Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, 10 de septiembre de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, 10 de septiembre de 2023

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, 10 de septiembre de 2023

“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mateo 18, 20

Hermanos,

En los domingos anteriores hemos estado hablando del encuentro con el Señor, de la fe, de aquella fe de la cananea, de que la fe de Pedro un poco frágil débil, la seguridad de Pedro tú eres el Hijo de Dios, es decir que lo proclama con fe porque dice el señor, eso no te lo ha revelado la carne sino el Espíritu de mi Padre Dios mismo. Hoy el tema que nos toca es mi relación con los demás.

Y en la relación con los demás, siempre nosotros cuando mencionamos esa famosa expresión, que es propia de casi todas las religiones, de una manera u otra la expresan, porque entra a formar parte de la lógica, de la razón, y por eso es que Jesús lo dice, porque no hay contradicción entre lo que Jesús expresa y lo que es la razón. Es evidente, nunca puede haber contradicción. Ama a Dios por sobre todas las cosas y trata a los demás como a ti mismo.

El amar a Dios por sobre todas las cosas eso es fe. La lógica nos dice que Dios ha creado todo, pero amar a Dios, eso nos lo da la fe y la fe nos dice, que los que tenemos fe experimentamos el amor de Dios en nuestras vidas, el amor generoso y gratuito de Dios en nuestra vida.

Pero decimos ama Dios, pero sobre todas las cosas y también decimos, ama a tus hermanos como a ti mismo. Esta segunda parte es algo lógico y de justicia. Yo no puedo desear a los demás algo que a mí no me guste, o que yo lo considere malo, es decir, si yo le deseo algo a alguien o trato a alguien de una manera, es porque yo quisiera que a mí también me trataran bien. El Señor dice trata bien a los demás, como tú quieres que a ti traten bien, o trata bien a los demás como tú te tratas bien a ti mismo. Los primeros responsables de nuestro bien, somos nosotros.

Bien, hermanos en el día de hoy este hacer el bien a los demás, toca un tema que es el tema espiritual, es el tema del comportamiento, es el tema de seguimiento al Señor. Porque casi siempre cuando decimos de tratar a los demás, nos referimos y en el mismo evangelio viene así, tuve hambre y me diste de comer tu merced y me diste de beber, estaba ciego me iluminaste, estaba preso me visitaste, etcétera. Pero también el Evangelio, a través de todo el Evangelio, y ustedes saben bien que el Evangelio no se puede leer así dos versículos solo y hacer de ese solo versículo lo máximo; sino que todo entra dentro de un mensaje que es el Señor, que es la persona del Señor Jesús. También en el Evangelio viene en otros mandatos, enseñanzas, recomendaciones y situaciones, que el Señor nos hace, que son las obras las obras de misericordia, espirituales, enseñar al que no sabe, consolar al que sufre. Y esta es una de ellas este una de ellas, en la cual nos dice que nosotros vivimos en comunidad, y que también nosotros en comunidad somos responsables unos de otros.

A la iglesia, muchas veces se le llama el pueblo de Dios, la familia de Dios y ustedes saben, que en una familia todos somos responsables los unos de los otros. Cuando somos pequeños, nuestros padres son nuestros responsables, cuando somos mayores, nosotros somos los responsables de nuestros padres, la ley de la vida. Y en una comunidad cristiana que es familia de Dios, también nosotros nos sentimos, debemos ser responsables los uno de los otros; y si somos responsables de las cosas materiales, cómo no vamos a ser responsables también en las cosas espirituales que nos acercan a la verdad, al valor supremo que es Dios, y que nos enseña el único camino de llegar hasta Él que a través de Jesucristo. Ya el Señor nos da a nosotros como una responsabilidad. Las lecturas de hoy todas nos llevan a percatarnos, de que tenemos que vivir y ejercer esa responsabilidad.

Por eso es que, en la primera lectura, que es del profeta Ezequiel, hay una recomendación expresa para que cuando un hermano falla, se aparta de Dios, hace cosas que no debe, que nos puede pasar a cualquiera, nos pasa a cualquiera. Nosotros tenemos la obligación también o por lo menos el mandato, de acompañarlo, para que sea iluminado de nuevo, acepte la luz de Cristo, y se enderece al buen camino. El Señor aquí a Ezequiel, profeta del Antiguo Testamento, el Señor pues le dice cumple con tu deber, cumple con tu deber acércate, habla, enséñale, llámale la atención con amor y con cariño, que esa es la primera base de todo, así fue como Jesús por ejemplo ayudó a aquella mujer adúltera, cuando la gente quería lapidarla, que todavía hay muchos países de otras regiones, musulmanes sobre todo que hacen eso. Ya Jesús en aquel momento dijo, hija, yo no te condeno, pero le digo el consejo, pero no peques más. ¿Por qué? Porque no solamente era decirle yo no te condeno, sigue haciendo lo que tú quieras, no, si yo verdaderamente quiero a esa persona, tengo que decirle dónde estuvo su mal camino, y nosotros tenemos la obligación de decirle, no peques más, endereza, vuelve de nuevo.

 El Evangelio va en la misma línea, y estas palabras la pone en boca de Jesús. Jesús fue más explícito. Jesús se refería casi a como esta realidad la vivía la comunidad judía, lo que hace es casi repetirlo. Si un hermano tuyo falla y es evidente, acércate y díselo, hazlo pensar, si no te hace caso, tu cumple tu deber, pero si no te hace caso, sigue, insiste porque es bueno salvar un alma, enderezar un camino, llevar a las personas bien, busca dos o tres amigos de verdad y dile, fulano mira, fallaste o fulana fallaste, si no te hace caso, aquí viene la parte que ahora nosotros ni nos atreveríamos, díselo a toda la comunidad. Y si no hace caso, considéralo como alguien que se ha querido separar del Señor.

Están duras esas palabras, están duras porque nosotros también nos hemos acostumbrado a no asumir nuestras responsabilidades, y cuando cualquiera nos reprende o nos rectifica, o nos llama la atención, muchas veces en vez de agradecer lo que hacemos es incomodarnos. Analicémonos unos a otros. Esto el Señor lo dice para llamarnos la atención a nosotros, de que somos responsables los unos de los otros, y si pedimos justicia a nivel de la justicia social en aquella cosas materiales y también espirituales, cómo no vamos a pedir también ese mismo deseo de rectificación, de volver de nuevo, de conversión, cuando tocamos las cosas tan importantes que deciden nuestra vida eterna.

Hermanos, este es un problema que es de toda la vida, cuando estamos los hombres y las mujeres de todas las épocas, de todos los países, de todas las culturas, nosotros tenemos que ayudarnos mutuamente. Por eso es que el hombre tarda tanto en su proceso de aprendizaje. Uno ve las otras especies de la creación y uno ve que casi inmediatamente, alguna, de ellas naciendo, se independizan. El hombre, no. Porque el hombre no es solamente buscar el sustento material o defenderse de las inclemencias del tiempo, o de los agresores, sino en el hombre es educar la conciencia, porque nosotros somos lo que tenemos la libertad para escoger o no escoger.

De la misma manera que aprendemos a caminar, a comer, qué comemos qué no comemos, en el hombre, hay que detenernos más en educar a las personas en la conciencia, en la justicia y en el deber; por eso es que los padres y la Iglesia defienden precisamente, ese derecho de los padres a educar a sus hijos. Derecho que ni el Estado, ni la Iglesia pueden absorber ese derecho de los padres. La Iglesia lo que debe hacer es apoyar a los padres en la buena educación de los hijos, es ayudar a los hijos y a todos, porque estamos aprendiendo hasta la hora de nuestra muerte, hay que aprender a morir, cuando lleguemos a ese momento la Iglesia nos ayuda, pero los padres tienen el derecho a educar a sus hijos.

Yo me acuerdo que en una época, los padres tenían mucho miedo aquí en Cuba, hay van a educar, a mis hijos en una ideología que yo no comparto y era cierto, entonces muchos padres decidieron, bueno, que nuestros hijos se vayan no estamos de acuerdo con eso. Pero esto que sucede con un sistema como el que vivimos en Cuba, eso también pasa en otros países, y en otros países que son desde el punto de vista económico, social y político diferente, también quieren arrebatarle el derecho a los padres a que ellos eduquen a sus hijos. Fíjense bien que todo esto entra parte en ese entramado de la formación y de educación de la persona.

Entonces, ese es un principio clave. Somos responsables unos de otros, los padres son responsables de la educación de sus hijos, le dieron la vida, no para entregársela al Estado o a otra gente, le dieron la vida para educarlos para que el día de mañana fueran hombres y mujeres honestos. No para que un Estado u otra institución lo eduque según sus criterios y conveniencias.

Pero, ¿cuál es la ley, la norma en esta educación, en este compartir, en este ayudarlo? La norma es el amor. De tal manera que Pablo es osado, cuando dice, el que ama ha cumplido toda la ley. Entonces, hermanos, yo voy a volver a leer un poquitico esto. A nadie le deban nada porque el que ama tiene cumplida el resto de la ley, entonces como nosotros confundimos tanto las cosas, y hay veces que por ejemplo un hombre y una mujer se encuentran, y en estos momentos decimos dos personas se encuentran y viven juntos, lo que sea. A ese encuentro del tipo carnal, sexual, como quieran llamarle, le llaman hacer el amor. Y, ¿eso es hacer el amor? Cuando hay veces que no media para nada del amor, sino solamente lo que media es la satisfacción de un deseo o una pasión, o hay veces todo lo contrario, una imposición, una violencia, pero le llamamos hacer el amor, fíjense como los hombres confundimos los términos.

Entonces, si tú haces el amor ya lo demás… ama y haz lo que pueda; y no nos damos cuenta de que el amor de que se habla aquí, no es ese amor posesivo, sino es el amor de donación, de entrega, de darse al otro con generosidad, y uno no ama más, la manera más grande que yo tengo de amar a los demás, es comunicarle precisamente que Dios me ama, que Dios me quiere y me ha sembrado el amor en mi corazón, que los hombres y las mujeres, todos los seres humanos, nuestro medio para poder vivir a satisfacción, es en el amor. Lo que pasa que el hombre hasta desvirtuamos la palabra amor, amor.

Cuando aquí se habla de amor y Pablo lo aclara, bien. Pablo dice de hecho el no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, es decir los mandamientos, no envidiarás y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta plaza en esta frase ama a tu prójimo como a ti mismo. Por eso que yo puedo decir ama y has lo que quiera, porque el que ama el que ama no puede dañar al otro jamás, porque es un amor de donación no, de posesión, sino de entrega, de darse por el otro, por la persona amada, o por un bien mayor.

Es bueno tenerlo claro, es bueno vivirlo, ¿ustedes empezaron por qué? Porque en esta situación tan diluida en la cual, nosotros vemos como las ideologías a través del estado, están creando un ambiente en el que el mismo derecho de la patria potestad, si quieren no le llamamos así, el derecho de los padres a educar a sus hijos, hasta los mismos padres se sienten desvalidos a la hora de aplicarlo. Hay veces que los padres tienen temor a reprender a los hijos. Hay veces que los padres a los hijos que tienen poca edad temen llamarles la atención, entonces viene muchas teorías, ¿no? Porque le quita la libertad, porque los reprime, porque los condiciona, por tantas cosas… y no nos damos cuenta de que los padres tienen un deber mayor, que es educar bien a los hijos según sus principios, que siempre sean honestos. Pero nosotros vemos hermanos como hay una tendencia en estos países occidentales y en otras ideologías, en la cual ese derecho del padre a educar a sus hijos les es arrebatado y lo quieren condicionar, entonces el mismo estado casi, casi no, hay lugares en que obliga a que los padres tienen que dejar que los hijos hagan lo que quieran en determinados aspectos de la vida.

Yo creo que cuando uno estudia, o cuando uno le habla, yo no soy un especialista, pero precisamente en la psicología de la persona va evolucionando hasta que llega un momento, que las personas puede tomar decisiones por sí misma, que le lleven al bien, por eso es que a un joven un niño no le permiten manejar un carro, por eso es que a los niños no le permiten muchos lugares tomar bebidas alcohólicas en un bar, por eso es que a los niños y a los jóvenes también no le permiten determinadas acciones que los demás hacen, pero sin embargo, en otras acciones como por ejemplo todo lo que tiene que ver con la sexualidad de la persona ah… en esas acciones nadie puede meterse. ¿Dónde está esa norma, donde esté esa ley, en qué principios psicológicos y fisiológico están basados? Pero sin embargo se impone.

Entonces las lecturas de hoy nos llaman a que nos demos cuenta de que cada uno tiene que ser responsable de su hermano.

En la comunidad, del que tengo al lado, no en balde Jesús al final de este texto dice allí donde hay dos o tres reunidos en mi nombre allí estaré yo, significando de que son hermanos, que tienen una comunidad con un Padre común, que son responsables unos de otros. Pero hermano cada uno de nosotros asume su responsabilidad sabiendo que el que tengo al lado es mi hermano, mi hermana, mi compañero, mi compañera de viaje, es aquella persona que el Señor me ha puesto al lado, es mi padre, es mi madre, y mi hijo, y yo tengo la obligación de educarlo en la fe, y nunca hacer dejación de aquellos derechos que son innatos, que nadie lo da, ningún Estado lo da, no, eso se nace. Si algo hace el Estado es proteger los derechos, o reconocer unos derechos, porque los derechos se nacen con ellos. Y uno de los derechos que tienen los padres es precisamente el educar a sus hijos hasta que tengan una mayoría de edad en la cual puedan ellos desempeñar su vida como él quiere.

Nosotros los cristianos el mayor bien que podemos transmitir, es precisamente a Cristo, por eso que nosotros tenemos que vivir atento a mi hermano, no para meterme en su vida, no. Es para decirle hermano, fíjate, Cristo se entregó por ti, por mí, mira, vamos a ver qué hacemos.

Que el Señor nos ayude hermanos, a vivir así, a estar atentos a las necesidades materiales y espirituales de nuestros hermanos.

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