Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario, 15 de octubre de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario, 15 de octubre de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario, 15 de octubre de 2023

“Muchos son los llamados y pocos los escogidos” Mateo 22, 14

Hermanos,

Qué bueno es confrontar con la Palabra de Dios. Muchas veces las ocupaciones y no nos damos cuenta de que Dios nos ha regalado su Palabra precisamente para que tengamos vida; por eso decimos que la Palabra de Dios es vida, es luz.  Entonces en estos momentos aprovechemos, es un momento que lo hemos escuchado y que se nos quede. Cuando vayamos nuestros hogares, ahora que todo el mundo tiene whatsapp, internet, Google y todo lo demás, Facebook, que busque sencillamente lectura del domingo XXVIII del tiempo ordinario del año 2023 y ya, y ahí la tiene y la puede meditar en su casa. Pues bien, vamos a comenzar un poquito hablando de atrás.

En el Salmo de hoy, es el salmo del Buen Pastor, el Señor es mi pastor nada me falta y nosotros sabemos que todo eso sale en el pueblo de Israel, que precisamente se hablaba de Dios como un pastor. Dios el pastor del pueblo y aquellos profetas que el Señor había elegido, escogido, eran los pastores que tenían que guiar a ese pueblo; pero Dios ya de ese pueblo a través de los profetas y a través de estos hombres y mujeres sabios, gentes de Dios, como tenemos que ser procurar ser nosotros. Entonces, de tal manera que eso desde que el pueblo de Israel tomó conciencia de que Dios era su Pastor, esa imagen se ha ido repitiendo a través del tiempo, el salmo como vemos ahora lo dice y Jesús también nos habla en el Evangelio de San Juan diciendo, que Él es el Pastor, el Pastor de las ovejas y que el Buen Pastor da la vida por las ovejas, que el Buen Pastor es capaz de dejar todas las ovejas en el corral para ocuparse, aunque sea de una que se haya perdido, aquellas están resguardadas, una que se perdió tiene que ir a buscarla. Esa es otra imagen.

El domingo pasado tuvimos la imagen cuando lo que se quería comentar, proponer a la comunidad como ahora, era el sentido de que Dios nos había elegido a todos para hacer su pueblo. Vemos que también desde allá, a Isaías 800 años antes de Cristo, Isaías hablaba de que el pueblo de Dios, Israel, era como una viña bien cuidada, que el dueño la tenía provista de todo lo que le hacía falta a una mata de uva para crecer, dar frutos dulces y para sacar buen vino, comer los frutos y sacar buen vino. Entonces hermanos así en el pueblo de Israel, escogido por Dios, cuidado por Dios.

Pero también decía que el que había cuidado tanto la viña, en vez de dar al final, vamos a decir en muchas ocasiones, en vez de un vino dulce, daba un vino agrio que servía para vinagre. Eso no era vino, ni era buen fruto. Se tiene una intención y las cosas no salen, o lo bueno que se quería. Vimos también de tal manera que en el mismo Evangelio se volvía a tocar el tema, porque Jesús utilizaba aquellas parábolas del Antiguo Testamento y Él que vino a dar cumplimiento a esa Palabra de Dios, ese Antiguo Testamento, Él también se apropiaba de ese mensaje, de esa historia, de esa imagen, de Dios como un cultivador que cuida mucho su viña que somos nosotros, para decirnos a nosotros hermanos Dios también cuida la viña y nosotros tenemos que cuidarnos a nosotros, que somos la viña del Señor y cuidar a aquellos que vienen a predicar la Palabra de Dios.

¿Cuál es el tema de hoy? El tema de hoy se refiere al final de los tiempos y al principio de la vida. Fíjense bien que todo esto está ligado. Nosotros muchas veces nos preocupamos de la hora de nuestra muerte, porque lo sabemos, que tenemos que morirnos un día, qué será después y el sentido de la muerte, pero muchas veces olvidamos cuál es el sentido de la vida, y una cosa está ligada si morimos es porque una vez nacimos. Sabemos también que el Señor nos ha creado por amor, ya vimos la viña, que nos escoge, nos dio la vida y que la vida tiene un sentido, tiene un sentido. Yo sé que me van a decir que repito mucho esta imagen, los que me oyen, pero nosotros no somos igual que la otra creación. Nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, con un sentido, y el sentido es vivir eternamente junto al Señor porque él es el autor de la vida¸ y Él nos tiene prometido que algún día nosotros, Él quiere, que nosotros estemos con Él.

Los que no creen en Dios, los que no creen en Cristo, pues la vida es para muchos una carga, para muchos otros una lucha, pero para todos puede ser carga y lucha, y momentos de felicidad y de realización, pero estamos marcados por esa transitoriedad, por esa precariedad, por ese límite en el tiempo, y eso pasa en todos, desde los más ilustres, hasta los menos e ilustres, en las mejores familias y en la que no son santos, es los más buenos y los más malos. Todos tenemos que vivir así es la vida.

Entonces el pueblo de Israel hace 800 años con Isaías, vivía en una situación difícil, de ahí surgió la imagen cuando le quiso decir al pueblo ustedes son el pueblo de Dios, compórtense, hagan lo que Dios quiere para que también reciban la bendición de Dios. Porque el mal que nosotros hacemos repercute contra nosotros, el bien al contrario viene a favor de nosotros para nuestro bien, y entonces viene la imagen de un banquete de bodas. Desgraciadamente aquí hay veces que a las bodas no se les da tanta importancia, y hay veces que aquellos que deciden vivir juntos ni hacen boda, simple y sencillamente empiezan a vivir juntos.

Pero el celebrar la fiesta no es esencial, pero el amor profundo entre dos personas que se quieren, que se aman y que dicen vamos a formar una familia para toda la vida, porque Dios nos ha dado el deseo aquel, la gracia, nos ha dado la libertad, pero a la vez el compromiso de atender a los hijos, hacerlos crecer en el bien, y en estatura y en gracia como el niño Jesús, pues entonces la boda representa mucho y en otros momentos representaba mucho más.

Entonces, las bodas tardaban días, era un compromiso social, no solamente era como un abogado, que ya eso tiene una connotación social, comunitaria, si no era una celebración de pueblo, popular, porque dos personas se comprometían. ¿Qué pasaba en esa boda? En esa boda pasaba, cuando yo era pequeño en los campos y también en las casas, cuando la gente se casaba en la boda había invitaciones, se hacía esto, lo otro, entonces la boda era un momento de alegría familiar, la familia continuaría, nacerían los hijos, se formaría una nueva rama de la familia. Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. Había esperanza en lo que venía, en los hijos, en la vida futura de la familia, de la pareja. Y entonces se derrochaba lo mucho o lo poco, pero se vivían momentos de alegría, había alimento, había golosinas, había postre, había bebida, había adornos, todo eso.

En la época semita de 800 años antes de Cristo y todavía en algunos pueblos todavía, se sigue haciendo así, entonces la imagen de los pueblos con respecto a una boda era, que era un momento de alegría, de abundancia, de compartir, de todos unidos y con esperanza en el futuro. Esa es la boda y por eso Isaías cogió la imagen de la boda y dijo el futuro, la vida futura para este pueblo, y nosotros decimos después de nuestra muerte, decía Isaías y decía Cristo, es la imagen de una boda. No es que en el paraíso junto a Dios estemos en una boda, pero sí la alegría y el deseo de compartir, la felicidad, la esperanza que trae una boda, con todo lo que significa, eso sí nosotros viviríamos, porque estar delante de Dios es estar con todos, porque estar delante de Dios es la abundancia, porque estar delante de Dios es la belleza, es la luz, y esa es la imagen. El futuro nuestro después de nuestra muerte es precisamente estar junto a Dios.

Eso, Jesucristo lo reafirma con su resurrección, la luz, estarán conmigo. El Apocalipsis dice, esos que vienen vestidos de blancas vestiduras, es una multitud ingente, incontable, todos esos participaremos en las bodas del Cordero, es decir, que es el signo de que estaremos plenamente felices junto a Dios, gozando de su presencia que es la felicidad suma. Entonces, hermanos ese es el primer mensaje. Pensemos en nuestro principio, nuestro inicio, el comienzo de la vida nuestra, del género humano que es Dios, y pensemos en el final, que lo medimos con la muerte, pero nosotros sabemos que en Cristo la muerte ha sido vencida, y que por lo tanto viviremos eternamente felices, que es lo que anhelamos aquí en la tierra, eso solamente lo tendremos plenamente junto al Señor. Ese es el primer mensaje.

El segundo mensaje, Jesús coge también esa parábola y habla entonces de un padre que tenía una boda y entonces invitó a los amigos, pero los amigos no yo no voy a ir, qué desprecio ¿eh? Si nos pasa a nosotros reventaríamos y Jesús dijo, bien inviten, inviten a todo el que encuentren vengan todos, porque la felicidad de Dios no es solamente de los amigos, es de todos. Fíjense bien como lo está ampliando el conocimiento de la vida, de lo que Él quiere. Entonces muchos son los llamados y pocos los escogidos y la gente no quiere venir, qué vamos a hacer, es un problema de ellos, es la libertad. Qué triste es eso, que el padre me invite a una boda y yo siendo amigo reniegue, o que Dios me invite a mí a vivir eternamente junto a Él y yo me aparte. Vayan por los caminos y fueron por los caminos y trajeron a todo el mundo, cojos, tullidos, a todo el mundo trajeron a la boda.

Pero unos no estaban preparados, fueron porque fueron, de curiosos o porque en un momento pensaron que se sentiría bien, sabe Dios cuántas cosas. Entonces, el Señor le dice hermanos todos son convidados, pero todos también tenemos que cumplir, no es cumplir la palabra no es cumplir, todos tenemos que vivir acorde con lo que está sucediendo. Estamos en una fiesta, tenemos que venir dispuestos a la fiesta, con el deseo de alegría, pero también con toda nuestra vida plena, poniendo todo y dedicarlo a esa invitación que me han hecho, que ya hay una distinción hacia conmigo, el haberme escogido. Entonces, esa gente no fue preparada, no fueron conscientes de a dónde iban, se embullaron, querían una fiesta, pero no sabían a dónde iban, no querían que nadie les pusiera un pero.

Entonces, hermanos es la enseñanza de Jesús, fue fuerte el Señor les dijo, expúlsenlos ellos han venido porque han venido, pero expúlsenlos ellos no quieren participar como participamos todos de la alegría, poniendo todo nuestro ser. Es duro. Hermanos también esa es la Iglesia. La Iglesia llama a todos. Nadie puede decir a alguien sal de la Iglesia, nadie, a no ser que alguien que esté creando dificultades y problemas, porque ya eso es un problema de orden.

Todos somos llamados, es más los pecadores son los primeros llamados, porque todos somos pecadores en primer lugar, por eso todos somos llamados, pero hay muchos que desconocen a Dios, entonces el Señor los llama para cuando estemos junto a Él en su casa, escuchando su Palabra, también nosotros nos dispongamos a escucharla y a cambiar. Porque puede ser que lo que oigamos no nos guste, hay veces que queremos ir a la iglesia, pero lo que escuchamos no nos gusta, ah eso no va conmigo. Entonces, qué tú quieres, ¿cambiar? ¿Tú quieres que se cambien las reglas del juego? ¿Tú quieres que se cambie la Palabra de Dios, que dice que la vida es un esfuerzo para conquistarla? Hay que ser esforzados.

Hermano eres invitado, estás aquí, has venido, por favor te suplicamos que tú también des los pasos de conversión necesarios para vivir así con el Señor. Por eso nosotros tenemos que llamar a todos y cuando decimos la Iglesia acoge a todos, es cierto, pero la Iglesia también les pide a todos que escuchemos la Palabra de Dios, y que nos convirtamos, porque si no seremos una persona que no queremos aceptar lo que Dios nos dice, lo que Dios nos pide, que es nuestro bien.

Entonces cada uno quiere hacer de su vida, lo que sea ah, pero yo quiero que Dios me acoja así. Hermanos, Dios nos ha dicho que tenemos que convertirnos y cumplir en su palabra. Lo vemos constantemente en el ejemplo de hoy, de esta gente que fueron, fueron, pero no quisieron vivir según el Señor. Se sabía que uno tenía que comportarse en una boda. En la iglesia igual, todos somos llamados, todos, pero también nosotros tenemos que dar pasos de conversión, de conversión. Las veces que en el Evangelio… un día un hombre le dice al Señor sáname y dijeron cómo él puede sanar. Ah, pues para que vean que el Señor tiene poder, yo te sano. Cualquiera que diga Señor, yo no puedo cambiar, acéptame como soy. Sí, Él te acepta como tú eres, te recibe como tú eres, pero el Señor te pide que te comprometas a dar un paso según su palabra. Eso se llama respetar la libertad de cada persona.

Hay veces que dice, yo no puedo, y es verdad que para unos es más difícil que otros, tantas cosas. Cada uno es diferente, pero todos somos de Dios, a todos Dios nos quiere, pero a todos el Señor nos pide conviértanse; y si tienen duda de que la presencia de Dios no se hace presente, vayan a la carta a los Filipenses, que ustedes saben que fue hecha escrita en un momento duro de la vida de Pablo, ya lo he venido repitiendo durante estos domingos pasados, estaba preso. Y claro es un preso señores, con todo lo que significa, además sabía que estaba condenado a muerte, pero él llega a decir señores, todo lo puedo en aquel que me conforta y la carta a los Filipenses, creo que cuatro trece.

Búsquenlo. Cuando se sientan flojos, que el diablo quiere tentarlos, todo lo puede en aquel que me conforta. Cuando tenga una empresa buena que ustedes saben que dará fruto, todo lo puedo en aquel que me conforta. Ante la necesidad de la vida, sobre todo la dureza de la vida con la que estamos viviendo aquí hoy, nuestra patria, todo lo puedo en aquel que me conforta. Aquí está el Señor aguardándolo, esperándolo, somos su pueblo elegido. Él es nuestro pastor. Él los invita a un banquete de boda. Vamos a seguirle.

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