Irradia, emisión del 20 de agosto de 2023

Irradia, emisión del 20 de agosto de 2023

Irradia, emisión del 20 de agosto de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XX del Tiempo Ordinario

“Mujer, qué grande es tu fe; que te suceda como deseas” Mateo 15, 28

(Música, La mujer Cananea, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, La mujer Cananea, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

Dios protector nuestro, mira el rostro de tu Ungido, un solo día en tu casa es más valioso que mil días en cualquier otra parte. Señor Dios que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde en nuestros corazones el anhelo de amarte, para que amándote en todo y, sobre todo, consigamos tus promesas que superan todo deseo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Una alegría, un gozo como siempre poder compartir con ustedes esta mañana de domingo, y compartir la Palabra de Dios que nos propone la liturgia para este vigésimo domingo del Tiempo Ordinario. El tema de las lecturas de hoy es el mismo, el llamado de Dios a los hombres que no pertenecen al pueblo judío.

Por boca del profeta, en la primera lectura, Dios declara, mi casa será casa de oración para todos los pueblos. Jesús en el evangelio, alaba la fe de una mujer extranjera al pueblo judío y cura a su hija. En la segunda lectura, San Pablo dice que por desobediencia de los judíos los paganos obtuvieron misericordia, pero Israel sigue ocupando un puesto de preferencia dentro del plan de Dios.

El evangelio de hoy está tomado de San Mateo, en el capítulo 15 versículos del 21 al 28.

Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 15, 21 – 28)

Es el evangelio que nos narra cómo Jesús se retira a la comarca de Tiro y de Sidón, y cuando va caminando con sus apóstoles, con sus discípulos, una mujer cananea, no judía, extranjera, le sale al encuentro y se pone a gritar detrás de él, Señor, hijo de David ten compasión de mí ¿Por qué? Porque su hija está terriblemente atormentada por un demonio.

Aquella mujer no tuvo respeto humano, las madres pueden comprenderlo perfectamente, su hija sufre, está enferma, ella siente que está poseída por un demonio, pero está enferma y sufre. Y quizás ha buscado en todas partes la solución a este sufrimiento y no la ha encontrado, es posible que haya oído hablar de Jesús de sus milagros, como ha curado a tantos enfermos incluso ha resucitado muertos, y este es su oportunidad, y por supuesto que no la va a perder; y por eso va detrás de él gritando, porque a Jesús siempre lo seguía una multitud. Señor ten compasión de mí, porque mi hija está enferma y necesita ser curada.

Y extrañamente Jesús no le contesta una sola palabra. De tal manera que los discípulos se acercan y le dicen, atiéndela porque viene gritando detrás de nosotros, atiéndela vamos a salir de esta situación tan penosa, tan difícil de una persona detrás de nosotros gritando sin hacerle nosotros caso, atiéndela, como a veces hacemos cuando alguien insiste machaconamente y decimos bueno para salir de esta persona. Un poco así le dicen los que acompañan a Jesús, atiéndela para salir de esta situación penosa y Jesús les responde, yo no he sido enviado, sino las ovejas descarriadas de la casa de Israel.

Primero el pueblo judío y es comprensible, es el pueblo escogido por Dios, el pueblo de la llamada, el pueblo del Libro, el pueblo con quien Dios ha hecho por tres veces una alianza. Él viene a llamarlos, ellos han custodiado la Palabra de Dios, la promesa de Dios, ellos están llamados de manera particular a la salvación. Jesús es del pueblo judío, su madre es judía, y por eso les dice he venido a las ovejas descarriadas de la casa de Israel. Pero esta mujer no se da por vencida, es su oportunidad y no la va a dejar pasar de largo, y sigue diciéndole Señor, ayúdame, cuánta humildad y cuánta perseverancia y cuánta confianza porque está convencida de que Él la puede ayudar si no, no perseveraría. Por menos que eso nosotros nos echamos atrás nos cansamos, tiramos la toalla cuando pedimos y pedimos a Dios, o a alguien de quien necesitamos, y no parece que no nos atienden. O no nos atienden como quisiéramos ser atendidos, y normalmente lo que hacemos es tirar la toalla y decir ya, no voy a pedir más. Hay que tener mucha confianza para insistir, y ésa era su oportunidad y ella confiaba.

Jesús le dice, le responde ante su petición de ayuda, no está bien quitarles el pan a los hijos para echársela a los perritos. Ella comprendía, los perritos se referían quizás no despectivamente, pero era como se llamaba a los que no eran judíos, a los gentiles. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros? ¿Qué hubiéramos hecho nosotros si hubiéramos pedido algo a alguien y nos hubiera respondido de esa manera? O de otra parecida, le hubiéramos vuelto la espalda. Y poco si le hubiéramos vuelto solamente la espalda, a veces no quisiera pensar lo que le hubiéramos dicho si nos hubieran tratado de esa manera, a pesar de la necesidad que tuviéramos de lo que estábamos pidiendo. Y sin embargo, esta mujer le responde a Jesús es cierto, Señor, pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos, y esta mujer escucha de la boca del Señor lo que el Señor no había dicho de nadie, de nadie del pueblo de Israel, mujer, qué grande es tu fe. Qué grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas. Y su hija quedó sana en ese mismo instante.

Qué grande es tu fe. Esta mujer perseveró porque tenía fe, esta mujer confió porque tenía fe y esa fe movió el corazón del Señor. ¡Qué grande es tu fe! Cuando nosotros pedimos y no alcanzamos lo que pedimos, lo primero que tenemos que preguntarnos es si pedimos con fe y confiamos realmente que el Señor puede hacer aquello que pedimos si así nos conviene. Importante también, porque el Señor nos da signos el Señor nos habla a través de los acontecimientos y muchas veces nos va diciendo esto que pides no te conviene, esto que pides no es para este momento, esto que pides no es lo que necesitas, y nos va abriendo perspectiva y nos va abriendo camino para que descubramos lo que realmente que necesitamos. Lo que pasa es que nos empeñamos de tal manera a veces en aquellas cosas que pensamos que no son indispensables, que no vemos a nuestro alrededor, que no vemos al Señor que nos habla a través de los acontecimientos y seguimos pidiendo insistiendo, insistiendo, insistiendo, una y otra vez, pero el Señor solo nos dará lo que nos conviene.

Pero para pedir hay que tener fe, fe en el Señor, en el Señor que puede hacer lo que pedimos, en el Señor que hará lo que pedimos, en la medida en que nos convenga, porque Él quiere lo mejor para nosotros, en el Señor que nos irá señalando el camino, diciendo por dónde ir, mostrándonos qué es lo que realmente necesitamos y nos hace falta.

Qué grande es tu fe, por eso tenemos que pedirlo así el Señor, como aquel a quien el Señor le preguntó ¿crees que puedo hacer esto? y le respondió, sí, Señor, pero aumenta mi fe. Nosotros también tenemos que pedirle Señor aumenta mi fe; para que no me canse de pedir, para que no me canse de confiar, para que no me canse de sentir que Tú estás conmigo, y me das realmente aquello que más necesito para hacer lo que hace falta hacer en cada momento, en mi familia, en mi comunidad, en la sociedad en la que vivo, Tú me das la fuerza para poder también yo hacer lo mejor.

Entonces pidámoslo así hermanos míos en esta mañana de domingo, Señor aumenta mi fe. Esa fe que no me hace cruzarme de brazos, esa fe que no me adormece, esa fe que no me hace pensar que las cosas se van a resolver mágicamente, si no, esa fe que me da la fuerza para seguir adelante sabiendo que el Señor camina conmigo, sabiendo que el Señor me dará en cada momento lo que yo necesito realmente, sabiendo que el Señor es fiel a sus promesas y nos ha prometido que estará con nosotros hasta el final de los tiempos. Y entonces podremos enfrentar la vida, podremos superar las dificultades, podremos cargarlas sobre nuestros hombros cuando aún no la podemos resolver, pero nunca nos daremos por vencidos, como esta mujer cananea.

Que el Señor pueda decirnos, qué grande es tu fe. Que así el Señor nos lo conceda.

 (Música, Con el Señor viene la Misericordia, Dumas y Mary)

Ahora hermanos renovemos nuestra profesión de fe, pidiéndole al Señor que nos ayude a vivir cada día con humildad, pero con perseverancia conforme a la fe que profesamos, por eso les pregunto.

¿Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra? Sí, creo.

¿Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció murió resucitó y está sentado a la derecha del Padre? Sí, creo.

¿Creen en el Espíritu Santo en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Y ahora presentemos confiados en que el Señor siempre nos escucha y siempre nos responde nuestra súplica.

En primer lugar, por la Iglesia, para que fieles al mandato del Señor, demos testimonio de Él con la palabra y con la vida, testimonio de su amor y de su misericordia en medio de este mundo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos de manera particular por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que puedan encontrarse con Cristo y como esta mujer cananea encontrar en Él, el consuelo la fortaleza la paz. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, para que escuchemos la llamada del Señor que nos llama a servirlo en los hermanos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, de manera particular aquellos por los que nadie ruega, para que perdonadas sus faltas, el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que el Señor aumente nuestra fe confiada en Él. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que Tú conoces, te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

Ahora oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén

Estamos ya bien adelantados en el mes de agosto. Muchos han tenido y tienen todavía vacaciones, ya los niños, los adolescentes, los jóvenes, se preparan ya para comenzar un nuevo curso escolar, entonces aprovechemos este domingo y este tiempo de vacaciones que podamos tener para compartirlo en familia, para disfrutarlo en familia, aunque no tengamos muchos lugares donde ir, ni posibilidades de ir, pero sí siempre tenemos posibilidades de encontrarnos con los que quizás durante todo el año no podemos, porque estamos trabajando, porque estamos estudiando, porque cada uno tiene sus propias obligaciones.

Así que aprovechemos este fin de las vacaciones del mes de agosto, este caluroso mes de agosto, para encontrarnos con aquellas personas que habitualmente no lo hacemos y que sabemos que será un gusto, una alegría, un gozo poder encontrarlas y que ellas nos encuentren también a nosotros, a nuestra familia, a nuestros amigos de manera particular los que están más solos, porque su familia por disímiles razones no se encuentra en este momento y necesitan de ese calor familiar.

Aprovechemos, aprovechemos para visitarlos si podemos, para hacerle una llamada telefónica, para mandarle un pequeño mensaje, parece que no, a veces usamos las redes sociales para tantas cosas, y no nos damos cuenta la alegría que puede dar un pequeño mensaje que enviemos a alguien. Un, buenos días, un, buenas tardes, un, buenas noches, que descanses bien, que tengas un lindo día y no sólo con imágenes ya preparadas si no escribiéndolo dos palabras, buenos días, buenas tardes, ¿cómo estás? Simplemente eso. La alegría que puede dar a una persona recibir ese saludo, porque se da cuenta que lo tenemos presente en la mente y en el corazón, que nos tienen presente en la mente y en el corazón, no nos damos cuenta hasta dónde puede llegar eso.

Así que aprovechemos este domingo, disfrútenlo y aprovechemos lo que nos pueda quedar, los que aún tienen vacaciones de vacaciones, para compartirlo, que eso es lo mejor.

Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos ustedes sus familias, sus amigos y los acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, Milagro de amor, Athenas)

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