Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, 17 de septiembre de 2023
Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, 17 de septiembre de 2023
“El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” Salmo 102
Hermanos,
Hoy estamos ante las lecturas de este domingo, que tienen una coherencia muy fuerte, un hilo. Te va guiando. Yo diría, que este es el centro, vamos a decir así, práctico, de lo que significa hacer la voluntad de Dios.
Muchas veces vemos como la voluntad de Dios es algo externo, la voluntad de Dios que me dice que yo haga tal cosa, que me dice la voluntad de Dios… entonces como Dios es personal, una persona, decimos es Dios que me está diciendo tengo que hacer esto porque Él lo dice como si fuera una cosa ajena a mí, exterior a mí.
Entonces hermanos ese es un fallo de parte nuestra, porque todo lo creado es de Dios y procede de Dios, por lo tanto, si Dios me pide hoy hacer su voluntad es porque eso está, de una manera u otra, sembrado en mi corazón o en las posibilidades que yo tengo, porque también hay un principio que dice que Dios no nos pide aquellas cosas que nosotros no somos capaces de hacer con su Gracia.
Muchas veces nosotros vemos los mandamientos como algo también externo, Dios lo puso en el Sinaí, para que nosotros, como son las leyes que se ponen terceras personas hacen las leyes, pero no las leyes de Dios están escritas en el corazón de cada uno de nosotros. Y estas lecturas lo que hace que es recordarlo, aquel principio básico cuando le preguntaron a Jesús y cuál es el primer mandamiento, ama a Dios por sobre todas las cosas y trata a tus hermanos como a ti mismo; es la regla de oro, es la justicia, no hagas al otro lo que tú no quieres que te hagan a ti, haz bien al otro porque tú quieres que te hagan el bien a ti, atiende al otro y respétalo porque tú quieres que a ti te escuchen y te respeten. Hermanos, ésa es la regla de oro.
Por eso Jesús sintetizó los mandamientos y todas las normas en, ama Dios por sobre todas las cosas y a los demás como a ti mismo. A Dios porque es justicia, tenemos que reconocerle como Creador, como el principio, como ese que nos creó, nos dio a la vida y nos llama a Él. Si le desconocemos, entonces en quién podemos descansar ¿En una naturaleza ciega? ¿En una historia que comienza y se acaba? ¿En aquellas cosas grandiosas del hombre y pasan cuatro generaciones y no sirven? ¿En eso es que nosotros vamos a poner nuestra confianza? No nuestra confianza está en Dios, por eso ama Dios por sobre todas las cosas ya eso es una garantía.
¿A qué Dios amamos los cristianos? ¿En qué Dios creemos, a qué Dios amamos? A ese Dios que es amor, que las reglas que él inscribió en nuestro corazón, el primero que las cumple es él cuando entregó su vida por nosotros en la cruz. No hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos o comemos leído en estas lecturas. Dios perdona siempre no tiene en cuenta nuestros pecados, a nosotros que somos tremendos por nuestros pecados, Él nos acoge, nos llama. Fíjense bien que Él nos da testimonio con su vida, por eso es que Dios se hace hombre, para salvarnos, no solamente con la cruz, con su entrega en la cruz, sino también con su vida; para que nosotros tengamos referencia, cómo debo vivir.
Pues bien, vamos a las lecturas. La lectura, tanto la primera del libro es Sirácidas o el Eclesiástico del Antiguo Testamento, libro que fue escrito unos 200 años antes de Cristo, se basan en esa pregunta que tienen todas las personas que estudian moral, que estudian ética, la filosofía. La ética es la rama de la filosofía que estudia el comportamiento humano, el comportamiento noble del ser humano, ¿cómo debe ser el comportamiento del ser humano? Y también los moralistas aquellos que juzgan qué es bueno y qué es malo, qué es bueno y qué es lo que no se debe hacer.
Entonces viene esa pregunta o ese planteamiento, el furor y la cólera son duros, odiosos, el pecador los posee, del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas, y aquí viene el mandato el abrirnos los ojos, perdona la ofensa de tu prójimo y se perdonarán los pecados, cuanto lo pidas cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor. Fíjense bien, hermanos, que ahí estamos viviendo simple y sencillamente, trata al otro como tú quieres que a ti te traten. Y cuando uno pide justicia y clama justicia, tiene que ser la misma llamada y el mismo clamor a nosotros mismos, llamarnos a contar y decir ¿y tú aplicas la justicia? Piensa en tu fin y cese en tu enojo, en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos, recuerda los mandamientos y no te enojes con tu prójimo, haz alianza con el Señor y perdona el error.
Entonces hermanos, esto fue escrito, es un libro del Antiguo Testamento, un libro de los sapiensales es decir de sabiduría, 200 años antes de Cristo; donde ya había todo un pueblo que por siglo había vivido del pensamiento bíblico de los profetas, cómo iban anunciando, revelando, quién era Dios. Pero ya ese pueblo judío se había mezclado con el pueblo griego, con el mundo griego. Un mundo que Dios le dio la gracia de pensamiento, de la sabiduría. Y entonces el que escribe, no cabe la menor duda, de que no solamente tiene argumentos que vienen de la Palabra de Dios, sino que toma argumento que viene de la sabiduría, de la lógica, de una estructura que proviene de una estructura sana del pensamiento. Entonces por la misma vía en la que el Señor nos dice, ama a tu prójimo como a ti mismo, esta corriente filosófica cuando se encuentra con la fe cristiana, es capaz también de decir la misma palabra, ama a tu prójimo como a ti mismo. Es lo que el Señor nos pide y que nos cuesta mucho nos cuesta mucho. De todas las cosas que cuestan, digo yo, una de las que más cuesta es el perdón.
El perdón, perdonar, perdonar cuando hemos sido engañados, perdonar cuando se nos trata mal, cuando hay injusticia, perdonar. De tal manera, que ustedes saben bien que hay un dicho que dice, que el hombre perdona, pero solo Dios olvida. Y hasta cierto punto es así, porque Dios es misericordioso, no tiene fin la misericordia de Dios, además, Él olvida. Él no es capaz de restregarnos en la cara lo que nosotros hemos hecho. Y nosotros si le pedimos a Dios la gracia del perdón, Él la da, pero no cabe la menor duda de que nos cuesta perdonar. O por lo menos exigir una justicia que casi casi se parece al ojo por ojo y diente por diente; es decir, me hiciste eso tienes que pagar lo mismo. La justicia de Dios es otra. La misericordia, la misericordia de Dios es otra, perdona setenta veces siete, como yo, perdono siempre.
Entonces hermanos, creo que esto nos puede servir para darnos cuenta de que no podemos vivir esta existencia que nos toca vivir, en tantas circunstancias diferentes a todos los que estamos aquí ante el televisor, y en la vida diaria; vivir con aquello de creer que la ley de Dios que es el amor, es algo impuesto, no, es algo que está sembrado en mi corazón, y es algo que en la medida en que yo lo viva en esa misma medida ya yo estoy realizando lo más íntimo que hay en mí, que es ser humano.
Les voy a poner un ejemplo. Un ejemplo. Las madres de los animalitos nuestros domésticos, cuidan a sus hijos, vaya desaforadamente hay un instinto. Hay veces que nuestras mascotas realizan cosas que nosotros decimos, si parece una persona, mira cómo habla, mira cómo mueve rabo, está alegre. Cuando queremos decir que un animal, que no es racional, se comporta de una manera hermosa, buena, que corresponde al otro, nosotros decimos parece una persona, se comporta como una persona humana.
Y algunos filósofos tontos, o que se dicen filósofos, escritores, que dicen que prefieren tener un perro a una persona al lado porque hay más dócil y es más cercano. Ustedes saben que así se ha dicho. Hermanos, ¿qué quiere decir eso? Quiere decir que nosotros reconocemos que, en toda la creación, que como el hombre no hay otro porque fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Que cuando el hombre vive la Palabra de Dios se está humanizando él, y está humanizando alrededor de él.
Y es importante tener esa visión, hacer un bien por pequeño que sea, ha puesto una gota de humanidad en mis relaciones, en mi entorno, donde yo estoy; y en la medida que uno es más responsable y tiene más autoridad, es que uno tiene también que pensar, que en la medida que uno haga algún bien, se está humanizando al hombre. Y bien significa vivir la Palabra de Dios, los mandamientos, que están escritos aquí adentro: no robes, no mates, no te aproveches del otro, vive tu vida con fidelidad, no envidies.
Eso es lo que el Señor nos pide, pero nos cuesta, nos cuesta. Porque vivimos rodeados de tantas cosas que nos llama la atención y no nos fijamos que cada uno, y el Señor nos los pide, tenemos que crecer como personas; y nosotros crecemos como personas en la medida en que nos comportamos como plenamente humanos, ¿cómo es? Haciendo el bien y viviendo la Palabra de Dios. Nunca miremos los mandamientos de Dios, aquellos que aprendimos de chiquitos, a lo mejor no leímos mucho después, como algo impuesto, no, esa es la gracia. Y si los mandamientos de Dios te dicen no mates al otro, no oprimas al otro, ustedes saben bien que cuando en una sociedad se mata y su prima al otro esa sociedad se deshumaniza. Y cuando alguien ha aplastado, se deshumaniza la sociedad.
Por eso hermanos, cada vez que la Iglesia que es pecadora y que ha caído en muchas de estas cosas que estamos diciendo como institución, pero cuando la Iglesia trata de atender a un anciano ahí está humanizando a la sociedad, cuando la Iglesia trata de atender a un preso está humanizando a la sociedad. Cuando la Iglesia dice que los hombres tienen derecho a expresarse y tienen derecho a dar opinión sobre las cosas que le conciernen por derecho, ahí la iglesia está humanizando; cuando la Iglesia dice que tenemos que respetar la naturaleza, que un hombre es un hombre una mujer es una mujer y no otros inventos ahí la Iglesia está humanizando. Porque precisamente la humanidad de las personas se construye sobre esa estructura que nos da la creación, que Dios nos ha dado. Cuando la Iglesia nos dice, no actúen con rencor, no busquen la violencia, no procure la división, está humanizando.
Hermanos, pensemos en eso. No miremos los mandamientos y lo que Dios nos pide como algo externo que no se nos impone, sino como algo que brota de corazón, que, si nos sentamos a pensar y a meditar en ellos, nosotros daremos cuenta de que ese el camino que nos puede llevar precisamente a una vida más plena.
Disculpen que me haya extendido, pero me parece que estas lecturas siempre dan que hablar y que comentar, y además nosotros vivimos diariamente en esto. En el qué hacer, qué hacer, ama a tu hermano como a ti mismo. Lo que pasa hermanos que nos olvidamos de Dios y solamente vivimos en las luchas estas de los hombres, unos contra otros, en lo diario, en buscar la comida que se hace tan intensa y todo eso.
Pero vamos a ver lo que nos dice Pablo los romanos. Y lo voy a leer completo de nuevo. Hermanos ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo, sino que triste sería la vida, si la vida es agotara en mis pocos o muchos años que estoy viviendo, qué triste no saber ni mi origen ni a dónde voy y Pablo los romanos les toca donde le duele. Si viviéramos vivimos para el señor, si morimos, morimos para el Señor y en la vida y la muerte somos del Señor, porque Él está en nuestro principio y este es nuestro fin, y nos realizamos en la medida que vivamos junto a Él haciendo su voluntad. Y lo dice claro después Pablo, para esto murió y resucitó Cristo, para ser el Señor de vivos y muertos para que nuestra vida sea tenga sentido y nuestra vida continúe en las manos de Él.
Que el Señor nos ayude hermanos a vivir así, y a tener en nuestra mente todos los días el querer hacer la voluntad de Dios, y si no me acuerdo de los mandamientos me acuerdo de trata al otro como tú quieres que a ti te traten, alaba el nombre del Señor que el que le da sentido a mi vida.
El Señor nos ayude a todos.