios, para abrirnos la puerta del Reino de los Cielos.

Qué hermoso. Y una vez que hicieron esto pues regresaron a sus países, y nos dice el Evangelio que en sueños recibieron una advertencia, nos regresen a Herodes, váyanse por otro camino, y tampoco se cuestionaron cumplieron lo que se les decía y se fueron por otro camino, porque Herodes no quería venir a adorar al Niño, al contrario.

En la fiesta de Navidad, en Nochebuena en el evangelio de los pastores, se nos presenta la epifanía de Dios al pueblo de Israel, al que viene a traer la salvación de manera particular, el que ha custodiado la palabra, el que ha custodiado la promesa, donde estaba el resto fiel que esperaba que se cumpliera la palabra y la promesa de Dios de mandarnos un Salvador.

En la epifanía de hoy, el Señor se manifiesta, pero se manifiesta para todo el mundo, porque la salvación no es solo para un grupo de hombres privilegiados, para un pueblo, es para todos los hombres, de todos los pueblos, de todos los tiempos hasta el fin del mundo. Nadie queda afuera, todos somos llamados, la salvación es para todos, la luz que viene iluminarnos es para todos, nadie queda fuera de esa luz. Eso nos lo recuerda la fiesta de Reyes.

Más allá de los regalos, más allá de la representaciones tan hermosas de los niños de nuestras catequesis, nos recuerda que la salvación es para todos, y por eso nosotros cristianos que nos hemos encontrado como los Reyes y los pastores con el Señor, y lo hemos adorado, y nos hemos dejado iluminar por Él, tenemos también que llevarlo a los hermanos que aún no lo conocen, tenemos que ser esa estrella, tenemos que ser esa luz, tenemos que ser esos ángeles que cantan gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Entonces, hermanos, que tengan un feliz día de Reyes, y que acojamos ese regalo de Dios, que es la salvación que vino a traernos, y seamos capaces de llevarla y compartirla con aquellos que aún no la conocen.

Que así sea.

(Música, Vimos la estrella del Señor, Dumas y Mary)

En este primer domingo del año 2024 renovemos nuestra profesión de fe para hoy y para todos los días de este año que ahora comienza, pidámosle al Señor que nos ayude a vivir conforme a la fe que profesamos.

Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.

Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.

Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.

Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.

Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Ahora hermanos presentemos súplicas confiados en que el Señor siempre nos escucha y siempre nos responde.

En primer lugar por la Iglesia, para que confiada en el Señor y dispuesta siempre a cumplir su voluntad seamos sus testigos en medio de este mundo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que encuentren en Cristo consuelo fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos aquellos que aún no se han encontrado con la luz que es Cristo, para que a través de nosotros cristianos puedan encontrar la salvación que el Señor vino a traernos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos de manera particular aquellos que nadie recuerda en sus oraciones, para que perdonadas sus faltas el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que como la estrella de Belén también nosotros seamos capaces de iluminar el camino de nuestros hermanos para encontrarse con Cristo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha, Padre Santo, estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que Tú conoces, te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

Que tengan un hermoso domingo, que lo puedan disfrutar, que lo disfruten con la familia y con los amigos, para que así puedan comenzar con nuevas energías esta semana. Recuerden particularmente a los amigos que están solos, lejos de su familia por cualquier motivo, y ellos necesitan también de ese calor familiar y que nosotros podemos darle.

Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes y los acompañe siempre. Amén.

Hasta la próxima.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, Para llegar a Belén, Shajaj)

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