Transcripción homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón, Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, 26 de noviembre de 2023, Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo

Transcripción homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón, Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, 26 de noviembre de 2023, Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo

Transcripción homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón
Párroco de Santa Lucía, arquidiócesis de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, 26 de noviembre de 2023
Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo

“Cada vez que lo hicieron con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron” Mateo 25, 40

Hermanos,

En este domingo solemne en el cual la Iglesia celebra la Fiesta de Cristo Rey, concluimos el último domingo del Tiempo Ordinario, y así estamos a las puertas del tiempo de Adviento y del tiempo litúrgico de la Navidad, del nacimiento del Señor. Este es un día para que cada cristiano, a la luz de la Palabra de Dios, contemple el mensaje que hoy Dios nos quiere transmitir sobre el sentido de su majestad, sobre el sentido de su reinado.

Dios Reina. Lo sabemos bien porque es Dios Creador, Dios Redentor y Dios Santificador. Es el misterio de la Trinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es lo que la Iglesia ha enseñado a partir de lo que Cristo nos legó, y nosotros transmitimos como el depósito de la fe a través de las Sagradas Escrituras, la tradición, el magisterio, también el catecismo. Pero hay un dato que cada persona siempre en su interior alberga, y es esa experiencia de Dios que tú tienes en tu vida, y tú sabes bien que Él es tu Rey. Ése es el precepto de la caridad de Dios con su Iglesia y con cada uno de nosotros.

Es esa expresión de Ezequiel que nos dice hoy en el texto, yo mismo iré y es nuestro Rey, porque nuestro Rey, además de ser Dios es el dueño de nuestra alma, porque la asiste, se preocupa por nosotros, nos proporciona la salvación solamente en Jesucristo, y Dios sabe muy bien cuáles son nuestras entradas y salidas. Nunca olvides hoy, que las veces en que tú estuviste desnudo, fuiste forastero, tuviste hambre y sed, estuviste preso de muchas maneras, y enfermo en la cama, quien te fue a visitar, quien te asistió a través de una persona, es Jesucristo tu Rey, porque su caridad no se agota.

Hoy también es un día para enfocar la predicación en la tan deseada paz mundial y así comenzamos la misa pidiendo como intención primeramente la paz interior de cada uno. Qué terrible es vivir en guerra, vivir dividido internamente, destruido, desesperanzado, sin optimismo, viendo tu sufrimiento y tu dolor como una carga del destino, y no como una prueba de Dios.

Hoy como les decía, vamos a tocar algunos puntos de la paz. Porque a nuestro Rey hay que pedirle paz, el mundo necesita paz, en el Medio Oriente, en el enfrentamiento de Rusia con Ucrania, en América Latina con los secuestros de niños y el tráfico, en nuestro país. Porque el hambre, la escasez material nos destruye también y le empezamos a perder el sentido a la vida, y estamos tristes, desnutridos, con esas ansias de abandonar el país donde no hay alternativas, donde todo es oscuridad y lo inmediato. Ésa es nuestra realidad y en el contexto de la humanidad en la cual, a inicios del siglo XX, el Papa Benedicto XV presenta la Solemnidad de Cristo Rey, es una lección para los poderosos del mundo que piensan erróneamente, disputándole por envidia el título de poder real a Jesucristo, que Él es el único que lo tiene, porque en su misterio pascual de Pasión, Muerte y Resurrección, por designio divino, es el único capaz con su sangre de poner en paz todas las cosas.

Ningún poderoso, de ningún eje, ninguna ideología, ningún sistema, puede jugar con la libertad de los hombres, no hay derecho. Porque hay un solo Dios, que es Jesucristo. Y ese es el drama también de la Iglesia en sus inicios, cuando el emperador romano no quería, por ejemplo, Nerón, no quería que los cristianos consideraran a Cristo como Dios, a Cristo como Rey, porque es la disputa de los poderosos a la eternidad de Dios, que ellos no pueden ser eternos, ellos se morirán también.

Hoy nosotros a la luz de este día, no puedo concluir sin antes, en ese inicio del siglo XX, hablar algo de San José Sánchez del Río. Un niño mártir mexicano en la guerra contra Plutarco Díaz Calles, que valientemente, en defensa siempre de su fe murió mártir, y los dejo con esta imagen, haciendo un llamamiento a la caridad, al precepto de la caridad, a considerar siempre a Cristo como nuestro Rey. Cuando estaba en la mesa de la tortura, en el informe se presenta, el sanguinario con una navaja

le dijo que le abriría las plantas de los pies, si no decía dónde estaban los cristeros que defendían la Iglesia frente a ese gobierno de Plutarco Díaz Calles, y el sanguinario le decía pronto me vas a pedir que yo escupa sobre Cristo Rey. Y San José Sánchez del Río, cuando la abrieron las plantas de los pies a sangre fría, decía incesantemente Jesús dame fuerzas, dame fuerzas viva Cristo Rey. Y antes de asesinarlo, se dice que miró al cielo y ante la última tentación de entregar a los cristeros, miró fijamente a donde estaba su Rey, y con mucha espiritualidad y unción dijo en la plaza a todos, ya voy a casa.

Que así sea.

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