Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXVI del Tiempo Ordinario, 1 de octubre de 2023
Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Domingo XXVI del Tiempo Ordinario, 1 de octubre de 2023
“Que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”
Filipenses 2,10
Voy a comenzar la homilía aquí, porque quiero partir de la oración primera, la colecta que es la oración comunitaria, la que resume las intenciones de la misa de hoy. Después cada uno tiene sus intenciones particulares, ¿verdad? o comunitaria, pero esta es la intención universal de la Iglesia universal, vamos a ir por partes.
Dice, hemos comenzado diciendo Dios nuestro, y fíjense qué cosa más hermosa, que con tu perdón y tu misericordia nos das la prueba más delicada de tu omnipotencia. Decimos que Dios es todopoderoso, hay veces que hay lugares que tienen la costumbre de decir el gran poder de Dios Todopoderoso, está en todas partes, lo ha creado todo y todo lo puede, Él conoce todo, eso se reconoce de Dios, nadie le puede enseñar porque si somos hijos, criaturas de Él, quién le va a enseñar a Dios; como decimos en los Salmos quién va a enmendar la plana de Dios, quién le va a corregir, esa es la omnipotencia de Dios. Pero pienso lo que dice, con el perdón y la misericordia, tú das las pruebas más grandes de tu poder.
La persona, Aquel que tiene todo el poder, que tiene todo el poder que quiere, sin embargo, Él se complace en el perdón y la misericordia. Podemos decir que Dios ha creado todas las cosas, que es grande es Dios, ay qué maravilla el amanecer, esto lo otro… Todo eso es bueno, ha creado al hombre. Ha creado el hombre que los científicos están investigando, y cada día inventan descubren algo más sobre nosotros, sobre nuestra existencia. Los científicos entonces de la naturaleza, están investigando, nunca llegaremos al final, pero sí vamos a avanzar poco a poco al conocimiento de Dios. Dice todo eso hermanos para Dios es algo bueno, pero lo más importante de todo es que Dios perdona y es misericordioso, no guarda rencor, no guarda envidia, no quiere vengarse.
Él se satisface con alguien pecador que diga, Padre me arrepiento, he pecado contra el cielo y contra ti y yo vengo aquí a pedir tu perdón.
Hermanos, qué cosa más grande que nosotros le digamos a Dios, Señor, perdóname a pesar de haberle ofendido a Él o a los hermanos, cuando ofendemos un hermano lo ofendemos a Él. A Dios lo ofendemos cuando le negamos, pero también lo ofendemos cuando maltratamos a un hermano, entonces a pesar de todo eso, cuando yo me acerque a Él y le diga, perdóname Señor, ese el momento más feliz de Dios, si puede ser un momento más feliz que otro, porque Él tiene la gracia de la felicidad y del bien.
Entonces, hermanos, ese es el misterio de la vida del cristiano, saber que tenemos un Dios creador de todo, que nos ha creado por amor, y que lo que Él quiere de mí es que yo ande por la senda justa, y que, si me equivoco, Él es ahí para perdonarme y es misericordioso. Fíjense bien, dice eso, pero después pedimos, lo que pedimos después que tiene que ver entonces con las lecturas de hoy. Dice apiádate de nosotros pecadores, danos fuerza para que no desfallezcamos en la lucha, por obtener el cielo que tú nos has prometido, porque en su perdón, en su misericordia, en su bondad, Dios nos ha prometido el cielo.
Pero el cielo es de lucha, el cielo se alcanza en la lucha. Pablo lo decía bien, es como una carrera, el que no practica, el que no se esfuerza, no llega a la meta; alcanzar el cielo, es de lucha aquí en la tierra, ¿por qué? Porque las cosas muchas veces van en un sentido contrario a lo que Dios quiere, y eso lo podemos descubrir en la vida. ¿Dios quiere las necesidades que está pasando en nuestro pueblo? No, no la quiere jamás, hay que luchar para salir de eso, de la misma manera que hay que luchar por vivir según Dios. Si todos viviéramos en un Dios la vida fuera diferente en la tierra.
Entonces, ese concepto de que mi vida de cristiano es una vida de esfuerzo y de lucha, hermanos tenemos que tenerlo todos. Los que vivimos en Cuba por las dificultades inherentes a nuestra manera de vivir, a nuestra situación; y los que viven fuera, que tienen otras tentaciones, otras tentaciones. Es de lucha, es de esfuerzo, el reino de Dios es de los esforzados, de aquellos que están como en la parábola de las vírgenes prudentes, esperando con la velita encendida la llegada del Señor, las demás se sentaron a descansar y se olvidaron, se fueron para otro lado. Ellas se quedaron firmes, eso es lo que el Evangelio de hoy nos pide hoy, que nosotros permanezcamos firmes en el Señor y seamos esforzados, además porque en la vida todo es lucha, todo es dificultad, por eso no nos sorprendamos que en la Salve nosotros decimos, nosotros que vivimos en este valle de lágrimas. Y hay veces que decimos, ay que tragedia esa, no hermanos si la vida es de lucha, que se lo pregunten a cada cubano, si la vida no es de lucha más o menos. Pero todo lo que nosotros queremos conseguir de bueno en la vida, hay que lucharlo, igualito, igualito que el Reino de los Cielos es lo que el Señor nos está hablando, es lo que el Señor nos está diciendo aquí en la oración.
Vamos a ver el Evangelio, no voy a hacerlo muy prolongado. ¿Qué es lo que dice el Evangelio, qué es lo que dice la primera lectura de Esdras? Dice, aquel justo que ha hecho el bien, pero que de momento se desvía y empieza por otro camino, no ha sido perseverante, no ha querido luchar hasta el final. Ay, las consecuencias se dan, aquí el Señor lo pondrá de una manera trágica, le dice, se aparta de la justicia, comete la maldad y muere; y se muere por el mal que ha hecho y iba haciendo el bien, y se dejó arrastrar por el mal, no luchó lo suficiente.
Sin embargo, el malvado, dice aquí malvado es el pecador siempre en estos textos, se pone la cosa así dramática, es decir, se pone la cosa en los extremos, el pecador que se arrepiente, todos nosotros, ¿eh? Porque nosotros hemos querido ser justo y hemos caído, y nosotros hemos hecho el mal que no debimos hacer, pero todos tenemos la capacidad y la gracia de recuperarlo, esa esa lectura es para nosotros por los dos lados, una por dejarnos caer, y la otra por saber levantarnos, sabiendo que aquí tenemos la bondad y la misericordia de Dios. ¿Qué más pedir?, aquel que piense que la vida no es de lucha, ese es un está perdido, y aquel que piense que la vida eterna se consigue sin luchar y sin esforzarse está perdido, la vida eterna es de los esforzados.
Entonces el Evangelio viene con esto clarito, el Evangelio aquel pasaje que quisieron coger a Jesús y Jesús se les montó arriba, y Jesús les dijo, ustedes se creen que saben mucho de las cosas del reino de los cielos, pero vamos a ver, eso se comprueba en la vida diaria. Por eso Santiago Apóstol en su carta, él dice, déjame ver tu fe sin obras, que yo con mis obras le voy a mostrar la fe. Es decir, las obras brotan de la fe, pero una fe proclamada sin obras, es una fe muerta.
Entonces puso el ejemplo ese, un padre con los dos hijos y entonces al primero ven, vamos a trabajar el lunes en la parra, en la viña, en el viñedo y el hijo le dijo sí, sí, como no, voy papá, enseguida voy allá. Cuando llegó el momento no fue. Y al otro le dijo lo mismo, oye, vamos a ir y este le dijo no padre yo no voy a ir, pero fue. ¿Cuál de los dos hizo bien?
Entonces hermanos, vamos a pedirle al Señor que nos dé la gracia de la perseverancia en la fe y en la vida. Procurar vivir según lo que aprendimos de la Palabra de Dios, no dejarnos caer, no dejarnos caer; y si caemos sabemos que contamos con la bondad y la misericordia de Dios, que es muestra de su poder y de su misericordia. El poder de Dios donde mejor se manifiesta es en el perdón y en la misericordia. Pidamos al Señor que nos dé esa gracia, sabiendo que Él está ahí para sostenerme en la lucha, y Él está ahí para perdonarnos cuando caemos.
Que Dios nos ayude a todos a vivir así.