Transcripción homilía de Mons. Dionisio García Ibáñez, eucaristía 4to Domingo de Adviento, 24 de diciembre de 2023
Transcripción homilía de Mons. Dionisio García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
4to Domingo de Adviento, 24 de diciembre de 2023
“María contestó: Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho” Lucas 1, 38
Hermanos,
Este año es un año de esos que las fiestas se amontonan, y las fechas una detrás de otra, porque el último domingo de Adviento pues cae un domingo claro está, pero la Navidad es que sale ahí y cae un lunes. Es decir, no hemos tenido tiempo para desarrollar las predicaciones, las lecturas de la última semana de Adviento. Ya el último domingo y la Navidad enseguida. Lo mismo pasa con el fin de año 31 y primero domingo y lunes.
Las lecturas de hoy son un resumen de toda la todo el Adviento. En primer lugar, en la primera lectura es una reafirmación de que el Mesías, el Señor, el que su casa reinará por siempre, ese desciende de David, y que la generación de David, los descendientes de la estirpe de David como se dice, de ahí va a salir el Mesías, de esa casa, de esa familia.
Y por lo tanto ya el pueblo de Israel sabía de que, de la casa de David, de ahí nacería ese Mesías. Claro está, esto está enmarcado en ese deseo de David de construirle a Dios un templo grande, si él vivía en una casa de cedro, cedro del Líbano, vaya de esa zona del Mediterráneo, pues Dios que vivía en una tienda, tenía que vivir en algo más grande que él. Es decir, ahí nosotros vemos también la humildad de David, que se reconocía siervo a pesar de ser rey, y Dios lo premia. Dios le dice, tú no eres quien para enaltecerme a mí haciendo una casa grande, un templo grande, pero yo sí te voy a enaltecer a ti por esa fidelidad tuya, y por eso que le hacen la promesa, de ti nacerá un descendiente.
En la segunda lectura, nosotros vemos que ese misterio de salvación que Dios tenía desde antiguo y que no había sido revelado, ya se ha revelado, ya el apóstol, el escritor sagrado, pues dice, sabe que ya Jesús es el Mesías y dice, Señor eso que estaba desde el antiguo oculto, que no se sabía cuándo sería, que la gente vivía con expectativas, ya sabemos que eso se cumple en Cristo, el Señor.
Y el evangelio es precisamente ese momento, la Encarnación, cuando el Niño Jesús entra, empieza a crecer en el seno virginal de la Virgen, por obra del Espíritu Santo. Pero fíjense bien, así como en David hubo un movimiento de acercarse a Dios de David, yo quiero rendirle culto a Dios en una casa que sea de acuerdo con lo que Él es, el Dios de todo, el Señor de todo; también es bueno meditar en este último domingo previo, ya mañana que vamos a celebrar, a ver al niño nacido en Belén, es cómo fue preparado ese nacimiento del Mesías.
Y yo voy a hablar de tres personas que marcan bien este instante: Zacarías, José y María, y voy a presentarlo como viene en los evangelios que hemos estado leyendo en estos días. Vamos a empezar por Zacarías. Zacarías era de la tribu sacerdotal y estaba rindiendo su turno en el templo, y en un momento determinado va a ejercer una de sus funciones, que parece que era incensar el altar de los sacrificios, y ahí él siente la presencia de un Ángel, y el Ángel le dice precisamente que su mujer va a dar a luz un niño, y que ese va a ser como un precursor.
¿Cuál es la actitud de Zacarías? Yo soy viejo, mi mujer es vieja, hemos sido estériles durante todo el tiempo y él duda, y el Señor le dice eso, él va a preparar los caminos, él será el precursor, él va a tocar los corazones de las personas para que se dispongan a acoger a ese Mesías, y Zacarías duda. Y entonces el Ángel le dice, ay, Zacarías lo que te he dicho se va a cumplir, pero por tu dudar, pues te vas a quedar mudo. Qué cosa, una cosa tan así, no sé, no sé cómo llamarle un castigo, no un castigo, una prueba, puede ser una prueba.
Entonces Zacarías se quedó con aquello en su corazón y se dio cuenta, cuando su mujer Isabel después del tanto tiempo en la esterilidad, pues sale embarazada, entonces ah, bueno, se cumple lo que el Ángel le haya dicho. Él cumplió, el cambió después del hecho que se le había prometido. Después nosotros vemos cómo Zacarías cambia, y entonces en todo momento hasta le pone el nombre al niño. Se llamará Juan, tal como le dijo el Ángel, había cambiado, ya lo había aceptado. Era persona de ver para creer, si los hechos no se me dan yo no creo. Es una actitud ante un momento, de ante una situación.
Vamos a seguir en el turno que aparece en el Evangelio. En el Evangelio después viene la Anunciación. Está la Virgen se le aparece un Ángel, le dice que es la escogida y le dice que ella va a tener un hijo, y ella no es que dude, ella pregunta el cómo será, cómo, cómo será. No duda, si es de Dios eso, pero cómo será. Pero el Ángel le tiene que decir, no temas. Fíjese bien que es lo mismo a los tres, no temas. No temas, eso es lo que el Señor nos dice a nosotros, no teman para hacer ser fiel al Señor. Hermanos, eso tenemos que aplicarlo en la vida diaria, en los momentos esos en que nuestra fe es conmovida, en los momentos aquellos que no sabemos qué hacer, no temer en confiar en la palabra de Dios. Así es como estamos preparando la avenida del Mesías en nuestro corazón y en nuestro entorno.
Entonces le dice, mira, tu prima Isabel que era estéril, está en estado. María parece que se quedó satisfecha en el cómo, no había dudado en el poder de Dios, y dice he aquí esclava del Señor hágase en mi segundo tu palabra. Es el Anunciación de María.
Pero la tercera persona el tercer personaje es José. Fíjense que todo esto es preparando la venida del Mesías que vamos a celebrar mañana. El otro personaje es José. Y de José la cosa no es tan dramática como un Ángel que se presenta, lo de José muy sencillo, es durmiendo y en sueños siente que un Ángel, alguien que se revela delante por Dios le dice, óyeme José esos pensamientos que tú tienes en la cabeza de repudiar a la Virgen, porque a los ojos de cualquiera eso podría significar un engaño, y tú eres bueno, tú no has querido repudiarla así públicamente, tú en secreto tú la vas a liberar del compromiso matrimonial, la vas a dejar; le dice, pero no temas, otro no temas, no temas porque ese que viene ahí no es obra de hombre, es obra del Espíritu Santo.
José era de la tribu de David, la descendencia venía por él, y José es el padre ante todos los hombres de aquella época del Niño Dios. Por la vía de José es que él es descendiente de David. Esa es otra actitud. José en ningún momento ni pregunta cómo, está durmiendo, está ahí, pero ¿qué es lo que hace? Al levantarse por la mañana decididamente, cumple lo que el Ángel le anunció, buscó a su mujer, buscó a María, la cuidó hasta llegar al momento de que ella da a luz allá en Belén.
Entonces hermanos, fíjense bien que son tres actitudes. Vamos a poner nuestra fe en estas tres así. Una, Zacarías, duda del poder de Dios; otra, la Virgen, pregunta el cómo; otra, José, viene de Dios, hago su voluntad. Los tres hicieron la voluntad de Dios, cada uno de una forma. Nosotros también pasamos por estas tres etapas, hay veces que dudamos de Dios o le preguntamos, Señor, qué, cómo; otras veces como María decimos cómo, cómo será, estoy dispuesta, pero cómo será. Y la otra es José que se lo dijeron y lo hizo. Así nosotros somos ante Dios en nuestra relación con Él.
Lo importante hermanos es que al final, los tres hicieron a voluntad de Dios. Lo importante es que nosotros también sepamos hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas diarias, en medio de las dificultades del mundo, de las situaciones diversas que se viven en tantos países, en medio de esa crisis allá en Ucrania… Tenemos un Salvador que es el Mesías, si la vida solamente fuera la destrucción que ocurre en Ucrania, qué sentido tiene la vida; si la vida solamente es la destrucción que hay en Gaza, la lucha entre Israel y los palestinos, qué sentido tiene la vida. Tenemos un Salvador, el Mesías, el Señor, y el Señor nos va guiando para algún día satisfacer todos nuestros anhelos de paz, de libertad, de serenidad, de felicidad, y eso solamente lo pueda dar el Señor. Esa es la salvación.
En la medida en que nosotros vivamos haciendo la voluntad de Dios aquí, toda esa situaciones tristes, difíciles, destructivas, que no respetan la dignidad de las personas, eso pasará, pero para eso tenemos nosotros que hacer la voluntad de Dios. No hay otra manera, si nos dejamos llevar por los hombres, cada uno irá a su bandada, a lo que él crea.
Entonces hermanos con esperanza, con alegría, porque ya sabemos que Cristo ha resucitado, pero teniendo como modelos a María, a José, a Zacarías, nosotros también sintámonos en este momento diciendo, Señor, sé que tu palabra se cumple, mañana voy a celebrar Navidad, por favor, Señor, haz que sobre mí venga la alegría, que tenga mucha fe, para que me permita enfrentar en la vida toda esta dificultades propias de la naturaleza humana, que siempre es limitada, pobre, que muchas veces en empequeñecida por nuestro mismo pecado y por el pecado de los demás.
Que Dios nos ayuda a vivir así, que en nosotros ponga la alegría de mañana a querer celebrar en familia, que en nosotros ponga la alegría de decir, tenemos un Salvador hermanos no nos dejemos abatir por las tristezas, ni por la injusticia. Tenemos un Salvador.
Que el Señor nos ayude a vivir así.