Irradia, emisión del 24 de diciembre de 2023

Irradia, emisión del 24 de diciembre de 2023

Irradia, emisión del 24 de diciembre de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
4to Domingo de Adviento

“María contestó: Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho” Lucas 1, 38

(Música, Dijiste Sí, DR)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Dijiste Sí, DR)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

“Cielos destilen el rocío, nubes lluevan la salvación, que la tierra se abra y germine el Salvador. Te pedimos Señor que infundas tu gracia en nuestros corazones, para que habiendo conocido por el anuncio del Ángel la encarnación de tu Hijo, lleguemos por medio de su pasión y de su cruz a la gloria de la resurrección”. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Como siempre un gozo, una alegría, poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo y sobre todo compartir la Palabra de Dios, esa palabra que nos ha fortalecido en la semana que termina, y que nos va a fortalecer en la semana que comienza. Esta semana que ya estaremos en pleno tiempo de Navidad.

San Lucas nos ha dejado un admirable relato de la anunciación del ángel a María, y de la Encarnación del Hijo de Dios, en el Evangelio que escucharemos hoy. Cuando el ángel le dice a María que Jesús recibirá de Dios el trono de David su padre, anuncia el cumplimiento de la promesa hecha al mismo David por el profeta Natán, nos lo dice la primera lectura tomada del libro de Samuel: además yo el Señor te hago saber que te daré una dinastía, y cuando tus hijos se hayan cumplido y descansen para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino, yo seré para él un padre y él será para mí un hijo, tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí y tu trono será estable eternamente. La venida del Hijo de Dios hecho hombre, era la revelación del misterio de amor infinito de Dios para con los hombres.

Un misterio como dice San Pablo en la segunda lectura a los romanos, aquel que puede darle fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos, y que ahora en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por la Sagradas Escrituras.

El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Lucas, en el capítulo 1, versículos del 26 al 38.

Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 1, 26-38

En este último domingo de Adviento, el cuarto domingo. En primer lugar, hemos encendido la última vela de la Corona de Adviento, la corona se ha llenado de luz, pero tenemos que preguntarnos a las puertas de la Navidad, ¿nosotros nos hemos llenado de luz para recibir al Señor, como las vírgenes prudentes con las lámparas encendidas? ¿La Corona de Adviento ha sido como un termómetro en la comunidad cristiana, de nuestra vida personal y familiar, de cómo nos hemos ido preparando, como hemos ido preparando un lugar al Señor en nuestro corazón, en nuestra familia, en nuestra comunidad cristiana? Porque a través de nosotros, de nuestra familia y de nuestra comunidad cristiana, el Señor se hará presente en la sociedad, porque nosotros somos parte de la sociedad y en la medida en que nosotros recibimos a Cristo, la sociedad en la que vivimos recibe a Cristo, y a través de nosotros la luz que Él viene a traer.

Como dice San Juan, la luz que viene iluminar a todo hombre y a toda mujer que viene a este mundo, pero el Señor quiso necesitar de nosotros, para que recibiendo esa luz la reflejáramos en todos aquellos que aún no lo conocen, para que podamos enseñarles el camino para encontrarse con Él.

El Evangelio de este último domingo del tiempo de Adviento nos presenta la Anunciación, la anunciación del Ángel a la Virgen. Pero en el Evangelio de San Lucas hay más de una anunciación. La anunciación del Ángel a Zacarías, que va a ser junto con el saber los padres de Juan el Bautista, el precursor; la anunciación del Ángel a José, en sueños le dirá no temas recibir a María tu mujer, y la Anunciación a la Virgen que es la más conocida, la que cuando hablamos de Anunciación nos viene a la mente.

Tres anunciaciones y tres respuestas a la Anunciación, al anuncio del Ángel que les da a conocer a Zacarías, a José y a María cuál es el camino de él para ellos, cuál es la misión que les va a encomendar. Hay tres respuestas. La de Zacarías, esta semana que termina tuvimos la lectura precisamente de la anunciación a Zacarías; Zacarías un hombre mayor, su mujer Isabel mayor, justos, pero no tenían hijos. En la cultura de aquel tiempo el no tener hijos no solamente era el dolor de no tener familia, sino la afrenta pública, porque se suponía que la esterilidad era un castigo de Dios por pecados propios o por pecados familiares conocidos o no.

Zacarías a Isabel pedían al Señor, pero confiaban en Él, no se apartaban de su camino. Era una prueba difícil de enfrentar, ella era descendiente de Aarón, él era sacerdote del templo, pero no se apartaron. No tenían explicación para lo que sucedía, pero no se apartaron del Señor, y el Señor siempre escucha nuestras súplicas y siempre está atento a nuestras necesidades y nuestros sufrimientos, y da respuesta. Y le dice que Isabel va a tener un hijo en su vejez, en su ancianidad, y el Ángel, cuando Zacarías está sirviendo en el altar de los perfumes, en el altar del incienso porque le tocaba en ese momento, sirviendo en el templo se le aparece el Ángel y se lo dice.

Y Zacarías duda, no del anuncio del Ángel, sino de que lo que el Ángel le dice pueda ser posible. Yo soy viejo mi mujer es vieja como sé que esto va a ser así. Y el Ángel le responde, pero le dice vas a quedar mudo hasta que esto se cumpla, por haber dudado, ante la dificultad ante lo difícil de que lo que el Ángel le decía fuera humanamente posible, Zacarías dudó. Y el Señor le dio la prueba, pero tendrá que pasar por ese tiempo de purificación hasta que se cumpla lo que el Señor ha dicho.

En la Anunciación a José, José se encuentra con que María su mujer sin que hayan vivido juntos está embarazada. Cuánto dolor en su corazón porque no se explicaba cómo era eso posible, cómo podía sucederle eso a él, y quería dejarla, no podía seguir con ella; en su conciencia no podía, pero tampoco quería infamarla, tampoco quería enfrentarla a la maledicencia pública, incluso al castigo público, que decía que a las adúlteras se les apedreaba, y buscaba la forma de poder abandonarla sin inflamarla, nos dice el Evangelio de Lucas. Y el Señor en sueños se le aparece a José y le dice no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella ha florecido es obra del Espíritu Santo, tú recibirás el hijo y le pondrás por nombre Jesús.

Le da la responsabilidad poner el nombre era lo más que podía hacer un padre, porque eso significaba la responsabilidad del padre para con el hijo, se lo ponía en sus manos, el Señor le confiaba esa misión. Y José no respondió con palabras cuando se despertó del sueño, sencillamente fue a casa de María la cogió y la llevó a su casa, la recibió en su casa como su mujer, esa fue la respuesta. No hubo preguntas, no hubo dudas de ningún tipo, no había nada que preguntarle.

Y en el Evangelio de hoy el Ángel le anuncia a la Virgen que va a ser la madre del Salvador. Pero anuncia con palabras hermosas, alégrate llena de gracia, llena de gracia. No se puede decir algo más grande de un ser humano, llena de gracia, por eso la veneramos como Inmaculada, porque nunca el pecado se cebó en el corazón de la Virgen Santísima, concebida sin mancha de pecado original. Llena de gracia, el Señor está contigo. Y María se turbó ante ese saludo. Y el Ángel le dice, no temas, no temas María porque has hallado gracia ante Dios, vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús.

También la responsabilidad sobre el hijo, sobre el Hijo de Dios que se encarnará en las purísimas entrañas de María Santísima. Santísima porque si el Señor le dice llena de gracia, entonces ¿cómo puedo yo no decirle Santísima? El Señor está contigo, ¿cómo no puedo decirle Santísima? Y el Señor le da la responsabilidad, como también se la dará a José, pero ella de manera particular sobre ese hijo que va a concebir.

María también tendrá una pregunta que hacer, pero no será como la de Zacarías, no es una pregunta de duda de que lo que el Ángel le dice se pueda realizar, sencillamente le pregunta ¿cómo podrá hacer eso si no conozco varón? El temor de la Virgen era no hacer la voluntad de Dios, quizás, ella había concebido que la voluntad de Dios era que se consagrara a Él con todo lo que tenía, en alma y cuerpo, también su capacidad de ser madre, y ahora encuentra que el Señor le pide que sea humanamente fecunda, pero ella no quiere apartarse de la voluntad de Dios. Por eso el Ángel le responde, pero nos damos cuenta que, en otro tono, distinto que al de Zacarías, lo que tú vas a concebir es obra del Espíritu Santo y le da una prueba.

Cuánta delicadeza para con la Virgen, mira ahí está tu prima Isabel, la que consideraban estéril está ya de seis meses; y le da la respuesta que hará que María no tenga ninguna otra pregunta que hacerle, porque para Dios nada es imposible. Ni que una anciana conciba y tenga un hijo, ni que tú Virgen seas fecunda sin perder la gloria de tu virginidad. Y ahí María dice he aquí la esclava del Señor hágase mí según tu palabra. Responderá al Señor con todo lo que tiene, con todo lo que es, y con toda su vida.

El camino de Dios para ella es ese, y lo seguirá hasta el final, lo seguirá hasta la cueva de Belén donde dará a luz a su hijo porque no encontraron dónde reclinar la cabeza. La seguirá esa respuesta del sí hasta el exilio, en Egipto cuando tendrá que huir con José y el Niño porque Herodes quería matarlo. Lo seguirá en sus 30 años de vida oculta en Nazaret cuando verá a Jesús crecer como cualquier niño, adolescente, joven, hombre, y que quizás a veces se preguntará ¿Y éste es el Hijo de Dios a quien yo he tenido que enseñar a caminar, hablar, a quien he alimentado de mis pechos, a quien hemos educado José y yo, que incluso hemos tenido que sobrellevar sus travesuras?

Hasta los pies de la cruz de su hijo allí estará María entera acompañando. Porque el sufrimiento de un hijo es el sufrimiento de una madre, el hijo puede sentir el dolor físico, pero la madre sentirá el dolor material de su hijo en su corazón, y sentirá el dolor de no poderlo aliviar. Más que con su compañía, estando allí, para que sepa que no está solo. Las madres lo comprenderán, qué madre no es capaz de cambiarse para ocupar el lugar de su hijo cuando su hijo sufre.

Ahí estará. El sí de María llegará hasta el momento cumbre del dolor y el sufrimiento de su Hijo, y allí estará para recibirnos también a nosotros, ahí tienes a tu hijo, le dirá en la persona de Juan, ahí tienes a tu Madre, le dirá a Juan. Y Juan recibe a María en su hogar. El sí de María no es un sí festinado, no es un sí improvisado, es un sí vivido durante toda la vida, porque solo así se puede mantener siempre, en todo momento, en toda circunstancia. No por gusto ha sido escogida por el Señor, no por gusto ha sido preservada por el Señor, no por gusto nos la ha dejado como Madre. Y ella nos ha parido con el dolor de su corazón a los pies de su Hijo en la cruz, y sigue acompañando, y sigue consolándonos, y sigue fortaleciéndonos. En este cuarto domingo de Adviento es el momento de preguntarnos ante el Señor que se nos manifiesta a cada uno, que se nos revela a cada uno, que se nos anuncia a cada uno, para decirnos cuál es el camino.

¿Cuál es nuestra respuesta? Ante el Señor que nos llama a ser sus testigos en medio de este mundo, el Señor que nos llama a amarnos los unos a los otros como Él nos ama. El Señor que nos llama a vivir el espíritu de las bienaventuranzas, el Señor que nos llama a perdonar a nuestros enemigos, a no maldecir, a bendecir siempre, el Señor que nos llama no desalentarnos, a no desanimarnos, que nos llama a construir, a edificar, a esperar, a confiar, ¿cuál es nuestra respuesta?

Es el momento de preguntarnos. Que el Señor nos conceda poder responderle que nosotros también, como la Virgen, le decimos sí, que como José no preguntamos, sino que sencillamente ponemos por obra lo que Él nos pide, encontrando en Él también la fuerza para poderlo llevar adelante, y la fuerza para levantarnos, cuando por nuestra debilidad y fragilidad hemos caído. Que así el Señor nos lo conceda.

Queridos hermanos preparados por el Adviento y después de haber sido acompañados por nuestros guías, los profetas, con el Bautista y la principal la Virgen María, hemos llegado hasta la celebración del nacimiento del Señor, mañana 25 celebramos la Navidad. Ya que la Palabra Eterna de Dios, el Verbo asume la misma naturaleza que nosotros, se hace carne, el eterno entra en el tiempo, el Hijo de Dios nace en una pobre gruta en Belén, con gran asombro y regocijo en el cielo y en la tierra.

Al igual que la Pascua, la Navidad tiene octava, esto quiere decir que durante toda una semana se prolonga la festividad como si se tratara de un mismo día, aunque Navidad admite algunas fiestas. San Pablo VI papa, instituyó para el último día de la octava la solemnidad de Santa María, la Madre de Dios, con esto restituyó una celebración muy antigua que nos une con nuestros hermanos de rito oriental, también estableció que en la misma fecha se realizará la Jornada Mundial de Oración por la Paz. Qué importante que participemos para pedir por la paz.

Este tiempo litúrgico se extiende desde la solemnidad de la Natividad, de la Navidad, hasta la fiesta del Bautismo del Señor, que en esta ocasión será el lunes después de la Epifanía, de la Fiesta de Reyes, el 8 de enero del 2024.

Queridos hermanos que tengan un lindo domingo recuerden aprovechar para pasarlo en familia, reunirse para esperar en familia, la Navidad, y no se olviden de sus amigos de aquellos sobre todo que por cualquier razón están lejos de su familia, porque también necesitan ese calor familiar, y la Navidad es un tiempo propicio para vivirla en familia, acójanlos.

Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén.

Que tengan todos, un feliz domingo, que tengan todos una Feliz Navidad. Les habla el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba, hasta la próxima.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, Hágase en mí, Athenas)

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