Irradia, emisión del 10 de septiembre de 2023
Irradia, emisión del 10 de septiembre de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XXIII del Tiempo Ordinario
“Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera” Rom 13, 10
(Música, Donde Dos o Tres, Intérprete DR)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Donde Dos o Tres, Intérprete DR)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.
Eres justo Señor y rectos son tus mandamientos, muéstrate bondadoso con tu siervo. Señor Dios de quien nos viene la redención y a quien debemos la filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas, para que todos los que creemos en Cristo, obtengamos la verdadera libertad y la herencia eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches donde quiera que se encuentren, una alegría y un gozo poder compartir este pedacito de domingo con ustedes y compartir la Palabra de Dios. Y compartir la alegría de lo que acabamos de celebrar, porque el viernes tuvimos la fiesta de Nuestra Madre y Patrona, la Virgen de la Caridad con sus celebraciones en todas las comunidades, grandes, pequeñas, con la alegría de las de las procesiones en tantos pueblos, en tantos lugares, y aquí en la ciudad de Santiago de Cuba, acompañando a nuestra Madre desde el Arzobispado hasta la Catedral.
Y realmente eso nos llena el corazón, celebrar a la Madre siempre llena el corazón de alegría y de gozo, y eso nos acompaña, así que tenemos muchas razones para darle gracias a Dios por esta semana que termina y encomendarle la semana por supuesto que comienza, es lo que hacemos cada domingo. Dar gracias al Señor por todo lo que hemos recibido, por su fuerza, por su gracia, porque va siempre a nuestro lado cada día y encomendarle esta nueva semana que vamos a comenzar.
Hoy escuchamos la primera de una serie de exhortaciones que hizo Jesús acerca de la vida en las comunidades cristianas. El Señor nos pide, que no dejemos que alguno de nuestros hermanos haga el mal sin reprenderlo, y sin ayudarlo a que vuelva a andar por el buen camino; de eso nos habla el Evangelio de hoy. Ese mismo consejo es el que Dios da al profeta Ezequiel en la primera lectura, y todo esto es como dice San Pablo en la segunda lectura, una manifestación del amor mutuo entre los cristianos.
El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Mateo capítulo 18, versículos del 15 al 20.
Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 18, 15-20)
Cuando leía las lecturas de este domingo vigésimo tercero del tiempo ordinario, me venía a la mente ese pasaje del primer libro de la Biblia del Génesis, donde Dios le pregunta a Caín sobre su hermano Abel, y Caín le responde ¿acaso yo soy responsable de mi hermano? Me venía también a la mente, el momento en que a Jesús le preguntan para ponerlo a prueba, ¿cuál es el primero y más importante de los mandamientos? y Jesús les responde lo que cualquier judío piadoso le hubiera respondido amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza, con todo tu ser, pero Jesús añade algo más, y está el segundo que es tan importante como el primero, amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Y me viene a la mente la última cena, cuando Jesús le dice a sus apóstoles, ámense los unos a los otros como yo los he amado, un mandamiento nuevo les doy, ya no que se amen y amen a su prójimo como a sí mismos, sino como yo los he amado. Hasta el extremo, porque Jesús va a entregar su vida, va a derramar su sangre, para rescatarnos, para redimirnos, para abrirnos las puertas del reino de los cielos, para hacernos hijos en Él que es el Único Hijo, herederos del reino de los cielos.
Las lecturas de hoy nos invitan a ocuparnos y preocuparnos los unos de los otros, a estar atentos para que cuando nos equivocamos, cuando nos apartamos del camino, podamos tender la mano para ayudar a mi hermano a reconocer su error, a reconocer su pecado, arrepentirse para poder volver al encuentro con el Señor. Así lo dice la primera lectura que está tomada del libro del profeta Ezequiel, el malvado morirá por su pecado, si no se arrepiente, si no se convierte. Pero si tú no le has advertido, si tú no lo has llamado, si tú no has tratado de ayudarlo para que se convierta, entonces también tú eres responsable, tú también tendrás que dar cuenta. Ahora si te has acercado a él, si te has aproximado para ayudarlo a darse cuenta de que está en un error, de que se ha apartado del camino del Señor, que no está haciendo lo correcto y él no te escucha, entonces él tendrá que asumir la responsabilidad de sus actos, las consecuencias de sus actos, pero tú salvarás tu vida porque te acercaste para ayudarlo.
Es lo que nos dice también la lectura del Evangelio de hoy, tienes que acercarte a tu hermano y si tu hermano no te escucha, tienes que buscar otros modos, tienes que llamar a dos o tres personas de la comunidad y acercarse juntos para ayudarlo a entrar en razón; y si no es así, pues entonces la comunidad debe llamarlo, porque no podemos estar indiferentes ante un hermano que se equivoca, que abandona el camino, que se aleja. ¿Cuántos hermanos se alejan y sin embargo, nadie los toma en cuenta, nadie va a preguntarle, nadie va a ver qué sucede para ayudarlo?
Eso es lo que nos dice el Evangelio de hoy, si el hermano no escucha, si no quiere escuchar, si no quiere acoger, entonces ya es su responsabilidad. Pero si yo no soy capaz de tender la mano como el Señor me la tiende a mí cada vez que caigo, si yo no soy capaz de decirle el Señor es misericordioso, el Señor te ama, el Señor está dispuesto a perdonarte setenta veces siete, si no me acerco a él, no desde que yo soy perfecto y él es un pobre pecador a quien tengo que ayudar, sino desde mi propia experiencia de pecador, de mi propia experiencia del amor y de la misericordia de Dios que cada vez que he caído ahí ha estado su mano tendida para ponerme en pie; como cuando Pedro se hundía en el mar y le dice Señor, Sálvame, y la mano del Señor estuvo ahí para ayudarlo a salir de aquel mar proceloso.
Acercarme a mi hermano desde mi propia experiencia de pecador perdonado, acogido una y otra vez por la misericordia, por la paciencia, el amor de Dios. No podemos decir como Caín ¿acaso soy yo responsable de mi hermano? Sí, soy responsable de mi hermano, para ayudarlo, para caminar con él, como también quiero que mi hermano sea responsable de mí, y cuando yo lo necesite, me tienda la mano y me ayude a reconocer que me he equivocado, que me he apartado, que no sigo el camino.
A eso nos llaman de manera particular las lecturas de hoy y la razón de eso es el amor. Lo dice San Pablo en la segunda lectura tomada de la Carta a los Romanos, no tengan con nadie otra deuda que la del amor mutuo porque el que ama al prójimo ha cumplido ya toda la ley. Si nos amamos los unos a los otros como el Señor nos ama, entonces no podemos pasar indiferentes ante mi hermano, ante mi hermano que se equivoca porque es humano, ante mi hermano que cae porque es humano, ante mi hermano que necesita una mano que se le tienda, la mano de Dios por supuesto, pero Dios quiere obrar a través de nosotros. Quiere que sea nuestra mano, que nuestra mano sea su mano, que nuestra voz sea su voz; que nos acerquemos, que Él se acerque a mi hermano necesitado de conversión a través de mi pecador que también necesito de conversión.
Qué importante es eso en la comunidad cristiana, pero también en la familia. Acercarnos los unos a los otros no contentarnos con decir, Ah, mira lo qué está haciendo. Mira por dónde va. Mira cómo se comporta. No, acercarnos, hablarle desde el corazón, desde la experiencia del que también se ha equivocado, se ha apartado, ha caído, pero experimentado ese amor, misericordioso de Dios que nos ayuda a ponernos en pie. Y la comunidad cristiana tiene que hacerlo también no puede ser indiferente.
Acabamos de celebrar la fiesta de la Virgen de la Caridad, tenemos como patrona a la Virgen del Amor, eso quiere decir caridad, para recordarnos cada día el amor de Dios, la misericordia de Dios, la paciencia de Dios. Esa Madre que va a nuestro lado cada día, no importa que lo olvidemos, no importa que le volvamos las espaldas, no importa; estará siempre ahí como todas las madres dispuestas a ayudarnos, a acogernos cuando la necesitamos, cuando clamamos a ella.
Entonces, hermanos míos, pidámoslo así, leamos hoy con cuidado, con atención las lecturas, y acerquémonos los unos a los otros. Y cuando ya no podemos, nos dice el Señor en el Evangelio que así termina hoy, yo les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo sea lo que fuere mi Padre celestial se lo concederá pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre y estoy yo en medio de ellos. Cuando ya no podemos hacer otra cosa, reunirnos y pedir para que sea el Señor quien toque el corazón, el corazón de aquel que se ha equivocado, que se ha apartado, pero también nuestro corazón, para que no seamos indiferentes, para que como el buen samaritano, estemos dispuestos a bajarnos de nuestra cabalgadura para atender al que está caído en el camino.
Pidámoslo así, hermanos míos en esta mañana al Señor, que nos dé un corazón semejante al suyo para que podamos amarnos los unos a los otros como Él nos ama. Que así el Señor nos lo conceda.
(Música, Oh Señor delante de ti, Intérpretes Sinai)
Ahora hermanos presentemos confiados nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, recordando que cuando dos o tres piden algo en el nombre del Señor, allí está Él en medio de ellos pidiendo, Él está en medio de nosotros pidiendo por nosotros, con nosotros.
Por la Iglesia, para que con un corazón misericordioso llevemos el mensaje de Dios, el mensaje de amor, de misericordia, de perdón. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Pidamos por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades que cada día encuentran en su vida, para que puedan encontrar en Cristo consuelo fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, laicales. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos, particularmente por aquellos que nadie recuerda, para que perdonadas sus faltas el Señor lo acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Los unos por los otros. para que no pasemos indiferente ante nuestros hermanos que puedan haberse alejado del camino del Señor. para que le tengamos la mano como Dios nos tiende la mano cada día cuando lo necesitamos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que tú conoces, te las presentamos por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor. Amén.
Ahora hermanos oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén
Hermanos, todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.
Creo, señor mío que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a ti. Oh Señor, no permitas que me separe de ti. Amén.
Que tengan todos, un feliz domingo, que puedan disfrutarlo en familia, para compartir lo que durante la semana por tanto trabajo obligaciones que tenemos no podemos compartir las alegrías, las tristezas, también nuestros sueños. Lo que esperamos, lo que aspiramos y también con nuestros amigos. No nos olvidemos de nuestros amigos, de manera particular de aquellos que pueden estar lejos de sus familiares, de sus amigos o que su familia está lejos de ellos; para que sientan ese calor familiar que tanto se necesita. Que podamos pasar un feliz domingo y tener una muy buena semana con la gracia de Dios.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes y los acompañe siempre. Amén.
Les ha hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba, hasta la próxima.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…
(Música, Con Vosotros Estoy, Intérprete Hna. Glenda)