Irradia, emisión del 3 de septiembre de 2023
Irradia, emisión del 3 de septiembre de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XXII del Tiempo Ordinario
“¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres” Mateo 16, 23
(Música, Por la fe, Verónica Sanfilipo)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Por la fe, Verónica Sanfilipo)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.
Dios mío, ten piedad de mí, pues sin cesar te invoco, tú eres bueno y clemente y rico en misericordia con quien te invoca. Dios de toda virtud de quien procede todo lo que es bueno, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, y concede que haciendo más religiosa nuestra vida, hagas crecer el bien que hay en nosotros y lo conserves con solicitud amorosa. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, donde quiera que se encuentren, es un gusto, un placer, una alegría poder compartir este pedacito de la mañana del domingo, sobre todo compartir la Palabra de Dios. Esa palabra de Dios que nos ha ayudado a terminar la semana que concluyó y que nos ayudará a comenzar esta nueva.
Esa palabra de Dios que es como esa espada de doble filo de la que habla el Antiguo Testamento, que llega hasta lo profundo de nuestro corazón, que nos llena de su alegría de su esperanza, de su fuerza, que nos cambia, que nos impulsa, que nos motiva, que nos da la fuerza para levantarnos cada mañana, a pesar de las dificultades y enfrentarlas; y sobre todo a no perder la esperanza. La esperanza de que todo puede ser mejor, de que mañana puede ser mejor, por supuesto en la medida en que nosotros pongamos el empeño, en la medida en que nosotros nos esforcemos porque así sea, en que cada uno ponga la parte que le corresponde para hacer que las cosas sean mejores.
Pero eso sí, la Palabra de Dios nos ayuda a no perder nunca la esperanza, no la vana esperanza de las fantasías, sino las reales esperanzas del esfuerzo, del sacrificio, de la entrega. La real esperanza de poner cada uno de esos dones que el Señor nos ha dado y que no podemos ocultarlos, no podemos enterrarlos, sino que tenemos que ponerlos a producir por supuesto que eso exige esfuerzo, sacrificio, a veces dolor, pero que siempre cuando lo hacemos confiados en el Señor dará frutos y frutos abundantes. Así que alegría, la alegría de encontrarnos una vez más en esta mañana de domingo.
En las lecturas de hoy Jesús anuncia la proximidad de su pasión y de su muerte, y declara sus discípulos que si quieren seguirlo tendrán que cargar ellos también su propia cruz. Eso es lo que nos dirá el evangelio de hoy. Las angustias y sufrimientos del profeta Jeremías en el Antiguo Testamento, constituyen un anuncio de la pasión de Cristo, eso nos lo narra la primera lectura; y toda la vida del cristiano dice San Pablo en la segunda lectura, es la entrega total a Dios como un sacrificio glorificando su nombre en todas nuestras actividades.
El evangelio de hoy de este vigésimo segundo domingo del Tiempo Ordinario está tomado del Evangelio de San Mateo en el capítulo 16, versículos del 21 al 27.
Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 16, 21-27)
Jesús va anunciando a sus apóstoles de manera particular que son los que están más cerca de él, pero a sus discípulos en general, que tenía que subir a Jerusalén y que allí iba a padecer mucho, y a padecer no de manos de cualquiera, sino de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes, de los escribas de los jefes religiosos del pueblo, y que tendría que ser condenado a muerte pero que resucitaría al tercer día.
Los apóstoles y los discípulos estoy seguro que entendían muy bien lo que eso significaba. Lo que significaba dolor, lo que significaba persecución, lo que significaba muerte, lo que no tendrían muy claro y tendría que pasar todavía un buen tiempo para que lo comprendieran plenamente, es aquello de resucitar al tercer día; posiblemente no les dijera nada en ese momento, por eso Pedro se lleva aparte a Jesús y trata de disuadirlo diciéndole, no lo permita Dios Señor eso no te puede suceder a Ti.
Y Jesús inmediatamente le responde a Pedro, apártate de mí Satanás y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios sino, el de los hombres, no intentes apartarme del camino. Jesús ha dicho muchas veces a lo largo del Evangelio no he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad de mi Padre y, ¿Cuál es la voluntad del Padre? ¿De qué Jesús sufra? No ¿De qué Jesús padezca? No ¿De qué Jesús muera? No. La voluntad del Padre es que Jesús anuncie el reino de Dios y llame a todos a la conversión, conviértanse porque el reino de Dios está cerca, y para acoger el reino de Dios hay que cambiar, hay que mejorar, hay que abrir el corazón al amor, a la comprensión, al perdón, al vivir como hermanos, al ser capaces de construir juntos, de edificar juntos. De enriquecernos con las diferencias que todos tenemos, porque somos diferentes precisamente para eso, para enriquecernos; las diferencias no empobrecen, las diferencias enriquecen, porque el otro tiene lo que a mí me falta, el otro comprende lo que yo aún no he comprendido, y lo que yo he comprendido puede ayudar al otro a encontrar un camino, y juntos podemos recorrer ese camino, edificar, construir.
Pero todavía, todavía ellos no habían comprendido esto. Jesús no ha venido a este mundo a sufrir, pero está dispuesto a llegar hasta el final está dispuesto a asumir las consecuencias de que su misión puede llevarlo al dolor, al sufrimiento, a la muerte, a la incomprensión aún de aquellos que más cerca están de Él, al abandono de aquellos que aún más cerca están de Él. Jesús no ha venido a sufrir. Ha venido a cumplir una misión, pero está dispuesto a asumir las consecuencias que esa misión trae consigo, y eso tendrán que aprenderlo también sus discípulos y sus apóstoles.
Si quieren seguir a Jesús, tienen que ser capaces de aceptar las consecuencias que el seguimiento de Jesús trae consigo, por eso si no están dispuestos a cargar con su cruz cada día, si no están dispuestos a negarse a sí mismos, si no están dispuestos a hacer la voluntad de Dios cada día, cumpliendo su misión de anunciar la Buena Noticia en medio de todos los hombres, de mantener la esperanza en medio de las dificultades de la vida, de ser capaces de sacrificarse para construir, para edificar, entonces no pueden ser discípulos del Señor. Porque el Señor no quiere, no, sino porque nosotros entonces no seremos capaces, si no somos capaces de aceptar el esfuerzo, el sacrificio, el sufrimiento que toda misión trae consigo, que el construir que el edificar trae consigo, que el cambiar trae consigo, entonces no podremos seguir al Señor, porque cuando lleguen las dificultades nos apartaremos de Él, pasará como cuando todos los discípulos menos Juan lo abandonaron, y solo estuvo el discípulo más joven junto a Él a los pies de la cruz.
En el Padre Nuestro pedimos precisamente, Hágase, tu voluntad en la tierra como en el cielo. Un día los discípulos le pidieron a Jesús enséñanos a rezar como Juan ha enseñado a rezar a sus discípulos y el Señor les enseñó el Padre Nuestro, por eso es la oración del cristiano, porque fue la oración la única oración que Jesús nos dejó y ahí nos enseñó eso, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Pero cuando decimos eso, tenemos que aceptar que es así, es asumir que la voluntad de Dios tenemos que acogerla, aun cuando no sea nuestra voluntad. Como la Virgen la Virgen tendría sus planes, pero cuando el ángel le dijo serás la madre del Salvador ella dijo, he aquí la esclava del Señor hágase mí según tu palabra; y José tendría sus planes, pero cuando el Señor le dice tú serás el que va a cuidar de la Madre y del Hijo que yo pongo en tus manos, ve y busca a María tu mujer y llévala a tu casa y recíbela, José no preguntará más y la llevará.
Por eso todos los que han querido seguir el camino de Jesús, han sido capaces de renunciar aquello que en un momento pensaron que era el camino de Dios para ellos, pero cuando descubren realmente cuál es el camino de Dios para ellos, son capaces de decir, pues entonces es por aquí, de cambiar, de aceptar. Eso quiere decir negarse a sí mismo.
Tenemos que estar siempre dispuestos a mirar a nuestro alrededor, el Señor nos habla a través de los acontecimientos de este mundo, tenemos que estar atentos qué nos dice el Señor. Casi siempre nos preguntamos ante las dificultades de la vida, ¿por qué Señor? No, tenemos que preguntarnos ¿Para qué? ¿Qué me estás diciendo? ¿Qué me estás pidiendo? ¿Cuál es el camino que me está señalando, por dónde tengo que seguir para hacer tu voluntad? Entonces pidámoslo así hermanos míos en esta mañana al Señor. Pidámosle con humildad, con confianza, con alegría, Señor que sea capaz de hacer tu voluntad, sé que siempre hacer tu voluntad traerá esfuerzos, sacrificios, a veces dolores, a veces sufrimiento, pero tú estarás ahí, estarás conmigo y entonces podría enfrentarlo.
Que el Señor nos dé la fuerza para poder hacer como Jesús, para seguir siempre el camino del Señor. Que así sea.
(Música, Qué grande es tu bondad Señor, Dumas y Mary)
Renovemos hermanos nuestra profesión de fe pidiéndole al Señor que nos ayude a vivir conforme a la fe que profesamos.
¿Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra? Sí, creo.
¿Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció murió resucitó y está sentado a la derecha del Padre? Sí, creo.
¿Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? Sí, creo.
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, nuestro Señor. Amén.
Presentemos hermanos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, confiados en que Él siempre nos escucha y siempre nos responde.
Por la Iglesia, para que seamos fieles al mandato del Señor de ser suS testigos, testigos de su amor y de su misericordia en medio de este mundo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Pidamos también por todos aquellos que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que encontrando a Cristo puedan encontrar en Él, consuelo fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, laicales, para que estemos dispuestos siempre a hacer la voluntad del Señor en medio de nuestros hermanos que aún no lo conocen. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos, para que alcancen el descanso junto a Dios. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Y los unos por los otros, para que como nuestra Madre la Virgen seamos capaces de decirle al Señor cada día hágase en mí según tu palabra. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que tú conoces, te las presentamos por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor. Amén.
Oremos hermanos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén
Hermanos, les recuerdo que el próximo día 8 es la fiesta de Nuestra Madre y Patrona, la Virgen de la Caridad, y que como cada año tendremos la procesión que saldrá del Arzobispado a las 6 de la tarde y concluirá en la Iglesia Catedral. Así que están todos invitados y convocados a acompañar a nuestra Madre la Virgen, en su recorrido por nuestra ciudad, a presentarle nuestras súplicas, nuestras peticiones, presentarle nuestra familia, nuestros amigos, nuestra Patria, el mundo. Para pedirle que ella nos cubra con su manto y nos ayude siempre a hacer la voluntad de su Hijo y a seguir su camino.
Así que los esperamos el próximo día 8 de septiembre a las 6 de la tarde en el Arzobispado de Santiago de Cuba para acompañar a nuestra Madre la Virgen de la Caridad hasta la Catedral.
Que tengan todos un feliz domingo, que lo puedan disfrutar en familia, que lo puedan disfrutar con los amigos, aprovéchenlo al máximo para compartir todo aquello que durante la semana no han podido hacer por tantas obligaciones como a veces tenemos, que nos impiden encontrar ese momento para compartir en familia, para compartir con los amigos.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes y los acompañe siempre. Amén.
Les he hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba hasta la próxima.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…
(Música, Mi alma tiene sed de ti Señor, Athenas y Tobías Buteler)