Irradia, emisión del 17 de septiembre de 2023
Irradia, emisión del 17 de septiembre de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XXIV del Tiempo Ordinario
“El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” Salmo 102
(Música, 70 veces 7, Alfareros)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, 70 veces 7, Alfareros)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.
Concede Señor la paz a los que esperan en ti y cumple así las palabras de tus profetas, escucha las plegarias de tu siervo y de tu pueblo Israel. Señor Dios, Creador y Soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos y concede que te sirvamos de todo corazón para que experimentemos los efectos de tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, una alegría y un gozo como siempre poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, de este vigésimo cuarto domingo del Tiempo Ordinario, y compartir la Palabra de Dios, la Palabra de Dios que hoy de manera particular nos invita al perdón, a la reconciliación, algo tan importante en este mundo de hoy. Entonces, pues, escuchemos con atención el mensaje del Señor.
La vida común está fundada en la ayuda mutua y en el perdón, esto es lo que recuerda Jesús y para ilustrar su enseñanza nos relata la parábola del deudor implacable. Esta parábola tiene un eco en el Antiguo Testamento que nos dice, perdona la ofensa a tu prójimo y así cuando pidas perdón, se te perdonarán tus pecados. En la primera lectura tomada del libro de Sirácides en el Antiguo Testamento; ya en el Nuevo Testamento san Pablo nos pide que no vivamos para nosotros mismos si no para el Señor a quien pertenecemos.
El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Mateo, en el capítulo 18 versículos del 21 al 35.
Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 18, 21 – 35)
Cuando los discípulos de Jesús le pidieron que los enseñara a orar, Jesús les enseñó el Padre Nuestro. Por eso decimos que el Padre Nuestro es la oración del cristiano, porque el mismo Señor nos la enseñó. La rezamos en cada sacramento que celebramos, al levantarnos, al acostarnos, en nuestras devociones, rosarios, novenas, oraciones en diversas circunstancias. Pero me pregunto si cuando las rezamos nos fijamos en lo que decimos, en lo que pedimos, o la repetimos mecánicamente, estamos tan acostumbrados a rezarla, que ya la decimos de corrido, sin fijarnos en cada palabra en cada petición.
Pedimos que el nombre del Señor sea santificado y que venga su Reino, su reino de justicia de paz y de amor.
Que nos dé cada día lo que necesitamos para vivir dignamente y sobre todo la fuerza para ganarlo honradamente.
Que perdone nuestras ofensas a Él y a nuestros hermanos, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Que no nos deje caer en la tentación. Que no nos deje llevar por el mal y que nos libre del mal.
Las lecturas de hoy nos invitan a fijarnos en la petición que hacemos en el Padre Nuestro, de que el Señor perdone nuestros pecados, nuestras ofensas, porque todos somos pecadores, porque todos necesitamos de la misericordia de Dios, de la paciencia de Dios, y a la condición que ponemos para ser perdonados. Como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Si perdonamos mucho, que mucho se nos perdone, si perdonamos poco, que poco se nos perdone; si no perdonamos pues que no seamos perdonados, porque cómo vamos a pedir que se nos dé lo que no somos capaces de dar o al menos intentar dar.
En el evangelio de hoy en el Evangelio de hoy Pedro se acerca a Jesús y le pregunta Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano? Eso siempre es una preocupación. De antes, de ahora y de mañana. ¿Hasta siete veces?, le dice Pedro a Jesús y me imagino que se sentiría muy generoso, perdonar hasta siete veces. Pero tiene que haberse quedado muy sorprendido, como nos quedamos nosotros cada vez que leemos este fragmento del Evangelio cuando Jesús le responde, no Pedro no hasta siete veces hasta setenta veces siete.
Si se nos ocurre hacer la multiplicación por supuesto, coge una cantidad enorme, pero ese no es el caso, no es para multiplicar, no es una clase de matemática. No es que vamos a multiplicar setenta por siete y entonces vamos a llevar la cuenta. Cuando ya he perdonado esta cantidad de veces, pues ya cumplí con lo que se me ha mandado y ya no tengo más preocupaciones. No, quiere decir siempre. Hay que perdonar siempre, estar dispuesto a perdonar siempre, por qué, porque Dios nos perdona siempre; cada vez que nos acercamos con el corazón contrito, cada vez que reconocemos que somos pecadores, cada vez que volvemos a Él le decimos, Padre he pecado, perdóname, Él derrama su perdón y su misericordia sobre mí, me da una nueva oportunidad.
Entonces tenemos que perdonar en la misma medida en que somos perdonados, en que Dios está dispuesto a perdonarnos. El evangelio de hoy nos lo ilustra con una parábola, la parábola del señor que quiere arreglar su situación con aquellos que le deben dinero, y los comienza a llamar uno a uno y llega el primero que le debía muchos millones. Y le dice señor, no tengo para pagarte, pues nada, te vendemos a ti, a tu mujer, a tus hijos, a todos tus bienes, y con eso me vas a pagar; y aquel hombre le dice tenme paciencia, perdóname señor, tenme paciencia y yo te lo pagaré todo. Y conmueve el corazón del señor, que no solo le da tiempo para pagarle, sino que le perdona toda la deuda.
Cuánta alegría, cuanto gozo en el corazón de aquel hombre, qué alivio sentiría cuando salió de allí perdonado, pero se encuentra con un compañero suyo que le debía una pequeña cantidad de dinero y lo primero que hace, sin acordarse de lo que ha vivido él, es decirle págame lo que me debes. Y su compañero le dice lo mismo que le dijo el señor, no tengo ahora para pagar, tenme paciencia y te lo pagaré todo. Y él en vez de recordar la misericordia del señor para con él le dice, pues a la cárcel y no vas a salir de la cárcel hasta que no me pagues todo lo que me debes.
Estas cosas no quedan en secreto, por supuesto y los que estaban a su alrededor y sabían lo que había sucedido, se acercan al señor y le cuentan lo que ha pasado; y el señor lo manda a llamar y le dice cómo si yo te perdoné la enorme deuda que tú tenías conmigo, no fuiste capaz de perdonarle a tu hermano la pequeña deuda que él tenía contigo, cómo este gesto de misericordia de mi parte no te movió a ti también a ser generoso y misericordioso, pues por eso te meterán en la cárcel y no saldrás de ella hasta que no me pagues todo lo que me debes.
Lo mismo ocurre, perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, perdónanos Padre, ten misericordia de mí, pero dame también un corazón misericordioso para yo perdonar también con generosidad aquel que me ha ofendido, aquel que se ha apartado de mí; para que tu misericordia se derrame sobre mí.
Entonces pidámoslo así hermanos míos en esta mañana al Señor, que nos dé un corazón misericordioso como el suyo, que estemos dispuestos a perdonar setenta veces siete, que estemos dispuestos a perdonar siempre, aún incluso cuando no se nos pide perdón, que estemos abierto al perdón, porque el perdón descarga nuestro corazón, porque el perdonar nos hace libres. Porque cuando guardamos rencores, resquemores, odios, en nuestros corazones, deseos de venganza, es una carga pesada, que llevamos sobre nuestros hombros y que no nos permite encontrar la tranquilidad y la paz.
Pidámosle al Señor que nos dé esa gracia, esa fuerza, para perdonar porque para odiar se odia fácil, para perdonar hay que ser fuerte y solo con la fuerza de Dios podemos hacerlo. Que así Él nos lo conceda.
(Música, Qué preciosa es tu Misericordia, Dumas y Mary)
Ahora hermanos renovemos nuestra profesión de fe, pidiéndole al Señor que nos dé la gracia y la fuerza para vivir cada día conforme a la fe que profesamos.
Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí creo.
Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor que nació de Santa María Virgen padeció murió resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.
Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.
Y ahora confiados en que el Señor siempre nos escucha y responde a nuestras súplicas, le presentamos nuestras necesidades.
En primer lugar, pedimos por la Iglesia, para que podamos ser signos del amor, de la Misericordia, de la paciencia, del perdón de Dios en medio de nuestras familias, en medio de la sociedad en la que vivimos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Pidamos por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades cotidianas, para que puedan encontrarse con Cristo, y en Cristo y encontrar consuelo fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por la unidad y el amor en la familia. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos, de manera especial aquellos que nadie recuerda en sus oraciones, para que perdonadas sus faltas el Señor lo acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Y los unos por los otros, para que el Señor nos conceda un corazón misericordioso como el suyo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que Tú conoces, te las presentamos por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor. Amén.
Oremos ahora hermano con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó, recordando que nos confiamos a su perdón y a su misericordia, pero que la recibiremos en la misma medida en que con un corazón misericordioso como el suyo, estemos dispuestos, en toda circunstancia, a ser compasivos y misericordiosos, a perdonar, a otorgar el perdón y a pedir perdón.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén
Que tengan todos, un feliz domingo, que lo puedan disfrutar en familia, que puedan superar cualquier dificultad que hayan podido tener durante la semana, que puedan compartirla, que puedan acoger también a todos aquellos que por una u otra razón están solos, y necesitan del calor de la familia. Que abran el corazón para coger también aquellos que están lejos por cualquier razón, para que puedan también acercarse. Que sea un domingo de felicidad, de reconciliación, de amor, de comprensión; para que encuentren, encontremos, la fuerza que necesitamos para empezar la nueva semana, empezarla con esperanza, empezarla con alegría, la alegría de la presencia del Señor en nuestra vida y en nuestro corazón. Quien tiene a Dios nada le falta, decía Santa Teresa, quien a Dios tiene nada le falta. Si Dios es nuestro amparo, si Dios es nuestra compañía, entonces podemos ir adelante, podremos encontrar caminos para seguir adelante.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes, familiares y amigos, y los acompañe siempre. Amén.
Ha compartido con ustedes el padre Rafael Ángel. Hasta la próxima.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…
(Música, Hoy despierto, Siervas)